domingo, 4 de marzo de 2018

Vacaciones



Que me quedara en paro no quería decir que renunciase a unos pequeños días de vacaciones. Vale que no fueran unas vacaciones idílicas, pero al menos descansaría por unos días de fregar, cocinar, lavar y limpiar. Mis padres me habían ofrecido pasar unos días con ellos en el apartamento que habían alquilado para sus vacaciones en la playa. Mi madre lo había planeado todo para que las fechas coincidieran justo cuando mi esposo debía cerrar inventario en su empresa.

.-“Mamá, no quiero molestaros, bastante hacéis cuidando del niño durante todo el año, os merecéis unas vacaciones” le dije con falsa modestia por mi parte cuando me lo propuso.

.-“Hija, tú y el chico no estorbáis nunca, además… no quiero estar sola con tu padre quince días. No sabría qué hacer con él todo el día merodeando por el apartamento, así al menos se bajará a la playa con el niño”, trató de convencerme poniendo a papá por excusa.

.-“Oh, mamá no sabes cuánto te lo agradezco, me apetecía salir unos días de la ciudad, y la playa me vendrá estupendamente bien para descansar” la dije abrazándola.

.-“No se hable más” dijo mi madre dando el asunto por zanjado.

Para los que no me conozcan decir que me llamo Sandra, tengo treinta y dos años, estoy casada desde hace varios años con mi marido con el que tengo un hijo maravilloso.

Como habrás podido comprobar prefiero mantener cierto anonimato, ¿es más excitante así, no crees?. Piensa que podría ser tu vecina, o tu compañera de trabajo, la mamá de algún compañero de tus hijos, o esa mujer con la que te cruzas todos los días.




Pero a lo que vamos…

Llegó la fecha señalada, mis padres habían salido unos días antes con su nieto, así podría acudir yo con el coche llena de bártulos. Ya sabéis las bicis, cuna de viaje, hinchables, palas y rastrillos para la arena, y un montón de cacharros más. Tuve tiempo de preparar la casa y la despensa para que mi marido pudiera quedarse de “rodríguez” esos días. Hubiera pagado por ver cómo se las apañaba sin mí. Desde luego que yo pensaba desconectar y descansar.

El sitio era totalmente desconocido para mí, pero enseguida pude comprobar que el pueblo constaba de dos grandes playas, a las que acudía todo el mundo y que estaban bastante atestadas de gente, y que a lo largo del litoral, entre caminos de tierra sin asfaltar se accedían también a otras playas más tipo calitas y ese rollo. Se respiraba otro ambiente en esas playas, al ser algo más inaccesibles estaban menos concurridas.




A mí me gustaban más este tipo de playitas. Con la excusa de dar un paseo en bici, dejaba a mis padres con el niño, y cada mañana trataba de descubrir alguna cala nueva. Por eso, y porque me apetecía hacer top less al tomar el sol, y siempre me ha dado algo de vergüenza practicarlo delante de mi padre.




Después de varios días probando por diferentes sitios, decidí repetir en una pequeña cala rodeada por rocas a ambos lados. Para acceder a ella debían andarse unos metros entre árboles y algo de maleza, aunque por un sendero bien definido que permitía dejar la bici casi a pie de playa atada a algún árbol. El resto de personas que accedían a ella dejaban el coche en un pequeña explanada algo más arriba y andaban como todos algunos metros entre la naturaleza.




El caso es que las veces que estuve bañándome y tomando el sol había bastante sitio entre los presentes, como para poder tumbarte a tomar el sol libre de miradas indiscretas. Prácticamente desde que estaba casada que no practicaba top less, pues siempre me cortaba de practicarlo con mi familia delante, sobre todo por los comentarios arcaicos de mi marido y sus machistas reprimendas.

Pero en esos días, no sé por qué, me sentía con ganas de recuperar parte de mi libertad, reencontrarme conmigo misma, de librarme de las ataduras como madre y esposa, y tratar de disfrutar al máximo de unas pequeñas vacaciones, y porque no reconocerlo buscar algún aliciente picantillo. Por supuesto sin llegar a mayores. Esto es, alguna chispa a mi aburrida vida sexual, como sorprender a alguien mirándome, rechazar algún ligue, y cosas por el estilo que siempre te reconfortan la moral, y te dan en que pensar en los ratos más íntimos.

He de reconocer que a veces me sentía un poco egoísta cargando a mi madre con mis responsabilidades, aunque bueno, por unos días, no creo que le importase.

Recuerdo que aquella mañana llevaba un rato ya tumbada al sol leyendo y soñando con la lectura de mi libro preferido, cuando un par de muchachos bastante más jóvenes que yo se situaron cerca de mí. Levanté la vista y miré a ambos lados de la playa para comprobar que a esas alturas de la mañana era la única chica solitaria en la cala. Un grupo de niñas, una familia, algún abuelete, otros grupos de chicos y algunos pocos más presentes. Después de observarlos caí en la cuenta, qué mejor sitio por parte de aquellos dos adolescentes para situar sus toallas al lado de una mujer solitaria enseñando los pechos.

Me hizo gracia al principio ver como se codeaban y miraban hacia mi posición. Si bien no se parecían en nada a cuanto hubiera imaginado en un principio que me podía pasar decidí jugar con ellos un poco. Pude observarlos mirándolos por encima de mi libro y oculta tras mis gafas de sol. Pensé que debieron confundir mi edad y considerarme más joven de lo que soy. Me agradó la idea. ¿A quién no le gusta que la vean a una más joven de lo que es?.

Mis temores se hicieron realidad y enseguida trataron de llamar mi atención haciéndose los gallitos. Yo los miraba siguiéndoles el juego de las miraditas. En cierto modo me sentía como cuando tonteaba de adolescente.

Se pusieron a jugar a la pelota en la orilla del mar justo enfrente mío. En el espacio entre mi toalla y la arena, un espacio entorno a diez o quince metros calculo yo. Por su griterío enseguida advertí que no eran de la zona, tenían un acento algo raro, en esos momentos no sabría precisar. Pude entenderles algo así como que estaban hablando de sus ídolos de fútbol. Hasta que aburrida de su comportamiento tan infantil decidí tumbarme boca abajo aguándoles la fiesta y continuar leyendo el libro.

Interrumpí mi lectura cuando noté el contacto de una pelota en mis pies, y escuché unas risas provenientes de los adolescentes. Me volteé para comprobar cómo se acercaba a recoger el balón uno de los muchachos.

.-“Lo siento” dijo en un buen español aunque con cierto acento extranjero muy dulce, y mientras se agachaba a recoger la pelota, no apartaba la vista de mis pechos.

He de reconocer que en cierto modo me encantaba ser el centro de atención de esos dos jóvenes. Dejé de leer el libro para observarlos. Ellos continuaban jugando al balón en la orilla. Me pregunté su edad, deduje que justo tendrían los dieciocho años o alguno más, si es que los tenían. También me pregunté qué hacían allí, solos. Mejor dicho, tan jóvenes y solos.

Ambos se percataron de que los estaba mirando de nuevo esta vez descaradamente, no tenía puestas las gafas de sol y era evidente que los contemplaba absorta en mis pensamientos. Se lanzaban miradas cómplices entre ellos, mientras hacían gestos en clara alusión a mis pechos.

No sé, me hizo gracia que les gustase mi cuerpo, y sobretodo que babeasen por mis pechos. Desde la lactancia de mi hijo siempre he procurado cuidármelos y mantenerlos esbeltos. Me alegro por que tanto esfuerzo, y tanto gasto en cremas no hubiese sido para nada. Me sentí reconfortada. Además, aquellos dos chavales podían haberse fijado en las adolescentes del otro extremo de la playa, y sin embargo fui yo quien llamó su atención.

.-“Eso es” pensé para mi “por qué no llamar más su atención”. Quise comprobar más de cerca sus miradas clavadas en mi cuerpo. Hacía calor, así que me levanté de la toalla y decidí darme un baño pasando intencionadamente entre ellos, justo por en medio del sitio en el que jugaban a pasarse la pelota.

El balón chocó conmigo al pasar en dirección al mar, lo que terminó por clavar aún más sus miradas en mi cuerpo. Una vez en la orilla, y para su deleite, simulé un par de veces que el agua estaba algo fría para mí al contacto de las olas, lo que produjo que mis pechos botasen sobre mi torso e inevitablemente ambos chiquillos se llevasen la mano a su entrepierna tratando de impedir que se les notase su erección.


“Pero mira que eres mala” pensé esbozando una maliciosa sonrisa en mi rostro mientras me zambullía en el mar. El agua calmó también un poco mis ánimos. Me sentó bien nadar. Pude notar cómo se relajaban mis músculos. Como digo me sentó muy bien ese baño, pues mi mente comenzaba a imaginar lo que no debía.

Al salir del agua en dirección hacia mis cosas, pude comprobar que los chicos se habían tumbado boca abajo sobre sus toallas.

.-“Oh que pena” pensé mientras me preguntaba cómo podía continuar jugando con esos chiquillos.

Lo tuve claro al llegar a la toalla, debía ponerme la protección solar perdida por el baño. Así que decidí darles un espectáculo que nunca olvidarían. Me gustó exhibirme ante esos chicos, me extendía la crema por mi cuerpo todo lo sexy y sensual que se me ocurría. En especial cuando tocaba acariciarme los pechos. Ellos por su parte lo observaban todo tumbados todo el rato boca abajo en sus toallas.



“Pobrecillos, con la facilidad de su edad, deben de tener una erección que no les permite ponerse boca arriba” pensaba mientras me daba la crema.


El caso es que había llegado el momento en el que el espectáculo debía terminar, y recogiendo la crema en mi bolsa me tumbé boca abajo en la toalla. Mis pensamientos derivaron en otros aspectos, y con la facilidad que me caracteriza me quedé medio adormilada tumbada en la arena tomando el sol.

La voz de uno de ellos me despertó de mi ensoñación. Se trataba sin duda del más atrevido de los dos. Estaba en cuclillas justo enfrente mío.

.- “Excuse me, ¿podría indicarme dónde puedo comprar eso?” pronunció con un inconfundible acento en inglés señalando mi bote de protección solar que asomaba entre las cosas de mi bolsa.

.-“Oh, esto” dije cogiendo mi bote de crema “en cualquier supermercado” le informé sin entender al principio a que se refería. Lo cierto es que me pilló fuera de juego y algo sorprendida por su presencia.

.-“¿Cuánto puede costar?” me preguntó con cara de no haberse puesto protección solar en su vida. Me pareció una estrategia muy ruin para tratar de entablar conversación conmigo, pero me alegré por su descaro. Al menos había sido lo suficientemente valiente como para tratar de coquetear. Algo que muchos hombres de pelo en pecho no se atreven.

.-“Pues no sé, unos diez euros” dije algo desconcertada aún por su presencia y su descaro.

.-“¿Puedo comprártelo a ti?” insistió preguntándome. Me fijé entonces es sus hombros enrojecidos por el sol. No pude evitar reírme interiormente. “Mira que son tontitos estos guiris” me reí al observar que se estaban quemando. Aunque en cierto modo me dio pena el muchacho.

.-“Esta crema es mía, pero no te preocupes. Anda gírate, que te pondré crema en los hombros, estas empezando a quemarte” dije en tono maternalista y siguiéndole el rollo al muchacho.

