Hace unos días que me llamó mi
amigo José bastante preocupado pidiéndome que nos reuniésemos solos y con
urgencia para hablar. José es el mejor amigo de mi esposo desde la infancia, y
como yo conocí a mi marido mucho antes que él a su actual mujer, durante mucho
tiempo me convertí en su confidente y consejera en cuanto a chicas se refiere.
Desde que éramos adolescentes que lo ví tontear con muchas, y llorar en mi
hombro por otras tantas. Siempre he tenido la suficiente confianza con él como para
decirle lo que pensaba de sus novietas. Que si esta no te conviene, que si la
otra no te va, que si con esta haces buena pareja,… y cosas por el estilo. Él
siempre me decía que ojala fuese su novia, y que si un día lo dejaba con el
suertudo de su amigo ahí estaba él para intentarlo. Me decía que yo era una tía
con la que se podía hablar de todo sin tapujos, y que no encontraba a ninguna
como yo. En cambio el imbécil de mi marido lo admiraba por la cantidad de
chicas con las que rondaba.
El caso es que lo noté algo
nervioso por teléfono, y por qué no decirlo, me picó la curiosidad por saber de
qué quería hablar conmigo. Hacía ya unos años que había conocido a quien hoy
era su mujer y desde entonces que sus pequeñas confesiones habían disminuido en
el tiempo hasta diluirse del todo. Así que hice cuanto pude para quedar con él
lo antes posible.
Quedamos una tarde entre
semana en un céntrico café de nuestra ciudad. Tras las preguntas de cortesía de
siempre en plan que tal la familia, el trabajo, lo que te apetece y lo que
quieres tomar yo le pregunté por su mujer pues hacía tiempo que no la veía.
.-“De eso quería yo hablarte”
me dijo encadenando un cigarrillo tras otro.
.-“Pues tú dirás” le dije yo
ansiosa por desvelar tanto misterio de una vez por todas.
.-“Mira Sandra…” dijo algo
apesadumbrado y sin encontrar las palabras adecuadas.
.-“Tranquilo José, sabes que
puedes contar conmigo para lo que haga falta” dije tratando de inspirar la
confianza suficiente como para que se arrancase a contar.
.-“Por eso mismo te he llamado
Sandra, por qué contigo se puede hablar de todo, y el caso…, el caso es que
estoy hecho un lío”. Estaba claro que dudaba si contármelo o no.
Yo hice un silencio a la
espera de que me contase de qué iba todo ese lío.
.-“Me gustaría contártelo
todo” dijo mirándome ahora a los ojos. Yo permanecí inmutable expectante. “La
historia es un poco larga” le costaba confesarse.
.-“Tenemos todo el tiempo del
mundo” pronuncié tratando de animarlo a contarme lo que quisiera que quería
contarme.
.-“El caso es que el comercial
de una conocida marca me ofreció cuatro entradas para la zona VIP del
concierto, que cierto grupo musical de renombre tendría en nuestra ciudad” y
dando una pequeña calada a su cigarro continúo contándome esta vez sin detenerse….
.- “Yo acepté las
invitaciones. Se trataba de cuatro invitaciones tipo VIP para el concierto del
sábado a la noche, lo que incluía además de poder asistir al concierto en zona
reservada, un lunch al acabar el espectáculo con los miembros del grupo y resto
de invitados.
Por supuesto le ofrecí las
invitaciones a mi mujer para que asistiera al concierto junto con unas amigas
suyas. Yo me reservé la cuarta invitación por si lograba llegar a tiempo del concierto.
Aquel sábado pude salir antes de lo previsto y decidí acercarme al sarao del
concierto. Como era comienzo de verano hacía calor, antes de salir de casa pude
comprobar como mi mujer planchaba y arreglaba un vestido veraniego de escote en
“v” de esos que se anudan los tirantes que cubren los pechos a la espalda y
dejan al descubierto sus hombros de forma muy sexy, además la faldita era más
bien corta, dejando ver gran parte de sus firmes muslos. Por supuesto no se
puso sujetador, pues se marcarían los tirantes. Pero sobretodo me llamó la
atención que se arregló los pelillos que decoran su pubis”.
Me confesó y así me lo creí
que al verla acicalarse imaginó que seguro que su mujer regresaba cachonda y
luego tendrían una sesión de buen sexo. En verdad que José pensaba desde
adolescentes en este tipo de majaderías.
He de decir que la mujer de
José es realmente espectacular, tiene un cuerpo de infarto a pesar de ser algo
bajita. Tiene unos pechos grandes, firmes y bonitos. Nunca nos hemos llevado
del todo bien, aunque siempre hemos aguantado la compostura la una con la otra
por respeto a la amistad de nuestros respectivos maridos. En parte ella la
responsable también de mi distanciamiento con José, con el paso del tiempo dejó
de confesarme sus pequeños secretos hasta hoy…
José dio una nueva calada a su
cigarro nervioso y continúo relatándome los hechos:
.-“Cuando llegué tuve que
enseñar varias veces mi invitación para poder acceder al recinto. Como salía de
trabajar con traje y corbata, comienzo de verano y una calor insoportable,
decidí acercarme a la barra del bar a refrescarme lo primero de todo. Luego ya
encontraría a mi mujer, y sus amigas. Uno de los camareros que circulaban por
la carpa me ofreció una copa de su bandeja, yo acepté gustosamente y cuando me
encontraba dando el primer trago, Miguel, el comercial de la marca
patrocinadora y que me ofreció las entradas me vió entre la multitud y vino
hacia mí:
.-“¡Cuánto me alegro de
verte!” Me saludó.
.-“Deja que te presente al
director comercial de la enseña en España”, me dijo guiándome hasta un corro de
personas entre la muchedumbre.
.- “Caballeros,...” dijo
Miguel interrumpiendo la conversación del grupo al que nos dirigimos.
.-“Permítanme presentarles a
José, como saben su centro registra el mayor número de ventas de nuestra enseña
en esta ciudad. Le debemos mucho los aquí presentes.” De esta forma me presentó
Miguel al resto del grupo. Un aplauso generalizado tuvo lugar.
