domingo, 4 de marzo de 2018

Vacaciones en Ibiza



Ese verano mi marido y yo decidimos alquilar un adosado en la isla de Ibiza. Habíamos oído hablar de las fiestas y de la noche en esa magnífica isla y quisimos comprobarlo. Siempre oímos hablar de las sesiones en las grandes discotecas como Pacha, Amnesia, Penélope, KWM,..etc, y ese verano quisimos disfrutar de la marcha como cuando éramos algo más jóvenes.



He de decir que yo me llamo Sandra, tengo 31 años, soy rubita y algo bajita. Mi marido dice que tengo unos pechos grandes, firmes y bonitos. Y que mi cuerpo es espectacular, aunque yo no me veo tan atractiva en el espejo como dice. Comentar que mi marido ha sido el único hombre en mi vida, y nos complacemos muy bien en la cama. Mi esposo tiene 33 años, es moreno y más bien algo calvo y con barriguita. Esto es, un tipo de lo más normal.



Fue una de las primeras noches cuando paseando por el paseo marítimo nos encontramos con Joaquín y María. Al parecer Joaquín trabajó y fue compañero de mi marido en una de las empresas anteriores. Yo había oído hablar de él en la época en la que trabajaban juntos en esa empresa, pero era la primera vez que lo veía en persona. Al parecer dejó la empresa en la que coincidió con mi esposo al poco de marcharse mi marido. Montó su propio negoció y le debió de ir bastante bien. A mi marido le trajo muy buenos recuerdos, tomamos varias copas por los veladores y terrazas del pueblo y sobretodo ellos recordaron viejos tiempos. María me pareció una mujer muy atractiva. Además vestía siempre de manera bastante sexy y elegante. Sin embargo Joaquín me pareció un tipo bastante engreído. Presumía de lo bien que le trataba la vida y era algo fantasma. Me llamó la atención el rolex de su muñeca. Siempre que podía hacía ostentación del dinero que ganaba. Mi marido y yo no nos podíamos quejar, pero estaba claro que Joaquín ganaba bastante más dinero que mi marido. Le gustaba vanagloriarse de lo bien que hizo al abandonar aquella empresa y establecer su propio negocio, como reprochando a mi marido que no hiciese lo mismo. Durante esa primera noche no se cansó de repetirme lo guapa y atractiva que era.



.-“Veo que no has cambiado. Te conservas igual que las fotos que tenía tu marido en el despacho” dijo en cierta ocasión.



Por activa y por pasiva dejó claro que según su opinión un tipo como mi marido no se merecía estar con una mujer como yo. Mi esposo en cambio hacía lo propio con María, en varias ocasiones lo sorprendí mirando el escote y las piernas de María.



Al parecer Joaquín y María tenían un chalet en propiedad en la isla y se escapaban siempre que podían. Por eso no fue sorprendente cuando veíamos que mucha gente que paseaba por la calle se acercaban a Joaquín para saludarlo. Era todo un personaje.



Esa primera noche no sucedió nada salvo alguna que otra mirada de Joaquín a mi escote y mi culo, y algún que otro intento por acariciarme las piernas. Estaba claro que yo le gustaba y así lo manifestó durante toda la noche. Al despedirnos mi marido y él intercambiaron los móviles para quedar a cenar a la noche siguiente.



Cuando llegamos al adosado tanto mi marido como yo llevábamos alguna que otra copa y estábamos algo contentos por los efectos del alcohol. Recuerdo que mi marido estaba tumbado en la cama viendo la tele mientras yo me desnudaba en el tocador de la habitación. Cuando se fijó en mí le dije:



.-“Ya era hora que me mirases” le dije con cierta ironía.



.-“¿Por qué dices eso?” respondió él con cara de asombro.



.-“¿Te crees que no me he dado cuenta?, no has dejado de mirar a María en toda la noche. Podías haberte cortado un poco ¿no?” dije algo molesta.



.-“Al menos no la he manoseado como te has dejado tocar tú por Joaquín. O te crees que no me he percatado de cómo te tocaba las piernas o el culo, y tú no le decías nada” me dijo él.



.-“Que sepas que a mi Joaquín ni me va ni me viene, pero... ¿Qué querías que hiciese?, ¿qué montase un numerito?. No es más que un presumido estúpido” le dije como si nada. En ese momento mi marido estaba ya tumbado en la cama con el pijama puesto y yo me encontraba tan solo en ropa interior. Lo miré fijamente a los ojos cuando me desabroché el sujetador y quedando tan sólo con las braguitas puestas le dije:



.-“¿Acaso María te parece más atractiva que yo’” dije en tono melosa acercándome a los pies de la cama en plan gatita juguetona. Mi marido me miró conocedor de lo que quería cuando me ponía así de mimosa.



.-“¿Crees que tiene los pechos más grandes que yo?” le susurré a los pies de la cama mientras me acariciaba los pechos para él. Mi marido se empezó a tocar por encima del pantalón del pijama.



.-“Que tetas te gustan más ¿las suyas o las mías?” le pregunté al tiempo que me arrodillaba sobre la cama con una pierna a cada lado de los pies de mi marido y procedía a desabrochar su pantalón del pijama.



.-“¿No quieres contestarme?, eeeeh, ¿Qué tetas te gustan más?” insistí al tiempo que extraía su miembro y comenzaba a masturbarlo. Mi esposo me miraba incrédulo al espectáculo que le estaba dando y permanecía en silencio mientras se dejaba hacer.



.-“Te gustaría verle las tetas a María, eh ¿a que sí?” le dije al tiempo que restregaba su polla por mis tetas.



.-“No has dejado de mirarle el escote en toda la noche” y dicho esto comencé a realizarle una cubana a mi marido que cerraba los ojos concentrado.



.-“Lo peor es que ella se ha dado cuenta y no paraba de mostrarte todo cuanto podía” Mi marido se sorprendió entonces por estas palabras.



.-“¿Tú crees?” me preguntó.



.- “Joder, si no paraba de exhibirse e inclinarse para que se las vieras”. Y mientras le decía esto, comprobé que mi marido cerraba de nuevo los ojos seguramente imaginando que disfrutaba de las tetas de María. Aproveché para ponerme a horcajadas sobre mi marido e introducirme yo misma su polla. Mientras lo cabalgaba me acaricié el clítoris con una mano. Mi marido permanecía con los ojos cerrados concentrado. Yo me recliné un poco de tal forma que mis pechos quedaron a la altura de su boca. Comenzó a chuparme y besarme las tetas. Yo le preguntaba con la clara intención de excitarlo:



.-“¿Te gustaría comerle las tetas a María?” él me lamía los pezones con la punta de la lengua. A mí esa caricia me volvía loquita. Era la primera vez desde que conocí a mi marido que lo incitaba a imaginarse que estaba con otra, él sorprendido por mi actitud me preguntó:



.-“¿Me dejarías?” pronunció como pudo con su cara entre mis pechos. Yo no entendía como imaginarme a mi marido con otra podía excitarme de aquella manera. Tal vez porque también era yo quien se imaginaba que algún que otro tipo atractivo con quienes crucé alguna mirada en esa noche disfrutaban de mi cuerpo, en concreto de mis pechos. Quise provocar aún más a mi marido:



.-“Seguro que aprovecha cualquier excusa para mostrarte las tetas, ¿Te gustaría, eh?” le susurré de nuevo. A esas alturas mi respiración se aceleraba.



.-“Siih” dijo mi marido concentrado en su imaginación.



.-“¿Te gustaría darle cremita por sus tetas? eh” yo también cerré los ojos pensando que era otro hombre quien me extendía crema por mi cuerpo. Llegué a pensar por primera vez en Joaquín como amante y de cómo sus manos recorrían mi cuerpo. Recordé como acariciaba mis piernas y eso me puso muy caliente. No dejaba de acariciarme el clítoris en busca de mi orgasmo.



.-“Siiih, me gustaría ver sus tetas” dijo mi marido al tiempo que notaba las contracciones de su polla en mi interior, señal inequívoca de que se había corrido. Incluso me pareció escuchar que susurraba el nombre de María entre sus labios cuando se corría dentro de mí. Ahora era yo quien se masturbaba con los ojos cerrados concentrada en mis fantasías mientras notaba como el pene de mi esposo perdía vigor en mi interior.



.-“Aaaahh” gemí al alcanzar el orgasmo. Cuando abrí los ojos mi marido me miraba sorprendido comprobando que yo también me había corrido fantaseando con otras personas. Ambos sabíamos que no pensamos en el otro mientras alcanzábamos el clímax. Era la primera vez que se hacía evidente. Si había ocurrido en alguna otra ocasión siempre habíamos tratado de disimularlo y fingir que pensábamos en nuestra pareja al alcanzar el orgasmo, pero en esa ocasión a ninguno de los dos nos importó evidenciar nuestros pensamientos. Fue mi marido quien me preguntó:



.-“¿Has pensado en Joaquín?” un hilo de angustia se reflejaba en sus ojos.



.-“¡Pero qué dices!, te repito que Joaquín no es mi tipo” le respondí yo haciéndome la indignada por la pregunta. Aunque en mi interior sabía que le estaba mintiendo descaradamente. Joaquín tenía un cuerpo escultural aunque fuese un estúpido creído.



.-“Entonces..., ¿en quién pensabas?” insistió con cierto tono celoso.



.-“En nadie en particular, no sé, algunas caras, situaciones, estereotipos,... ya sabes”. Le respondí tratando de convencerlo. Me agradó la idea de que se pusiera celoso. Preferí centrarme en comentar lo fantástico que había sido, y de cómo habíamos disfrutado ambos muchísimo del polvete. Pero aún con todo lo noté algo preocupado



.-“Dime que pasa, ¿te encuentro algo celoso?” le pregunté mientras ambos permanecimos tumbados boca arriba en la cama.



