domingo, 4 de marzo de 2018

Un sábado con las amigas




Nos conocíamos desde el instituto. Éramos cuatro amigas que desde hacía un tiempo no podíamos coincidir juntas debido a nuestras obligaciones. Todas estábamos casadas y con hijos, además de nuestros respectivos trabajos. Por suerte decidimos salir nosotras solas a celebrar mi cumpleaños sin maridos ni novios.

He de decir que yo me llamo Sandra tengo 31 años, soy rubia y algo bajita. Mi marido dice que tengo unos pechos grandes, firmes y bonitos. Y que mi cuerpo es espectacular, aunque yo no me veo tan atractiva en el espejo como dice. Comentar que mi marido ha sido el único hombre en mi vida, y nos complacemos muy bien en la cama. Mi esposo tiene 33 años, es moreno y más bien algo calvo y con barriguita. Esto es, un tipo de lo más normal.

Como he dicho, ese fin de semana sería para nosotras cuatro. Sin ningún tipo de marido. Yo personalmente había logrado que nuestro hijo y mi marido pasasen la noche del sábado al domingo en casa de los abuelos, así podría descansar el domingo a la mañana. Para comenzar a celebrar el cumpleaños, el sábado a la tarde decidimos ir a un centro termal, concretamente a un spa nuevo en la ciudad. A mí la idea me agradó muchísimo, pues hacía tiempo que quería relajarme de los problemas de la oficina, y que mejor forma que nadando en un spa.

Accedimos al vestuario y este era comunitario. Mientras nos cambiábamos pude comprobar que era la única que llevaba el pubis completamente depilado. Además el resto de mis amigas habían elegido ponerse bañador de una sola pieza, mientras que yo opté por disfrutar del agua en bikini. No me di cuenta al escogerlo en casa que este era de la temporada pasada y me quedaba algo pequeño. Prácticamente al andar se entremetía la tela entre los cachetes del culo, y según cuales fueran mis movimientos los pezones se salían con facilidad de los copetines del top. Menos mal que el spa ponía a disposición de los clientes cuántos albornoces fuesen necesarios. Cuando todas llevábamos el albornoz puesto salimos a la zona de baño. Había poca gente a esas horas, tan sólo una pareja de ancianos, un par de mujeres de avanzada edad, y quien verdaderamente me llamó la atención fue un chico más o menos de nuestra edad que lucía un bañador de slip. Aquello parecía que se le fuese a salir en cualquier momento. Además tenía un cuerpo de infarto, se notaba que se cuidaba el cuerpo en el gimnasio. Marcaba abdominales y músculos. Estaba realmente bueno. Además resultaba atractivo de cara. Se quedó mirando cuando dejamos nuestras zapatillas cerca de la piscina principal, pareció desilusionarse cuando mis amigas se quitaron el albornoz y mostraron sus bañadores, pero se le iluminó la cara cuando me despojé del albornoz y mostré mi cuerpo apenas cubierto por el diminuto bikini. No dejaba de mirarme mientras todas probábamos los chorros de agua a presión de la piscina. Él nos observaba desde el interior de un jacuzzi cercano al baño principal y algo más elevado. Fue en un momento que hicimos corrillo cuando mi amiga Silvia dijo:

.-“¿Os habéis fijado en el chico del slip?” Preguntó a todas.

.-“Si” respondió Alicia “Está para hacerle un favor”.

.-“Menudo paquete marca” dijo Isabel. Mientras murmuraban no dejaban de mirarlo, por lo que el chico advirtió que hablábamos de él.

A mí por el contrario no me llamaba la atención la conversación. Quería disfrutar del spa y me separé del grupo dispuesta a aguantar bajo los chorros a presión de agua. Transcurrido un rato pude comprobar que mis amigas se dirigían hacia la sauna y zona de vapores. Me llevaban cierta ventaja, por lo que me apresuré a calzarme las zapatillas y alcanzarlas, para lo cual me apoyé con las dos manos en el borde de la piscina y tomando impulso me senté en el borde de la piscina. Con el ímpetu y el impulso uno de mis pezones se salió del top y tuve que recolocármelo sentada en el borde de la piscina con los pies aún en el agua. Luego me incorporé para calzarme y fue en ese mismo momento cuando me di cuenta que el muchacho me había observado toda la maniobra. “¿Me habría visto el pecho?” me pregunté a mi misma. Yo creí morirme de vergüenza de ser así, pues nunca los había mostrado a nadie que no fuese mi marido.

De nuevo en la sauna una vez estuvimos solas, surgieron los comentarios sobre el cuerpo del chaval.




.-“Uuuhmm, como me gustaría sudar debajo de ese chico, me abriría todos los poros de mi cuerpo” dijo Alicia al tiempo que las otras reían.

.-“Menudo bulto tiene entre las piernas, seguro que revienta el bañador si se lo propone” decía Silvia esta vez.

.-“Y que tabletas marca en los abdominales. Ahora sé por qué me gusta el chocolate con leche” bromeó Isabel.

De repente la puerta de la sauna se abrió y entró el susodicho. La sauna tenía forma de “U”. En el lateral de enfrente estaban sentadas Alicia e Isabel. Al fondo, en la parte más pequeña estaba Silvia, y yo me encontraba en el otro lateral. El chico se sentó a mi lado, y las risitas por lo bajo de mis amigas se dejaban notar, a mí me parecía que se comportaban como adolescentes. Decidí cerrar los ojos y concentrarme en aguantar el calor y eliminar toxinas. Con los ojos cerrados pude notar que alguien abandonaba la sauna, y al rato sentí como una de las peludas piernas del muchacho se rozaba con las mías. Yo permanecí con los ojos cerrados pensando que el roce de nuestras piernas era algo fortuito, pero como se prolongaba en el tiempo decidí abrir los ojos y mirarlo fijamente. Le sonreí levemente. Él me estaba observando desde hacía un tiempo y me devolvió la sonrisa, pero seguía sin apartar su pierna de la mía. Yo me recliné hacia atrás cerrando de nuevo los ojos y tratando de aguantar el calor. La pareja de ancianos entró en la cabina levanté la cabeza para ver cómo se acomodaban en la sauna. Al recostarme parte de la oscura aureola de mis pezones se escapaba por los laterales de los tirantes del top del bikini, pude advertir que el muchacho de al lado tenía una magnífica visión de mi escote desde su posición. Decidí levantarme y salir de la sauna. Cuando regresé a la zona de baño mis amigas estaban inmersas en el jacuzzi. Yo me uní a ellas. Las burbujas rodeaban mi cuerpo y me hacían sentir bien. De nuevo cerré los ojos y me abandoné a disfrutar de las sensaciones. Con el ruido de las burbujas y los ojos cerrados no me percaté de cuando abandonaron el jacuzzi mis amigas y a cambio se introdujo el chico del slip. Percibí otra vez una pierna peluda rozando mi muslo derecho. Al abrir los ojos vi de nuevo al chico sentado a mi lado. “Con el sitio que hay ¿por qué habrá tenido que sentarse tan cerca?” pensaba para mí misma. Quise pensar que al igual que antes se introduciría antes de abandonar mis amigas el jacuzzi y habría tenido poco sitio donde elegir situarse. Me sentí aturdida cuando noté una de sus manos acariciando mi pierna por debajo del agua. Las burbujas no permitían ver su maniobra con claridad. Yo cerré los ojos tratando de relajarme y pensando que en breves cesaría en sus caricias al ver que no mostraba interés alguno. En cierto modo me estaba gustando ser la elegida del grupo por aquel guaperas. Sus caricias se hacían cada vez más descaradas debajo de las burbujas. Su mano acarició mi pierna cerquita de mis intimidades y fue el momento en el que decidí salir del agua, no me agradaba para nada la idea que un desconocido me sobase por muy bueno que estuviese el tipo, podía ser un pervertido. Traté de salir corriendo del jacuzzi y al subir las escaleritas pude notar como la insuficiente braguita del bikini se plegaba y enrollaba hacia el centro de mi trasero, permitiendo al chico gozar de la visión de mi culo semidesnudo. “Enhorabuena Sandra, si antes te había visto los pechos, ahora te habrá visto el culo sin obstáculos” pensé mientras me dirigía hacía el aseo con ganas de escapar de allí.