.-“Ohh, vamos no es para
tanto, sólo trato de hacer bien mi trabajo, su marca también es importante para
nosotros.” Dije al acabar el recibimiento. Recuerdo que quien parecía ser el
director comercial de la marca patrocinadora del concierto me agarró por el
brazo y apartándome del resto del grupo me dijo:
.-“La verdad es que sus cifras
de venta y resultados son envidiables” y mientras decía esto llamó a un
camarero para que nos sirviese otra copa. Pude comprobar que vestía un traje
impecable y disponía de un camarero para su exclusiva atención. Y tras
preguntarme que quería tomar, continúo hablándome de cifras y cifras de su
compañía y la mía. Hacía un tiempo que no le escuchaba con detenimiento aunque
le seguía la conversación. En realidad buscaba con la vista dónde podía
encontrarse mi mujer, la había visto arreglarse y quería participar de sus
intenciones.
Una vez concluido el
concierto, por la megafonía de la zona VIP anunciaron que los invitados que
quisiesen podían pasar a realizarse fotos con los miembros del grupo.
Fue la primera vez que vi a mi
mujer entre la gente que esperaba a hacerse las fotos. La gran mayoría eran
chicas y mujeres que querían hacerse una foto con los miembros del grupo
musical. Me fijé en mi esposa desde mi posición, cuando les tocó el turno de
hacerse las fotos, eran casi las últimas. Todos los componentes del grupo
intercambiaron dos besos con las invitadas, incluso estuvieron charlando un
rato con mi mujer y sus amigas.
.-“Caray, que suerte”
interrumpí el relato de José sin darme cuenta que había metido la pata. Por el
rostro de José supuse que a él no le hacía ni pizca de gracia la suerte de su
mujer. José se animó a continuar narrando su historia tras darle un sorbo a su
café. Pude apreciar que le temblaban las manos de los nervios.
.-“El caso es que el batería
del grupo, y que al parecer era el más sinvergüenza, no dudó en posar sus manos
sobre la espalda desnuda de mi mujer a la hora de hacerse las fotos. Para mi
asombro, mientras el fotógrafo oficial del grupo tomaba las instantáneas, el
batería posó con total descaró sus manos en el culo de mi mujer. Al finalizar
las tomas este pareció indicarle a mi mujer que esperase con sus amigas a
finalizar el compromiso con el resto de invitadas puesto que quedaba poca gente
en la fila, y que después enseguida estaría con ella.
Por otra parte el supuesto
director comercial no paraba de darme la vara con cifras y cifras de venta y
beneficios. Pero mi atención permanecía en lo que podía contemplar entre la
gente. A pesar de que la zona VIP estaba abarrotada de chicas guapas y
elegantes, con vestidos de primeras marcas y diseñadores, el grupo musical
compuesto por cuatro miembros, al parecer, había elegido a mi mujer y sus amigas
para entablar conversación.
Pronto pude comprobar cómo se
formaban dos grupos, uno en el que reían las amigas de mi mujer, el cantante,
el guitarrista y el bajo. Y otro en el que conversaban mi mujer y el batería
del grupo.
El ruido de la música era relativamente
ensordecedor debido al volumen de los altavoces. Lo que era una excusa barata
para que el susodicho bateria del grupo se acercase a hablar cada vez más cerca
de mi mujer. Una de sus manos se alternaba entre acariciar la espalda desnuda
del vestido de mi mujer y su culo. Con la otra mano sostenía una copa de
champagne, y cada vez que la apuraba llamaba a un camarero para que cambiase su
copa vacía y la de mi esposa.
Ya sabes que a mi mujer le
encanta el champagne, aunque se le sube enseguida a la cabeza.” Dijo haciendo
una breve pausa en su relato. Yo a esas alturas estaba boquiabierta con lo que
escuchaba. Luego continúo contándome…
.-“La verdad es que a mí me
sorprendía que mi mujer no le llamase la atención sobre el atrevimiento de sus
caricias. No me entrometí pensando que llegado el momento mi fiel esposa sabría
dejarle las cosa claras. Lo malo es que también me llamó la atención que en un
momento dado varios de los miembros del grupo musical guiñaron un ojo al
batería que permanecía hablando con mi media naranja como si de una estrategia
premeditada entre ellos se tratase.
En cuanto a mí, no paraban de
taladrarme la cabeza con cifras y cifras de ventas. Quería acercarme a mi mujer
y resto de acompañantes para decirles que había podido llegar a tiempo, y que
debido al cansancio sería mejor que nos retirásemos pronto a casa. Pero desde
la lejanía pude contemplar atónito como el batería del grupo se acercaba para
hablar cada vez más y más cerca de la nuca y comisura de los labios de mi mujer.
Su mano se posaba ya con descaro sobre el culo de mi esposa. Para mi
estupefacción ella se dejaba acariciar y le reía las gracias. Yo quise ir a
partirle la cara a aquel niñato. Me daba igual montar un numerito, pero aquel
listillo se estaba propasando. Mi sorpresa fue mayor cuando ambos se
intercambiaron un beso en la boca. Primero fue un pico y luego un beso más
prolongado.
.-“¿Y no hiciste nada?” le
pregunté totalmente sorprendida por lo que estaba escuchando.
.-“Le hubiese partido la cara
delante de todo el mundo. No fue por falta de ganas” dijo conteniendo los
nervios. “Pero te juro que no me lo podía creer, mi mujer se estaba besando en
la boca con aquel muchacho que apenas tendría los veinticinco años, a la vista
de todos los presentes. Mi furia se incrementó cuando pude comprobar que le
estaba sobando el culo sin pudor alguno por parte de ambos. Le hubiese partido
la cara ahí mismo pero antes debía deshacerme de buenas maneras de mi cansino
interlocutor. Así que me excusé como buenamente pude tratando de ser educado”.
No sé por qué pero viniendo de
José yo misma me creí que antepusiese su buena educación al hecho de que le
estuviesen levantando la mujer.