.-“Durante mi paso por la misma empresa que Joaquín, tuvo varios altercados con algunos compañeros. Al parecer se acostó con varias de las mujeres de los compañeros de su equipo. Muchas diría yo. Incluso sus superiores le llamaron la atención en alguna ocasión por extralimitarse con alguna de las clientas. No sé qué le ven las mujeres, pero siempre se acuestan con el más capullo” me explicó mi marido.



.-“No te preocupes, tienes razón, es un capullo” ambos nos reímos por mi comentario y poco a poco el sueño nos hizo quedarnos dormidos desnudos sobre la cama.



Mi cabeza no dejaba de pensar en Joaquín mientras mi marido dormía a mi lado. Tras el comentario de mi marido no dejaba de imaginármelo destrozando a alguna niñata de esas que sólo buscan en la vida atrapar y casarse con algún tipo que gane el dinero suficiente para pagar sus caprichos. Me lo imaginaba rompiendo las sofisticadas bragas de channel, cacharel o lise charmel de alguna de esas esposas sobre la mesa de su despacho y follándoselas sin compasión. Era un engreído y seguro que utilizaba a las mujeres para su propio placer. Estoy convencida de que le encantaría humillar a las mujeres de sus compañeros. Debía ser un cerdo con las mujeres, aunque eso sí, con un cuerpo de infarto. Seguro que les daba todo el placer que sus mariditos no sabían proporcionarles porque eso no se compra con dinero. Su actitud era despreciable, aunque a mí me interesaba imaginármelo tan sólo por su cuerpo.



A la noche siguiente nos dispusimos a arreglarnos para la cita con nuestros amigos. Como estábamos en Ibiza yo escogí un vestido blanco de gasa algo transparente. Me di cuenta que al tras luz se podía adivinar toda mi figura. Me agradó la idea de provocar y poner celoso a mi marido. La espalda quedaba descubierta y por el frente el escote era algo generoso. La faldita era más bien cortita. Yo me encontraba especialmente sexy. Mi marido se puso un pantalón de lino blanco y una camisola de algodón blanca. Al verme me advirtió que al tras luz se podía adivinar el tanguita que me había puesto y que se notaba no llevaba sujetador.

.-“¿No quieres que me ponga el vestido?” le pregunté.



.-“ Por mí ponte lo que quieras, pero alguno que otro que se llevará una alegría al verte” me dijo. Me gustó provocar sus celos.



En efecto a Joaquín nada más verme a poco se la salen los ojos de sus órbitas. María también se encontraba radiante, pues había elegido un vestido de lo más sugerente que realzaba la belleza de sus curvas. Mi marido tampoco perdió detalle de la figura de María. De nuevo no dejaba de mirarla al escote, esta vez más pronunciado que el día anterior.



.-“Estas estupenda” me dijo Joaquín nada más vernos y posando sus manos en mi espalda intercambiamos dos besos. El último muy cerca de la comisura de mis labios. Además mis pechos se rozaron por casualidad con su torso. Pude notar como Joaquín trató de retener esa sensación en su memoria. El resto de la noche transcurrió con total normalidad. Tomamos algunas copas y nos sentamos a cenar en un conocido restaurante. Joaquín se sentó al lado mío mientras mi marido se dispuso enfrente junto a María. Acordamos el vino a beber. He de reconocer que entre las copas de antes y el vino de la cena yo comenzaba a estar algo mareada. Por lo que no le di la mayor importancia cuando Joaquín aprovechaba cualquier excusa para acariciarme las piernas. Aunque lo hacía de forma natural, con sutileza, como si el gesto fuese implícito en la conversación, yo sabía que él se estaba aprovechando más de la cuenta.



Conversando acerca de cómo habíamos pasado el día, nos informó que lo normal en la isla era acercarse en barco a otras calas y playas inaccesibles. Le hicimos saber que sería estupendo, alquilar un barco y disfrutar de lugares más recónditos. Joaquín nos comentó que él tenía un pequeño yate amarrado en el puerto de su propiedad y que si queríamos podíamos quedar para ir en el barco, aunque había un pequeño inconveniente:



.-“¿Y cuál es ese inconveniente?”, preguntó mi esposo movido por la curiosidad de montar en barco.



.-“Existe una norma básica para subir en el barco, las mujeres deben hacerlo en top less”. Dijo Joaquín como si nada. Mi marido y yo nos quedamos algo sorprendidos. Sin embargo a mi marido se le iluminó la cara al girar la cabeza y ver el escote de María, sabía que de acceder podría verle los pechos que tanto deseaba.



.-“¿y eso?, ¿cómo es así?” pregunté mirando la indiferencia de María y pensando que ella tenía algo que ver, mejor dicho, algo que quería mostrar a mi marido. Joaquín me respondió:



.-“Yates y barquitos mejor que el mío los hay a montón en esta isla, por eso me gusta que me envidien por las mujeres que hay en el” dijo. No me sorprendió que el asunto fuese por fanfarronear, era algo típico en él. Yo mirando la cara de deseo de mí marido por ver las tetas de María, y tengo que reconocer que algo celosa dije:



.-“Por mí no hay problema podemos quedar mañana si os apetece” quería comprobar la reacción de mi marido cuando se diese cuenta que no sólo él vería a María, sino que yo también le mostraría mis tetas al baboso de Joaquín.



Quedamos para el día siguiente por la mañana temprano. Al terminar de cenar nos dirigimos a una discoteca cercana. Al bailar Joaquín se acercaba a mí tratando de rozarse con mi cuerpo siempre que podía y me decía cosas al oído como:



.-“Ya verás que bien lo pasamos mañana en el yate”.



Por su parte mi marido no paraba de hablar y mirar al escote de María. Hubo un momento en que ambas parejas nos despistamos y Joaquín me invitó a una botella de champagne cerca de la barra. De esta forma fue conocedor de que me encantaba beber champagne. Tras las primeras copas yo estaba ya algo más que mareada. Debido al ruido de la música Joaquín tenía que acercarse para hablar conmigo. En algunas ocasiones se rozaba contra mi cuerpo. Supongo que vi como algo natural que apoyase su mano en mi cintura. Pero con el transcurso del tiempo poco a poco fue deslizando su mano hasta acariciarme el culo. Conversábamos sobre temas de actualidad sin importancia, yo no recuerdo el preciso instante en el que su mano pasó de mi cadera a mi culo, por eso no sabía cómo evitar sus caricias. Una persona de al lado dejó libre un taburete. “Al menos no me tocará el culo” pensé al sentarme sobre la banqueta. Pero fue peor el remedio que la enfermedad, pues ahora situándose a mi lado pasó a acariciarme las piernas. Al principio sus manos descansaban sobre mis rodillas pero poco a poco fue acariciando mis muslos hasta el borde de la faldita, la cual se había subido un poco más en algún momento de la noche. Joaquín pugnaba en mis descuidos por tratar de acariciar mis piernas por el interior de mis muslos. Pude ver a lo lejos a mi marido conversar animosamente con María y un grupo más de mujeres que al parecer conocían a María. Todas ellas eran bastante guapas y sofisticadas, se notaba que coqueteaban con mi esposo. Mi marido se encontraba a gusto como un gallo en un corral rodeado de gallinas. En un momento dado nuestras miradas se cruzaron en la distancia. Él estaba tratando de parecer interesante frente a tanta mujer, que había descuidado a su mujercita. No sé si porque estaba celosa y quería devolverle la jugada, o por los efectos del alcohol pero justo en el instante en el que nuestras miradas se cruzaron yo separé levemente mis rodillas permitiendo a Joaquín acariciar mis piernas por la parte interior de mis muslos, incluso por debajo de la tela de la faldita hasta que este casi alcanzó mis braguitas. Pude ver la cara de asombro de mi marido contemplando la maniobra de su amigo y apurando de trago su copa. Yo me mojé en las bragas casi al instante, tanto por ver la cara de estupefacto de mi marido, como por las sensaciones y escalofríos que me produjo notar las manos de Joaquín tan cerca de mi sexo. Yo me excusé con Joaquín diciéndole que necesitaba ir al aseo. Supongo que él pensaría en su ego que se debería a mis nervios por haberle permitido llegar relativamente lejos en sus caricias. Pero realmente necesitaba salir de allí y despejarme un poco. Lo que acababa de hacer era una locura. Frente al espejo dudaba si me había gustado o no. ¿Qué era lo que realmente me había excitado?, ¡ser manoseada por un desconocido, o poner celoso como nunca a mi marido?. Cuando salí del baño estaban despidiéndose los tres, María, Joaquín y mi marido. Concretamos en quedar para el día siguiente. Durante el trayecto en coche a casa, mi marido me acariciaba las piernas de igual forma a como observó lo hiciera Joaquín momentos antes. No hablamos prácticamente durante todo el trayecto y al llegar al adosado me tumbó sobre la cama sin mediar palabra y me folló como nunca antes me lo había hecho. Fue como más violento, se movía mucho más rápido, como con rabia, apenas hicimos el misionero como venía siendo costumbre, sino que me puso a cuatro patas y me dio fuerte por atrás. Estaba furioso, tal vez fuese conocedor de que me estaba perdiendo, o tal vez quería demostrarme que nadie era capaz de follarme mejor que él. Pero mi mente pensaba en otra persona. Pude cerrar los ojos y por primera vez imaginé que podía ser Joaquín quien me follaba como a una perra. Era un sentimiento encontrado el imaginarme haciendo el amor con alguien al que despreciaba como persona y sin embargo me agradaba su cuerpo y me daba tanto placer imaginármelo. Era algo raro. No sé, tal vez porque me hacía sentir como a una guarra, y todo por dar celos a mi marido. Yo disfruté de un buen orgasmo. No hablamos mucho esa noche y enseguida nos quedamos dormidos en parte por los efectos del alcohol.