El chaval no se creía su suerte cuando se sentó en la arena enfrente de mí y pudo comprobar cómo vertía crema sobre su hombro y comenzaba a extendérsela por su espalda.

A mí me llamo la atención su piel, blanquecina, sin apenas manchas. Un tacto suave, sin pelo por su cuerpo, una dermis joven, sin arrugas, tersa, … era todo tan distinto a lo que estaba acostumbrada.

Podía notar en mis manos el calor que desprendía su cuerpo. Se notaba que la crema aliviaba el enrojecimiento y calmaba el fuego que comenzaba a adquirir su piel.

Hice gestos a su amigo para que viniese también a ponerse crema. Nos observaba desde su posición envidiando la suerte de su amigo y con cara de perrillo abandonado. Este se acercó al ver mi gesto con las dos toallas en su mano, y acomodó una justa al lado de la mía tumbándose sobre ella para que le diera la crema.

Me hizo gracia su desvergüenza. Su cuerpo era mucho más musculoso que el de su amigo. Me agradó acariciarlo mientras le extendía la crema tumbado boca abajo.

.-“¿Puedo preguntarte cómo te llamas?” me preguntó el chico al que ya había dado la crema y que observaba como extendía el protector solar sobre el cuerpo de su amigo.

.-“Mi nombre es Sandra” le dije, al tiempo que forcé un poco la posición para darle dos besos. Como el muchacho se encontraba al otro lado de su amigo que continuaba tumbado en la toalla, al reclinarme para tratar de intercambiar los dos besos de presentación, sin querer y por descuido, mis pechos rozaron la espalda del chico que yacía boca abajo en medio de ambos, y que se incorporó de golpe sobre sus hombros al notar nuestro particular contacto.

.-“Yo soy Marc, y este es Peter” y acto seguido dijo “hemos venido desde Belfast a pasar unos días. Queremos aprender español. ¿Te importa si nosotros podemos a hablar un rato contigo?” me preguntó al tiempo que su amigo Peter esperaba a que terminase de hablar, para intercambiar muy sonriente tras nuestro pequeño contacto los dos besos conmigo.

Yo no supe que decir, no me esperaba que tratasen de entablar tanta conversación o amistad. ¿Acaso pretendían ligar conmigo?. ¿O era verdad que tan sólo querían hablar y aprender el idioma?. En cualquier caso quise salir de la duda que asaltaba mi mente desde que los vi.

.-“Parecéis muy jóvenes, ¿qué años tenéis?” les pregunté muerta de curiosidad.

.-“Oahu, yo acabo de cumplir los dieciocho,” me dijo Marc “en cambio Peter tiene veinte” dijo el más dialogante de ellos.

.-“¿Y habéis venido solos?” quise saber para saciar mi curiosidad.

.-“Yes of course, este viaje es nuestro regalo por haber sacado buenas notas” respondió con su particular acento y entusiasmado por haber alcanzado sus objetivos.

.-“¿Qué años tienes tú?” preguntó Peter el más cercano a mi posición y con quien se produjo el roce de mis pechos en su espalda.

.-“¿No te han dicho que es de mala educación preguntar los años a una dama?” le dije burlándome por su atrevimiento. El muchacho puso cara de pena al ver que había metido la pata. Quise quitarle hierro al asunto.

.-“Tranquilo no me importa decirlo. Tengo treinta y dos años” dije para su desconcierto. Ambos se miraron sorprendidos por mi respuesta. Lo que me certificó que definitivamente habían calculado mal mi edad.

.-“Pues no los aparentas” dijo Marc, sincerándose.

.-“Gracias chicos. Eso es muy halagador” les dije realmente agradecida al realzar mi autoestima.

.-“What a wonder breast have this woman!!” le dijo Peter a Marc pensando que yo no los entendía. Me hice la tonta por su comentario, he de reconocer que me sentí nuevamente halagada, y continúe mi conversación con Marc al que si parecía interesarle hablar en español.

Así estuvimos charlando un rato más. Me informaron que era la primera vez que salían de la isla, y que siempre habían soñado con venir a España. Por eso sus padres les pagaban el viaje y la estancia. Luego me informó que habían reservado por internet un apartamento en el pueblo, me invitó a verlo. Le dije que era muy amable, pero que no creía que volviésemos a coincidir. Me preguntó también que podía hacerse aparte de ir a la playa en el pueblo, y tuve que responderle que aparte de visitar tiendas y comer, poco más podía hacerse en aquella pequeña localidad.

En todo el rato que estuvimos conversando no apartaban la vista de mis pechos ni un solo momento. Luego estuvimos hablando de la sangría, la paella, y otros tópicos, hasta que vi el reloj y decidí que había llegado la hora de marchar. Muy a su pesar me despedí de ellos.


Al llegar al apartamento alquilado por mis padres tuve que darme una ducha especialmente fría para relajarme. He de reconocer que me encontraba algo aturdida por lo sucedido. En cierto modo estaba excitada por que unos niñatos adolescentes habían tratado de ligar conmigo. Eso es algo que no ocurre todos los días.

Me sentí igual que cuando de chiquilla regresaba a casa de mis padres de madrugada, tratando de ocultar lo que había bebido o fumado, y de que no preguntasen por lo que había sucedido durante la noche. Desde que me emancipé de casa que prácticamente no le ocultaba nada a mis padres, y sin embargo, esta vez, al igual que de adolescente, no me apetecía hablar del asunto cuando me preguntaron qué tal el día en la playa.

A la mañana siguiente decidí acudir de nuevo a la misma cala. Recuerdo cuando elegí el bikini que pensaba en la posibilidad de reencontrarme de nuevo con los muchachos de ayer. Dudé sobre el conjunto que ponerme, y todo porque había un modelo de bikini cuya braguita era un minúsculo triangulo. Cuando me lo regalaron mis amigas, nunca pensé siquiera en la posibilidad de ponérmelo, mucho menos delante de mi esposo o de mi padre. Era demasiado atrevido para lo que venía acostumbrada últimamente. Sin embargo esa mañana tenía ganas de atreverme conmigo misma y de ponérmelo. He de reconocer que estaba nerviosa al decidirme.

“Seguro que se hacen unas pajillas si me ven con este conjunto” pensé para mí mientras me miraba en el espejo. Por un momento me gustó imaginar a esos dos chiquillos machacándosela pensando en mí, “pobrecillos a su edad es inevitable” continuaba imaginando.

Al final me lo puse, salí del cuarto con las mallas de ciclista que ocultaban la prenda ante los ojos de mis padres, y de nuevo con la excusa de ir en bici me dirigí rumbo a la cala. Estaba nerviosa, al igual que una adolescente que le oculta la ropa a sus padres.

Una vez llegué a la playa no vi a los chicos del día anterior. Me llevé algo de decepción. Así que me da crema bronceadora y me tumbé a tomar el sol y esperar.

Pensé que ya nos lo vería, y he de reconocer que me sentía algo ridícula en top less y con medio culo al aire, mientras otros hombres que no eran los que esperaba me miraban con deseo en la playa pero sin atreverse a decirme nada.

En eso que llevaba un rato medio dormida tumbada boca abajo, cuando la voz de uno de los muchachos me sorprendió a mi lado.

.-“Hola Sandra, qué alegría volver a verte” me dijo Marc, como siempre el más hablador.

.-“Lo mismo digo chicos” dije tratando de ser amable, incorporándome sobre los codos para saludarlos.

.-“¿Podemos tumbarnos contigo?” preguntó de nuevo Marc mientras extendía su toalla junto a la mía antes incluso de que le respondiera.

.-“Si, claro, ¿por qué no?” dije resignada una vez comprobaba que el chico ya estaba tumbado sobre su toalla a mi lado.

.-“Normalmente solemos venir temprano pero hoy nos hemos entretenido, siguiendo tu consejo hemos ido a comprar crema para protegernos” dijo sacando un bote de crema hidratante para mi asombro.

.-“¿Y piensas protegerte del sol con eso?” le pregunté conteniéndome la risa.

.-“Si, ¿por qué?” preguntó temeroso de haber metido la pata.

.-“Por qué eso es crema hidratante” le dije riéndome por la situación.

.-“¿No sirve entonces, no?” me preguntó estupefacto por su torpeza.

.-“Me temo que no” le dije ya riéndome a carcajada delante de sus narices.

Peter que había permanecido callado hasta ese momento, le dio un par de codazos a su compañero, y en evidente estado de enfado le dijo:

.-“I told you. Now, we will have to return for buy the damn cream, and miss see this chick's tits, (para los que no saben inglés, viene a decir algo así como: Te lo dije. Ahora tendremos que regresar a comprar la maldita crema y nos perderemos las tetas de esta tía)”. Murmuró con su compañero pensando que yo no los entendía.

Me hizo gracia su comentario y su sinceridad. Decidí darles una alegría.

.-“Anda quitaos las camisetas y tumbaos, os daré un poco de mi crema” dije terminando de incorporarme para tratar de extender la crema por sus espaldas.

Ambos se miraron no dando crédito a lo que acababan de escuchar. El primero en quitarse la camiseta y tumbarse boca abajo sobre su toalla fue el propio Marc. Al estar a mi lado, me acomodé de rodillas junto a él, en esa posición mi culete descansaba sobre los talones de mis pies, facilitando que pudiera verter la protección sobre sus hombros y comenzar a extender la crema por su espalda.

Me llamó de nuevo la atención el tacto de su piel, era suave, apenas tenía ningún pelo por su cuerpo. Eso sí, tenía muchas pecas que decoraban su cuerpo. Me entretuve un rato, el suficiente para comprobar que su amigo Peter se ponía algo nervioso. Quise comprobar la reacción de ambos extendiendo crema a Marc por la parte posterior de sus piernas. El chaval no podía aguantar sonreírse lascivamente con su compañero, cuando mis manos subían extendiendo la crema, por la cara interna de sus muslos muy cerca ya de sus partes. Incluso llegué a introducir varias veces mis manos por debajo de la tela de su bermuda provocando las contenidas risitas. Peter lo observaba con envidia. Debo reconocer que me gustó recrearme en ello, por unos momentos me gustó provocar a esos dos chiquillos.

.-“Te toca” dije señalando a Peter para desconsuelo de Marc, que veía como terminaba su turno.

Ahora era Peter quien me esperaba tumbado boca abajo. Enseguida pude comprobar que estaba mucho más fuerte que su amigo. Marcaba músculos incluso en la espalda, se notaba que Peter se machacaba en el gimnasio. Quise recompensarlo por su larga espera, y de paso disfrutar yo misma de acariciar un cuerpo tan joven y fuerte. No todos los días se tiene la oportunidad de acariciar unos músculos como esos.

Para sorpresa de Peter me senté a horcajadas sobre su espalda, prácticamente estábamos sentados culo con culo. El chaval no pudo evitar poner cara de alucinado al comprobar su suerte. La suave piel de mis nalgas, cubiertas únicamente por el tanga, entró inevitablemente en contacto con la de su espalda. Incluso a mí me produjeron sensaciones contradictorias el roce de nuestros cuerpos.

Desde luego se trataba de un cuerpo muy bien cuidado, pero lo que más me llamó la atención cuando mis manos recorrían esa espalda era que apenas había pecas en su piel. Era una piel blanquecina en la que no se apreciaba ni una sola mancha. Pero lo que más me gustó sin duda fue apurar mis caricias hasta el límite del elástico de su bañador. Era una piel tan suave…

Llegó el momento de darle crema por sus piernas. Me deslicé hasta sentarme sobre sus talones. Siempre sin perder el contacto entre nuestras pieles. Siempre tengo la piel del culete algo más fresa que el resto de cuerpo, pero en esos momentos hasta esa zona tan delicada de mi cuerpo echaba fuego. Enseguida pude darme cuenta de que el chaval tenía una erección que trataba de disimular avergonzado.