.- “El caso es que traté de
deshacerme del pesado director. Les dije que sentía interrumpir tan amena
conversación con ellos, pero que debían excusarme. Les dije al tiempo que
trataba de abrirme paso entre los asistentes rumbo directo a mi mujer.
Desde la distancia pude
observar como el guapito del grupo conversaba algunas palabras en la nuca de mi
mujer y está asentía con la cabeza. Antes de que pudiera llegar a saludarlos la
tomó por la muñeca y la arrastró fuera del recinto VIP hasta la calle donde
detuvo un taxi. Todo ocurrió muy deprisa. Ambos subieron a la vez solos en el
mismo taxi riendo. Por suerte pude parar otro prácticamente a la par.
.-“Siga al taxi de delante” le
indiqué al conductor. Tras callejear por la ciudad pude comprobar que se
detenían en la puerta de un conocido hotel de la ciudad. Los vi bajar
sonrientes a ambos mientras pagaba mi taxi con urgencia.
Mi mujer presentaba claros
síntomas de embriaguez. Yo no me podía creer que aquel sinvergüenza se fuese a
aprovechar de mi mujer. Tampoco podía creer que mi mujer se dejase seducir por
aquel niñato. Una vez en el interior del hotel, los observé meterse abrazados
el uno al otro en el ascensor del hall principal. El bateria del grupo no
dejaba de coger a mi mujer por la cintura y aprovechar de vez en cuando para
sobarle el culete. Por suerte el ascensor se detuvo en la tercera planta y acto
seguido regresó a mi llamada a la planta calle. Aquellos segundos me parecieron
eternos, quise averiguar a qué habitación se habían dirigido. Cuando las
puertas del ascensor se abrieron en el tercer piso conmigo dentro, maldije mi
suerte al comprobar que ya no había nadie por los pasillos de esa planta.
.-“¡Maldición!, ¿en qué
habitación se habrán metido?” pensé para mí.
No podía resignarme, quería
saber que estaba pasando dentro de la habitación en que estaría mi mujer. Debía
parar aquella locura.
Tras inspeccionar la planta de
habitaciones del hotel pude concluir que tan sólo una de las puertas del fondo
podía ser la suite de planta. Supuse que sería esa en la que se encontrarían.
Te juro Sandra que estaba hecho un manojo de nervios. Comencé a sudar del
ímpetu. Un flash back me hizo recordar que en cierta ocasión un jefe de planta
de un hotel, en mis numerosos viajes de empresa, me comentó que tras el
mostrador de recepción siempre se guardaba una tarjeta maestra. Información que
me transmitió tras perder varias veces mi tarjeta tipo llave de madrugada de
regreso a ese hotel. Como la situación era desesperada decidí regresar a la
planta baja del hotel y tratar de hacerme con una tarjeta maestra del personal.
La suerte se alió de mi lado,
pues al poco de bajar a la planta calle, y comprobar que a esas horas tan sólo
había dos chicas tras el mostrador de recepción, pude escuchar como una de
ellas se disculpaba ante la otra con permiso para ir al aseo. Para mi suerte la
otra tomó nota de una pareja de ancianos recién llegada al hotel, y tras el
papeleo correspondiente pude escuchar cómo les decía:
.-“Permítanme que les acompañe
a su habitación”.
Estaba claro que era mi
oportunidad, como llevaba el traje y corbata ninguno de los presentes en el hall
sospecharían de verme husmear tras el mostrador de recepción. Pensarían que era
personal del hotel. Una vez se alejó la recepcionista con la pareja de
ancianos, me fui directo tras el mostrador. Efectivamente, tras el mostrador de
recepción pude comprobar que colgado de una escarpia colgaba un juego de
tarjetas llave con un letrero que indicaba:” Llave universal”.
Me pareció demasiado fácil,
pero no iba a ser yo quien desperdiciase semejante oportunidad. Al esperar el
ascensor pude comprobar como la recepcionista que se había excusado para ir al
baño regresaba a su puesto. Por suerte no pareció fijarse en la desaparición
del juego de llaves. Seguramente supondría que lo habría cogido su compañera.
Me dirigí al tercer piso, camino de la suite. Transpiraba de las prisas y los
nervios. Abrí la puerta de golpe, con la intención de partirle la cara a aquel
sinvergüenza que se estaba aprovechando de mi mujer, pero una vez dentro de la
habitación, y para mi desesperación pude comprobar que no había nadie.
De repente escuché un teléfono
en alguna de las habitaciones cercanas y las risas de mi mujer junto a una voz
masculina que decían:
.-“Si por favor, suban una
botella de Moët Chandon a la habitación 303. Realicen el cargo a nombre de mi
manager junto con el resto de la cuenta. Gracias, es usted muy amable” y tras
escuchar estas palabras volví a oír risas, entre ellas las de mi esposa.
Durante un tiempo prevaleció
el silencio. Tuve que calmarme si quería escuchar lo que decían. Lo único que
tenía claro es que por el momento solo estaban charlando. En esos momentos
pensé que tal vez debía darle un voto de confianza a mi esposa. Quise pensar
que lo más seguro es que él quisiera enseñarle algo, tipo alguna maqueta o
canción inédita, y no sé por qué pensé que si entraba en esa habitación hecho
una furia y repartiendo hostias a diestro y siniestro hiciese el ridículo de
mala manera. Puede que además saliese en el periódico de manera que mi mujer no
me lo perdonaría jamás. Así que decidí tranquilizarme y esperar. Así que
continué expectante en mi escondite de la suite del pasillo.
Al rato pude percibir los
pasos de quien al parecer era el camarero de piso. Llamó con los nudillos en la
puerta de la 303, relativamente enfrente de donde me encontraba. Entreabrí la
puerta para ver lo que sucedía en el pasillo del hotel. El gilipollas del
batería del grupo abrió la puerta y permitió el acceso del camarero, el cual se
introdujo en la habitación con el carrito que portaba el champagne y la
champanera con el hielo. Al concluir el camarero salió abandonando la
habitación.