A la mañana siguiente sonó el despertador y nos arreglamos para acudir a la cita. Cuando salí de arreglarme del baño pensé que mi marido pondría cualquier excusa para llamar a nuestros nuevos amigos y decirles que no íbamos. Creí que estaría celoso por lo de anoche y no querría que tuviese que hacer top less en el barco frente a Joaquín. Sin embargo me sorprendió cuando al hablar acerca de María se mostró algo impaciente por verla de nuevo. Tuve entonces la convicción de que la noche anterior mientras lo hacíamos había pensado que estaba con María. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Un sexto sentido me hacía presagiar que algo iba a cambiar en nuestra relación de pareja después de esas vacaciones.



No fue difícil encontrarnos en el puerto, y nada más llegar e intercambiarnos los besos de rigor nos señaló el barco. Yo me quedé asombrada pues era bastante grande, me lo había imaginado más pequeño, tipo barca de recreo, y sin embargo disponía bajo cubierta de un par de camarotes y un pequeño salón cocina, junto con el baño. Nos indicó cual sería nuestro camarote por si queríamos dejar las bolsas en él y nos recordó la condición. Yo estaba cambiándome en el interior del camarote cuando escuché los motores ponerse en marcha y maniobrar para salir de puerto. Aunque ya había hecho top less en otras ocasiones, tampoco habían sido muchas, no era de mi agrado mostrar los pechos a todo el mundo, por lo que me demoré hasta salir prácticamente de puerto. Escogí un bikini negro cuya braguita es de esas que se anuda a los laterales, y como no podía llevar top me puse bien de crema por mis pechos para no quemarme. Al primero que vi al salir a cubierta fue a Joaquín, su cara fue un poema, no dejaba de mirarme los pechos y le costaba mirarme a la cara para hablar. Yo bajé mi mirada a su paquete pues llevaba puesto un bañador tipo slip, comprobando que debía estar teniendo una erección al verme. Lo cual me resultó gracioso. Pude ver a María tumbada sobre una toalla tomando el sol en la parte delantera de la embarcación tan sólo con un tanga puesto que la dejaba prácticamente desnuda y a mi marido unos metros detrás sentado en el borde del yate sin perder detalle de María. Me tumbé al lado de María dispuestas a tomar el sol juntas. Lo cierto es que el número de barcas con las que te encontrabas era considerable. Le pregunté tumbadas boca abajo como estábamos, si sabía a dónde íbamos, y me contestó que a una calita que le gustaba mucho a su marido.



En efecto llegamos a la cala y esta era preciosa, estaba rodeada de vegetación y acantilados por lo que prácticamente sólo se accedía en barco. Tuvimos que nadar para llegar a la orilla. María se lanzó desde la borda de cabeza y mi marido lo hizo después. María no se puso la parte superior del bikini para nadar. Yo me dirigía hacia el camarote para ponérmela cuando Joaquín me lo impidió y jugando me tiró por la borda. En el forcejeo aprovechó para tocarme las tetas. Recorrimos los distintos rincones de la playa. En uno de los paseos por la orilla Joaquín y María se encontraron con un par de conocidos. Se trataba de dos chicos más o menos de nuestra edad. Uno era rubito y muy blanco de piel, de aspecto nórdico. Llevaba un bañador de lo más normal. Pero el que realmente me llamó la atención fue el mulato. ¡Estaba buenísimo! Vaya pedazo de portento de la naturaleza. Para colmo llevaba por bañador un tanga, que le marcaba un paquete enorme. Y se le veía un culo precioso. Nunca pensé que pudiera haber tantos músculos en un culo tan rico. Desde que nos presentaron no dejaba de mirarme las tetas, lo que debo reconocer me puso algo nerviosa. Al rato continuaron por su parte, yo llegué a pensar que ambos chicos eran gays o algo por el estilo. Al despedirnos el torso del mulato se rozó con mis pechos, el contacto me gustó muchísimo. De nuevo solos nos tumbamos sobre la arena. Hicimos figuras en la arena, paseamos y nos entró gana de comer algo. Por lo que regresamos al barco. Durante el rato en la cala mi marido no quitó ojo de María, esta vez no sólo no perdía detalle de sus pechos, sino también de su culo, gracias al minúsculo tanga que llevaba María.



Comimos algo en la estancia que hacía de salón. Tras comer Joaquín dijo que tenía sueño y se tumbaría un rato en el camarote, por lo que permaneceríamos anclados hasta que zarpásemos. Mi marido hizo lo mismo, se mostró algo molesto cuando le insinué de ir con él a dormir al camarote y puso excusas para que no lo hiciera.



.-“Es pequeño, no cabemos y no me dejarás dormir” me dijo algo enfadado. Por su actitud supuse que querría estar solo y hacerse alguna que otra paja pensando en María.



Por eso, María y yo decidimos tomar el sol en la proa. Al poco rato se presentó Joaquín. Dijo que no podía conciliar el sueño y mirándome, me indicó que mi piel estaba enrojeciendo.



.-“Será mejor que te dé crema” me dijo. Y antes de que pudiera reaccionar cogió un bote de crema solar y comenzó a extenderla por mis hombros. Yo estaba tumbada boca abajo sobre la toalla y María permanecía mi lado viendo la maniobra de su marido. Me dio crema por la parte superior de mi espalda masajeando las cervicales y las dorsales. Al llegar a las lumbares retiró un poco hacía abajo el elástico de mi braguita del bikini. Yo diría que la bajó algo más de lo decente y que casi se me veía el culo. Como estaba tumbada boca abajo no veía cuanto se mostraba de mi culito y como María estaba justo al lado mío no quise decir nada. Me sorprendió más aún cuando al finalizar la espalda replegó la tela del bikini como si de un tanga se tratase y me extendió crema por las nalgas del culo sin el menor reparo. María continuaba al lado mío con su tanga sin inmutarse. Joaquín aprovechó entonces para extenderme crema por la parte posterior de mis piernas. Yo yacía boca abajo con las piernas juntas. De nuevo luchamos porque abriese las piernas permitiendo acariciarle la cara interna de mis muslos. No sé por qué lo hice pero cedí. Sus manos subían y bajaban por mis piernas y cada vez lo hacía más cerca de mis intimidades. En un momento dado acarició mis labios vaginales por encima de la tela del bikini. Mi cuerpo se estremeció. Yo miré a María a mi lado y esta no se inmutaba pese a contemplar las caricias de su marido. Cuando Joaquín se cansó de darme crema y rozar mis intimidades se levantó y dijo:



.-“Estáis preciosas las dos tomando el sol, creo que tengo una cámara de fotos” y nada más decir esto se levantó y marchó al interior. Fue entonces María la que mirándome a los ojos me dijo:



.-“Esta como loco por acostarse contigo, ¿lo sabías no?” soltó de golpe.



.-“María, por Dios, es tu marido, ¿qué me estás diciendo?” le dije yo totalmente sorprendida por sus palabras.



.-“Anoche mientras follábamos pronunció varias veces tu nombre” me dijo de nuevo como si nada.



.-“No sé por qué me cuentas estas cosas, yo no..., no me interesa” le dije yo sorprendida.



.-“Mira,... entre mi marido y yo tenemos una relación bastante liberal. Lo cierto es que casi te agradecería que te acostases con él. Está muy pesadito últimamente y así me dejaría en paz. Además yo ya le he echado un ojo a un par de tipos que no veas como me ponen”.



.-“Pero María me estas insinuando que quieres que me acueste con tu marido” volví a decir totalmente sorprendida.



.-“No te lo estoy insinuando, te lo estoy pidiendo, además creo que tú también disfrutarías lo tuyo”



.-“¿Qué quieres decir?”



.-“Pues lo que acabas de oír, además de que mi Joaquín tiene una polla enorme, estoy convencida que te enseñaría algo y te haría disfrutar en la cama”.



.-“No te entiendo” dije yo.



.-“Pues hija, que tengo la impresión de que tu marido es excesivamente clásico en la cama, y que no sabes lo que te estás perdiendo”.



.-“Pues para ser algo clásico, tu no paras de mostrarle las tetas”.



.-“Tienes razón, no te ofendas pero me encanta las caras tan graciosas que pone. Seguro que se la ha meneado ya pensando en mi ¿verdad?, de lo contrario no estarías tan celosa”



.-“No estoy celosa, es que yo quiero a mi marido, no como otras...”



.-“No te confundas, yo también quiero mucho a mi marido, pero el amor es una cosa y el sexo otra”. Y dicho esto se levantó y salió en dirección al camarote. Joaquín se cruzó en el camino con su relativamente malhumorada mujer y sin saber que había pasado dijo:



.-“¿Por qué se ha enfadado?”



.-“No es nada ya se le pasará” dije yo. Joaquín se quedó con ganas de hacer alguna foto, por lo que se dirigió hacia el timón y puso rumbo a tierra.