La primera vez que mis manos subieron por sus muslos, hasta alcanzar el límite de su bañador, pude notar como sus glúteos se tensaban tratando de contener sus reacciones. Me gustó jugar con aquel muchacho, que aunque parecía tan fiero, tan machito, tan seguro de sí mismo, estaba completamente rendido a mis caricias.

Al igual que hice con su amigo, quise introducir mis manos incluso por debajo de la tela de sus bermudas, comprobando como el muchacho se tensaba nervioso por mis caricias.

He de reconocer que me puse algo calentita con el jueguecito y los toqueteos. Ahora era yo quien quería ser acariciada. Así que mientras me levantaba para tumbarme de nuevo sobre mi toalla. Les dije:

.-“Creo que yo también necesito algo más de protección. ¿Por qué no me extendéis crema vosotros?” pronuncié sonriéndoles maliciosamente tumbada ya boca abajo sobre mi toalla. Ambos muchachos se miraban embobados como si no entendieran lo que acababan de escuchar. Los dos contemplaban atónitos lo bien que me sentaba la braguita del bikini, y pude sentir sus miradas clavadas en mi culo. Tuve que entregarles prácticamente el bote de crema en sus manos para que entendiesen lo que les estaba diciendo.

.-“Mientras uno me da crema por la espalda el otro puede hacerlo por las piernas”, dije mientras me acomodaba definitivamente sobre la arena dispuesta a disfrutar el masaje a cuatro manos.

Se pusieron uno a cada lado y comenzaron a darme crema. Al principio he de reconocer que me hizo gracia comprobar cómo vertían goterones de crema sobre mi piel, que luego les costaba extender. Marc se ocupó de mi espalda, y Peter de mis piernas. Podía apreciar cómo les temblaban las manos. Luego fueron relajándose y yo con ellos. Poco a poco las caricias de Marc comenzaron a ser algo más osadas, y en su recorrido por extender la crema, sus manos se deslizaban desde mi espalda hasta mi torso, por los laterales y las costillas, hasta justo debajo de los sobacos, acariciando de pasada la piel visible de mis pechos que yacían aplastados sobre la toalla.

Peter, por su parte, al ver las atrevidas maniobras de su amigo también se atrevió a avanzar en sus caricias. Sus manos se deslizaban por el lateral de mis piernas hasta alcanzar el elástico de mi braguita. Me sorprendió cuando de repente me sobó el culo a dos manos y con total descaro, con el pretexto de extenderme la crema por la parte que no cubría la tela de mi bikini.

.-“Uuuhhhmmm” no pude evitar gemir al notar las manos de Peter comprobar la suavidad de la piel de mis nalgas. “Lo estáis haciendo muy bien, chicos. Seguid así”. Quise provocarles aún más para mi propia satisfacción, pues nunca me habían dado un masaje como ese.

Confieso que me hubiese dejado manosear ahí mismo en medio de la playa de no ser porque el espectáculo comenzaba a ser escandaloso. Muy a mi pesar debía parar aquello.

.-“Bueno chicos, ya está bien, creo que tengo suficiente crema en mi cuerpo como para pasar dos veranos” dije provocando unas risas nerviosas de mis acompañantes. Y les hice indicaciones para que se tumbasen conmigo a tomar el sol.

Los chavales obedecieron sin chistar a mi propuesta, creo que porque necesitaban estar un rato boca abajo, con el silencio y el calor de la mañana, fuimos cayendo todos en un estado de somnolencia y de modorra.

Cuando desperté mi espalda quemaba de calor, y supuse que también la de los chavales.

.-“Hey chicos, creo que es hora de tomar un baño” dije incorporándome de mi toalla en dirección al agua. Por supuesto me incorporé sin el top y con la minúscula braguita. Me sentía prácticamente en bolas pavoneándome medio desnuda ante los chicos, y eso me gustó. De hecho caminé moviendo el culete y provocándoles.

.-“¿No queréis bañaros?” les provocaba con mi actitud de niña mala.

Una vez alcancé la orilla y el agua mojó mis pies, me pareció que estaba fría, muy fría, y me costó introducirme.

.-“Aaaah” chillé al notar que alguien me salpicaba por la espalda. Eran Peter y Marc que trataban de jugar a salpicarnos.

.-“No, parad, el agua está muy fría” les supliqué tratando de evitar que me salpicasen. Pero cada vez que saltaba tratando de esquivar las olas y sus chapoteos, mis pechos botaban para mayor espectáculo de ambos. Fue Peter, el más fortote y bruto, quien me agarró por la cintura y a modo de placaje me zambulló por completo en el agua.

Yo traté de devolverle la maniobra, me agarré a él por la cintura y traté de zambullirlo en el agua, pero estaba claro que el chaval estaba bastante cachas y me era imposible. Lo único que conseguí fue restregar mis pechos sobre su torso tratando de hacerle la aguadilla, y era evidente que el muchacho lo estaba disfrutando.

Su compañero Marc quiso participar en el juego, y me cogió por la espalda para separarme de su amigo, y a traición me hizo él la aguadilla que no pude hacer yo a su colega. En la maniobra aprovechó para tocarme el culo con la excusa del forcejeo.

El caso es que estuvimos un rato luchando y empujándonos en el agua con la excusa de hacernos aguadillas, momentos que los chavales aprovecharon para tocarme y meterme mano por todas partes.

Yo también aprovechaba para tocarles y meterles mano. ¿Qué os creíais?. Entre otras cosas, me llamó la atención comprobar el tamaño de los atributos de Peter, parecía estar bastante bien dotado, aunque tampoco pude comprobarlo todo lo bien que me hubiese gustado.

Desde luego me comportaba como una chiquilla, era como si de repente hubiese rejuvenecido diez años. Era como regresar a mi adolescencia.

En el momento en el que pude comprobar que ambos estaban empalmados, decidí darme por rendida y poner fin a la contienda saliendo del mar. De seguirme los chicos hasta la orilla podría apreciar sus erecciones bajo los bañadores. Pero a mi pesar, ambos se quedaron en el agua mientras yo les daba la espalda en dirección a las toallas.

Me dio tiempo a secarme antes de que ellos saliesen del agua. Pude ver el reloj y comprobar que el tiempo había pasado deprisa, debía regresar con mis padres. Cuando al fin regresaron, la despedida se hizo un poco brusca por las prisas. Seguramente pensaron que yo tendría remordimientos por cuanto acababa de pasar en el agua. Nada más lejos de la realidad, lo había disfrutado y mucho. El caso es que para su consuelo y el mío quedamos en vernos al día siguiente.

Dios mío, no podría describir mis sensaciones mientras pedaleaba en dirección al apartamento alquilado de mis padres. Estaba calentita, y mi mente no dejaba de recordar los toqueteos y caricias con los muchachos. Tuve que encerrarme en el baño nada más llegar. Necesitaba una ducha bien fría, pero nada más introducirme bajo el agua mis pechos reaccionaron erizándose por la temperatura. Estaban especialmente sensibles. No pude evitar acariciarme los pechos, necesitaba relajar la tensión y el nerviosismo acumulado. Mis manos se deslizaron inevitablemente hasta mi pubis. Comencé a acariciarme, primero con la excusa de enjabonarme mis partes, luego con la intención de introducirme algún dedito yo misma.


Recuerdo que por primera vez visioné fruto de mi imaginación los cuerpos desnudos de Marc y Peter acariciándome, fruto de mi fantasía. Luego me imaginé sus pollas erectas rozándose con mi cuerpo mientras jugábamos en el agua.

.-“Uuuuhm” tuve que ahogar mis gemidos al penetrarme yo misma con los dedos en la ducha. Apunté el chorro del agua hacia mi clítoris, estaba próxima al orgasmo. Mi mente estaba del todo fuera de control cuando unos nudillos golpearon en la puerta…

.-“¿Hija, estas bien?” preguntó del otro lado de la puerta mi padre.

.-“Si, ¿porqué?” pregunté alertada interrumpiendo repentinamente mi orgasmo.

.-“Llevas mucho tiempo encerrada en el baño, y estamos esperándote todos para comer” dijo mi padre totalmente ajeno a lo que ocurría al otro lado de la puerta.

.-“Ahora salgo” dije dando por interrumpida mi particular sesión de ducha. Comprobé como algunas cosas no habían cambiado pese al paso de los años. Juro que durante esos días de vacaciones con mis padres tuve la extraña sensación de volver a ser una chiquilla.

Al día siguiente salió un poco nublado. Lo que no logró que desistiese de acercarme en bici hasta la cala donde debía encontrarme con mis jóvenes admiradores.

Cuando llegué ya estaban tumbados en la arena. Me hicieron señales nada más verme para que me acercase hasta donde estaban ellos.

.-“¡Qué mala suerte!” dijo Marc, como siempre el más hablador.

.-“¿Porqué?” pregunté sin saber a qué se refería.

.-“Hoy que tenemos crema solar no hace sol” dijo provocando las risas de todos mientras me enseñaba el bote de protección que habían comprado.

.-“Tienes razón” dije mientras me acomodaba boca abajo en la toalla al lado de Marc.

Recuerdo que estuvimos durante un tiempo tumbados todos en la toalla hablando de cosas triviales. La temperatura era agradable, aunque amenazaba lluvia por momentos. Desde luego no apetecía bañarse y poco a poco el resto de bañistas iban abandonando la playa temerosos de que comenzase a llover.

En efecto, al poco rato comenzaron a caer unas gotas. Entre que recogimos y nos despedimos muy a nuestro pesar, transcurrió el tiempo suficiente como para que dé ligeras gotas, pasase a llover en toda regla.

Yo todavía debía regresar a casa en bici, inevitablemente me estaba mojando. Recuerdo que traté de ponerme en marcha a toda prisa, y que estaba pedaleando por el camino de regreso al apartamento de mis padres cuando una furgoneta me adelantó entre pitidos y se paró unos metros más adelante.

Cuando llegué a su altura pude comprobar que se trataban de Marc y Peter. Por su edad, nunca pensé que hubieran venido en vehículo, daba por hecho que se movían en bici o moto. Me alegró comprobar que habían alquilado una furgoneta.

.-“Será mejor que metas la bici atrás y subas, te vas a mojar muchísimo” dijo con mucho acierto Marc mientras me ayudaba a meter la bici en la parte posterior de la furgoneta, y me abría la puerta caballerosamente para que subiese con ellos.

Mi camiseta ya estaba empapada cuando me senté en medio de los dos. A través de la tela se apreciaban mis pezones erizados debido al frío.

.-“¿Dónde te llevamos?” preguntó como siempre Marc.

Realmente no sabía cómo se llamaba la calle en la que estaba alquilado el apartamento de mis padres, y traté de hacérselo entender con explicaciones.

.-“Es pronto, nosotros estamos en una casita aquí cerca, ¿por qué no vienes y te secas hasta que pase la lluvia?” preguntó Marc con todo el descaro del mundo mientras su amigo abría unos ojos como platos.

.-“¿Por qué no?. Estoy empapada” pronuncié comprobando que no dejaban de mirarme los pezones que se trasparentaban a través de la camiseta mojada.