Una vez en el aseo me lavé la cara con agua bien fría, me miré en el espejo y tuve que reconocerme a mí misma que por un momento me había gustado ser manoseada por el desconocido, desde luego el muchacho estaba buenísimo.

Cuando regresé del vestuario de nuevo a la zona de baño pude comprobar que mis amigas hablaban con el chico. Desde lo lejos Alicia me hizo señas para que me acercase.

.-“Sandra, te presento a Raúl” dijo Alicia ejerciendo de anfitriona.

.-“Raúl te presento a Sandra”. Por cortesía me acerqué para darle dos besos en las mejillas. Antes siquiera de darme un beso, su mano me acariciaba la espalda, y cuando intercambiamos los besos, mis pechos se rozaron con sus pectorales a través de la diminuta tela del bikini. Mis pezones reaccionaron poniéndose de punta, no sé si era por el roce con el cuerpo con aquel chico, o porque en el vestuario al ir al aseo me había quedado algo fría. El caso es que mi erizado pezón se adivinaba de punta bajo los tirantes del bikini. Yo me puse colorada como un tomate. Aunque el muchacho continuaba hablando con mis amigas, yo estaba totalmente ausente de la conversación que se llevaban. No tengo noción del tiempo transcurrido, hasta que una de las monitoras del centro se acercó hasta dónde estábamos y preguntó:

.-“Disculpen que les interrumpa. ¿Quién es Sandra?.”

.-“Yo misma” dije al escuchar la pregunta.

.-“Creo que tiene una sesión de chocolaterapia en la zona de masajes” dijo la monitora. Yo me quedé embobada mirando a mis amigas, hasta que Alicia dijo:

.-“Es nuestro regalo de cumpleaños, esperamos que lo disfrutes”.

.-“Ooh, sois geniales, gracias chicas” dije mientras me dirigía hacia la zona de salones de masajes.

Una vez dentro de la habitación donde tendría lugar la sesión de chocolaterapia la monitora me proporcionó una bolsita y un par de toallas.

.-“Dentro de la bolsita hay una braguita, es de papel desechable, deberás ponértela durante la sesión. Conviene que estés seca para que el chocolate resbale por tu cuerpo, te ruego te seques con las toallas, al acabar deposítalas sobre el cesto. Que lo disfrutes” dijo señalando un cesto de ropa en la esquina de la habitación. Una vez cerró la puerta al salir tras de sí, yo me desnudé dispuesta a secarme el cuerpo con las toallas, siguiendo las instrucciones que me indicó. Mientras me secaba me fijé en la camilla del centro de la habitación, las perchas donde dejar el bikini, el espejo de la pared, el cesto de ropa, ...etc. Una vez seca procedí a abrir la bolsita que me entregó la monitora. Dentro había un diminuto tanga de papel desechable. Se trataba de un pequeño triángulo en la parte delantera casi transparente, y un hilo de goma elástica por la parte trasera. Aquello no me taparía apenas mis intimidades. Aún no había terminado de ponérmelo cuando se abrió la puerta y entró un muchacho de infarto. Yo me giré instintivamente para acelerar la maniobra de ponerme el tanga, pero de nada sirvió que tratase de ocultarme, pues al darle la espalda al chico, esté tenía una visión privilegiada de mi culo mientras me agachaba para introducir cada pierna por el hueco correspondiente en el tanga. A través del espejo se podía ver mi pubis rasurado. Me percaté de que el masajista no se había perdido detalle en mi maniobra.

.- “Hola” dijo el monitor con tono brasileño “mi nombre es Roberto”. ”Una vez estés lista túmbate sobre la camilla boca abajo” me indicó el tal Roberto. Lo cierto es que marcaba unos pectorales tremendos bajo su camiseta, y los pequeños shorts o pantalones cortos le marcaban un enorme paquete que apenas podía disimular.



Yo me encontraba tumbada boca abajo cuando comenzó a extender chocolate relativamente caliente sobre mi espalda. Lo extendía con un pequeño pincel por toda la superficie. Desde los hombros, la espalda y la parte posterior de las piernas. Tuve la impresión de que se entretenía en mis nalgas más tiempo del que era necesario para extender el chocolate. En alguna ocasión pude notar como separaba las tiras traseras del tanga para embadurnarme de chocolate por debajo de ellas. Era inevitable que sus manos no tocasen mi piel. Una vez concluyó me indicó darme la vuelta. Como tan sólo llevaba el tanguita de papel mis pechos quedaron completamente expuestos a su vista. Yo creí morirme de vergüenza, nunca antes nadie que no fuese mi marido me había visto los pechos, y mucho menos alguien que me los iba a tocar. Cerré los ojos tratando de relajarme. El masajista continuó extendiendo el chocolate caliente con el pincel sobre mi cuerpo. Comenzó por la zona de los hombros, y cuando le tocó bajar a la zona de los pechos este pasó varias veces el pincel sobre mis pezones, cada vez que lo hacía mi cuerpo daba un respingo, yo trataba de contener la risa pues en cierto modo me hacía cosquillas. De nuevo consideré que se entretuvo mucho tiempo en la zona de los pechos en comparación con otras. Además, las últimas veces se recreaba en pasar muy despacito los pelos del pincel sobre el pezón, contemplando como reaccionaban. En varias ocasiones el pincel trazaba círculos alrededor de mis pezones. Estos se pusieron duros inevitablemente, y las cosquillas cedieron paso a estímulos sensibles. He de reconocer que me puse algo cachonda con las caricias. Me imaginaba que era mi maridito quien me extendía el chocolate por mi desnudo cuerpo, juego que alguna noche estaba decidida a practicar con él y terminar haciéndole el amor después de esa experiencia. Luego bajó extendiendo el chocolate por el vientre y las caderas. Soslayó el pubis y continuó por las piernas, cuando creía que continuaría por debajo de las rodillas regresó de nuevo a extender la crema por la zona del pubis. Pude notar el contacto de sus manos tratando de apartar los tirantes del tanga para que no quedase ninguna zona sin chocolate. Yo no podía creer que un extraño me tocase con sus dedos tan cerca de mis intimidades, eso era algo reservado tan sólo a mi marido. Yo imaginaba que si fuese mi esposo quien me extendía el chocolate terminaría con su cara entre mis piernas comiéndome el coñito, no dejaría ni un milímetro de mi piel por recorrer con su lengua. Los pensamientos me estaban jugando una mala pasada pues comenzaba a humedecerme. En un momento dado el tipo ladeó la parte del triángulo de papel que cubría mi pubis para pasar el pincel con chocolate sobre mi zona íntima. Estoy segura que se percató de que estaba completamente rasurado, a pesar de la luz tenue en el ambiente. Cuando los pelos del cepillo sobrepasaron por encima de mi clítoris en un acto reflejo no pude evitar gemir:

.-“Uuuhhmmm” se escapó de mi boca. Luego me puse colorada como un tomate de vergüenza. Aquel chico me estaba viendo prácticamente desnuda y yo teniendo pensamientos eróticos al tiempo que era observada y acariciada por sus manos extrañas.