Por la noche de nuevo quedamos para cenar. La velada transcurrió más o menos como las anteriores. Alguna miradita, insinuaciones y piropos. Comentamos entre todos lo bien que lo pasamos en el barco y decidimos repetir para el día siguiente. Entramos en otra de las discotecas de moda dispuestos a dejar pasar la noche. Tras varias copas mi marido me comentó que se encontraba mal y que quería marchar a casa inmediatamente. Nos despedimos de nuestros amigos y salimos rumbo a nuestro adosado alquilado. Por el camino mi esposo me dijo que se encontraba mal pero de las tripas, algún tipo de indigestión o gastroenteritis. Lo cierto es que al llegar a casa no se despegó del cuarto de baño. Cuando se alivió se quedó dormido enseguida. Como el dormitorio estaba en la parte de arriba y el salón abajo yo me quedé un rato viendo la tele. Todavía me encontraba algo subida de tono por las copas tomadas anteriormente. En la tele ponían ”Calma Total”, me incorporé a verla y al poco tiempo de película transcurrido llegó la escena en que la Kidman se deja follar. Uuhhmm, siempre me gustó esa escena de la Nicole Kidman. Tal vez porqué te deja con la duda de si se deja follar para salvar al marido o porque le apetece. Porque la verdad es que el malo tiene un polvo de campeonato, como para que te haga un favor. Recordé la extraña conversación con María. Me acordé de Joaquín, pensé que a esas horas estaría coqueteando con alguna que otra mujer con el permiso y beneplácito de su esposa. Seguramente aprovecharía cualquier ocasión para acariciarle las piernas a cualquiera. He de reconocer que estaba algo celosa. Me acordé de cuando acarició mis piernas mientras mi marido contemplaba la escena. Comencé a ponerme cachonda recordando sus manos entre mis piernas. Yo misma me acaricié mis piernas en el sillón del salón imaginando que era Joaquín quien me acariciaba. Me acordé de cuando me dio crema sobre la cubierta del yate y sus manos alcanzaron mis labios vaginales por encima de la tela del bikini. No pude evitar acariciarme al recordar las sensaciones. Recordé como forcejeando para lanzarme al agua desde el barco me acarició las tetas con descaro. A esas alturas de la película con una mano me frotaba el clítoris mientras con la otra me acariciaba las tetas. Recordé también al mulato que me presentó María y del contacto de nuestras pieles. Uuufff, eso me puso muy caliente, recordar cómo me miraba los pechos, su paquete, su musculoso culo,...



Imaginé que me acariciaban entre Joaquín y el mulato, Aaaahh, no lo pude resistir, y alcancé un magnífico orgasmo masturbándome imaginando tales fantasías.



A la mañana siguiente mi marido continuaba indispuesto y tras discutir sobre el asunto fue él quien insistió en que acudiera a la cita al barco con Joaquín y María. Por una parte tenía unas ganas locas por ir, pero por otra el sentido de responsabilidad me decía que debía quedarme a cuidar de mi marido. Pero este insistía en que marchase a divertirme. Al final acudí algo tarde al puerto. Todavía estaban esperándome. Para mi sorpresa estaban Joaquín, María y el mulato de la cala del que no recordaba que se llamaba Jeremy.



.-“¿Y tu marido?” preguntó Joaquín.



.-“No ha podido venir, estaba algo pachucho” le dije yo para su agrado.



.-“¿Te acuerdas de Jeremy?, ¿No te importa que nos acompañe, verdad?” dijo María.



.-“No para nada” dije mirando descaradamente a Jeremy al tiempo que intercambiábamos dos besos de bienvenida.



.-“¿Qué os parece si hoy vamos a Cala Mayor?” preguntó Joaquín al quorum. María y Jeremy se miraron sorprendidos e incluso se rieron, pero aceptaron enseguida.



.-“¿Qué dices Sandra?” me preguntó María con cierta ironía en su cara.



.-“Por mí lo que digáis, vosotros conocéis la isla”. Dije sin saber dónde estaba Cala Mayor y con el presentimiento de que se burlaban de mí.



Joaquín puso rumbo al barco. Yo me fui al camarote de la otra vez para cambiarme y dejar las bolsas y la ropa. Quise sorprender a Joaquín y al no estar mi marido me puse un bikini de tanga que tenía de cuando me daba sesiones de rayos uva en solariums. Mi marido no sabía de ese tanga que dejaba ver todo mi culito. Al fin y al cabo estaré igual que María, y además me resultó excitante exhibirme frente a Jeremy. Estaba segura que además de mirarme las tetas no dejaría de admirar mi culito. Pensé que ambos machos competirían entre sí y se me insinuarían durante todo el día para que me acostase con ellos. Seguro que trataban de acariciarme con cualquier excusa. “En todo caso dejaré que me pongan crema” pensé en el camarote. Creía que pasaría una jornada de lo más caliente con las insinuaciones y tocamientos y que al llegar a casa volvería a masturbarme irremediablemente o lo haría con mi marido. Al salir a la borda la sorprendida fui yo misma. Pude ver a María y a Jeremy tumbados juntos en sus respectivas toallas boca abajo en la proa del barco. Desde lo lejos me pareció que ninguno de los dos llevaba prenda de baño alguna, pero supuse que llevarían tanga y me fallaba la vista. Cuando estuve a su lado pude percatarme de que efectivamente...



¡estaban juntos completamente desnudos!.



Me habían dejado hueco al lado de Jeremy para que extendiese mi toalla. De tal forma que estaba Jeremy en el centro, a su izquierda María y yo a la derecha. Joaquín estaba al otro lado del barco pilotando la nave y apenas veía lo que pasaba. En un principio nos acomodamos los tres boca abajo, pero al rato Jeremy se dio media vuelta exponiendo sus partes al sol. ¡Madre mía que pedazo de polla! Además tenía el pubis completamente rasurado por lo que la polla destacaba aún más. Disimulé como pude y traté de ponerme unas gafas de sol y girarme para poder contemplar semejante pene. No podía dejar de mirarlo, la temperatura me subía por momentos por todo el cuerpo. Advertí que el mulato me miraba de vez en cuando repasando mi cuerpo de arriba abajo con la mirada. Decidí elevar la temperatura jugando con el elástico de las braguitas de mi tanga y lo bajé hasta justo el inicio de la fina tira de pelillos que decoran mi pubis. La excusa es que quería que el sol me diese en la mayor parte posible del cuerpo. María se percató de mis maniobras y decidió contraatacar en llamar la atención de Jeremy.



.-“Jeremy por favor, ¿puedes darme crema? Temo quemarme” le preguntó María.



.-“Si claro, como no” respondió Jeremy al tiempo que extendía crema sobre los hombros de María. Este fue bajando por la espalda de María hasta alcanzar el culo. Yo observaba la maniobra. Jeremy le tocó el culo a María con total descaro, para nada le importó que su marido estuviese a tan sólo unos metros pudiendo ver la escena. Y a ella parecía importarle aún mucho menos. Cuando se cansó de tocarle el culo, Jeremy le dijo a María que se diese la vuelta para continuar poniendo crema. Ella se giró y ahora el mulato le extendía crema acariciando los pechos de la dama. Pude ver cómo incluso se tomó la frivolidad de acariciar y jugar con la punta de los pezones. Continúo extendiendo crema por su abdomen hasta llegar al monte de venus. María tenía su pubis totalmente rasurado. El tío no se cortaba un pelo y la daba crema sin ningún pudor o reparo. Es más, cuando llegó a la parte alta de los muslos pude ver como su mano pasaba por encima de los labios vaginales de María. La mano de Jeremy se paseaba arriba y abajo por encima del coño de ella. No pude ver bien alguna maniobra pero juraría que él le introdujo algún dedo en alguna ocasión. María se mordía el labio inferior cuando de repente dijo:



.-“¿Por qué no le das crema también a Sandra? no vaya a quemarse” dijo mirándome a mí. Jeremy se giró con el bote de crema dispuesto a embadurnarme el cuerpo de crema. No podía creer lo que había dicho María. Yo me giré boca abajo instintivamente. Pude notar sus manos acariciando mi espalda. Fue bajando poco a poco hasta llegar a mi culo. El mulato tampoco se cortó un pelo en acariciármelo a su antojo. Aunque llevaba puestas las gafas de sol permanecí con los ojos cerrados concentrada en las caricias del mulato en mi culo. Jeremy se había aproximado tanto a mí para darme la crema que pude notar el roce de su pene en mis caderas. Giré la cabeza y miré de reojo tras las gafas de sol. ¡El muy cerdo se había empalmado!, la tenía morcillona mientras me sobaba el culo. Nunca imaginé que aquello me pudiera suceder a mí. Yo misma me consideraba una fiel y recatada esposa, y nunca imaginé que otro hombre que no fuera mi marido me pudiera excitar acariciando mi cuerpo. Quise darme la vuelta, en cierto modo para tratar de alejarme lo suficiente y evitar el roce de su pene con mi cadera. Pero de nada sirvió, volvió a aproximarse lo suficiente hasta que su pene contactó de nuevo con la piel de mis caderas. Además irremediablemente me extendió crema sobre los pechos y comenzó a masajearlos. Yo estaba cachonda pérdida. Me encontraba a cien dejando que ese mulato impresionante me acariciase las tetas a su antojo. Pude apreciar como movía el culo sutilmente tratando de darse gusto con mi cadera. Quise contemplar el tamaño de su pene a través de mis gafas de sol, que supuse por el movimiento estaría alcanzando su mayor esplendor. ¡Pero que pedazo de polla! Nunca pensé que pudiera haber tipos con un pene así de grande, desde luego mucho mayor que la de mi marido. Volvió a mover su musculoso culo para frotar su pene de nuevo por mis caderas. Esta vez María se percató de las intenciones del mulato y dijo:



.-“¡Que Jeremy! ¡Que tetas te parecen más grandes!, ¿las de Sandra o las mías?” preguntó María con tono jocoso.