Al menos ya tenía claro dónde
estaban. Salí de la suite y me dirigí a la puerta de la 303. Pegué la oreja a
la puerta tratando de averiguar de qué estaban hablando, pero por ahora tan
sólo podía escuchar la música recién puesta, habían subido el volumen y no se
escuchaban sus voces. Permanecí un rato tratando de escuchar algún ruido más,
pero no se oía nada salvo la música. Así que decidí abrir la puerta despacito,
sin hacer ruido, sigilosamente. No quería irrumpir poniéndome en ridículo y con
la confianza puesta en mi mujer, aunque por otra parte tenía mis más que
razonables dudas y quería saber lo que pasaba dentro.
No se me ocurrió otra que
descalzarme y entrar de puntillas. La habitación constaba de un pequeño pasillo
inicial, en el que se encontraba a la derecha la puerta del baño y a su
izquierda un armario empotrado de tres piezas comunicadas que llegaba hasta el
inicio del resto de habitación, casi enfrente de la cama. La habitación tenía
la típica cómoda a continuación del armario empotrado, y una cama de matrimonio
enfrente. Al fondo, junto al balcón, había un sillón y una mesita sobre la que
reposaba la champanera. Por suerte mi mujer y su acompañante se encontraban
sentados en los pies al borde de la cama. Cuando yo abrí la puerta, desde su
posición en la estancia, y junto con el ruido de lo que ellos llamaban música,
les resultó imposible adivinar mi sigilosa intrusión en el cuarto. Dudé si
cobijarme en el baño o en el armario, pero tras comprobar que el armario estaba
completamente vacío, decidí introducirme en su interior por la primera puerta,
la más cercana a la puerta de entrada de la habitación, y moverme por su
interior hasta la zona en que pudiera ver sin obstáculos lo que ocurría a los pies
de la cama. Por suerte la música camuflaba mis pocos ruidos. Una vez acomodado
en el interior del armario me dispuse a espiar a mi esposa confiando en que
todo aquello concluiría con una explicación razonable.
Pero mis esperanzas se
disiparon cuando comprobé que se estaban besando en la boca y las manos de
aquel niñato no dejaban de acariciar las piernas de mi querida mujercita.
.-“¿No le partiste la boca?”
pregunté sorprendida por su relato y sin dar crédito a lo que estaba
escuchando. Vale que su mujer nunca me había caído del todo bien, pero de ahí a
que le pusiese los cuernos a mi amigo, había mucha diferencia.
José me miró con los ojos
enrojecidos por cuanto me estaba confesando, y sacando ánimo de dónde pudo
continúo contándome…
.-“No sé por qué no lo hice.
Te juro que no logro entender que es lo que me retuvo dentro del armario como
un gilipollas observándolos. Supongo que me pilló todo de improvisto. No me lo
podía imaginar. No daba crédito a cuanto veía” se justificó antes de seguir.
.-“Cuando sus bocas se
separaron, pude escuchar cómo le ofrecía más champagne. Ahora era mi señora la
única que bebía, y mientras con una mano aguantaba la copa de champagne, con la
otra se apoyaba ligeramente recostada sobre la cama.
Podía ver perfectamente como
aquel niñato continuaba acariciando el muslo de la pierna más cercana de mi
mujer. Por unos instantes la mirada de quien era mi media naranja se quedó fija
viendo como aquel muchacho acariciaba sus piernas. La conozco bien y sé que en
su mente se estaba produciendo una terrible lucha. Tal vez por eso yo todavía
albergaba alguna esperanza. Se quedó como dubitativa, lo que me hizo pensar que
en cualquier momento se levantaría y se marcharía de allí, momento en el cual
yo podría salir a partirle la cara a aquel cabrón sin que mi mujer se enterase
de nada.
Pero nada de cuanto yo
anhelaba que sucediese acontecía. El muchacho continuaba susurrándole palabras
en la nuca, y de vez en cuando la besaba a traición en su desnudo hombro. Ella
apuró la copa de champagne que tenía en la mano, y sin dejar de mirar como la
mano del muchacho recorría su pierna desde la rodilla hasta el inicio de su
faldita, se abrió ligeramente de piernas facilitando las caricias del muchacho
mientras se recostaba un poco más sobre la cama. La muy…
El joven interpretó este gesto
como que podía avanzar más allá en sus caricias. Las maniobras en la pierna de
mi mujer se hacían cada vez más descaradas. Pude ver nítidamente como ella le
permitía que llegase a rozarle en varias ocasiones sus intimidades por encima
de la braguitas. Incluso me tuve que escuchar como mi cónyuge empezaba a emitir
tímidos gemidos de sus labios a la vez que se agitaba su respiración. Conozco a
mi mujer y sé que llegados a ese punto ya estaba totalmente entregada.
Sé que tenía que haber salido
de mi escondite, tenía que haber hecho algo para detener la situación, lo sé,
pero supongo que no hice nada al escuchar las palabras de mi mujer.
.-“Uuuhmmm, veo que sabes
tocar muy bien” le dijo mi pareja dejándose hacer.
.-“Me alegro que pienses así,
mi discográfica no piensa lo mismo” dijo el bromeando. Para mi consternación
ambos se reían con risa floja.
.-“Entonces, te habrán
contratado por tu cara bonita” le dijo mi esposa y luego para mi asombro lo
besó retomando cierta iniciativa. Yo no podía creer que mi esposa fuese capaz
de comportarse de aquella manera, era algo increíble para mí.
Pude comprobar que mientras se
besaban el muchacho apartaba a un lado las braguitas de mi mujer y procedía a
acariciarle el clítoris sin ningún obstáculo. Me llamó la atención que se había
rasurado su coñito. No era la primera vez que lo hacía, pero no era habitual.
La cara del muchacho al comprobarlo fue todo un poema.
.-“¿Te gusta?” le preguntó en
un susurro mi mujer con una cara de vicio que nunca antes la había visto.
.-“Está para comérselo” le
respondió el muchacho mientras sus dedos se habrían paso en su interior.
.- “Uuummmh, sabes una
cosa...., nunca me lo han hecho” le dijo mi mujer.