Una vez acabó de extenderme el chocolate con el pincel por todo mi cuerpo me preguntó lo siguiente:

:-“¿Quieres probarlo?” y acercando el recipiente sobre el que untaba el pincel me ofreció degustarlo. Yo me incorporé un poco, lo justo para introducir mi dedo índice dentro del chocolate y llevármelo luego a la boca.

.-“Es más bien cacao demasiado puro ¿no?” respondí yo.

.-“Si respondió el chico, es puro cacao, mezclado con aceite corporal para que resbale bien y proceder luego con el masaje” me dijo en un tono muy profesional. Juro que no sé por qué lo hice. Tal vez mis pensamientos imaginando que era mi marido quien me extendía el chocolate, hizo que introdujese de nuevo mi dedo índice en el cuenco y lo chupase de manera lasciva mientras miraba el paquete del chico que quedaba a la altura de mi vista:

.-“Esta para comérselo” dije mientras su mirada se cruzaba con la mía conocedor de dónde me fijaba. Él sonrió y dijo:

.-“Será mejor que continuemos con el masaje, necesito que se dé la vuelta”.

De nuevo me encontraba boca abajo tumbada sobre la camilla. Las manos del monitor comenzaron a masajear los hombros. La verdad es que lo hacía bastante bien. Prosiguió con la espalda, las dorsales y las lumbares. Hasta que se acercó a mis nalgas. No dudó en tocarme el culo mientras practicaba los movimientos oportunos. Mis pensamientos de nuevo me jugaron una mala pasada, estaba relajada pensando que tendría que comprar chocolate de este y embadurnar la polla de mi marido y chupársela hasta dejarlo limpito. A mí el sexo oral no me atrae mucho, mientras que a mi marido le encanta. Pensaba que de esta forma lo tendría satisfecho, pues a mí me gusta mucho el chocolate y seguro que me esmeraba en comérmelo. El masajista continuó por mis piernas. En una de las ocasiones sus manos masajeaban la parte alta de mis muslos. Cuando lo hizo por el interior sus manos rozaron mis labios vaginales. De nuevo fue inevitable lanzar un tímido gemido.

.-“Uuuhmm, que rico” dije bajito. De nuevo me pareció que se entretenía en este tipo de movimientos más de lo necesario. Yo no podía creer que estuviese tan caliente como para comportarme de esa manera. De alguna forma me estaba insinuando ante aquel hombre, y me estaba gustando. No podía creer que ese pedazo de macho estuviese acariciando mi cuerpo y viéndome prácticamente desnuda y no se estuviese excitando como yo. Recordé la miradita que le eché al paquete y lo abultado que estaba. “¿Estaría empalmado en ese momento, o era así de normal?” me preguntaba tumbada boca abajo como estaba en la camilla. Sus palabras me despertaron de mi aletargamiento.

.-“Hemos terminado” dijo cubriéndome con una especie de manta de papel desechable. “Ahora hay que dejar que el chocolate se encostre y se reseque. Una vez presente escamas puedes introducirte en esa ducha de hidromasaje para aclararte la piel. Comprobarás que estas más suave”. Y dicho esto abandonó el cuarto. Yo me incorporé de la camilla, pude contemplarme con todo el cuerpo embadurnado en chocolate. Me fijé en el tanga de papel, apenas me cubría nada, sentía como estaba algo humedecida. Recordé el sabor del cacao, esta vez recogí con mi dedo índice parte del chocolate que cubría mi pezón y me lo lleve a la boca saboreándolo. Me acordé de la escena anterior con el chico. Me reconocí a misma que me había excitado la sesión. De nuevo recogí el chocolate que cubría mi otro pezón con el dedo y me lo llevé a la boca. Recordé que había aprendido que me cubriría mi pubis con chocolate dispuesta a que mi marido chupase y chupase por mis intimidades hasta dejármelo limpito. Esta vez me retiré el tanga para saborear el chocolate que cubría mi pubis, y acariciar el clítoris. Recordé cuando los pelos del pincel sobrepasaron por él.

“Esto no puede ser, me estoy poniendo demasiado cachonda, será mejor que me dé una ducha fría” pensé para mí. Me incorporé de la camilla y me dirigí a la cabina de hidromasaje dispuesta a aclararme, nunca mejor dicho.

Al salir mis amigas me estaban esperando.

.-“¿Qué tal la sesión de chocolaterapia?” me preguntó Alicia mientras me apartaba el pelo y me olía en la nuca.

.-“Uuuhhmm, que bien hueles a chocolate” dijo seguido ella.

.-“La verdad es que te deja la piel muy suave” les informé a todas.

.-“¿Así que te ha gustado el regalo de cumpleaños?” me preguntó Isabel.

.-“La verdad es que ha estado genial chicas, os lo agradezco. ¿Qué hacemos ahora?” les pregunté.

.-“Hemos pensado que podíamos pasar todas por mi casa a cambiarnos y picar algo de cenar y luego salir a tomar unas copas” dijo Alicia. Alicia era la única que no estaba casada, tenía pareja se llamaba Juan, de vez en cuando vivían juntos, pero cada uno hacía su vida independientemente del otro. La verdad es que Juan estaba bastante bueno, y alguna que otra vez se me había insinuado, aunque yo nunca le dije nada a mi amiga.

.-“Yo no he cogido nada que ponerme” les hice saber.

.-“Ya lo habíamos planeado, no te preocupes te prestamos algo” dijo Alicia con la que de adolescentes nos habíamos prestado ropa mutuamente. La verdad es que aún conservábamos ambas la misma talla prácticamente.


Una vez en casa de Alicia pasamos a arreglarnos entre los dos baños que tenía. Yo compartía aseo con Silvia, mientras que Alicia lo hacía con Isabel. Parecía una fiesta de esas de pijamas de chiquillas, pues todas nos paseábamos en braguitas y sujetador por la casa. De vez en cuando picábamos algo en la cocina, pues desechamos la idea de cenar opíparamente en algún restaurante. Yo estaba maquillándome tan solo con las braguitas puestas, pues no me puse sujetador al salir del spa, y cuando regresé al cuarto en el que había dejado la mochila con la ropa de baño me di cuenta que había mezclado el sujetador con el bikini mojado, y este estaba empapado. Estaba claro que no podía ponérmelo. Tendría que llevar mis domingas sueltas. Alicia entró con un vestido suyo que a mí me gustaba mucho como le quedaba. Así se lo hice saber en alguna ocasión que se lo había visto puesto. Estaba realmente sexy con él.

.-“Había pensado que podías ponerte este vestido” me dijo ella.

.-“Sabes que me encanta” le dije yo.

.-“Por eso, porque hoy es tu cumple te lo dejo. A Juan también le encanta. Además ....” se hizo un silencio.

.-“Además que...., no me dejes en ascuas” dije yo

.-“Además que la última vez que me lo puse me echaron un polvo de campeonato. A ver si te pasa a ti lo mismo hoy” y dicho esto ambas nos reímos.