.-“Caray, eso tendría que comprobarlo” respondió Jeremy al tiempo que se sentaba de rodillas y depositaba su mano izquierda sobre los pechos de María y su mano derecha sobre mis tetas. Yo estaba como embobada dejándome manosear mis tetas a la vez que ese mulato acariciaba los pechos de la otra mujer. Fue María la que rompió el silencio al ver el pene de su amigo.



.-“Menuda polla te ha puesto Sandra de gorda, tendré que pensar que te gusta ella más que yo” dijo María.



.-“Seguro que tienes ganas de follártela, eh cabroncete” soltó de golpe María dando un codazo de complicidad a su amigo.



.-“Si ella quiere” dijo Jeremy. Yo estaba totalmente estupefacta escuchando todo aquello. Hablaban de mí como si nada. Quise elevar la voz para decirles que pararan, que se estaban pasando un pelo de la raya. Pero enseguida llegó Joaquín para decirnos que habíamos alcanzado nuestro destino. Ambos acompañantes se pusieron en pie y desnudos como estaban se lanzaron por la borda dispuestos a nadar hasta la orilla de la cala.



.-“Gracias” le dije a Joaquín mirándolo a los ojos.



.-“¿Por qué?” preguntó él ajeno a lo que había sucedido.



.-“Se estaban poniendo un poco pesados con sus toqueteos y sus comentarios” le expliqué.



.-“Bah, no les hagas caso. Recojo la cubierta, guardo las llaves del barco y nos acercamos a la orilla ¿Te parece?” me dijo Joaquín.



.-“Estupendo” respondí yo al tiempo que me disponía a ayudarle a guardar las toallas. Lo seguí hasta el salón del barco donde dejamos todo lo que había suelto por la cubierta y cuando fue al cerrar la puerta, observando que llevaba puesto el tanga me dijo:



.-“Será mejor que te quites el tanga y lo dejes aquí dentro si no quieres que se vuele con el aire o alguien que se suba a la cubierta se lo lleve” me dijo relativamente serio.



.-“No, no entiendo, porqué he de quitarme el tanga” balbuceé yo.



.-“Es una playa nudista, no está permitido llevar ninguna prenda de baño. Ya verás, está muy bien, siempre hay algún tipo de fiesta. Por eso se acercan muchos barcos y siempre puede haber algún amigo de lo ajeno, de ahí las precauciones. ¿Creí que habías oído hablar de este sitio?” concluyó Joaquín.



Un millón de dudas sacudieron mi mente ¿una playa nudista?, eso eran palabras mayores. Nunca había estado en ninguna. Dudé si quedarme sola en el barco o no, pero... y ¡si me asaltaban!. ¡Qué miedo!?. Por otra parte mi marido siempre había insinuado que deberíamos acudir algún día a una. Que le daba mucho morbo el hecho de que me exhibiese delante de otros hombres. Siempre me decía que al regresar a casa después de un día entero desnudos el polvete sería estupendo dado el morbo acumulado. “Que se fastidie” pensé para mí. Seguro que se muere de celos al saber que he estado desnuda delante de un montón de gente y del propio Joaquín. Pensaba contárselo para ver la cara de panoli que ponía. Seguro que me cogía ahí mismo al enterarse. Aunque sólo fuese por saber que había perdido la oportunidad de ver a María desnuda. Me temblaron las piernas y el estómago se me hizo un nudo, pero estaba decidida a hacerlo.



.-“Pues no, no había oído hablar de este sitio”, le dije a Joaquín



.-“ Pero dime, si es una playa nudista ¿dónde guardarás las llaves?” le pregunté con muchísima curiosidad pensando que me tomaba el pelo.



.-“Si quieres saberlo las llaves se guardan en un ojo de buey camuflado que mandé hacer bajo combinación. Estos barcos están más o menos preparados para abandonarlos con las llaves, piensa en los submarinistas por ejemplo, si estás pensando en quedarte te la digo, pero en verdad te aconsejo que vengas, las fiestas son estupendas, además suele haber tanta gente que pasa desapercibido el hecho de ir desnudos”.



.-“Esta bien iré” dije sin dar crédito a lo que estaba diciendo.



Joaquín espero fuera a que me desnudase. Cuando salí creí morirme de vergüenza pero pude comprobar que él también estaba desnudo. Al principio no pude fijarme en sus partes, debido a que se giró para cerrar el barco, luego se dirigió a un lateral del barco donde escondió las llaves en una especia de caja fuerte camuflada como un ojo de buey. Yo lo seguía como una niña indefensa sin saber qué hacer. Por primera vez en mi vida estaba desnuda frente a un hombre que no era mi marido y pronto lo estaría en un sitio público como una playa nudista expuesta a la vista de todo el mundo. Fue al terminar de cerrar la nave sobre la cubierta del barco cuando me miró de arriba abajo deteniéndose en mi pubis. Yo también pude contemplar su pene.



.-“Estas buenísima, Sandra, que suerte tiene tu marido” y dicho esto se arrojó por la borda. Desde el agua me gritó.



.-“Vamos, tírate, el agua está riquísima” Yo lo obedecí.



Una vez en la orilla de la playa creí morirme de vergüenza. María y Jeremy nos estaban esperando. Era la primera vez que ambos me veían completamente desnuda. Pude notar sus miradas penetrantes sobre la línea de pelillos que decoraban mi pubis. Además había un montón de gente toda desnuda por la playa. Lo cierto es que había muchos cuerpos de todas las formas y edades, aunque la mayoría de la gente era algo mayor. Pude comprobar que despertaba las miradas de muchos hombres que me repasaban con la vista de arriba abajo. ”Al final va a tener razón mi marido de que estoy bastante buena” pensé al notar las miradas de otros hombres a mi paso. Pasado un tiempo el pudor y la vergüenza se fueron desvaneciendo.



Había algún que otro chiringuito del que la música sonaba bastante alta. A pesar de que era media mañana sonaba música house y tecno a todo volumen. Al parecer era una fiesta organizada por la marca de champagne Vueve Cliquot, las botellas se vendían enteras. La gente bebía y bebía. Joaquín sabiendo que me gustaba el champagne comentó de acercarnos a una de las barras donde seguramente seríamos invitados por un conocido suyo. Así lo hicimos, al acercarnos a pedir a la barra el roce con el resto de la gente era inevitable. Pude notar como algún que otro guiri se rozaba con mi cuerpo y no estoy segura de que alguno que otro me tocase el culo intencionadamente. Lo cierto es que yo estaba alucinada de ver tanto tío desnudo y además la gran mayoría estaban todos buenísimos. Se notaba que cuidaban sus cuerpos en el gimnasio. No me arrepentí en absoluto de acudir a esa playa, me agradó ver centenares de cuerpos de hombres desnudos, me gustaba observar cómo se movían sus penes al andar, y el hecho de que ellos se fijaran en mí tampoco me resultó para tanto, incluso me agradaba sentirme deseada y mirada. A María y a mí nos llamó la atención que muchas mujeres se concentraban alrededor de un punto. Decidimos ir a ver qué pasaba. Al parecer habían puesto pintura corporal a disposición de la gente que quisiese pintarse y estas se decoraban su cuerpo al gusto.



María cogiendo un pincel comenzó a pintarme el cuerpo. Dibujó como motivos étnicos alrededor de mis pechos, por mi espalda, el culo y las piernas. Yo hice lo mismo con ella. Lo pasamos bastante bien hasta que decidimos buscar a nuestros compañeros.



De nuevo nos confundimos entre la muchedumbre para poder localizar a Joaquín y Jeremy. Estábamos rodeados de gente cuando me llamó la atención la conversación de dos borrachos a nuestro lado. Eran dos chicos algo más jóvenes y supuse que hablaban de nosotras porque de vez en cuando se giraban a mirarnos. Escuché como uno le decía al otro:



.-“Si se depilan así el chichi es porque les gusta que les hagan sexo oral”. La verdad al escuchar esas palabras nunca podía imaginar que pensasen eso de mí.



.-“Que no, que muchas veces es por higiene” le decía el que parecía más sereno.



.-“Eso es porque tu no le comes el conejo a tu novia como es debido, te digo que si se lo rasuran de esa forma es porque les vuelve locas que les coman el coño” y nada más decir esto su mirada se cruzó con la mía, ambos sabíamos que había escuchado todo cuanto decían. El chico me sonrió y continuó hablando con su amigo:



.-“Además, en un chichi rasurado la penetración se nota más” y mientras le decía esto no dejaban de admirarnos. El que parecía estar más borracho comenzó a tener una erección. A mí me resultó graciosa la situación, sobretodo saber que aquel yogurín estaba teniendo una erección viendo mi cuerpo. María también escuchó la conversación y volviéndose con mucha decisión hacía los jóvenes les dijo:



.-“Todos los hombres sois unos engreídos, creéis que el mundo gira entorno a vosotros, pero os equivocáis, para que te enteres mi amiga y yo somos pareja” y nada más decir esto María me arreó un beso en la boca. A mí me cogió por sorpresa, no me lo esperaba en absoluto. Nuestros pechos se rozaron al hacerlo. A mí me temblaron las piernas, nunca imaginé que otra mujer me pudiera besar de esa forma. Su lengua recorrió mi boca. No sabía si me había gustado o no. Estaba hecha un lío cuando pude escuchar que uno de los jóvenes le decía al otro:



.-“Lo que yo te decía tío, lesbianas. Si se lo depilan así es porque son lesbianas” y dicho esto se marchaban de nuestro lado.



Pude ver como María les decía adiós con la mano, flexionando tan sólo las falanges de los dedos en plan cursi. Luego me miró y ambas rompimos en carcajadas, tras recuperarnos de la risa me preguntó:



.-¿Te ha gustado?” dijo al tiempo que me cogía las dos manos de frente a mí y me miraba seria a los ojos queriendo saber la verdad. Yo me sinceré con ella:



.-“Digamos que no me ha disgustado” dije bajando la cabeza.