Llegamos hasta su casa. Lo cierto es que los chavales habían alquilado un dúplex adosado, que estaba bastante bien. Se notaba que provenían de familias pudientes. Una vez dentro, y para mi asombro estaba todo bastante ordenado.

Nada más llegar me indicaron que había dos baños, uno arriba y otro en la planta de abajo, aunque insistieron porque emplease el de la planta de arriba, según ellos era el más grande y yo era su invitada. Les pregunté dónde podía secar la ropa y enseguida me indicaron que el casero sólo les había dejado un convector en la planta de abajo, en el salón de la casa.

Subí al baño de arriba y me da una ducha calentita para entrar en calor y templar el cuerpo. Recuerdo que al acabar, envolví mi cuerpo en una toalla de baño grande y mi pelo en otra toalla, y bajé al convector del salón a tender mi ropa para que se secase.

Al pasar por la puerta del baño de abajo, esta estaba abierta de par en par. En esos momentos Peter salía de la ducha totalmente desnudo. No pude evitar fijarme en su cuerpo musculado, aunque en ese primer momento no presté mucha atención temerosa de que pudiera verme.

Fue al tender mi ropa en el convector cuando pude observarlo detenidamente, comprobando que el muchacho no se había percatado de mi presencia en el salón. Yo podía observarlo perfectamente. Estaba de espaldas a mi posición secándose el cuerpo con una toalla. Me llamó la atención su culete blanco y reluciente, así como una espalda fuerte en la que se marcaban sus músculos. Cuando se agachaba para secarse los pies podía ver sus atributos colgando entre sus piernas. En un principio me pareció algo gracioso y ridícula su posición, pero luego advertí que el chaval estaba ciertamente muy bien dotado. En esa posición los cojones le alcanzaban hasta casi la rodilla. Incluso deje de tender mi ropa para contemplarlo y fijarme en el detalle.

De repente me percaté que Marc llevaba un tiempo observándome a mí desde la puerta de la cocina también en la planta de abajo. La cazadora había sido cazada. Nada más darme cuenta de ello reanudé mi labor de tender la ropa sobre el convector tratando de disimular. Sin la menor duda de que Marc me había sorprendido observando a su amigo.

Se sonrío al verme, y yo me puse colorada de vergüenza. Sabía que había estado espiando a su compatriota. Al parecer él ya se había duchado y había ido a la nevera por varias cervezas.

.-“Peter, do you want a beer?” preguntó Marc a voz en grito, como si yo no estuviera presente en la sala.

.-“Oh yes” gritó también Peter quien se había puesto tan solo un slip de leopardo y salió del baño en busca de su cerveza.

Fue ahora Peter quien se sorprendió al verme en el salón. Por unos momentos se preguntó si lo había podido ver desnudo en el baño. Menos mal que alcanzó la cerveza que le traía su amigo y le dio un trago que le hizo olvidarse de todas sus dudas.

Marc me ofreció la tercera cerveza que llevaba en sus manos. Me llamó la atención la marca de la cerveza: Mackeson XXX, o algo así. Desde luego no la había visto en mi vida, y no me sonaba que pudiera comprarse en España. Nada más probarla supe que me traería problemas, era endiabladamente fuerte, y pegaba bastante. Para colmo la cerveza no es una bebida que mi cuerpo tolere especialmente bien.

.-“Cheers” dijo Peter aún en calzoncillos invitándonos al resto a brindar con él.

.-“Cheers” dijo Marc chocando su cerveza con la de Peter y con la mía, solo que cuando le tocó el turno de brindar conmigo golpeó mi botellín en el cuello de la botella, provocando que subiera la espuma y desbordase por todas partes.

No me quedó más remedio que introducir el cuello del botellín en mi boca y chupar para que no se saliese la espuma pringando todo el suelo. Los chavales se codearon al verme introduciéndome todo el vidrio en la boca para evitar que la espuma desbordase por mis labios. Desde luego que me imagino en lo que estaban pensando, y quise regocijarme en la escena, así que saqué mi lengua y recorrí de abajo arriba el cuello del botellín por la parte que más desbordaba la espuma, simulando lo que simulaba, y todos estáis pensando al leer esto. Eso es, una felación al botellín.

Los chavales abrieron unos ojos como platos. Yo por mi parte me fijé en un equipo de música que había junto a la tele en uno de los muebles principales.

.-“¿Porqué no pones un poco de música?” les pregunté a ambos dando por terminado el espectáculo. Enseguida Marc se apresuró a poner música en la radio. Yo mirando a Peter le dije:

.-“Será mejor que te pongas algo más de ropa” le dije riéndome de sus ridículos slips con motivos de leopardo, pero sin apartar la vista de su paquete.

.-“¿Qué pasa no te gustan?” Preguntó Peter mostrando orgulloso su slip ante mis risas.

.-“No están mal, pero hace algo de fresco y podrías enfriarte” le dije esta vez recuperando el tono maternalista. El chaval hizo caso y se retiró al piso de arriba a ponerse un pantalón corto y una camiseta.

.-“Tú también deberías ponerte algo, podrías coger algo de frio” me dijo Marc que no había dejado de observarme envuelta en la toalla todo el rato desde que puso la música.

.-“Ohps, tienes razón, pero…no llevo nada más de ropa en mi mochila” dije dando a entender que tendría que esperar con las toallas puestas a que se secase mi ropa.

:-“Puedo dejarte algo de ropa si quieres” me dijo Marc tramándose algo.

Yo dudé, su sonrisa maliciosa no me hacía presagiar nada bueno, y sin embargo, no sé por qué acepté su propuesta. Tal vez porque quería averiguar que se traía entre manos.

.-“¿Por qué no?” dije, y luego le pregunté, ¿qué puedo ponerme?”.

.-“Arriba en mi habitación está mi ropa en el armario, coge lo que quieras. Es la primera a la derecha según subes las escaleras. Yo mientras prepararé algo de picar” dijo dejando su cerveza sobre una mesita en el centro de la habitación y dirigiéndose hacia la cocina.

Yo subí a su cuarto tal y como me indicó. Me sorprendió al abrir su armario que este estaba bastante limpio y ordenado. Se notaba que Marc era un tipo metódico y algo maniático. No supe que elegir, no sabía por qué decidirme. Me desnudé para probarme una camiseta de algodón, pensando que podría servirme a modo de vestido, pero me estaba corta y dejaba al aire mi culete. Probé con otra que parecía algo más larga, pero al igual que la anterior dejaba mis nalgas al descubierto. La tiré también junto a la anterior sobre la cama a mi espalda. Me quedé un tiempo desnuda frente al armario tratando de averiguar que podía ponerme de entre toda aquella ropa.

Ahora fue Peter quien al dirigirse hacia las escaleras advirtió presencia en el cuarto de Marc y se asomó por la puerta pensando que era su amigo para decirle no sé qué cosa. Pero se sorprendió al verme totalmente desnuda frente al armario de su colega tratando de elegir el que ponerme. Yo también me sorprendí de su presencia, y enseguida traté de cubrirme de nuevo con la toalla que yacía sobre la cama junto a las otras prendas, pero sin duda me demoré el tiempo suficiente como para que Peter pudiera fijarse en mi depilado pubis, del que no apartaba la vista ni un segundo.

.-“Ohps, l´m sorry” dijo ciertamente avergonzado por mi mirada recriminatoria y huyendo por la puerta.

Yo me quedé por unos instantes tratando de asimilar lo ocurrido. Aquel chaval me acababa de ver desnuda por completo. Incluso caí en la cuenta de que se había fijado en mi pubis. Francamente me costó reaccionar. Hasta que pude reírme de la situación.

“¿Qué es lo que estaba pasando?” me pregunté tratando de encontrar una respuesta razonable a esa extraña situación. Tuve que reconocer que todo aquello resultaba un tanto raro y estrambótico.

“¿Qué hacía yo allí, en aquella casa acompañada de dos chiquillos irlandeses, más salidos que un ocho, y babeando por mi cuerpo” me pregunté en un momento de lucidez. “¿Qué hacía yo allí?” se repetía una y otra vez en mi mente frente a aquel armario.

Al final llegué a la conclusión que todo había surgido porque me gustaba eso mismo precisamente, que babeasen por mi cuerpo, me había gustado exhibirme ante ellos porque me gustaba el modo descarado en el que admiraban mi cuerpo, cosa que hacía mucho tiempo que no me sucedía, y eso de alguna manera me gustaba. Sí, me gustaba sentirme deseada, ¿a qué mujer no le gusta sentirse admirada y deseada?. Así que decidí continuar con lo que me había llevado hasta allí, debía elegir cuidadosamente la ropa que escoger del armario de Marc.

Vislumbré una camiseta de esas de baloncesto tipo NBA, que desde luego debía venirle grande al muchacho. Me la probé por encima y efectivamente me cubría a modo de vestido, incluso me llegaba a media muslo cubriendo mis piernas cuan minifalda. El único problema es que el escote era más que generoso, sin duda al agacharme enseñaría mis pechos. Además, por los laterales apenas lograba cubrirlos.

“Pero… ¿acaso no te han visto ya los pechos en la playa?” me pregunté mientras me miraba en el espejo de la puerta del armario “¿pues qué más da?” me dije decidida al salir con la camiseta puesta.

Cuando bajé las escaleras únicamente con la camiseta de Marc a modo de vestido, ambos se quedaron con la boca abierta nada más verme. Estaban sentados juntos en el sillón del salón picando unos snacks y bebiendo sus cervezas, cuando casi se atragantan al verme bajar por las escaleras.

Seguramente Peter le estaba contando lo sucedido a Marc, pues lo sorprendí haciendo gestos a su amigo con las manos en su pubis. Me acerqué hacia ellos caminando cuan modelo por la pasarela, hasta alcanzar el sofá en el que estaban sentados, y plantándome en medio de ambos les indiqué que me hicieran un sitio en medio del sillón.

Tomé mi cerveza y alcancé la bolsa de patatas fritas.”Chips” ponía en la bolsa, y cogiendo una de las patatas me la llevé a la boca.

Lo cierto es que eran crujientes y sabrosas, aunque algo saladas, por lo que con la sed me bebí la cerveza deprisa.

.-“¿De qué estabais hablando?” les pregunté tratando de incorporarme a la conversación que tenían antes de mi llegada.

.-“Oh nada” dijo Marc como siempre el más hablador “nos preguntábamos como hacer una paella” pronunció tratando de disimular que los había sorprendido hablando de mí.

Yo también disimulé y les indiqué como debían prepararla. Que si las hay de marisco o de carne, lo que debía llevar cada una y sobretodo el cuidado que debían tener con los tiempos del arroz. Eso era fundamental e indispensable.

.-“Tal vez puedas quedarte y prepararnos una buena paella tu misma” me interrumpió ahora Peter más atrevido.

Yo me quedé sorprendida por su comentario. No me lo esperaba de él.

.-“Eso es” insistió Marc entusiasta con la idea “¿Por qué no te quedas a comer con nosotros?” terminó por preguntar directamente.

Yo los miré al uno y al otro a cada lado de donde estaba sentada. Adiviné por sus inocentes caritas angelicales que se traían algo entre manos. Sabía que intentarían algo a lo largo de la tarde. Me demoré en responderles el tiempo suficiente como para evidenciar mis temores. Puede que fuesen jóvenes, pero no tenían ni un pelo de tontos. A pesar de todo acepté. Yo también tenía ganas de prolongar aquella situación.