.-“No seas tonta” le dije yo mientras ella abandonaba la habitación

El vestido era de esos cuyos tirantes se anudan detrás de la nuca dejando la espalda al aire y con un escote de infarto. La falda era también más bien cortita. Me encontraba realmente espectacular cuando me miré en el espejo. Pude comprobar que Alicia tenía algo más de pecho que yo, pues la tela estaba algo dada de sí en la parte que cubría las tetas. De hacer algún movimiento raro o de agacharme seguro que se me veía hasta el carné de identidad. Además no llevaría sujetador. Como yo tenía algo más de culo que ella, me apretaba y ceñía marcando demasiado las gomas de las braguitas, que además eran un poco anchas y viejas. Recordé las palabras de Alicia que retumbaron en mi mente “la última vez que me lo puse me echaron un polvo de campeonato”. Parecía no referirse a Juan su pareja. Además eso de “me echaron” suena a que fueron varios. No podía imaginarme que mi amiga participase en alguna orgía o cosas así. “Seguro que son interpretaciones mías” pensé para mí. De nuevo me miré en el espejo y no me gustaba cómo se marcaban las gomas de las braguitas a través de la tela del vestido. Decidí pedir consejo a Silvia.

.-“¿Por qué no te las quitas?” me dijo mi amiga.

.-“¡¡Y salir sin bragas!!” exclamé sorprendida.

.-“Chica, yo no es la primera vez que lo hago, sobretodo en la playa, y tampoco pasa nada.” Dijo como si fuese lo más natural del mundo.

.-“Si pero para subir de la playa al apartamento, no para salir de juerga” repliqué yo.

.-“Más se nota que no llevas sujetador y no pasa nada, nadie va a pensar nada malo por ello, y sin embargo que no llevas sujetador es evidente, mientras que no lleves bragas sólo lo notas tú” me rebatió ella, y prosiguió: ”Además, hoy es tu cumpleaños ¿no?, pues ¿por qué no haces alguna locura de ese tipo?, ¡anímate tonta!” y dicho esto salió de la habitación.

Yo no daba crédito a lo que estaba dispuesta a hacer pero mirándome frente al espejo me quite las bragas por debajo de la falda y las guardé en la mochila. La verdad es que ahora no se marcaba ninguna costura.

Cuando todas estábamos preparadas bajamos a la calle juntas a tomar un taxi. No sé porque me tocó situarme en el centro del asiento trasero. Isabel se sentó delante y le indicó al taxista la dirección de una conocida discoteca de la ciudad. Silvia y yo nos dimos cuenta que al sentarme mi faldita del vestido se había subido algo más de la cuenta y dejaba ver generosamente mis piernas. Una vez en marcha era difícil acomodarlas correctamente. El taxista también se dio cuenta y orientó el retrovisor de tal forma que podía verme mis muslos de las piernas. La mirada del taxista y la mía se cruzaron a través del espejo retrovisor. No perdía detalle de mis piernas. Silvia también se dio cuenta de la maniobra del taxista, y aunque trató de decirlo muy bajito, casi en un susurro, me preguntó:

.-“¿Te pusiste bragas al final o no?” y aunque apenas alzó la voz pude comprobar que el taxista había escuchado la pregunta de mi amiga debido a la cara que puso. Yo negué con la cabeza mientras sonreía al taxista. Entonces Silvia posó una de sus manos sobre mi muslo, y simuló acariciármelo como si de lesbianas nos tratásemos. A poco tenemos un accidente. A mí me gustó el juego y decidí provocar un poco más al taxista, abría y cerraba levemente las piernas, lo justo para dejarlo con el interrogante de comprobar si llevaba o no las bragas puestas. El tipo miraba más por el retrovisor que por la luna delantera. La mano de Silvia continuó acariciando mi pierna. Por desgracia llegamos a nuestro destino y mientras Isabel pagaba el taxi, Silvia y yo bajamos riéndonos de lo acontecido.

La discoteca estaba hasta los topes. Nada más entrar decidimos acercarnos a la barra a consumir algo. Yo me pedí el primer gin tonic. Decidimos acercarnos a la pista de baile. Había varios gogos tanto chicas como chicos. Nos pusimos cerca de un bailarín mulato que únicamente llevaba puesto como prenda un brillante tanga de leopardo. Lucía paquete y marcaba abdominales. Los primeros comentarios entre mis amigas no tardaron en llegar:

.-“¿Habéis visto al moreno del pedestal?” preguntó abiertamente Alicia.

.-“Y quien no” dijo Isabel.

Yo estaba mirando también al mulato cuando un grupo de chicos se acercó a hablar con Silvia. Mi amiga nos presentó una a una, cuando llegó el turno de darme dos besos con uno de los nuevos amigos esté me cogió por la espalda posando sus manos sobre mi piel desnuda y al acercarnos de nuevo su pectoral rozó con mis senos. Era la segunda vez que ocurría eso en un mismo día. Me acordé de la primera vez en la piscina con Raúl. Me gustó más, además Raúl me parecía mucho más atractivo. Deseé que apareciera por allí y me rescatase en plan oficial y caballero de este otro baboso. Yo veía como Silvia charlaba animosamente con un chico del grupo, y Alicia e Isabel hacían lo mismo con el resto. La mala suerte hizo que me tocase charlar con el más gilipollas del grupo. No dejaba de mirarme a las tetas, apenas levantaba la vista para mirarme a los ojos. Al menos me invitó a otro gin tonic, con la clara intención de emborracharme y aprovecharse de la situación. “Que poco caballeroso, qué táctica más ruin” pensé para mí, pero ya que me había invitado, decidí seguirle un poco el juego.

.-“Así que estas casada” me preguntó señalando el anillo.

.-“Si, así es, felizmente casada” le insistí yo algo malhumorada.

.-“Yo también te haría feliz” me dijo él acercándose y babeando sobre mi cuello.

.-“Así y ¿cómo?” le pregunté yo desafiante.

.-“No dejaría que este culito pasase hambre” y nada más decir esto me tocó el culo por encima del vestido. Yo le hubiese dado un bofetón del quince, pero como veía a mis amigas interesadas en continuar la conversación con los otros amigos del grupo decidí no darle importancia. Me propuse jugar con él.

.-“Y quien te ha dicho que pasa hambre” le provoqué yo.

.-“¿Por qué estás aquí sino?” me dijo él seguro de sí mismo sin levantar su mano de mi culo al ver que no me oponía.

.-“Hemos venido a pasárnoslo bien” le respondí yo.

.-“ Sabes,... si yo estuviese casado contigo nos lo pasaríamos muy bien todas las noches, no me cansaría nunca de hacerte el amor” me dijo susurrándome en el oído al tiempo que sus manos pasaban de estar apoyadas en mi culo a acariciarlo descaradamente.

.-“Acaso no estas disfrutando ya” le dije mientras dirigía mi mirada a su mano sobre mis nalgas y marchaba de allí rumbo al baño.

“Seguro que se ha quedado empalmado como un burro el pobrecito” pensé para mí, pero se lo tenía merecido por tocón.