.-“No sabes cuánto me alegra escuchar eso. No sólo le gustas a mi marido.” y tras decir estas palabras pudimos escuchar la voz de Joaquín y Jeremy que nos llamaban. Habían logrado un par de botellas de champagne y copas, procedimos a descorchar las botellas, brindamos y bebimos algún trago.



.-“Caray de que vais pintadas” preguntó Joaquín por las pinturas que decoraban nuestra piel.



.-“¿Te gusta?” devolvió la pregunta María a su marido.



.-“Esta bien, ¿quién os lo ha dibujado?” cuestionó Jeremy.



.-“Nadie, aunque hay gente que parece que te pinta lo que le pides, pero puedes pintarte tú mismo” respondí yo esta vez.



.-“¿Por qué no nos pintáis a Jeremy y a mí?” dijo Joaquín.



.-“Esta bien” respondimos ambas.



De nuevo en esa zona María comenzó a pintar dibujos abstractos y sin sentido sobre Jeremy. Yo me quedé con Joaquín.



.-“¿Qué quieres que te pinte?” le pregunté.



.-“¿Por qué no me dibujas un elefante?” me dijo. A mí me hizo gracia el comentario y me reí. Joaquín también se rio y continuó diciendo cosas graciosas. Por primera vez dejé de verlo como a un chulo, y me hacía reír.



.-“No me digas que no sabes dónde está la trompa” dijo al tiempo que se miraba el pene y nos reíamos. Traté de dibujar lo que podía ser la cara de un elefante sobre su vientre, tratando hacer coincidir lo que sería la trompa pon su pene. Tuve que pintarle sobre su miembro, este al contacto con el cepillo y los pelos del pincel comenzó a tener una erección. Yo pude observar cómo le crecía la polla delante de mí, lo que también provocó que me humedeciese. Continué pintando su pene el cual había alcanzado ya un tamaño considerable. Yo tenía unas ganas locas por acariciarlo, pero no encontraba el momento en el que hacerlo sin que se notasen mis ganas. Ambos nos reíamos de las tonterías que decía. Joaquín estaba empalmado delante de mí y yo continuaba pintando sobre su miembro cuando me dijo:



.-“El roce con los pelos del cepillo parece que me lo estoy haciendo con una vieja. Menudo felpudo” decía Joaquín. A mí me hacía gracia, no tanto por el comentario pero sí por la forma de decirlo.



.-“No me digas que te ponen las viejecitas” le decía yo al tiempo que le señalaba con la mirada a una ancianita que paseaba desnuda entre la gente.



.-“Noooo, por dios, hay que tener valor” dijo poniendo cara de aspaviento.



.-“Entonces es que te gustan peluditos” le insistía yo.



.-“Que va, aaaggh” decía el gesticulando.



.-“¿Y esto?” dije yo señalando con mi índice su pene.



.-“Te está saludando” dijo Joaquín.



.-“Que educada” dije al tiempo que cogía su pene con mi mano como si la estuviese saludando.



.-“Encantada de conocerte” dije como si le estrechase la mano salvo que lo que tenía estrechado era su pene. Pude notar su tamaño en mi mano, desde luego era algo mayor que la de mi marido, y más gorda. Me gustó poder coger el miembro de Joaquín en mi mano. Ahora era yo la que aproveché para tocarlo. Lo cierto es que llevaba un rato preguntándome como sería tener la polla de Joaquín entre mis manos y había encontrado la excusa perfecta. María también pudo observar mi caricia y con un tono algo celosa dijo:



.-“Es hora de regresar al barco, ¿no creéis? chicos”. Era la primera vez que pude ver a María relativamente enojada, tal vez porque era yo quien estaba cogiendo la iniciativa y siempre pensaba que no sería capaz.



Nadamos hasta el barco. Parte de las pinturas y los dibujos se difuminaron y marcharon de nuestros cuerpos al llegar al barco. María dijo que se iba a duchar dentro. Cómo sólo había una ducha yo traté de quitarme las pinturas en la cubierta del barco. Joaquín puso los motores en marcha para salir de la cala y regresar a puerto. De Jeremy sólo sé que lo perdí de vista enseguida. Supuse que se fue a algún camarote a descansar.



Estábamos en alta mar cuando me enjaboné por todo el cuerpo en una manguera de cubierta que Joaquín tenía para limpiar la borda. Sabía que Joaquín me estaba observando mientras guiaba el timón. Decidí darle un espectáculo de lo más sexy. La espuma resbalaba por mi cuerpo y de vez en cuando me daba un manguerazo en plan modelo del play boy. Cuando terminé estaba mojada en todos los sentidos. Me gustaba provocar a Joaquín, y estaba segura que mi marido me daría el polvo del siglo conforme se fuese enterando de los detalles. Seguro que se enteraba a lo largo de estos días en las conversaciones con nuestros amigos.



Recordé que habíamos dejado las toallas en los camarotes por lo que decidí bajar a coger una toalla y secarme. Para dirigirme al camarote en el que había dejado mis bolsas y las toallas tuve que cruzar el que se supone era el camarote de María y Joaquín. Cuando pasé por enfrente de la puerta esta estaba abierta de par en par y ¡no me lo podía creer!.



Jeremy estaba follando con María sobre la cama del camarote. No estoy segura de sí me vieron al cruzar, pero enseguida me escondí tras la puerta. Yo todavía estaba desnuda. Me asomé sin que me vieran para ver con más detalle todo cuanto pasaba entre María y Jeremy. Pude ver como María estaba a cuatro patas sobre la cama y el mulato la cogía por las caderas con sus manos imprimiendo un ritmo brutal a sus embestidas por detrás. Ella gritaba como una posesa. Aquello era demasiado. La polla de Jeremy era demasiado grande y la estaba destrozando. María no cesaba de gritar y gritar. Yo no podía aguantar más, llevaba caliente todo el día y ver aquello era lo último que me faltaba. Comencé a tocarme oculta sin que me vieran. Pude ver como el mulato cogía un bote de crema y se untaba los dedos, luego aplicó la crema sobre el esfínter de María. Estaba claro que intentaba someterla por el culo y sodomizarla. A mí nunca me habían hecho nada parecido y tenía curiosidad. Nunca pensé que hubiera gente capaz de disfrutar realmente con sexo anal. Me parecía un mito. Yo tenía mis serias dudas de que pudiese dilatar tanto como para que entrase el aparato del mulato. Seguro que la desgarraba. Primero le introdujo un dedo, y luego dos. La cara de María era todo un poema. Yo estaba cachonda perdida contemplando la escena. Estaba casi segura de que alcanzaría el orgasmo antes que María masturbándome espiándolos, la cual se encontraba ahora un poco nerviosa temiendo lo inminente. El mulato cesó de penetrarla vaginalmente para guiar la punta de su polla a la entrada del ano de la chica. Mi respiración se entrecortaba observando la situación próxima a alcanzar mi clímax. Un grito desgarrador salió de la boca de María cuando su mulato de ensueño le introdujo el miembro por el culo. Seguro que el grito llegó hasta la costa más lejana. Milímetro a milímetro la polla de Jeremy se fue introduciendo por el culo de María. Menudo mulato, que portento de la naturaleza, parecía un dios sometiendo a su ofrenda.



De repente pude notar unas manos en mis caderas. ¡Era Joaquín! que me acariciaba por detrás. Con la excitación no lo vi llegar. A esas alturas de la película a mí me daba igual todo, estaba a punto de lograr un orgasmo cuando fue interrumpido por la presencia de Joaquín. Comenzó a sobarme el culo y luego recogiendo mi pelo me dio pequeños besitos en el hombro y en la espalda. Yo cerré los ojos apoyando mi frente en el marco de la puerta del camarote donde el mulato sometía a la rubia. Me dejaba llevar por las caricias de Joaquín en mi cuerpo. Apoyé las palmas de las manos sobre la pared del barco. Sus manos recorrían a su antojo mis pechos. Pude notar su polla aprisionada entre mi culo y su vientre. De repente uno de sus dedos sustituyó a los míos abriéndose paso entre mis labios vaginales. Yo no podía aguantarme más, estaba al borde de la locura, necesitaba ser penetrada, llevaba todo el día desnuda y cachonda.



Me giré para besar a mi amante. Las piernas me flaquearon cuando su lengua recorrió el interior de mi boca. Menos mal que me tenía agarrada por el culo y no caí al suelo de la emoción. La sensación era inexplicable. Nunca antes había estado tan cachonda. Necesitaba que alguien calmase mi ansiedad. Me acordé de mi marido, ojalá hubiese estado allí y hubiese sido él con quien compartir el momento más caliente de mi vida. Pero no fue así, él se lo perdía, yo tenía hambre de polla, de macho insaciable, y mirando fijamente a Joaquín a los ojos le dije:



.-“Por favor Joaquín, fóllame”



.-“Sabía que tarde o temprano me lo pedirías” dijo sonriendo.



Me arrastró y me tumbó boca arriba sobre la cama del camarote contiguo. Tiró de mis piernas hasta situarme en el borde de la cama. Luego se arrodilló en el suelo y hundió su cabeza entre mis piernas. Su lengua me recorrió de arriba abajo separando mis labios vaginales. Realizó esta maniobra varias veces.