.-“¿El qué?” preguntó ahora el
músico algo sorprendido.
.-“Pues eso” dijo con cierta
timidez mi esposa ”nunca me lo han comido hasta el punto de correrme en la boca
de un hombre”. El joven se sorprendió.
.-“¿Quieres? Es mi
especialidad” dijo seguro de sí mismo aquel niñato.
Yo no me podía creer escondido
desde el armario lo que estaba viendo, mi mujer se estaba ofreciendo como una
cualquiera ante aquel gilipollas. Es más, ahora era ella la que cogiéndolo por
los pelos al muchacho quería retener su cara entre las piernas. El chico se
arrodilló en los pies de la cama, cogió a mi mujer de los tobillos y tiró de
ella hasta acomodarla en el borde de la cama. La faldita del vestido se enrolló
en su cintura y su coñito quedó totalmente expuesto a la vista del chaval. He
de reconocer que estaba preciosa, ambos se miraron a los ojos fijamente. La
expresión de mi chica era casi suplicante, y el mancebo se retrasaba en su
faena, se deleitaba en el momento.
.-“Cómemelo” suplico mi mujer
“me lo he arreglado especialmente para ti”. Y dicho esto el joven comenzó a
besar a mi señora por las piernas. Primero empezó con besitos cortos en la zona
del muslo cercana a las rodillas, y poco a poco fue besando por el interior de
sus muslos hasta alcanzar su objetivo.
.-“Aaahh” gimió mi mujer
cuando el primer lengüetazo del chico separó de arriba abajo sus labios
vaginales y saboreaba su interior. Las piernas de ella descansaban sobre los
hombros del músico, y este la tenía sujeta por los cachetes del culo. Una de
las manos del chico comenzó a acariciar el muslo por la parte exterior, desde
la rodilla hasta las caderas mientras las manos de mi mujer jugaban con el pelo
del muchacho.
.-“¿Sabes lo peor?” me
preguntó interrumpiendo la conversación.
.-“No” musité yo sin salir de
mi asombro.
.- “Lo peor de todo es que yo
estaba empalmado como un burro de contemplar la escena, y comencé a acariciarme
por encima del pantalón. Siempre pensé que si viese a mi mujer con otro les
partiría la cara a ambos, pero lejos de enfadarme me estaba excitando. Nunca me
hubiera imaginado que mi esposa fuese capaz de comportarse de esa manera.
Los primeros gemidos de mi
mujer no tardaron en llegar. El joven continuaba con su cara inmersa entre las
piernas de mi mujer.
.-“Oooh, siii. Me encanta
cuando me mordisqueas el clítoris” le hacía saber mi mujer.
.- “Siiiiih!!, sigue, no
pares, no pares” comenzó a chillar. Su respiración se aceleraba. Su orgasmo
estaba a punto de llegar, pese a que el artista llevaba relativamente poco
tiempo comiéndoselo. Eso me hizo pensar que se encontraba cachonda perdida.
.- “Oooh, siii, me corro, me
coroooooh” chilló mi mujer a la vez que se convulsionaba sobre la cama.
El muchacho la agarraba ahora
fuerte por sus caderas para que los espasmos no lograran separar su boca del
clítoris y pliegues de semejante hembra. Estaba claro que mi querida mujercita
se había corrido.
Una vez se restableció la
respiración de mi mujer el chaval cesó en sus caricias. Ella jugueteaba con el
pelo del chaval mientras se mantenían la mirada conocedores de lo que acababa
de suceder. Fue mi amada pareja la que dijo:
.-“Ha sido fantástico. Espero
estar a la altura” y dicho esto se incorporó de la cama indicando al muchacho
que intercambiasen la posición. Ahora era el batería del grupo quien permanecía
tumbado en el borde de la cama boca arriba. Mi mujer se puso en pié a sus pies
y llevándose las manos a la nuca comenzó a desabrocharse el nudo que sujetaba
su vestido en la espalda. Los tirantes cayeron uno a cada lado y los pechos
quedaron por primera vez a la vista del muchacho.
.-“¿Te gustan?” preguntó ella
con voz sugerente a la vez que se los acariciaba todavía en pie frente a la
cama.
.-“Son preciosos” dijo él
mientras mi mujer se deshacía del vestido por los pies.
.-“Vamos a ver que tal toco
esta flauta” y dicho esto se arrodilló desnuda al final de la cama. Comenzó por
acariciarle el interior de las piernas del muchacho con ambas manos por encima
de los jeans hasta llegar a su bragueta. Desde mi posición pude comprobar como
le desabrochaba el cinturón y bajaba su cremallera. Yo hice lo mismo en el
interior del armario y mis pantalones cayeron al suelo. Ella tiró de los
vaqueros del chaval y él le facilitó la labor alzándose para desprenderse de
los pantalones. Me sorprendió rozando sus tetas por las peludas piernas del
muchacho comportándose como nunca había hecho conmigo. El joven acomodó algún
almohadón bajo su cabeza y entrecruzó sus manos debajo de la nuca dispuesto a
disfrutar y contemplar las caricias de mi esposa.
Ella le daba pequeños besitos
en el interior de sus piernas, y no desaprovechaba ninguna ocasión para
refrotarle las tetas por las extremidades del chaval. Los besitos se fueron
sucediendo hasta besar el miembro del muchacho por encima del slip. Aquel
niñato en la cama y yo desde el armario, la observábamos expectantes de
comprobar sus maniobras. Yo sentía plena envidia del muchacho pues mi mujer se
estaba comportando como una autentica zorrona. Nunca se había esmerado tanto
cuando me la chupaba a mí. Es más, parecía disgustarle practicar sexo oral
conmigo. Y sin embargo ahí estaba, disfrutando de exhibirse frente a aquel
tipo.
Los besitos que le daba ahora
se centraban alrededor del ombligo del chaval, de esta forma se apoyaba con sus
tetas sobre el pene del muchacho. Cuando pudo notar que el chico tenía la polla
a punto de estallar le bajó los slip, y el miembro del joven rebotó apuntando
al techo de la habitación. El tamaño del pene del chico no la defraudó, y
aunque sin ser excepcional trató de aumentar el ego del muchacho:
.-“Guuau, menuda polla te
gastas. No sé si podré metérmela entera” dijo poniendo cara de asombro.