Tuve que esperar un rato para poder entrar en el baño de señoras. La zona contigua a los baños era la más oscura de la discoteca, apenas había luz. Yo era la última de la fila, estaba esperando en la cola cuando pude notar unas manos masculinas que me sujetaban por las caderas y notaba como se refrotaba el paquete por mis nalgas al tiempo que me susurraba:

.-“¿No tuviste suficiente la última vez que te pusiste este vestido? Acaso ¿quieres más?” reconocí la voz de Jesús. Se encontraba algo bebido. Todavía no me había visto de frente, además estaba oscuro, por lo que supuse me confundió con Alicia. Me pareció divertida la situación y decidí provocarlo un poco más. Acerqué una de mis manos a la altura de los bolsillos de su pantalón muy cerca de su bragueta, y refrotando mi culito por su entrepierna pude notar el bulto que se traía. Con voz muy suave, tratando de que no me reconociese le dije:

.-“Uuuhhmm, quiero más” le susurré de espaldas. Al escuchar estas palabras pasó de sujetarme por las caderas a meterme mano. Con una de sus manos me pizcó el culo. Pudo adivinar que no llevaba bragas, y con la otra se perdió debajo del tirante del vestido abarcando con su palma de la mano todo mi pecho libre de sujetador. Pudo notar la suavidad de mi piel en esa zona.

.-“¡¡Hey ¡! pero que haces” le dije al tiempo que me daba la vuelta y le arreaba un bofetón.

.-“Joder, Sandra, eres tú. Yo creía que eras Alicia. Pe, pero... ¿este no es el vestido de Alicia?” me dijo asombrado y colorado por el bofetón que la acababa de dar.

.-“Sí que es el vestido de Alicia, pero el culo y las tetas son mías” le grité.

.-“Lo siento, perdona, pero podías haberme dicho algo” se disculpó y acto seguido preguntó: “¿Dónde está Alicia?”.

.-“Está con las demás en la barra del bar” le respondí yo tratando de regresar a la normalidad.

.-“Gracias por la información. Por cierto puedo preguntarte una cosa” me dijo acercándose a mí de nuevo y tambaleándose ebrio.

.-“El qué” respondí yo.

.- ¿Siempre sales de marcha sin ropa interior?” susurró en mi cuello tratando de tirarme los tejos al tiempo que me acariciaba de nuevo el culo por encima del vestido. Se notaba que estaba borracho.

.-“Hey, ¿qué pensaría Alicia si nos viese?” dije en tono picarona.

.-“¿Qué pensaría tu marido si lo supiese?” dijo él mientras continuaba tocándome el culo.

.-“Será mejor que me dejes entrar en el aseo, es mi turno” lo aparté mientras me dirigía a un reservado.

.-“¡¡¡Déjame entrar contigo!!!” fue lo último que escuché.

Una vez dentro no podía dejar de recordar la sensación de ser manoseada por el amante de mi amiga. Me dio un escalofrío al recordar la sensación de su mano estrujando mi pecho por debajo de la tela del vestido que ejercía de tirante. “Uuff, menudo empalme llevaba Juan a notar por su pantalón, espero que lo disfrute Alicia esta noche y se lo pasen bien” pensé para mí. En cierto modo me agradaba la idea de que el amante de mi amiga me deseara y se ofreciera. La situación me había puesto algo cachonda. Quise arreglarme un poco y repasar el maquillaje, así como acicalarme un poco. Cuando salí del baño me dirigí hacia donde se encontraban mis amigas. De repente, no me lo podía creer, al acercarme a la barra pude ver que se encontraba Raúl, el chico del spa. Él también me vio y me hizo señas para que me acercase.

.-“Caray que sorpresa, ¿cómo tu por aquí?” me alegré de verlo e intercambiamos dos besos. De nuevo al acercarnos mis pechos rozaron sus pectorales. Esta vez para nada me importó.

.-“Alicia me dijo que igual veníais por aquí y quise acercarme a verte” me dijo mirándome fijamente a los ojos.

.-“¿A verme?” le pregunté yo asombrada.

.-“Si, claro, cualquiera se resiste a la tentación de no volver a verte”, y antes de que yo pudiera decir nada me preguntó:

.-“¿Puedo invitarte a algo?” dijo mientras hacía un gesto a uno de los camareros.

.-“Si, claro, cualquiera se resiste a la tentación de no ser invitada a tomar un gin tonic” y dicho esto nos reímos los dos. Le pidió la consumición al camarero y continuamos charlando de tonterías y temas de actualidad. Debido al volumen de la música teníamos que acercarnos mucho el uno al otro para conversar. Además teníamos que alzar la voz, por lo que enseguida nos entró sed. Recuerdo que pedimos otra consumición. Yo empezaba a encontrarme algo mareada. Era el tercer gin tonic de la noche. En varias ocasiones mis pechos se rozaron con su cuerpo. Me di cuenta que cuando se agachaba para hablarme cerca del oído podía verme todo el escote. Una de sus manos llevaba un rato descansando sobre mi cadera. Desde hace un tiempo que yo le seguía la conversación aunque mi mente comenzaba a imaginarse cosas acerca de Raúl. Me lo imaginaba tan sólo con el bañador de slip. Lo bien que le quedaba. Recordé su cuerpo musculoso, sus abdominales, su paquete. Me imaginé como sería tener a ese pedazo de hombre moviéndose en mi interior. Imaginé que me penetraba sin compasión. Realmente estaba húmeda y cachonda de mi imaginación. No sé cuánto tiempo había transcurrido pensando ese tipo de cosas pero él pareció adivinar mis pensamientos. Yo no me había dado cuenta pero desde hacía un tiempo que me hablaba muy cerca de la comisura de los labios, además su mano había descendido de la cadera a mi culo, el cual me acariciaba sutilmente por encima del vestido. En un momento dado, elevando mi barbilla con su pulgar muy cerca de mi boca y su índice debajo del mentón me susurró en el oído.:

.-“Estas preciosa” dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo no pude resistir la tentación de besarlo. Nos fundimos en un beso largo y apasionado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo al besar por primera vez en mucho tiempo unos labios que no eran los de mi marido. No me importó en absoluto, es más, lo deseaba desde lo más profundo de mí ser con un instinto casi primitivo. Las piernas me flaqueaban debido a las sensaciones que me provocaba estar abrazada besándome con el hombre con el que llevaba fantaseando toda la tarde. Mi cuerpo se pegó todo cuanto pude al de él. Mis pechos se aplastaban contra sus pectorales y en mi zona más íntima pude notar que el tipo se encontraba empalmao. “Madre mía, eso tiene que ser enorme” pensé al notar su bulto en mi entrepierna. Dejamos de besarnos en la boca para mirarnos de nuevo a los ojos. Raúl tenía sus dudas acerca de sí yo estaba segura de lo que estaba haciendo. Lo rodeé con mis brazos por su nuca y nos besamos de nuevo en la boca. Sus manos acariciaban mi culo sin pudor alguno conocedor de mi deseo. Nuestras bocas no se separaban ni un momento. Yo quería sentir el bulto de su paquete, me restregaba todo lo que podía. Estaba muy cachonda y él lo sabía, por eso no dudo en meterme mano discretamente por debajo de la faldita del vestido. Menos mal que estaba apoyada contra la barra y se encontraba muy oscuro, por lo que la maniobra resultó algo comedida. No quise perderme el instante de mirarlo a los ojos cuando adivinó que no llevaba bragas. Su cara fue un poema cuando sus dedos alcanzaron a acariciar mis labios vaginales y comprobó que estaba totalmente empapada. No dejábamos de mirarnos en tono desafiante a los ojos mientras hurgaba en mis intimidades. Una vez cesó de acariciarme se llevó uno de sus dedos impregnados con mis fluidos a la boca y lo chupó lascivamente mientras no dejaba de mirarme a los ojos y relamerse.