.-“¿Por qué no?” dije, y acto seguido me incorporé en dirección a la cocina, “vamos a preparar esa paella” dije con la clara intención de preparar el plato.

Una vez en la cocina tanto Peter como Marc hicieron de pinches, seguían todas mis instrucciones. Me hizo gracia ver cómo les ordenaba algo y ellos obedecían entusiasmados. Que si trae esto, trae lo otro, dónde está esto, dónde está lo otro, prepara el caldo, echa el arroz…etc. Ni que decir tiene que mientras cocinaba y estábamos en la cocina no parábamos de abrir y beber cerveza.

.-“¿Cuál de estos vinos puede acompañar bien la paella?” me preguntó Marc durante el transcurso de la preparación. Pude ver que se acercaba con una caja de cartón de esas de doce unidades, y un surtido de botellas en su interior, entre otras un rosado de Ochoa que me encanta, y un par de vinos blancos de aguja que también podían acompañar bien. El resto eran tintos de Rioja, Ribera y Toro, cuyo marinaje no me parecía tan correcto. Así que les propuse de poner las botellas señaladas a enfriar en la nevera.

El caso es que enseguida estuvo preparada la paella. Mientras yo daba los últimos toques ellos prepararon la mesa. En apenas unos minutos estábamos los tres sentados en la mesa.

“No es por nada pero la paella te ha salido estupenda” comentaron tanto Peter como Marc en varias ocasiones mientras la degustaban y repetían sin mesura. Yo apenas la probaba viéndolos disfrutar comiendo. Lo que provocó que casi me bebiese yo sola la primera botella de vino. La del Ochoa rosado. Estaba fresquito, y además me encanta ese vino. Fue casi al repetir plato por parte de los muchachos cuando abrimos la segunda botella de vino. Un Blanc Pescador también fresquito. Debo reconocer que esta segunda botella si cayó repartida entre los tres, pero les llevaba una de ventaja.

Fue Marc quien con prácticamente en los postres, repartió entre los tres lo poco que quedaba del blanco de aguja, y se empeñó en abrir la tercera botella: un Bach, semidulce. A mí también me gusta especialmente este vino, y sin querer me rellené la botella en más ocasiones que mis comensales. Por lo que al terminar la comida reconozco que estaba algo entonada y mareada.

Tomé consciencia de mi estado cuando me levanté a recoger la mesa y llevar los platos del salón a la cocina. Quise terminar cuanto antes pues incluso llegué a tropezarme torpemente un par de veces y a poco rompo algún plato. Traté de disimular mi estado lo mejor que pude, pero creo que Peter se dio cuenta.

Corrí a sentarme en el sillón en cuanto pude a la menor escusa con la intención de echarme una pequeña siesta. En esos momentos ya era consciente de mi estado. Los chicos terminaron de recoger la cocina amablemente y se sentaron uno a uno a cada lado en el sillón. Ellos no dormían siesta y no tenían intención de dejarme dormir.

Fuera todavía llovía.

.-“¿Por qué no jugamos a algo?” sugirió Marc.

.-“¿Cómo qué?” preguntó Peter.

.-“Tenemos cartas, un ajedrez, un bingo, ah y el monopoly” exclamó de nuevo Marc.

.-“¿Tú qué prefieres?” me preguntó Peter.

.-“No sé me da igual” pero luego pensé “el monopoly puede estar bien” respondí tratando de evitar jugar a las cartas.

.-“Lo bajo enseguida” dijo Marc risueño por retenerme por más tiempo en su casa.

Mientras, su compañero y yo despejamos las mesita baja de centro de los restos de snacks y de bártulos, y distribuimos los puestos de tal forma que yo quedaba sentada en el sillón, Marc cuando bajase se quedaría a mi lado y Peter optó por sentarse en el suelo justo enfrente mío.

Cuando Marc bajó con el monopoly en sus manos me quedé de piedra al comprobar que se trataba de la versión Star Wars. “Si lo viese mi marido” pensé nada más comprobar que ambos eran unos incondicionales de la guerra las galaxias al igual que mi esposo.

Lo cierto es que destapé la caja con cierta curiosidad por ver como era el tablero. A decir verdad estaba chulo.

.-“¿Cómo se juega?” pregunté mientras los chicos se acomodaban en sus asientos dispuestos a comenzar la partida.

.-“Básicamente es igual que el monopoly normal” dijo Marc entusiasmado con la idea de jugar y al ver que yo mostraba interés. “como ves la moneda es el crédito republicano, y están las tarjetas de los Jedi y los Sith” hizo una breve pausa para continuar explicándose, “en vez de hoteles y casas se construyen asentamientos, por lo demás el juego es igual” terminó por expresarse

.-“¿Y esto?” pregunté señalando la casilla en la que estaba representado un destructor imperial.

.-“Oh, esa casilla es equivalente a las del ferrocarril, compañía de aguas y todas esas que suele haber” dijo tratando de aclarar mi pregunta.

Por supuesto elegí la figurilla metálica que representaba a la Princesa Leia. Peter escogió jugar con Darth Vader y Marc lo hizo con Luke Skywalker. Tiramos los dados, Marc fue el que mayor puntuación sacó de los tres, así que salió primero y además le tocó ser la banca. Siguiendo a las agujas del reloj luego tiraba yo y por último Peter que se había acomodado en el suelo.

El caso es que tras algunas tiradas Marc había acumulado la mayoría de propiedades al salir el primero y tener la suerte de ir cayendo de tarjeta en tarjeta, pero enseguida se quedó sin liquidez. Peter al ser el último no había podido comprar muchas propiedades, pero en cambio tuvo la suerte de adquirir tanto el Senado de Coruscant como el templo Jedi en apenas tres vueltas. Decir que estas dos propiedades son las que habitualmente vienen marcadas en azul oscuro, al final del recorrido y que son las más caras. Yo en cambio me hice con el popurrí de tarjetas que me dejaban.

Ya sabéis que estas partidas se alargan en el tiempo, y el caso es que tirada tras tirada la tarde fue transcurriendo, entre dados, risas, comentarios, intercambio de créditos y tarjetas, y sobretodo miradas indiscretas cada vez que me descuidaba con la camiseta puesta.

A eso de media tarde uno de los chicos abrió una botella de cava. Yo que todavía no me había recuperado del vino de la comida, y encima tenía sed, bebí algo deprisa. Supongo que a razón de un sorbo entre tirada y tirada animada por el hecho de que no me iba nada mal en el juego.

Llegó un momento clave de la tarde en la que Peter tuvo la mala racha de caer dados tras dados en propiedades tanto de Marc como mías, y se quedó literalmente sin dinero efectivo. Con tal mala suerte que en su siguiente tirada cayó en la casilla de Naboo que era mía. El pobre no tenía nada nada de efectivo y ya había hipotecado prácticamente todas sus propiedades, por lo que el pago de los doscientos ochenta créditos que suponía su caída lo dejaban fuera de la partida.

A mí me dio cierta pena que se acabara el juego para él, y por consiguiente para todos. No quería irme de allí, estaba a gusto con los dos chavales jugando y riendo. Además, entonada como estaba y con ganas de ver su musculado cuerpo de adolescente le dije:

.-“Te perdono la deuda a cambio de tu camiseta” pronuncié para sorpresa de ambos que se quedaron notablemente asombrados de mi propuesta.

Peter no dudó ni un momento al escuchar mis palabras, y enseguida se desprendió de su prenda y se quedó con el torso desnudo para deleite de mis ojos. Nuestras miradas se intercambiaron por unos instantes pícaramente. A mí me gustó mirarlo y a él que lo mirase. Incluso tuve que mojarme un par de veces los labios con la lengua resecos de la tensión.

Reanudamos la partida, tiró Marc y tiré yo sin que pasase nada reseñable, lo malo que a la siguiente tirada de Peter cayó en la casilla de Alderaan, que era de su amigo Marc, y tampoco podía hacer frente al pago. Ambos me miraron para que propusiese una solución.

.-“Yo te doy quinientos créditos para que le pagues a tu amigo y te sobra algo para seguir jugando si me das tu bañador” le propuse a Peter tendiendo de forma tentadora un billete de quinientos créditos hacia su posición.

Peter me miró en medio de un silencio inquietante que yo no entendía. Se levantó al tiempo que notaba cierta tensión en su mirada, y para mi asombro se quito el bañador sin llevar ninguna otra prenda debajo. Mostrando ante mi mirada de sorpresa un pene, que aunque flácido en esos momentos, ya estaba bastante bien de dimensiones. Vamos que el chaval estaba bien dotado. Pero sin duda alguna lo que más llamó mi atención, es que apenas algo de bello cubría su miembro. Os podéis imaginar la situación: risas nerviosas, miraditas, comentarios…etc.

Continuamos la partida como si nada. Sin querer yo misma había destapado la caja de pandora. Desde ese momento hubo una conjura entre ambos por tratar de arruinarme. Yo no podía evitar fijarme de vez en cuando en el cuerpo desnudo de aquel portento de muchacho y en su miembro. Para colmo Peter había adquirido cierto roll exhibicionista y mostraba orgulloso sus atributos ante mis miradas furtivas. Me ruborizaba cada vez que me sorprendía observándolo y ahogaba mis pensamientos en el cava que Marc me rellenaba una y otra vez. El juego ya estaba claro a esas alturas, el monopoly era la excusa.

Pasó lo que tenía que pasar. Al final fui yo quien se fue quedando sin liquidez, y fue Marc quien se apresuró a decir una vez comprobamos que caía en su casilla:

.-“Te perdono la deuda si te quitas la camiseta” dijo con las mismas palabras con las que yo antes se lo propuse a su amigo. Como si fuera lo más normal del mundo.

.-“Pero no llevo nada debajo” traté de mostrar ciertas reticencias, aunque tirada a tirada todos sabíamos que tarde o temprano pasaría esto. La verdad yo creí que nunca pasaría, que lograría salir airosa. Pero lo que realmente ocurría es que yo no pensaba con claridad, y de eso se aprovecharon.

.-“Tampoco Peter y le has hecho desnudarse” argumentó Marc a su favor observando mi reacción.

.- “Ya, pero yo no sabía que no llevaba nada debajo” traté de poner objeciones.

.- “Pues bien que no te ha importado que se desnudase” concluyó delatándome en mis miradas a su amigo. “Además…, te toca pagar” dijo como retándome a cumplir con mi parte del juego.

Si hay algo que no soporto es que me desafíen. Yo los miré sopesando la posibilidad de dar por concluida la partida y marcharme de allí. Ya había tenido suficientes cosas en las que pensar cuando estuviese sola. Pero no sé por qué, sin pensarlo y envalentonada como estaba, me decidí a seguir con el juego. Quise ver sus caras al desnudarme delante de ellos. Seguro que nunca habían visto a una chica siquiera desnuda. Así que accedí a continuar la partida. Ya había desnudado a Peter, y me propuse desnudar también a Marc por su actitud chulesca, aunque eso conllevase a desnudarme yo también.

Supongo que el vino y el cava no ayudaban a razonar coherentemente, pero ya metidos en situación me importaba todo bien poco. Me habían visto los pechos y el culo, me habían manoseado a su antojo jugando en el agua, ahora pretendían que me desnudase ante ellos, pues bien… ¿por qué no?.