.-“Tocarás muy bien la batería
con este palito” y nada más decir esto le lamió la polla desde la base en los
testículos hasta la punta del pito.
Ahora era el chaval el que
bufaba de gusto:
.-“Uuufff, que bien tocas la
flauta” y cerró los ojos abandonado a las caricias de mi mujer. Ella se metía
todo cuanto podía la polla del muchacho en su garganta y luego se dedicaba a
jugar con sus labios y los pliegues del prepucio. Además alternaba el mamársela
con restregarse la polla del muchacho por sus tetas, su propia saliva hacía
brillar sus pechos. Se recreaba en rozar su pezón con la punta de la polla del
chico.
.-“Que tetas más suaves
tienes” dijo el chaval. Y tenía toda la razón del mundo, si hay algo que me
gusta de mi mujer es la suavidad de la piel en sus pechos. Estaba claro que
aquel contacto estimulaba al chico y a mi mujer le agradaba provocarlo con
dicha maniobra.
El muchacho no aguantaba más,
estaba a punto de correrse. Ella lo sabía y quiso que se acordase para toda la
vida que esa sería la mejor mamada que le harían nunca. Así que decidió lamer con
la punta de su lengua el ojete del chaval y luego se entretuvo en la zona del
peritoneo. Mientras, su mano continuaba subiendo y bajando por la ensalivada
polla del muchacho. Aquella sensación fue indescriptible para el chico que se
corrió en ese mismo instante. Las primeras gotas de esperma fueron a parar
sobre el pelo y la cara de mi mujer, la cual al darse cuenta engulló la polla
del chico en su boca tragándose todo cuanto eyaculaba. Se entretuvo un rato
relamiéndole el pene y chupándoselo. Cuando consideró que estaba bien limpio lo
miro a los ojos y le dijo:
.-“¿Casi me atraganto?” le
decía mientras recogía las gotas de semen que chorreaban por su cara y las
relamía chupándose el dedo con la boca. Desde luego conmigo nunca se había
comportado de aquella manera, por lo que yo estaba alucinando.
.-“Espero que este aparato
tenga la potencia suficiente para otro concierto” dijo en tono picarón mi mujer
mientras se limpiaba como podía.
.-“Prepárate para los vises”
dijo el muy cabrón sonriendo.
Estaba claro que llegado ese
punto mi mujer quería cepillárselo. Ahora ella le daba pequeños besitos desde
su pubis hasta el ombligo y la tripa. No cesaba en refrotarle las tetas por el
pene ansiosa de que este recuperase su esplendor. Le fue desabrochando los botones
de la camisa poco a poco y a medida que ascendía le daba pequeños besitos hasta
alcanzar sus tetillas. Siempre que podía buscaba el roce de sus pechos y sus
intimidades contra el cuerpo del muchacho. Terminó dándole besitos por la nuca
y mordisquitos en el lóbulo de la oreja. Ella se encontraba encima de él
mientras sus cuerpos buscaban el máximo contacto. La polla del chico descansaba
flácida aprisionada entre ambos cuerpos. Mi mujer quiso sentirla en su pubis y
comenzó a restregar sus labios vaginales sobre la polla del chaval. Decidió
excitarlo diciéndole:
.-“Dime campeón, ¿a cuantas
fans te has follado?, ¿cuál es tu set list?” le susurró en la oreja mi señora
aunque de tal forma que yo también podía escucharla.
.-“Quieres saberlo?” le
respondió él mientras le sobaba el culo.
.-“Quiero saber si tienes
fuerzas para follarme a mí” Le dijo ella tratando de masajear el miembro del
muchacho.
.-“Terminarás suplicando que
pare” le dijo él totalmente engreído.
.-“Eso suena bien, pero ¿por
qué no empiezas ya?” le dijo ella notando que el miembro del joven cogía
fuerza.
.-“Prefiero que seas tú la que
lleves el ritmo” le dijo el chaval a la vez que le acariciaba el culo con ambas
manos. El miembro del chico permanecía aprisionado entre los dos cuerpos y ella
movía las caderas de tal forma que lo masturbaba sutilmente.
.-“Sabes...” dijo él
recuperando la iniciativa. “Tengo la convicción de que cada mujer tiene un
ritmo propio, un son íntimo, una compás propio y único, como las huellas
dactilares, mientras hacen el amor. Quiero saber cuál es el tuyo. Trataré de
recordarlo y compondré una canción que recuerde este momento”. Las yemas de los
dedos del chaval jugaban ahora con el esfínter de mi mujer.
.-“A siiih, y ¿cómo titularías
la canción? Le susurraba mi mujer que no cesaba de moverse sobre su polla.
.-“Nunca antes” dijo él.
.-“Me gusta, aunque no sé por
qué”. Le respondió ella.
.-“Pues porque nunca antes me
la habían mamado así” dijo él.
.-“¡Qué tonto eres!” dijo ella
al tiempo que se reían los dos y se daban acaramelados picos en la boca.
.-“Sabes...” dijo ahora ella
mientras rodeaba la cabeza del muchacho con sus brazos y le ponía un pecho en
la boca. “Quiero que sepas la cantidad de veces he tenido que masturbarme
encima de la cama mirando tus fotos de dentro del CD. También me preguntaba
cómo te moverías, te imaginaba encima mío hasta correrme”. El chico le chupaba
los pezones y empezaba a tenerla dura otra vez. Ella proseguía:
.-“Incluso algunas veces
cuando hago el amor con mi marido, me he imaginado que eras tú el que me
follaba”. Me tuve que ver cómo ella le cogía la polla al chaval y la guiaba
hasta la entrada de su coñito.
.-“Sabes,...te voy a follar
como nunca antes te han follado” y mientras mi señora esposa le decía esto, se
restregaba ella misma el pene del muchacho por su clítoris. Y continuó:
.-“Ninguna de esas
adolescentes con que te acuestas tras cada concierto te darán el ritmo y la
caña que te voy a dar yo”, y nada más decir esto se introdujo el pene del
muchacho.