.-“Estas muy rica” me dijo sonriendo y desviando su mirada a mi escote. Estaba claro que ambos nos teníamos ganas. Yo me encontraba abrazada a él cuando su rostro cambió de expresión y dijo:

.-“Hola Roberto, me alegro de verte. Supongo que ya conoces a Sandra” y tendió la mano para estrecharla con otro tipo. Yo me giré para ver quién era. ¡¡No me lo podía creer!!. Era el mismo Roberto que el masajista del spa con quien había tenido la sesión de chocolaterapia. No podía sospechar que estuviera frente a la misma persona que esa misma tarde me había contemplado medio desnuda, y me había masajeado sin pudor mis nalgas y mis pechos. No pude menos que exclamar...

.-“Pero ¿acaso os conocéis?” pregunté asombrada al verme rodeada entre esos dos hombres.

.-“Roberto y yo nos conocemos desde el instituto” me aclaró Raúl al tiempo que yo intercambiaba dos besos con el recién llegado. Otra vez al besarme con Roberto mis pechos se rozaron con su cuerpo. Menuda torpeza la mía esa noche en dicha maniobra. Ahora fue Roberto quien preguntó:

.-“Veo que estáis secos, ¿qué vais a tomar pareja?” y dicho esto llamó al camarero. Yo me pedí otro gin tonic, comenzaba a marearme seriamente. Ambos se pusieron a contar anécdotas de cuando eran más jóvenes. Yo no podía creer que Raúl permitiese que Roberto nos cortase el rollo. Debido a la aglomeración de gente yo me encontraba en medio de los dos hombres rodeada entre los brazos de ambos. Desde hacía un tiempo que trataba de no mostrar mi mal humor por la nueva situación y seguía la conversación de manera autómata aunque mis pensamientos estaban en otra parte. Hasta que una mirada cómplice entre ambos me volvió a poner en órbita.

.-“Pues sí Sandra, te lo creas o no, Raúl y yo hemos compartido muy buenos momentos” dijo Roberto sin apartar la vista de mi escote y posando su mano sobre mi culo. No le di importancia a la caricia.

.-“Y lo que no son momentos” dijo Raúl. Me llamó la atención que podía notar la mano de Roberto atreviéndose a acariciar mi culo, mientras que Raúl continuaba abrazándome por la cintura.

.-“¿Qué queréis decir?” pregunté yo sorprendida por el atrevimiento de Roberto en sus caricias. Pero estaba tan cachonda que lo dejé hacer.

.-“Sabes, Roberto y yo hemos compartido también algunas chicas” me dijo Raúl al tiempo que su mano pasó a acariciarme también el culo. Yo me encontraba de espaldas a la barra con un chico a cada lado. Podía notar ambas manos acariciando mi culo, cada una sobre su nalga más cercana a su cuerpo. Ambos me miraban expectantes en mi reacción.

.-“¿Queréis decir que os habéis puesto los cuernos vosotros mismos?” pregunté inocentemente pues no lograba a entender lo que me querían decir.

.-“No exactamente, hemos compartido la misma chica a la vez” trató de explicarme Raúl. A esas alturas tanto el uno como el otro me acariciaban al mismo tiempo. Yo quise saber la reacción de Raúl cuando comprobase que Roberto me estaba metiendo mano.

.-“Pues eso no, ¿quién era el amante y quien era el novio, y quién era la afortunada?” pregunté yo.

.-“Me encanta como puedes ser tan inocente Sandra, las cosas no son como piensas, además he de decirte que han sido varias las afortunadas” se sonrió Raúl y girándose para situarse enfrente mío, cómo estábamos antes de que llegase Roberto, me sujetó del cuello con una mano y con la otra me agarró de la cintura, y me besó de nuevo en los labios. ¡¡¡Dios!!! Eso no me lo podía esperar. Me estaba besando de frente con Raúl mientras Roberto continuaba acariciándome el culo por la espalda. Era imposible que Raúl no fuera conocedor de las maniobras de Roberto, consentía que su amigo me metiese mano. “¿Estarían dispuestos a hacer un trío?” pensé para mí. Eso sí que no me lo podía esperar. Pero me agradó la idea de que si tenía que ponerle los cuernos a mi marido por primera vez fuese en condiciones. Aquellos dos hombres estaban realmente buenos, había fantaseado con ellos toda la tarde, y ahora me estaban ofreciendo la posibilidad de cumplir una de mis fantasías. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de nuevo. Las sensaciones que experimentaba eran indescriptibles. No es que estuviera húmeda, es que estaba empapada del deseo despertado. Pude notar un dedo de Roberto abriéndose paso entre mis labios vaginales. No podéis imaginar lo que sentía al besarme con Raúl y notar un dedo de Roberto en mi interior en medio de la discoteca. Una vez Roberto terminó en su maniobra me giré de cara a él, y mirándolo fijamente a los ojos le pregunté:

.-“¿Estoy rica?” y cogiendo la mano del propio Roberto que se había perdido entre mis piernas la llevé hasta su boca. Él se relamió el dedo y mirándome a los ojos me dijo:

.-“Estas más rica que el cacao” aún no había acabado de pronunciar la frase cuando me abalancé sobre él y lo besé en los labios. Nos fundimos en un beso prolongado. Sus labios eran más carnosos que los de Raúl, y su lengua se movía mucho más rápido por toda mi boca. ¡¡¡Guauu!! Menuda sensación besar a dos chicos esculturales a la vez y comparar ambos estilos. Fue Raúl quien comprobando que habíamos despertado el interés de las personas que nos rodeaban dijo:

“Será mejor que vayamos a otro lado” y dicho esto salí abrazada a ambos de la discoteca. Aproveché el momento de confusión en el exterior de la discoteca para enviar un mensaje a mis amigas: “Me voy a casa, estoy cansada, gracias por el cumpleaños”.

.-“¿Dónde podemos ir?” preguntó Roberto.

.-“¿Por qué no vamos a tu casa Sandra? Dijiste que estaba cerca, además...me gustaría conocerla” dijo Raúl. Yo sabía que no habría nadie en casa, así que no me importó.

.-“Esta bien” dije mientras parábamos un taxi y nos metíamos dentro. Me tocó de nuevo en el centro del asiento trasero. Las manos de ambos chicos acariciaban cada uno su pierna más cercana. De nuevo me gustó abrir y cerrar las piernas levemente como hiciera con el taxi anterior, salvo que este chófer era algo más despistado. Enseguida llegamos al portal de mi casa. Raúl pagó la carrera y enseguida entramos en el ascensor. Me besaba con Roberto cuando Raúl se incorporó en la cabina, pude notar como Roberto me levantaba la faldita del vestido para sobarme el culo a conciencia. Raúl se situó detrás de mío y comenzó a darme besitos por la espalda mientras sus manos se perdían debajo de la tela del vestido que hacía de tirante y me amasaba los pechos. No me hubiese importado que el ascensor tardara más en llegar pues estaba disfrutando por primera vez en mi vida de ser manoseada por dos hombres al unísono. Una vez llegamos a mi piso las cosas se calmaron un poco. Les comenté que tenía una botella de champagne en la nevera, y me propusieron que la abriese. Cuando me dirigí a la cocina los dejé a ambos en el salón, pero al regresar comprobé que se habían desplazado a mi dormitorio. Estaban sentados en el borde de la cama cuando aparecí por la puerta con la botella de champagne y tres copas. Yo me senté en medio de ambos, Raúl aguantó dos copas y Roberto la que quedaba cuando descorché la botella. Tras rellenar las copas brindamos:

.-“Por la mejor noche de Sandra” dijo Roberto.