.- “Esta bien” dije envalentonada por la mezcla entre cerveza, vino y cava que llevaba en mi cuerpo. Y ante la atenta mirada de ambos muchachos me incorporé del sillón y deje caer la camiseta por los pies, desnudándome por completo ante la complaciente mirada de mis compañeros de juego.


No se atrevieron a pronunciar palabra, simplemente me miraban y miraban alternando su vista entre mis pechos, mi culo, y mi pubis rasurado. La tensión se podía cortar con un cuchillo en medio del silencio que se hizo. A todos nos costó continuar con el juego y las tiradas.

La mala suerte quiso que Peter cayese de nuevo en una de mis casillas sin dinero, y de nuevo quedaba fuera de la partida. Hubiese preferido que me hubiese dado algo de dinero para seguir jugando, pero el chaval tampoco lo tenía. Tampoco tenía ninguna prenda que darme. Ambos se miraban expectantes a mi reacción al ver su fatídica caída en mi casilla.

Yo en esos momentos estaba envalentonada por la situación y me gustó saber que Peter iba a acceder a cuento le pidiese. Si hay algo que deseaba en esos momentos era ver el cuerpo joven y musculado de ese muchacho sometido a mis caprichos. Así que sopesando llevar a cabo el cómo dar solución a la partida, le propuse que me hiciese un masaje en los píes para compensar la deuda.

Peter se mostró un poco reticente al principio pero lo hizo. Además lo hizo bastante bien masajeándome la planta de los pies con mucho mimo y cuidado.

.-“Uhmmm, que rico” gemía burlándome del pobre muchacho. Y Mientras Peter me daba el masaje le indiqué a su amigo a que preparase unos buenos gin tonics con su ginebra importada de Londres para continuar la partida.

Imaginaos como debía sentirme, nuestros dos cuerpos desnudos mientras el muchacho me masajeaba la planta del pie. Yo sentada en el sillón y él en el suelo. Mirándonos fijamente el uno al otro, aumentando nuestro deseo. A esas alturas era evidente que nos teníamos ganas el uno al otro.

Disfruté de lo lindo de mi masaje en los pies. Hasta que al fin regreso Marc con los gin tonics y reanudamos la partida. Tras un par de rondas sin incidentes, pero en las que debí afrontar varios pagos que me dejaron sin efectivo, caí en una de las casillas de Marc, el suertudo.

Ahora era a mí a la que le tocaría pagar con una acción a Marc, el único que tenía dinero en efectivo a esas alturas de la partida. Por unos momentos temí que se propasase en su petición y pensé en tener que salir de allí. Pero no fue así, Marc era un chico listo y sabía aprovechar muy bien sus oportunidades.

.-“Quiero besarte” escuché para mayor de mi sorpresa.

Yo lo miré atónita por su petición. Para nada me resultó violenta en esos momentos. Vamos, que me había hecho a la idea de que me pidiese que se la chupase o alguna burrada por el estilo que no estaba dispuesta a acometer, y sin embargo solo me pedía un tímido beso.

Lo miré detenidamente, el chaval estaba totalmente compungido por lo que acababa de decir, era como si estuviese avergonzado por pedírmelo y a la vez inquieto y nervioso por mi respuesta. Pensé que un inocente pico no haría mal a nadie y acepté.

.-“Esta bien, ven” dije haciéndole señales con las manos para que se sentase a mi lado.

Marc se sentó justo a mi lado y antes de que yo pudiera reaccionar me pasó una de sus manos por detrás de mi nuca, y me proporcionó de forma inesperada para mí un auténtico muerdo en toda la boca. Incluso llegó a introducirme su lengua tanto como pudo tratando de rebuscar en cada rincón de mi boca.

.-“¿Pero qué haces?” me aparté enseguida en cuanto adiviné sus intenciones. Me pilló totalmente desprevenida, yo me imaginaba un pico y me estaba dando un francés en toda regla.

.-“Besarte” dijo desilusionado por mi reacción.

.-“¿Habíamos quedado en un beso y no en un muerdo?” le recriminé por su osadía.

.-“Pues eso, un beso” repitió él sin querer entender la diferencia que trataba de explicarle.

.-“No es lo mismo” traté de hacerle entender, pero antes incluso de que llegase a terminar la frase Marc me rodeó de nuevo con su brazo y me propinó otro beso en la boca. Forzó mis labios con su lengua y la introdujo rebuscado en cada hueco de mi cavidad.


Yo estaba sorprendida, pero lo cierto es que era la primera vez en mucho tiempo que me besaba en los labios otra persona que no fuera mi marido y mis piernas comenzaron a temblar. Ofrecí un poco de resistencia al principio, lo justo para hacerme la decente ante aquellos dos muchachos. Pero lo cierto es que el chaval besaba bastante bien, o al menos eso me lo parecía. Cerré los ojos abandonada a las sensaciones que la lengua de Marc producía en mi boca. Un cosquilleo inexplicable recorría mi cuerpo de la emoción. Era como si de nuevo me besaran por primera vez. Al menos las sensaciones eran las mismas. Recordé los tiempos de adolescente en los que cada fin de semana regresaba a casa de mis padres después de magrearme con algún imberbe de mí edad por entonces. ¡Qué tiempos aquellos!.

Por eso me dejé llevar por el beso de Marc, y poco a poco nos enzarzamos en una pelea lingual por demostrarle el uno al otro quien besaba mejor. Así estuvimos besándonos como tres o cuatro minutos sin apenas interrupciones para respirar, los pocos instantes en que abría los ojos era para cruzar mi vista con la atenta mirada de su amigo Peter, el cual nos observaba al tiempo que comenzaba a acariciarse él mismo con una mano.

Hablando de manos, pude sentir como Marc dejaba caer su otra mano sobre mi pierna mientras nos besábamos. Al principio solo la dejó descansando a medio muslo, por lo que no me importó sentir su tacto en mi piel, pero con el paso del tiempo y el juego de nuestras lenguas en la boca, comenzó a acariciarme de arriba abajo y de abajo arriba siempre por el lado interno de mis piernas. Creo que comencé a humedecerme en ese mismo momento.

En cada maniobra ascendía un poco más con sus manos, hasta que en una de las veces llegó a rozar casi con el pulgar mis labios vaginales. Yo cerré mis piernas atrapando su mano entre mis muslos y deteniendo su avance. Marc entendió mi reticencia a dejarme acariciar en esa zona tan delicada y regresó a manosearme alrededor de la rodilla.

¡Madre mía!, pero que me estaba pasando. Me estaba volviendo loca, me estaba dejando besar y manosear por un adolescente pajillero que seguramente sería virgen aún. Y sin embargo resultaba todo tan placentero. No sólo para mi cuerpo, sino sobre todo en mi mente. Me lo estaba montando con un par de adolescentes de los que por poco no soy su madre. El estallido de sensaciones en mi cuerpo era indescriptible en esos momentos, por no decir el morbo que se desataba en mi mente.

De repente noté otra mano acariciando mi pecho. No podía ser de Marc, ya que una recorría mis piernas y la otra me sujetaba de la nuca, así que abrí los ojos para comprobar que quien me acariciaba de forma tan osada el pecho era nada más y nada menos que Peter, que se había sentado a mi izquierda en el sillón sin ni siquiera darme cuenta de su presencia. Peter estaba desnudo y lo que era todavía peor, ¡estaba empalmado como un burro sentado a mi lado!.

El hecho de que me estuviera acariciando los pechos a su antojo carecía totalmente de importancia para mí en esos momentos, toda mi mente era copada por la visión de su polla en erección.

No sé cómo describir ese momento. Por primera vez pude verlo completamente erecto. Me pareció un pene realmente hermoso. Diría que un poco más grande que el de mi marido, lo cual no es gran cosa. Pero si me llamó la atención su color blanquecino, poco que ver con el morenote característico de los españoles. Además estaba bien descapullada, con un color entre rojizo y morado que resaltaba entre el blanco de su piel.

No pude evitar extender mi mano buscando asir semejante falo que se mostraba insultante ante mis ojos. La cara de Peter fue todo un poema cuando rodeé su miembro entre mis dedos y comencé a masturbarlo lentamente al tiempo que me dejaba tocar.

.-“What a softer hand! “articuló entre suspiros de placer el muchacho tratando de provocar cierta envidia en su compañero.

Marc dejó de besarme para contemplar estupefacto como acariciaba a su amigo al tiempo que me dejaba manosear los pechos por él. No quiso ser menos y esta vez deslizó decidido su mano entre mis piernas hasta alcanzar mis labios más íntimos. Esta vez no opuse resistencia y me dejé acariciar, es más me abrí de piernas cuanto pude entregada al chaval para que hiciese lo que quisiese conmigo por ahí abajo. Yo ya estaba entregada, había superado ese punto de decencia en el que era imposible que me negara a nada. No podéis ni imaginar lo que sentía en esos momentos.

Marc me agarró de nuevo por la nuca, y de nuevo nos fundimos en un morreo apasionado mientras sus dedos hurgaban entre mis labios vaginales. Pudo comprobar que estaba empapada por ahí abajo. Además, el chaval tenía cierta destreza, se notaba que no era la primera vez que acariciaba a una chica en esa zona. Supo buscar mi clítoris y mover sus dedos.

.-“Uuummmmhh” entre los dos me arrancaron un gemido de placer que se escuchó por toda la casa. De haber vecinos seguro que lo escucharon también.

No sabría decir que me produjo más gozo en esos momentos si notar como Marc me introducía poco a poco uno de sus dedos en mi vagina, o los labios de Peter succionando ávidamente mi pecho más cercano a su posición.

A esas alturas yo ya estaba punto de explotar de placer, máxime cuando entre mis dedos podía sentir palpitar el miembro de Peter, al tiempo que Marc me machacaba el clítoris, y su amigo me babeaba los pechos. ¡Joder que gusto!.

Estaba necesitada de polla, polla y más polla, para nada me iba a conformar solo con acaricias de adolescentes. Llegados a ese punto quería ser penetrada por Peter, lo deseaba desde el primer momento en que lo vi desnudo, no sé, era como un instinto animal por el que me sentía atraída. Adoraba su polla y su cuerpo. De hecho era la primera vez en mi vida que experimentaba unas ganas locas por meterme una buena polla como esa en la boca. No era muy dada a practicar sexo oral con mi esposo, y sin embargo sentía la necesidad de saborear la polla de ese muchacho antes de follármelo. “Sí”, me dije a mi misma en esos momentos, “quiero follármelo”. No me lo pensé dos veces y me abalancé sobre Peter dispuesta a devorarle su miembro.

No me defraudó, olía bien, al jabón de la ducha a la mañana. Tan solo su prepucio ya llenaba mi boca, aun así quise jugar con mi lengua y los pliegues de su pellejo. Una vez estuvo bien ensalivadita quise degustarla de abajo arriba y de arriba abajo, acariciar sus pelotas y mirarlo desde mi posición. Quería disfrutar y retener en mi memoria ese pedazo de miembro al que luego dejaría que me penetrase.

Ahora estaba sentada en el sillón a cuatro patas, a lo perrito, en medio de los dos muchachos, devorando la polla de Peter, mientras Marc continuaba durante todo este rato jugando con sus dedos en mi vagina detrás mío.

Estaba tan ensimismada relamiendo el miembro de Peter que no me di cuenta del preciso momento en el que Marc dejó de penetrarme con sus dedos, se desnudó rápidamente a mi espalda, y se dispuso a penetrarme en la posición en la que estaba.