.-“Uuuhmmm, ¡qué grande la
tienes!, sabes... esto me dilata como nunca antes me había sentido”. Estaba
claro que trataba de aumentar el ego del chico y de repetir cuantas más veces
lo de “nunca antes”. El chaval por su parte continuaba acariciando con sus
manos el culo de mi mujer. Se dedicaba a lubricarle el ano con sus propios
fluidos vaginales.
En un momento dado el muchacho
introdujo la punta de uno de sus dedos en el ano de mi esposa.
.- “Heeeyy, ¿qué haces?” dijo
sorprendida mi mujer.
.- “Quiero hacértelo por el
culito como nunca antes te lo han hecho” dijo el muchacho mientras introducía
definitivamente el dedo corazón en el ano de mi mujer.
.-“Aaaggh, ahora sí vas a
saber lo que es ritmo” gritó mi mujer y una vez dicho esto se puso a horcajadas
encima del muchacho y comenzó a cabalgarlo. El joven le acariciaba con una mano
sus pechos mientras con la otra continuaba empeñado en dilatar el culito de mi
esposa. Ella en perfecto ángulo recto con el cuerpo del muchacho imprimía un
ritmo bestial a sus movimientos de cadera.
Mi mujer le decía cosas como
“caray como la noto, menudo pedazo de polla que tienes, es enorme” estaba claro
que lo incitaba y provocaba como podía mientras se apoyaba con las manos en el
pecho del muchacho para controlar el ritmo.
El chico se relamía viendo a
ese pedazo de hembra cabalgándolo. Los gemidos comenzaron a sucederse. Mi mujer
decidió reclinarse un poco más de tal forma que sus codos descansaban a cada
lado de la cabeza del chico permitiendo que a cada cabalgada sus pechos
chocasen contra la cara del muchacho. Este sacó su lengua y podía rozar en cada
embite con su lengua el pezón de mi esposa. Contemplar la lengua del joven en
contacto con los pechos de mi esposa me encendió de sobremanera. Los gemidos
cada vez eran más fuertes y la respiración se aceleraba por momentos. Advertí
como unos espasmos incontrolables recorrían la espalda de mi mujer que se
convulsionaba de placer mientras chillaba como una posesa. Ella había alcanzado
el orgasmo, mientras que al muchacho le estaba costando. La polla del chaval
continuaba dentro de ella. Mi mujer se recuperó del orgasmo, se recogió el
pelo, y mientras lo besaba en la boca le dijo al batería del grupo:
.-“Sabes..., quiero que sepas
que nunca antes me lo han hecho por el culito. ¿Te gustaría ser el primero?” le
dijo mi mujer al tiempo que una de sus manos se posaba sobre la mano del chaval
que jugueteaba con su ano. Desde luego sabía cómo encender al joven, pues ya
habíamos practicado algunas veces el sexo anal y le mentía intencionadamente.
Yo a esas alturas no pude evitar masturbarme dentro del armario. Me excitaba
observar lo puta que podía estar siendo mi mujer con ese chaval.
Ambos se acomodaron para
proceder en la nueva postura. Ahora ella estaba tumbada boca abajo en la cama
mirando hacía el armario en el que me encontraba y el chico se situaba encima
de ella apoyado con una mano en la cama mientras con la otra acercaba su polla
al culo de la mujer.
La música cesó por unos
instantes, el tiempo justo para que la pareja pudiera escuchar algún ruido que
provenía del armario. El chico no le prestó la más mínima importancia a esos
sonidos, pero pude comprobar como mi mujer miraba con curiosidad hacía el
armario. Yo permanecí inmóvil dentro. Por unos momentos pensé que había
descubierto. Contuve la respiración para evitar ser sorprendido. La música
comenzó a sonar de nuevo mientras el chico trataba de enchufársela por el culo
con cierta torpeza.
.- “Despacito, que soy virgen
por ahí ” le dijo ella mirando inquieta hacia mi posición.
.-“Te dolerá un poquito al
principio pero aguanta”. Le dijo él algo impaciente tratando de hacerse el
experto. Poco a poco la verga del chico fue abriéndose paso por el estrecho
agujerito de mi esposa. Yo podía verlo perfectamente desde mi posición.
.-“Aaagh, me duele” gritó mi
mujer. Pero el chico hacía caso omiso y continuó clavando su polla hasta el
fondo en el culo de ella.
.- “Uuuhhmm, ¡Que estrechito!,
se nota que tu marido no te lo hace por este culito” le decía él en la oreja
mientras su cuerpo descansaba por completo encima de mi mujer.
.- “Me gusta” dijo mi mujer
“vamos, venga, muévete, follame el culo” yo podía ver como los huevos del
muchacho golpeaban sobre los cachetes de mi esposa.
.-“¿Tu maridito no te folla
como es debido por el culo, verdad?” le decía él tumbado por completo sobre su
espalda.
.-“Mi marido es un cornudo,
ojala me estuviese viendo ahora” gritaba mi mujer mirando hacia el armario
sospechándose algo.
.-“Así vería lo puta que eres”
le decía el muchacho besando el hombro de mi mujer mientras le daba fuerte por
el culo y le estrujaba las tetas con sus manos.
.-“Seguro que se haría una
paja y disfrutaba viendo como me la metes por el culo”. Ella empezaba a jadear
con fuerza y su respiración era un gemido continuo.
.- “Así aprendería lo que es
follar por el culo”. Le dijo el chaval como pudo mientras comenzaba a resoplar
sobre el cuello de mi mujer.
.-“Siiih, me gusta. Uummhh, me
gustaah, me gustaah” el intercambio de gemidos era inminente.
.-“Pero que puta estas echa”
le gritaba el muchacho mientras mordía su hombro apoyado en su espalda.
.-“Siih, vamos córrete dentro
de mi” le incitaba ella.
.-“¿Te gusta que te follen el
culo?” continuaba él.