.-“Pero que haces, métemela ya, fóllame, fóllame de una vez”. Joaquín hacía caso omiso y continuaba comiéndome el coño. Esta vez jugueteaba con la punta de su lengua sobre mi clítoris. La verdad es que lo hacía divinamente. Mi marido nunca supo hacerme bien el sexo oral. Pero Joaquín, se notaba que era un experto. Me acordé de las palabras de mi marido y me pregunté a cuantas mujeres de sus colegas les habría comido el chichi.



.-“¿Te gusta?, ¿te gusta comérmelo?” le pregunté entre jadeos incorporándome para ver su cara entre mis piernas.



.-“Sabe riquísimo” dijo relamiéndose.



.-“¿A cuántas mujeres de tus amigos se lo has comido, eh?, ¿a muchas?” dije gimiendo de placer.



.-“Ninguna tan rica como tú, estas buenísima Sandra. Quise estar entre tus piernas desde el primer momento en que te vi en foto”. Me gustó escuchar eso. Seguramente sería mentira pero me agradó saber que era su amante más deseada.



.-“Me gusta, me gusta” dijo abriendo toda su boca cuanto pudo y abarcando mis labios vaginales en toda su extensión. Sus palabras se ahogaban en mi piel. Sentir su aliento, el calor de su boca sobre mis partes me llevó al clímax y un brutal orgasmo sacudió mi cuerpo. Tuvo que agarrarme por las caderas para que mis espasmos y mis sacudidas no me despegasen de su boca. Me corrí en su boca. Nunca antes me había corrido en la boca de un hombre y me encantó la sensación. Lo miré mientras me recuperaba, me gustaba ver su cabeza entre mis muslos y lo rodeé con mis piernas.



Cuando se dio cuenta que mis espasmos se habían terminado se puso en pie, y agarrando su miembro con una mano se tumbó encima mío. No tuve tiempo a reaccionar cuando noté que su polla se abría camino en mi interior. Lo hizo despacio, saboreando el momento, poco a poco fue penetrándome mientras me miraba a los ojos. Apoyado sobre sus codos retiró los pelos que cubrían mi rostro con las dos manos. Me besó con todo el alma. Me deseaba. A mí me gustó ser deseada. Comenzó a moverse. Pude comprobar que su polla era más grande que la de mi marido, al menos notaba como me llenaba y rozaba mi interior mucho más. Una de sus manos me estrujo el culo hasta hacerme daño.



.-“Aaaagh, ah,ah,ah,aaaah”. Pude escuchar los gritos de María que provenían del camarote de al lado. Estaba alcanzando un orgasmo. Seguramente el mulato le estaba dando de lo suyo.



Joaquín comenzó a besarme por el cuello y luego por el escote. Recorría mi piel con la punta de su lengua, lamiendo mi cuerpo. Se detuvo en los pechos. Me succionaba el pezón. Jugó con la punta de su lengua alrededor de mis pezones.



.-“Que tetas más ricas tienes” dijo Joaquín. Las mismas palabras que siempre decía mi marido cuando me comía las tetas. Me acordé de él, pobrecito. Como mis ganas locas de sexo se vieron saciadas en parte por el orgasmo anterior comencé a tener remordimientos.



“Pero que estoy haciendo” pensé para mí. “No, no puedo hacerle esto, yo soy una mujer fiel. Esto no puede ser” y angustiada por mis pensamientos dije:



.-“Noo!!, no por favor Joaquín para, para, esto no,” Joaquín al ver mi cambio de actitud me sujetó por las muñecas por encima de mi cabeza y comenzó a moverse más deprisa. Yo no quería reconocérmelo a mí misma pero estaba cerca de alcanzar el segundo orgasmo.



.-“No, por favor, mi marido, yo no ...” No me dejó acabar tapó mi boca con un beso. Luego me dijo:



.-“¿Acaso crees que tu marido no se acostaría con María si pudiese?” Yo callé debido a que sus palabras golpearon en mi mente.



.-“No recuerdas como se le caía la baba mirando el escote de María” me susurraba Joaquín en el oído sabedor de que había dado en blanco para aliviar mi conciencia.



.-“Tu marido es un cretino, si tu fueras mi mujer no te dejaría insatisfecha” ahora me embestía con golpes secos y fuertes. Un empujón, otro, otro, golpes fuertes y contundentes.



.-“No él es un buen ma...” de nuevo no me dejó acabar, v me dio otro beso.



.-“Reconócelo, Sandra, nunca has estado tan cachonda como cuando me has conocido a mí” dijo muy seguro de sí mismo.



.-“Acaso no te gustó que te acariciase las piernas aunque estuviese tu marido delante”



.-“Si” jadeé yo algo más sumisa.



.-“¿Te gustó verdad? Seguro que cuando hacías el amor con él pensabas que era yo quien te follaba ¿no es así?”



.-“Siiii” volví a jadear más fuerte próxima al orgasmo.



.-“Seguro que has tenido que masturbarte a escondidas pensando en mí ¿eh?” me arremetía con ímpetu en cada golpe de cadera encima mío.



.-“Sssiiiii” gemía y gemía cada vez más fuerte.



.-“Y me vienes ahora con el cuento de que eres una mujer fiel y recatada. Tú lo que eres es una puta” sus embestidas eran cada vez más fuertes y seguidas.



.-“Si, sii, siiiih” jadeaba yo apretando su culo con mis piernas.



.-“Por eso no te costó desnudarte hoy ante desconocidos y exhibir tu culito para todos, eh , porque sois una puta” dijo hasta llevarme al límite de mi excitación.



Se detuvo, se detuvo en seco. Cesó radicalmente de moverse.



.-“¿Pero qué haces? Muévete, muévete” gritaba yo mientras golpeaba con mis talones de los pies sobre su culo para que continuase, y a la vez trataba de mover mis caderas buscando desesperadamente algún movimiento con el que notar su pene en mi interior a pesar de tener todo el peso de su cuerpo encima mío.



.-“Dilo, di que sois una puta, pídemelo” dijo Joaquín controlando la situación.



.-“Si, soy una puta, la más puta de todas las mujeres de tus colegas” dije como pude. Comenzó a moverse de nuevo. Yo clavé mis uñas en su espalda, estaba a punto de correrme y quería hacerle el daño suficiente para evitar que se corriera entes que yo y me dejara a medias.



.-“Es eso lo que querías escuchar ¿no?, que soy una puta por tu culpa ¿eh?.” le susurraba.



.-“Te gusta cómo te estoy follando” me decía Joaquín.



.-“Sssiiiiiih” gritaba yo.



.-“Mírate, si te viera tu marido suplicando que te follen como a una cualquiera”



.-“Siiih, fóllame, fóllame” le suplicaba.



.-“Uff, que buena estas” me decía Joaquín.



.-“Siiih, aaayh, me corro, me corooooh” alcancé mi ansiado orgasmo. Mi cuerpo se convulsionaba, un escalofrío recorrió de arriba abajo mi espina dorsal. Mi respiración se entrecortaba, me faltaba el aire. El paró de moverse para contemplar el espectáculo de mi cuerpo. Cuando me recuperé lo miré a los ojos y le dije:



.-“¿Y tú?” le pregunté.



.-“¿Aún me costará un poco?” dijo mirándome.



.-“Acaso no te gusto lo suficiente” le dije con voz melosa.



.-“No, no eso Sandra, sólo que cada vez me cuesta más, a veces necesito pastillas, ya me entiendes” me dijo bajando un poco la cabeza y saliendo de mi interior. Se notaba que la situación no era agradable para él reconocerlo.



.-“Pues sabes, esta putita quiere que disfrutes como me has hecho disfrutar tú. No lo olvidarás en tu vida”, y dicho esto lo aparté tumbándome al lado suyo.



Ahora él estaba tumbado boca arriba, y yo ladeada a su derecha.



.-“¿Es verdad lo que me dijiste antes?” le pregunté yo mientras le agarraba la polla con una mano y comenzaba a masturbarlo.



.-“¿El qué?” dijo él.



.-“Que soy la mujer del compañero que más deseabas?” ahora además de manosearle el pene con la mano, le pasaba mi pierna sobre las suyas de tal forma que cuando las flexionaba, la rodilla podía alcanzar a acariciar sus huevos.



.-“Sabes..., tu marido tenía una foto tuya en su despacho. Durante esa época me tiré a más de una mujer y clientas en el despacho de tu marido viendo tu foto y pensando que eras tú”. Me dijo cerrando los ojos y disfrutando de mis caricias.



.-“¿Y cómo sé que no estás pensando en otra mientras estás conmigo ahora?, al parecer no me deseabas tanto, te está costando lo tuyo ” le pregunté yo.



.-“Ya no soy el que era. Me hago mayor.” dijo Joaquín. Esta vez me dio lástima.



Se hizo un silencio. Yo aproveché para incorporarme encima suyo frente a frente. El boca arriba y yo boca bajo buscando el máximo contacto de nuestros cuerpos.



Pude notar mis pechos aplastarse contra su torso, y su polla aprisionada entre su pelvis y mis labios vaginales. Comencé a darle besitos en su cuello, y a mordisquearle el lóbulo de la oreja. El acariciaba mi culo con las dos manos.



.-“En una cosa tienes razón. Nunca antes había estado tan cachonda como desde que te conocí” yo trataba de levantar su ánimo y alguna cosa más.



.-“Sabes,... nunca me había corrido en la boca de un hombre” le dije mientras comenzaba a besarlo por su pectoral. Él se dejaba hacer.



.-“Es más..., hacía tiempo que no lograba correrme dos veces tan seguidas” bajaba besando su cuerpo ahora sobre sus abdominales.



.-“Menuda polla tan grande tienes” dije cuando llegué a la altura de su miembro.