Lo advertí en el momento en el que pude notar el roce característico de sus partes restregándose entre mis muslos. El chaval trataba de guiar a una mano y con urgencia su capullo hasta la entrada de mi coñito para penetrarme sin permiso en esa posición.

Tuve que parar un segundo para mirarlo a los ojos y comprobar su desesperación al tratar de empujar por donde no era sin conseguir su objetivo. Me hizo gracia comprobar su necesidad. Como por acto reflejo cogí su miembro a una mano y yo misma lo orienté hasta la entrada de mi coñito. Antes de que pudiera decirle nada ya estaba empujando desesperado por metérmela.

.-“Aaaaahh” gemí con cada centímetro de su miembro que se abría camino en mi interior en el primer golpe. Fue en esos momentos cuando tomé verdadera consciencia de lo que había hecho sin querer. Marc me estaba follando sin haberlo pensado mucho. Pero ya estaba dentro. Yo me quedé en blanco por unos segundos sin saber cómo reaccionar.

En el segundo empujón ya pude notar sus huevos rozándose contra la piel de mis nalgas, por lo que deduje ya no había marcha atrás. Así que medio resignada a los acontecimientos decidí disfrutarlo y concentrarme de nuevo en saborear la polla de Peter, por la que empezaba a sentir verdadera adoración.

Me costaba jugar a mi antojo con el aparato de Peter en mi boca pues Marc me sacudía fuerte desde atrás agarrado con fuerza a mis caderas. De vez en cuando la polla de Peter me golpeaba en la campanilla llegándome a producir en ciertas ocasiones incluso arcadas.

Lo cierto es que era una experiencia única encontrarme en medio de aquellos dos muchachos saboreando una polla majestuosa, mientras el otro me follaba por detrás. “Me están follando” advertí en ese momento. “Me están follando y me está gustando”, pensaba, “me está follando un mierda crio y me gusta” se repetía una y otra vez en mi cabeza.

De repente todas las sensaciones de mi cuerpo se centraron en la polla de Marc que se movía dentro de mí a un ritmo frenético. Todo mi cuerpo estaba absorto en un solo punto.

.-“Uuummm” tuve que gemir en voz alta al experimentar la fricción a la que Marc estaba sometiendo mis paredes vaginales. Deduje que de seguir a ese ritmo pronto se correría.

.-“Suck it, bitch” pronunció Peter cuando advirtió que deje de comerle en nabo para concentrarme en mi propio placer.

.-“Ay , ay , ay , ay…” yo no podía evitar emitir grititos de placer en voz alta una y otra vez con cada embestida de Marc en mi coñito.

.-“Come on tart, suck my dick” dijo ahora Peter al tiempo que me agarraba la cabeza del pelo y me obligaba a tragarme su polla.

.-“Grrrr…, …grrr, ggrrgh” mis sonidos eran ahora totalmente guturales sometida a las necesidades de esos dos chicos, mientras yo luchaba por no ahogarme con la polla de Peter en mi boca, y buscar el aire que necesitaba para respirar.

Por unos momentos no estaba disfrutando de la situación. Peter me estaba reteniendo la cabeza en contra de mi voluntad. Menos mal que tras una docena de empentones por parte de Marc este se salía de mí y podía comprobar como salpicaba mi espalda con su esperma.

Agradecí que Marc no se corriese en mi interior y sobretodo que dejara de sujetarme de las caderas, porque pude aprovechar esta circunstancia para incorporarme de rodillas y librarme de la tortura bucal a la que me estaba sometiendo Peter.

.-“Oh my god” escuché que decía Marc a mi espalda al tiempo que me giraba para ver como exprimía su miembro y escurría sus últimas gotas de semen sobre mi culo.

.-“¿Ya?” le pregunté al chaval comprobando su cara de satisfacción.

.-“Oh, yes” pronunció él como lamentando que todo hubiese pasado tan deprisa.

.-“¿Entonces no te importará que me folle a tu amigo, verdad?” le pregunté mientras comprobaba como Peter abría unos ojos como platos.

.-“No, no que va” dijo su amigo como concediéndonos un ridículo permiso.

.-“Entonces…, es lo que pienso hacer” pronunciaba al tiempo que me sentaba a horcajadas sobre el regazo de Peter y me comía a mi yogurin con la mirada.

No sabría decir quién de los dos miraba con más ganas y deseo al otro. Si Peter a mí, o yo a Peter.

.-“¿Quieres follar?” le pregunté al chaval mientras acariciaba su polla y lo miraba a los ojos.

Como no me respondió tuve que preguntárselo de nuevo.

.-“Que pasa, ¿no quieres follar conmigo o qué?” le pregunté de nuevo al tiempo que sentada como estaba encima suyo, me refrotaba su polla por todo mi coño.

.-“Cla, claro” musitó como un tortolito, “lo…, lo que pasa es que soy virgen” dijo con la voz apagada y muerto de vergüenza.

Yo lo miré sorprendida a la vez que emocionada.

.-“Pues eso tenemos que arreglarlo, ¿no crees?” dije con voz de niña mala, y enderezando su polla hasta la entrada de mis labios vaginales. ”Tan solo tienes que pedírmelo” le susurré al oído al tiempo que le chupaba el lóbulo de la oreja.

.-“Ff, fff.., fuck me please” pronunció el chaval sin llegar a creerse su suerte.

Quise disfrutar ese momento. Estaba a punto de desvirgar a un muchacho y eso me producía especial emoción por lo que estaba a punto de suceder. No todos los días ocurre. Sabía que Peter nunca me olvidaría porque nunca se olvida una primera vez. Sabía que a partir de ese momento era mío para siempre. Así que me propuse le resultase maravilloso.

.-“Quiero que me mires” le dije temiendo que cerrase los ojos para acto seguido introducirme yo misma lo más lentamente que pude, la polla de ese chaval que apenas unos minutos antes estaba devorando. No dejé de mirarlo a los ojos en todo momento.

¡Menuda gozada!. Poco a poco fui deslizándome encima suyo disfrutando de la sensación, dejándome caer sobre ese miembro erecto y hermoso que se abría paso en mi interior, mientras la cara de mi amante me decía que él estaba tocando el cielo.

Desde luego que esa polla era mayor que la de su amigo, o al menos a mí me llenaba mucho más por dentro. Yo tampoco olvidaré esa sensación en mi vida, pues en cierto modo para mí también era una primera vez. La primera vez que podía sentir en mi cuerpo dos pollas diferentes en apenas unos minutos. “Oh my god” pensé yo misma riéndome de la situación.

Además era la primera vez en mucho tiempo que me follaba otra polla que no fuese la de mi marido, y no una, sino dos.

Una vez me la clavé hasta el fondo comencé a moverme adelante y atrás sobre su regazo. Lo hacía lentamente, despacio, disfrutando de cada sensación y del momento.

Peter me miraba a los ojos como en una nube. Estaba alucinando. Nunca imaginé que aquel niñato que parecía tan fiero al principio por sus músculos, fuese ahora un gatito mimoso y dulce sometido bajo el mando de mi cuerpo.

Sus manos permanecían quietas en mi cintura, se le notaba que no sabía todo lo que podía hacer con ellas. Así que le cogí sus dos manos y las aleccioné hasta mis pechos. Yo mientras no dejaba de moverme adelante y atrás sobre su regazo follándomelo al ritmo que yo marcaba.

.-“¿Te gustan?” le pregunté al tiempo que lo miraba a los ojos comprobando la cara de salido que ponía al estrujar mis senos.

.-“Wonderfull” pronunció con su peculiar acento al tiempo que comenzaba a jugar con mis pezones y la punta de sus dedos.

.-“Chúpamelas” le ordené casi al tiempo que me agarraba a él del cuello y lo aplastaba contra mis pechos.

No le quedó más remedio que obedecer mis órdenes y comenzó a babear mis pezones. Luego se dedicó a jugar con su lengua alrededor de uno de ellos, para después tililar su lengua aun lado y a otro de mi pezón provocándome un placer indescriptible.

.-“Joder siiih, me gusta, me gustaaah” comencé a gemir en voz alta sin disimular para nada el placer que estaba experimentando. Sin quererlo comencé a moverme más deprisa sobre la polla de Peter. Mi cuerpo comenzaba a tener urgencia. Buscaba mi propio orgasmo.

.-“¡Que polla chaval…, que polla te gastas…, me gustaaah…, me gusta…, eso es chaval fóllame…, fóllame…,” gritaba ya medio desesperada.

De repente pude sentir la mano de Marc en mi espalda. Lo cierto es que ni me había fijado en lo que hacía su amiguito durante todo este tiempo. Lo miré por un instante, lo justo para comprobar que se había sentado al lado nuestro y me acariciaba la espalda a una mano, mientras con la otra se masturbaba, tratando de que su polla alcanzase de nuevo todo su esplendor.

Yo quise darle a entender que ese era el momento de Peter y mío, que él ya había tenido lo suyo, traté de ignorarlo. Así que rodeando a Peter entre mis brazos me arqueé para besarlo en la boca. Era la primera vez en toda la tarde que me besaba con Peter y eso me gustó. Se le notaba más torpe moviendo su lengua en mi boca. Estaba como más pasivo, besaba peor, y eso me provocaba a mi mucho más morbo al degustar su virginidad.

.-“Uuuummmhh” entre los dos me arrancaron un sonoro gemido de placer que se ahogó en la boca de Peter. Pude notar un respingo en su polla el tragarse mis gemidos.

Las manos de Peter se aferraban a mis senos mientras Marc me acariciaba con su mano de un lado a otro por todo el culo. Y todo esto mientras el ritmo que imponía mi cuerpo sobre la polla de Peter era ya endiablador.

.-“Me corrrroh” grite aferrada al cuello del muchacho mientras notaba los primeros espasmos de mi cuerpo.

.-“Me muero de gusto” pronuncié antes de morder el hombro de Peter tratando de ahogar mis gemidos que eran ya evidentes por toda la casa. Mi cuerpo estaba a punto de estallar sacudiéndose sin control.

Peter se abalanzó sobre mis pechos para chuparlos desesperadamente, y sin poderlo evitar una descargar eléctrica recorrió de arriba abajo mi espina dorsal. Una sacudida de placer inundó mi cuerpo. Estaba a punto de estallar en un maravilloso orgasmo. Mi cuerpo se convulsionaba bajo la atenta mirada de esos dos muchachos.

.-“ I fear that this whore will leave you half ... and you will remain virgin (Me temo que esta zorra te va a dejar a mitad…, y seguirás siendo virgen)“ pronunció Marc medio burlándose de su amigo, al tiempo que el muy cabrón introducía la yema de unos de sus dedos en mi ano.

Todo aquello me produjo un morbo increíble, además de estimular mi cuerpo hasta límites increíbles y jamás experimentados.

.-“Ssssihh, me corrrooooh, ssiiiiih, oh my god, oh my god. siih…, siiiiiiih” grité definitivamente mientras mi cuerpo temblaba de placer sobre la polla del muchacho que permanecía dura para mayor disfrute de mi cuerpo. Tuve que agarrarme al cuello de Peter para no caerme. No lo pude evitar, me sobrevino un orgasmo maravilloso al que no estaba dispuesta a renunciar. Y en cierto modo me sentía culpable por no haber esperado a Peter. Me hubiera gustado corrernos los dos a la vez. Hubiera sido maravilloso, pero el sexo es lo que tiene.