.-“Por la mejor noche de Sandra” repetimos los tres. Tras dar el primer trago pude notar las manos de ambos hombres acariciar mis piernas. Roberto me mordisqueaba el lóbulo de la oreja, mientras que Raúl me besaba en el cuello. Fue el propio Raúl el primero en acariciar mis pechos, primero por encima de la tela del vestido y luego por debajo del tirante del vestido. Amasaba mis pechos con ansiedad. Mi respiración se aceleraba por momentos. Más aún cuando Roberto se arrodilló a mis pies y separando las piernas comenzó a darme besitos y acariciarme de las rodillas hasta mi zona más íntima. Raúl procedió a deshacer el nudo que sujetaba mi vestido en la nuca, lo hizo mientras me besaba en la boca. Los tirantes cayeron y mis pechos quedaron a la vista. A esas alturas Roberto tenía su cara entre mis piernas mientras me agarraba por los cachetes del culo. Casi a la vez pude sentir la lengua de Roberto recorrer de arriba abajo mis labios vaginales, mientras la lengua de Raúl se entretenía en jugar con uno de mis pezones. No pude evitar gemir de verdadero gusto. El placer era indescriptible. Mi respiración se aceleraba. La lengua de Roberto jugaba describiendo círculos alrededor de mi clítoris, y de vez en cuando lamía en vertical todos mis labios vaginales. Por el contrario Raúl no dejaba de amasarme y besarme en las tetas. No tardé mucho en llegar al orgasmo. Me convulsionaba de placer encima de la cama. Tuve que gritar inevitablemente, mis jadeos y mis grititos encendían aún más a ambos machos.

.-“¡Me corro!, ¡Me corrooOOOHH!” grité mientras sujetaba la cabeza de Roberto entre mis piernas. Ambos contemplaban mis espasmos desde su posición. Luego se incorporaron mientras se despojaban de sus ropas en píe enfrente mío. Yo estaba tumbada sobre la cama recuperándome del orgasmo. Cuando me senté en el borde de la cama ambos se habían despojado de sus pantalones. ¡Madre mía! Que pedazo de dos pollas estaban enfrente mío. La de Roberto era algo más grande, y sin embargo estaba algo mejor descapullada la de Raúl. No sabía por cuál decidirme y empezar a saborear antes. Agarré ambas pollas con la mano y comencé a pajearlos a ambos. Los miraba a los ojos tratando de adivinar quien estaba más desesperado por chupársela. Al final me decanté por la de Roberto. La sensación de chupar una polla como esa a un tipo que no era mi marido, en mi propia cama matrimonial era indescriptible. Con la otra mano masturbaba mientras tanto la polla de Raúl. Quise saborear ahora como sería tener el pene de Raúl llenando mi boca y compararlo con el de Roberto. Pude notar que su capullo era algo más gordo que el de Roberto pese a que el tamaño en general era algo menor. Me agradó poder comparar ambos miembros. De alguna manera me centraba más en lamer y chupar la polla de Roberto, por lo que Raúl se terminó marchando a situarse por detrás de mí en el otro lateral de la cama. Me indicó que me tumbase larga boca abajo. Yo continúe mamando del pene de Roberto el cual estaba a punto de venirse con las caricias de mi boca. Raúl se situó detrás de mí y comenzó a lamerme el ojete. Era la primera vez que me lamían el ano. Pude notar la lengua de Raúl entrando y saliendo de mi esfínter mientras de vez en cuando lamía de arriba abajo la zona que rodeaba mi culito. Aquellas caricias me volvieron loca, además de vez en cuando introducía la punta de alguno de sus dedos tratando de dilatarme. Me fue más difícil concentrarme el mamar como es correctamente la polla de Roberto, pero las caricias que Raúl propiciaba en mi ano eran de lo más excitantes que había experimentado nunca. Yo estaba fuera de mí. La respiración y los jadeos de Roberto indicaban que este estaba a punto de correrse. Pude notar las primeras gotas de semen en mi boca, luego me aparté y las últimas sacudidas de su esperma fueron a parar entre mi pelo y los hombros. Una vez terminó Roberto de correrse Raúl me indicó que me girase para acomodarnos en la cama, puso una de las almohadas debajo de mi pubis para alzarme el culito. Concretamente el almohadón que usaba mi marido. Estaba claro lo que estaba a punto de suceder. Roberto se sentó en un butacón que había al lado de la cama a contemplar la escena y recuperarse. Era la primera vez que me la iban a meter por el culo y no me importaba, es más lo deseaba. Pude notar el peso de Raúl sobre mi espalda, yo me abrí de piernas todo cuanto pude tumbada boca a abajo como estaba y con las manos ceñía en un nudo las sábanas tratando de desahogar de esta manera la tensión de mi cuerpo. Pude notar la mano de Raúl que ayudaba a su pene abriéndose camino en mi ano. Un chillido desgarrador se escuchó por toda la casa.

.-“Aaaaggh, me duele” grité.

Pero mi grito cayó en saco roto, Raúl continuaba empujando hasta que toda su polla entró en el interior de mi culo.

.-“Uuuf, paraaaAAA, paraaaAAA,me estás rompiendo el culo” chillaba de dolor.

Ahora Raúl estaba totalmente recostado encima mío y se movía despacio metiendo y sacando su polla por mi ano.

.-“Aguanta, ya verás cómo te gustará” me susurraba Raúl en la espalda. Yo me llevé las manos al culo con la intención de separar mis nalgas y facilitar la labor, para mi sorpresa pude notar un líquido que resbalaba por mis nalgas. Cuando me llevé la mano enfrente para ver de qué se trataba pude comprobar que estaba sangrando. El muy cerdo me había roto el culo. El destino quiso que para verme la mano con restos de mi propia sangre esta se interpusiera entre mis ojos y la foto de la mesilla de mi marido en la que sonreía. Ver a mi marido sonriente en la foto mientras comprobaba que me acababan de romper el culito por primera vez, provocó en mí un morbo como nunca antes. Lo cierto es que la idea de estar siendo enculada por un macho del calibre de Raúl en mi propia cama, con Roberto observándome desde su silla alentándonos, y mi marido sonriente, hizo que me relajase y comenzase a gozar. El dolor inicial poco a poco fue transformándose en placer. Me sentía sucia y eso me excitaba. En algunas ocasiones había tenido que masturbarme imaginando que tenía que prostituirme para sacar mi familia adelante y que mi cliente me trataba como basura. Me sentía como una puta y eso me estaba excitando. Enseguida pude notar por la respiración de Raúl que estaba a punto correrse. Sentí como su polla se contraía y sacudía en espasmos su semen en mi interior. Yo mientras no podía dejar de mirar la foto de mi marido en la mesilla. No podía dejar de pensar...

.-“Lo siento mucho maridito mío, pero me ha gustado que me reventasen el culo”. Una vez Raúl se hubo recuperado y salido de mi interior parece que Roberto había recuperado la forma contemplando la escena. Yo me di la vuelta tratando de recuperar la respiración boca arriba pues me era más fácil. Roberto tumbándose a mi lado y acariciando mis pechos me dijo:

.-“Has estado espectacular, no sabes cómo me ha puesto ver cómo te follaba mi amigo por el culo. Menudo pedazo de puta estas echa.”

.-“Roberto quiero que me folles, necesito sentirte muy dentro, lo deseo” le gemía yo mientras le agarraba la polla y comenzaba a meneársela. Ahora fue Raúl quien apurando el champagne que quedaba se sentaba en el sillón dispuesto a contemplar la escena.