.-“No sé si me cabrá entera en la boca” dije agarrándole el miembro y besando la punta de su pene. Luego rodeé su capullo con mis labios entreteniéndome



en jugar con los pliegues de su prepucio. Finalmente traté de introducirme toda su polla en mi boca y comencé a subir y bajar mientras se la chupaba. De vez en cuando recorría con la punta de mi lengua toda la longitud de su polla. Lo que me permitía seguir provocándolo:



.-“¿Te gusta ver cómo te la chupa la mujer de tu amigo?” le susurré desde mi posición.



.-“¿Te gusta verme postrada a tus pies, eh?, saber que te he entregado mi cuerpo, que me he dejado follar, que esta esposa decente te lo ha tenido que suplicar, que me he arrastrado ante ti, ¿te gusta eh?”. Joaquín comenzaba a



resoplar, no paraba de mirarme como se la chupaba.



.-“Dime ¿Quién te la chupa mejor, María o yo?” y nada más decir esto se corrió en mi boca. Tuve que tragarme su leche. Luego me relamí exagerando mis gestos en plan actriz porno. Una vez recuperó el aliento dijo:



.-“Caray, nunca me la habían chupado tan bien”. Yo me tumbé de nuevo encima suyo frente a frente como antes. Su polla yacía ahora flácida aprisionada entre los dos cuerpos. De nuevo besando su cuello le dije:



.-“Sabes,... acabo de ver a Jeremy haciéndoselo por el culo a María”. Le susurré.



.-“¿Por qué me cuentas eso?” me dijo Joaquín.



.-“Por qué a mí nunca me lo han hecho por el culito. Me gustaría que fueses el primero, pero tendrás que ponerme muy, muy cachonda” le dije susurrándoselo al oído.



.-“Además quiero comprobar si me deseas tanto como dices. ¿Te recuperarás prontito, no?” alternaba besitos en su cuello y en el lóbulo de su oreja.



.-“¿Tú marido no te lo ha hecho nunca?” me preguntó sorprendido.



.-“No, nunca” le respondí yo. Sus manos acariciaban ahora mis nalgas.



.-“Me sorprende” dijo él “siempre presumía en los baños de hombres y tertulias de bar de ser un experto en tales menesteres” dijo tratando de provocarme.



.-“¿Cómo?!!” dije yo sorprendida, ¿pues ya me dirás con quién?” le pregunté yo algo irritada por lo que acababa de oír.



.-“En cierta ocasión tuvimos una clienta que se acostó con los dos, primero conmigo y luego con tu marido. Tu esposo siempre presumió ante mí de haberla sodomizado, cosa que yo no hice” me explicó Joaquín.

.-“¡¡¡Qué mi marido me ha puesto los cuernos!!!” exclamé totalmente sorprendida, sin creer lo que me estaba diciendo. Sabía que no podía ser cierto, sin embargo he de reconocer que me puso algo histérica el hecho de imaginar que pudiera ser verdad.



.-“Y al parecer en más de una ocasión” me dijo Joaquín.



.-“Será cabronazo, y yo que pensaba que me era fiel” no podía creer lo que escuchaba. Sabía que tenía que ser mentira. No podía ser cierto. Pero dudé. Joaquín supo sembrar muy bien en mí la duda.



“Por eso siempre pensé que era un imbécil, teniendo una mujer tan bella como tú, no sé qué podía encontrar en otras” continuó dándome detalles de hipotéticas aventuras de mi marido, alguna de ellas muy bien enlazadas. Logró convencerme de que todo había sucedido como decía. Hasta que lo interrumpí:



.-“Sabes que te digo, ¡que quiero que me la metas por el culo!” le dije.



Y viendo el móvil que asomaba entre las bolsas de playa le dije tirándolo cerca suyo sobre la cama:



.-“¡Anda!, y hazme una foto cuando lo hagas, quiero que ese cerdo se entere de que a su mujer le han desvirgado el culo”. Y cogiendo su mano, le chupé un dedo como momentos antes lo hiciera con su polla. Nos mirábamos mutuamente a los ojos. Él se preguntaba con la mirada si sería capaz y yo lo miraba suplicante porque no me hiciese daño. Cuando estuvo bien ensalivado guie muy decidida su dedo hasta mi culo. Joaquín sabía bien lo que tenía que hacer, al principio jugaba describiendo círculos alrededor de mi ano, luego fue introduciendo su dedo anular poco a poco en mi culo. Cuando estaba introducido del todo comenzó a moverlo. Y una vez estuvo mi esfínter lo suficientemente dilatado introdujo un segundo dedo.



.-“¡Que suerte la tuya!. Vas a ser el primero.” acerté a decir temerosa por lo que iba a suceder. Mi cuerpo mostraba cierta tensión. De algún modo me preguntaba cómo había llegado a esa situación.



.-“Relájate y disfruta” me dijo Joaquín.



Llegado el momento intercambiamos posiciones. Ahora yo estaba tumbada boca abajo en la cama y Joaquín estaba sentado con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Estaba a punto de ser sodomizada por un hombre que no era mi marido, y sin embargo deseaba que ocurriese más que nada en el mundo. Estaba dispuesta a entregarle el único agujero de mi cuerpo que todavía era virgen. Me encontraba absorta por mis temores en la cama de espaldas a la puerta en el momento en el que Joaquín me iba a penetrar por el culo, cuando pude escuchar la voz de mi amante decir:



.-“¿En vez de mirar por qué no tomas unas fotos?, Sandra quiere recordarlo” Yo me giré sorprendida y asombrada por las palabras de Joaquín, y creí morirme de vergüenza al comprobar que Jeremy y María nos llevaban observando desde hacía un rato en la puerta del camarote. No me gustó en absoluto que lo que iba a ser una segunda entrega de mi virginidad fuese presenciada por espectadores, y mucho menos cuando Joaquín le entregó mi móvil que momentos antes tiré sobre la cama a su esposa. María se acercó a nosotros y cogiendo el móvil se dispuso a hacer fotos. Yo traté de revolverme mostrando mi desaprobación. Joaquín no se demoró y me introdujo poco a poco su polla por el culo.



.- “AAAAAAAAaaaaaaah” Yo chillaba de dolor, aunque trataba de aguantarme. Entre los gestos de dolor me ladeé ligeramente. Fue Jeremy quien ahogó mis gritos con un beso suyo en mi boca. Estoy segura que pudo notar como el alma se me salía por la boca y era ahogado por la suya. Pude abrir los ojos lo justo para comprobar que el mulato se encontraba de rodillas al píe de la cama, se estaba tocando con una mano mientras con la otra me estrujaba un pecho y me besaba al tiempo en la boca. A Joaquín podía sentirlo agarrándose a mis caderas y abriendo mis nalgas para no perderse detalle.



Cuando el dolor inicial hubo cesado Joaquín comenzó a moverse más rápido. Ahora podía notar su pene entrando y saliendo de mi culo. Mis tetas se movían al ritmo de sus embestidas. Jeremy se puso de rodillas al lado mío en la cama justo a la altura de mi boca mientras se masturbaba con una mano y con la otra me sujetaba la cabeza por el pelo. Ahora era María quien de vez en cuando me acariciaba las tetas y me besaba mientras hacía alguna que otra foto. A mí me daba igual todo, me dejaba hacer cuanto quisiesen, sólo pensaba en el placer que estaba sintiendo.



Un primer orgasmo alcanzó mi cuerpo, mis gritos debieron poner cachondos a los dos machos que ahora buscaban egoístamente su propio placer con mi cuerpo. Tuve otro orgasmo seguido en el mismo instante en que pude notar como Joaquín se corría en el interior de mi culo. Y mientras notaba como su miembro encogía en mi interior tuve otro orgasmo de nuevo seguido. Aquello fue indescriptible. Estaba enlazando un orgasmo con otro. Nunca creí que fuese multiorgásmica pero es lo único que se me ocurre para describir mis sensaciones. El último de mi clímax lo alcancé cuando Jeremy salpicaba mi pelo y mis hombros con su leche. Estaba exhausta y rendida.



María no paraba de sacar fotos y fotos con mi móvil, inmortalizando el momento.



.- “Espero que tengas un bonito recuerdo” dijo María entregándome mi móvil “he tratado de ser la mejor reportera gráfica que he podido”.



En ese mismo momento sonó el celular. En la pantalla pude comprobar que era mi marido quien me llamaba. Me tapé con la primera toalla que pude para salir a cubierta a hablar con él. Hasta ese mismo momento no me hubiera importado salir desnuda, pero fue instintivo cubrirme al saber que era mi esposo.



.-“Si, todo bien, ya estamos llegando” le dije.



.-“Ha estado genial, ya te contaré”



.-“He disfrutado muchísimo”.



.-“No te lo puedes ni imaginar”



.-“Tengo ganas de verte”



.-“Adiós, hasta luego mi vida”.



Cuando regresé al camarote los tres se estaban arreglando y colocando sus respectivas prendas de baño. Hubo un silencio cómplice entre todos. Yo también busqué mis prendas entre las bolsas. María y Jeremy abandonaron el camarote y me quedé sola con Joaquín.



.-“¿Piensas contárselo a tu marido?” me preguntó sentado en el borde de la cama. Intuía que los tres implicados se lo habían preguntado en mi ausencia



.-“¿Estoy segura de que te gustaría detallárselo a ti?” le dije de nuevo poniéndome a la defensiva. El me miró a los ojos y me dijo:



.-“Yo sólo quiero que esto se vuelva a repetir”. Pronunció estas palabras con el tono más sincero que pude escuchar de su boca.



.-“Entonces... no le digas ni una palabra” y dicho esto salió del camarote dejándome sola con mis dudas.



Besos,



Sandra

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