Una vez me recuperé del orgasmo advertí que los dos muchachos me estaban observando. Marc con una sonrisa satírica en su rostro En cambio Peter me miraba con cara de perrillo abandonado. Preguntándome con la mirada qué es lo que iba a pasar ahora.

Yo podía notar su miembro todavía duro en mi interior. Así que sin mucho más preámbulo comencé a moverme de nuevo.

.-“Te toca mi vida” le dije mirándolo a los ojos mientras me movía de nuevo encima suyo y me lo comía a tiernos besitos por toda la cara, dándole a entender que se llevaría lo suyo.

Los primeros movimientos después de mi orgasmo me dolieron un poco. Mi vagina se había quedado como reseca en el interior. Tuvo que pasar un tiempo hasta que de nuevo comencé a disfrutar del mete y saca. Pude notar a Peter con los ojos cerrados concentrado por correrse cuanto antes, como anteponiendo el deber de venirse a la necesidad de gozar.

.-“Sabes…” le murmuré a Peter en la oreja pero lo suficientemente alto como para que lo escuchase también su amigo. “Follas muy bien”. Pretendí subirle la autoestima al chaval.

.-“La mayoría de los hombres se corren sin esperar a la chica”. Esta vez no pude evitar lanzar una mirada de burla hacia Marc por su actitud. “Y sin embargo tú has sido capaz de esperarme hasta correrme con ese pedazo de polla enorme que tienes”. El chaval se vino arriba con mis palabras y esta vez era él el que me sujetaba con su fuerza de las caderas y me movía como si fuese un juguete al ritmo que él antojaba, y que desde luego era mucho más deprisa al que yo venía imprimiendo.

Al que parecieron no gustarle mis palabras de burla fueron a su amigo Marc, que nada más escuchar como lo ridiculizaba ante su amigo me introdujo de nuevo la yema de su dedo en mi ano.

.-“No dirás lo mismo de mí cuando te folle por el culo” pronunció al tiempo que por el movimiento salvaje al que estaba siendo sometida por Peter, su dedo se introducía solo hasta el fondo en mi ano.

.-“Aaaaaaahh” tuve que chillar al experimentar como el dedo de Marc dilataba mi esfínter al ritmo que Peter imponía.

Aquello era el acabose, el no va más, el placer y el morbo eran ya insuperables. Estaba siendo follada por un chaval mientras otro me introducía un dedo en el ano.

Nunca antes mi marido había jugado con mi orificio trasero, nunca antes pensé que pudiera ser tan agradable.

Mi respiración comenzó a agitarse de nuevo, mi cuerpo reaccionó. De nuevo podía sentir en ms nervios los preludios de otro orgasmo. Increíble. Iba a correrme dos veces en muy poco tiempo.

No sabría precisarlo, pero creo que ahora eran dos los dedos que Marc ensartaba en mi ano. Peter continuaba manejándome a un ritmo bestial, me hacía subir y bajar sobre su polla como se le antojaba. Me sentía como Barbie manejada por Kent. Para colmo de vez en cuando mis pechos golpeaban contra la cara de Peter arrancándome unas sensaciones de placer infinitas. Durante unos instantes cerré los ojos concentrándome en las sensaciones que esos dos muchachos me provocaban.

Advertí que los dedos de Marc abandonaban mi interior y Peter se detenía sin motivo aparente. Momento en el que abrí los ojos para comprobar como Marc se situaba detrás de mí dispuesto a metérmela por donde antes lo hicieran sus dedos.

.-“Nooo..,¿pero que hacéis?. Estáis locos ¿o que os pasa?” traté de salirme incluso de Peter, pero este me retuvo con su fuerza a la vez que me dijo:

.-“Dos buenos amigos lo comparten todo” pronunció de su boca. Yo lo miré algo aturdida por sus palabras y su actitud. No sabía exactamente a qué se refería, pero no me temía nada bueno. Para nada me esperaba esto de él.

Marc empujó con la punta de su miembro contra mi esfínter dispuesto a sodomizarme mientras Peter me retenía bien sujeta con mis manos por la espalda. En esa posición poco o nada pude hacer por evitar lo que estaba a punto de suceder.

.-“No, parad cabrones, me dolerá” gritaba tratando de hacerles cambiar de parecer.

Poco a poco la polla de Marc se fue abriendo camino a través de mi ano. El anillo de mi esfínter comenzó a quemarme. Era un escozor insoportable el que procedía de parte tan sensible de mi cuerpo.

.-“AAaaaaaaaaayyyyyh” chillé al sentirme ensartada entre las dos pollas.

Peter pareció gozar aún más al contemplar mi cara de dolor y sufrimiento, y Marc continúo introduciendo lentamente pero sin compasión su polla en mi estrecho culito. Al fin pude sentir sus huevos golpeando los cachetes de mis nalgas, señal inequívoca de que me la había metido hasta el fondo.

Yo creí desgarrarme por dentro al sentir como esas dos pollas estimulaban todas las membranas y paredes internas de mi cuerpo.

.-“Cabrones…,… pero qué me estáis haciendo…, …soltadme” imploraba una y otra vez sin que me hicieran el menor caso.

Marc comenzó a moverse despacito. Se miraban el uno al otro riéndose de mis súplicas y gozando con mi desesperación.

.-“Para cabrón, ni siguas, me duele…, me duele” grité cuando Mar comenzó a moverse algo más deprisa.

En realidad sentía un dolor insoportable. Era como un escozor, una quemazón constante.

.-“Parad cabrones, parad,… os follaré uno a uno pero así no…, así no por favor…,… así no…,… me duele…” sollozaba tímidamente al verme ensartada entre aquellos dos muchachos.

Hubo como un pacto entre ellos, como Marc ya estaba acoplado, de nuevo era Peter quien cogiéndome de las caderas volvió a imponer su ritmo. Sin duda mucho más deprisa y salvaje que el de su amigo.

Marc se aferró a mis pechos desde atrás para no salirse, llegando a estrujarlos en algunos momentos, Peter optó por taparme la boca tratando de degustar el sabor de mis grititos que se ahogaban en él.

En algunos momentos podía sentir como sus dos pollas llegaban a rozarse a través de las membranas de mi cuerpo, sobretodo cerca del punto “g”. Por lo que poco a poco el dolor que sentía en mi ano era contrarrestado por el placer que sentía de tantas otras partes de mi cuerpo.

.-“What a beautifull bitch” pronunció Marc al ver que dejaba de quejarme.

.-“Yea, yea” le replicó su amigo Peter que comenzaba a estar cansado por el esfuerzo de movernos a los tres.

Increíble, pero al poco tiempo yo estaba gozando de las sensaciones. Aquello era todo en si una auténtica pasada. Podía notar claramente las dos pollas en mi cuerpo. Que gozada, eso sí era disfrutar.

Durante unos instantes permanecimos los tres concentrados cada uno en sus sensaciones y emociones. Hasta que pude notar los primeros espasmos de Marc en mi trasero. Era increíble pero pude sentir en mi esfínter hasta el bombeo de su sangre a través de las venas de su polla. Me alegré de que fuera la más pequeña de las dos.

.-“Buffh, buuuffffh…” escuché a mi espalda a la vez que notaba como Marc derramaba un líquido caliente y espeso en mis entrañas. Sin duda me sorprendió que se corriese de nuevo tan pronto. Una de dos, o yo le gustaba mucho, o ese chaval tenía un problema.


El caso es que pude sentir como se salía de dentro de mí, como unas últimas gotas salpicaban mis nalgas, y como su semen se escurría entre mis piernas.

Mi orgasmo quedó como interrumpido por su salida, y a lo que pude concentrarme de nuevo noté los primeros espasmos de Peter en mi interior.

.-“Oh my god” pronunció abriendo los ojos al tiempo que nuestras bocas se liberaron la una de la otra.

Yo lo miré a los ojos satisfecha porque ese portento de chaval se corriese dentro de mi.

.-“I love you” le dije al chaval mirándolo a los ojos al tiempo que me lo comía a besos mientras notaba como su polla comenzaba a palpitar en mi interior.

.-“I´m coming” susurró como buenamente pudo.

.-“I know it” le dije al tiempo que yo aprovechaba los últimos espasmos de su polla para arrancarme yo misma un pequeño orgasmo, que si bien no muy intenso, sí que al menos lo suficientemente reconfortante para mí.

Los dos permanecimos un rato abrazados el uno frente al otro comprobando como su miembro perdía fuerza dentro de mi interior. Nos mirábamos el uno al otro sin atrevernos a romper ese silencio con palabra alguna. Yo sabía que me había llevado la virginidad de ese chaval para siempre, y él no quería olvidarme.

.-“¿Qué hacemos ahora tortolitos?” preguntó Marc que se sentó al lado nuestro en el sillón. Pero ni Peter ni yo le prestamos atención, continuábamos mirándonos el uno al otro.

De repente sonó mi móvil. Los tres pudimos contemplar como vibraba y se encendía encima de la mesita del centro sobre la que todavía estaba abierto el monopoly.

Fue Marc quien lo alcanzó para entregármelo en la mano.

En la pantalla pude ver que era mi madre quien me llamaba. Aún estaba sentada sobre el regazo de Peter con su miembro perdiendo fuerza por momentos en mi interior cuando descolgué el teléfono:

.-“¿Si?” pregunté.

.-“¿Hija estas bien?” preguntó preocupada mi madre.

.-“Si ¿por qué?” le respondí mirando a los ojos de Peter mientras comprobaba en mi interior como su miembro empequeñecía por momentos.

.-“Caray hija, nos tenías preocupada. Todo el día sin saber de ti. ¿Podías haber llamado al menos para decir que estás bien?. Tu hijo leva preguntando desde hace un rato que cuando vienes” me dijo mi madre por el teléfono.

.-“Dile que enseguida voy para allí” respondí al tiempo que acariciaba con una mano el rostro angelical de Peter.

.-“No tardes” dijo mi madre por última vez antes de colgar.

.-“Debo irme” le dije a Peter sin dejar de mirarlo desconsoladamente al tiempo que me salía de él y me incorporaba de encima suyo.

.-“¿Ya?” preguntó Marc con cara de estupefacción. “¿No vas a chupárnosla?” culminó su indecencia.

.-“Te la chupas tú” le respondí al tiempo que le tiraba su camiseta y recogía mi ropa del convector.

Fue Peter quien me abrazó por la espalda mientras me vestía en medio de aquel silencio incómodo que se había adueñado de la estancia.

.-“Just one kiss” susurró. Reconozco que no le hice caso, trataba de vestirme a toda prisa.

Al fin recogí mis cosas, me dirigí hacia la puerta decidida a regresar al apartamento de mis padres en la bici. Pero antes de abrir la puerta y abandonar la casa Peter me retuvo una vez más sujetándome de la muñeca.

.-“¿Nos volveremos a ver?” preguntó Peter compungido.

No pude evitar darle un último pico en la boca antes de abrir la puerta e irme. No quise mirar atrás una vez monté en la bicicleta y emprendí el camino de regreso con los míos.

Al llegar a casa me costaba caminar con dificultad. Hasta mi padre se dio cuenta.

.-“Hija te pasa algo” me preguntó al verme entrar cojeando por la puerta de casa.

.-“Nada, solo que han sido mucha horas en bicicleta” traté de disimular antes de encerrarme en el baño a darme una ducha y tratar de asimilar lo sucedido.


Besos,

Sandra.

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