.-“Tranquila Sandra ,que pienso follarte como nunca te la han metido” y mientras decía esto frotaba guiado por su mano la punta de su polla por mi clítoris. Yo hacía intención de meterme el pene de Roberto, pero él lo evitaba tratando de prolongar el roce de su miembro sobre mi clítoris.

.-“Por favor, fóllame ya, te lo suplico” le gemía desesperada.

.-“Pídemelo otra vez” me decía al tiempo que evitaba la penetración y se concentraba en frotar mi clítoris y abrir mis labios vaginales.

.-“Por favor, fóllame, fóllame, necesito sentirte dentro”. Yo estaba completamente desesperada. Roberto se incorporó y se puso encima mío en la postura misionero. Cogió su polla con la mano y poco a poco fue introduciéndola en mi interior.

.-“Oooh, sí, me gusta, me gusta” gritaba yo. Me apartó los pelos de la cara con ambas manos para poder contemplar mi rostro de mujer en celo. Me miraba fijamente a los ojos. Yo no podía evitar dejar de animarlo a que se moviera más deprisa, su ritmo algo lento para mi necesidad me desesperaba. Rodeé su cintura con mis piernas facilitando su penetración, y golpeando con mis talones en su culo lo animaba a moverse.

.-“Oooh, si vamos, muévete, más deprisa, muévete”. Pero Roberto estaba decido a prolongar más la situación y disfrutar de su tiempo. Se incorporó agarrándome del culo y obligándome a apoyar mis pies sobre sus hombros. Ahora se deleitaba observando el vaivén de mis pechos a sus embestidas. Yo tuve cruzar los brazos por debajo de mis pechos para que estos no me hiciesen daño.



.-“Qué tetas más ricas tienes” me decía.

.-“¿Te gustan?” le provocaba yo.

.-“Me encantan como rebotan” decía.

.-“Pues si te gustan dejaré que te corras en ellas ¿Quieres?” le sonreía. Traté de provocarlo e incitarlo aún más.

.-“¿Por qué no me comes las tetas? Eh, cabrón. ¿te gustaría comerme los pechos?” y nada más pronunciar esto me abrió de piernas y se recostó sobre mí lamiéndome los pezones.

.-“Que ricas y blanditas están” me dijo. Me chupaba y besaba por todo el escote.

.-“Vamos cabrón, cómemelas, cómemelas” le insultaba yo. Podía notar todo su peso encima de mi cuerpo. Me estrujaba y amasaba los pechos con fuerza hasta casi hacerme daño, y sin embargo se movía más lento de lo que yo necesitaba. En un descuido suyo logré voltearlo y sentarme a horcajadas encima de él. Ahora era yo quien tenía el control. Con mis manos sobre su pecho comencé a cabalgarlo como una loca, mis pechos se bamboleaban de un lado para otro, Roberto no dejaba de mirarlos.

.-“¿te gusta?, ¿te gusta cómo te follo?, eehh Roberto” le incitaba. Con mis ojos clavados en la cara de placer de Roberto no me di cuenta que Raúl se había situado en la cama detrás de mí. Me percate de ello cuando recogiendo mi pelo en una coleta me agarró por el cabello. El ritmo se detuvo, me obligo a recostarme situando mis pechos a la altura de la boca de Roberto y dándome una cachetada en el culo le dijo a su amigo Roberto:

.-“Tu fóllatela y cómele las tetas que yo me quedo con su culito” y dicho esto me introdujo un dedo en el ano.

.-“Hay, ¿pero qué vas a hacer?, ¡¡¡¡imbécil!!” le espeté yo.

.-“Tú que crees, Sandra, anda relájate que esto sólo te pasará una vez en la vida” y dicho esto escupió sobre mi culito tratando de lubrificarlo. Me hizo sentir sucia, yo me giré como pude para contemplar la escena. Estaba a punto de ser penetrada por dos hombres a la vez, y yo suplicaba en silencio con la mirada para que aquello no me doliese. Pude observar como agarraba su miembro con la mano libre que no me sujetaba del pelo y guiaba su polla hasta mi ano. Volvió a escupir cuando la punta de su polla contactó con el anillo de mi esfínter. Se detuvo unos momentos, ambos queríamos retener aquel instante en nuestra mente, luego empujó sin compasión hasta introducirme toda su polla en mi interior. Un grito desgarrador salió de mi garganta, pero fue acallado porque Roberto me tapó la boca con la suya, todo mi grito, toda la descarga de mi dolor consistía en poder gritar, y toda esa fuerza se perdía en la garganta de Roberto. Una vez cedió el dolor inicial pude notar ambas pollas dentro de mí, es más, diría que ambas pollas se podían rozar a través de las paredes de mis entrañas. Fue Raúl el primero en moverse adelante y atrás. Todos los demás dependimos ahora de su ritmo. Una vez superado el shock inicial de ser doblemente penetrada pude relajarme, los dos miembros ya estaban moviéndose en mi interior, y estimulaban tantos puntos a la vez de mi cuerpo, que me fue imposible no empezar a gozar de la situación. Parecía que me fuesen a partir en dos.

De nuevo me fijé en la foto de mi sonriente marido sobre la mesilla. Pobrecito si él supiera. Ahora sí que no podía aguantar, gemía y gemía de gusto. Mis grititos se ahogaban en la boca de Roberto que se esforzaba por comerme toda la boca, mis resoplidos parecían excitarlo de sobremanera. Mientras Raúl no paraba de decir barbaridades.

.-“Menuda puta tenemos ensartada esta vez, eh Roberto”. Raúl no dejada en darme cachetadas en el culo.

.-“Caray, parece que se le vaya a salir el alma por la boca de los gritos que pega esta zorra”. Yo estaba a punto de correrme.

.-“Uuuhmm” sólo podía ahogar mis gemidos en la boca de Roberto.

.-“Que buena está esta pedazo de puta. No me canso de azotarte en este culo tan rico que tienes.” Decía Raúl. Pude notar los espasmos de Roberto en mi vagina, se estaba corriendo y podía notar los espasmos de su miembro en mi interior, una oleada de líquido caliente escurría en mi interior. Roberto se había corrido. El sólo pensar que se había corrido en mi interior me hizo alcanzar el orgasmo más intenso que he tenido en mi vida. Esta vez me agitaba y convulsionaba de tal forma que Roberto no pudo retenerme con su boca.

.-“Oooh, siih, siiih, siiiiiiiiih, que gustoooOh!!” Mi forma de moverme y de chillar terminó por excitar a Raúl el cual se corrió en el interior de mi culo.

Continuamos follando toda la noche, recuerdo que me sentí como una mujer completamente utilizada al antojo de esos dos hombres. Hice cosas que nunca pensé que haría, pero sobretodo, disfruté como una cerda de sexo, sexo y más sexo.

Desperté al día siguiente cuando escuché a mi marido y a mi hijo abrir la puerta. Yo todavía estaba desnuda encima la cama. Mi hijo corrió a darme dos besos y acto seguido marchó a jugar con sus cosas. Mi marido me preguntó algo sorprendido:

.-¿Qué haces desnuda en la cama?”

.-“No sé, no recuerdo, bebí tanto que se me olvidaría ponerme el camisón. ¿Puedes prepararme un café?, por favor”. En cuanto salió de la habitación me apresuré a ventilar el cuarto y eliminar cualquier pista de la orgía que había tenido la noche anterior. Nunca más volvimos a hablar del tema, pese a que en varias ocasiones en conversaciones posteriores con las amigas, quedó de manifiesto que abandoné el local mucho antes que ellas.

Besos,

Sandra.

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