.-“Siiih” grito ella mientras
se corría, su cuerpo se convulsionaba y se retorcía en espasmos.
.-“Uuuhmm, uuhmm, me corro, me
corrooooh” bufaba el chico mientras su cabeza descansaba sobre el cuello de mi
mujer y arqueaba su cuerpo para deleitarse con la visión de contemplar su polla
entrando y saliendo del culo de la mujer que se había beneficiado. Las últimas
gotas de esperma cayeron sobre la espalda de mi mujer.
.-“¿Ya?” le preguntó mi mujer
totalmente recuperada.
.-“Si” pronunció el chaval
entrecortadamente, mientras recuperaba el aliento. Yo me corría también en ese
mismo instante y gotas de mi esperma salpicaron la puerta corrediza del
armario.
Al terminar ambos descansaban
tumbados boca arriba en la cama. El silencio se rompió cuando el muchacho le
preguntó:
.-“¿Te ha gustado?” dijo al
tiempo que se giraba para acariciar sus pechos lentamente.
.-“Si” dijo ella “me has
follado como nunca antes me habían follado”. Ambos se rieron al recordar el
título de la prometida canción. Ahora ella lo miró a los ojos y le preguntó:
“¿En serio compondrás esa canción pensando en mí, o es sólo un cuento?”.
.-“Dame tiempo y con el ritmo
que me has dado, la canción es greatest hits seguro”. Le dijo mientras
continuaba acariciando sus pechos. Ahora fue él quien mirándola a los ojos le
preguntó: “¿Qué piensas hacer?, ¿se lo dirás a tu marido?”.
Ella mirando hacia el armario
le dijo al muchacho:” Estoy deseando llegar a casa para hacerle el amor”.
.-“Menuda puta estas hecha”
dijo ahora él.
.-“Si, será mejor que nos
vayamos” dijo ella poniéndose en pie dispuesta a vestirse. Un silencio incómodo
reinó en la habitación mientras ambos se vestían y arreglaban. Lo último que vi
es que salieron abrazados de la habitación.
Yo me arreglé como pude y cogí
un taxi en dirección a casa. Llegué antes que mi mujer, supongo que se
entretuvo despidiéndose del bateria del grupo, me tumbé en el sillón con el
pijama puesto tratando de disimular y haciendo creer a mi mujer que llevaba
toda la noche viendo la tele tumbado en el sofá.
Cuando entró por la puerta de
casa se asombró de verme así en el sofá viendo la tele.
.-“Hola cariño, ¿llevas ahí
mucho tiempo?” me preguntó asombrada.
.-“Si, ¿qué tal el concierto?”
le pregunté.
.-“Ha estado genial, pero
estoy algo cansada. ¿Por qué no te vienes a la cama?” me dijo como si nada.
.-“Recojo un poco el salón y
la cocina y enseguida estoy contigo” le respondí yo de la forma más natural del
mundo.
Tardé cierto tiempo en acudir
al dormitorio, cuando lo hice mi esposa me estaba esperando en ropa interior
encima de la cama. Había encendido alguna vela que proporcionaba un ambiente
sugerente. También puso música de fondo, lo que sonaba era el grupo musical del
concierto.
.-“¿Y esto?” pregunté yo
mientras me empalmaba irremediablemente sabiendo lo que pretendía.
.-“Esta noche durante la
fiesta he pensado mucho en ti” me dijo en tono sugerente.
Yo me abalancé sobre ella en
la cama. Pude notar su olor a sexo por todo el cuerpo.
.-“Estas algo sudada” le dije
a la espera de su respuesta mientras la besaba en la boca y me embriagaba del
olor.
.-“Hacía mucho calor en el
concierto ¿te importa?” respondió ella, y sujetándome la cabeza por el pelo me
dijo mientras me miraba a los ojos: “Hoy me apetece que me lo comas “.
Yo me hice el sorprendido pues
normalmente me ponía resistencia a ese tipo de sexo. A esas alturas le estaba
comiendo las tetas. Podía saborear el olor a semen del niñato en el escote de
mi mujer. Me acordé de la mamada que le hizo al borde de la cama del hotel,
cuando la salpicó con su leche. De lo espectacular y zorra que estaba ella.
Recordé como le chupaba los pezones y la impregnaba de saliva por el escote.
.-“Vaya, vaya, veo que vienes
calentita. Tendré que dejarte ir más veces sin mí a los conciertos”. Ni yo
mismo me podía creer que el sentirme así de cornudo me excitase tanto y que
aquel fuese a ser uno de los mejores polvos en mi vida con mi mujer. Cuando
llegué a su coñito pude comprobar como este chorreaba de fluidos entremezclados
aún con el esperma del muchacho. No me importó saborearlo. Es más, nunca antes
la había tenido tan dura. Recorrí con mi lengua sus labios de arriba abajo,
momento en el que ella me volvió a preguntar:
.-“¿Seguro que has estado aquí
toda la tarde?” me preguntó al tiempo que su respiración se agitaba.
.- “Si, ¿por qué?” le respondí
yo con mi cara entre sus piernas.
.- “No por nada, anda sigue,
sigue que me gusta” y se abandonó a mis caricias.
Aquella noche y muchas de las
siguientes me hizo el amor con los ojos cerrados. Además siempre que podía
sonaba de fondo la música del grupo musical.
Nunca más volvimos a hablar de
lo sucedido esa noche, aunque en varias ocasiones cuando dialogábamos con sus
amigas se contradecían de forma evidente cuando yo preguntaba y me narraban lo
sucedido en la fiesta. Mi mujer nunca quiso indagar en porqué yo no me
mosqueaba con las evidentes contradicciones y mentiras de sus amigas”. Poco a
poco José iba concluyendo su relato, el ritmo de sus palabras iba aminorando
recuperando la serenidad.
.- “Recordarás que hace ya
unos meses ese grupo musical sacó una canción que se titulaba “Nunca antes”
llegó a ser número uno en las listas de radio. A mi mujer le cambiaba la
expresión de su rostro cada vez que escucha la canción” concluyó José en su
relato mirándome a los ojos por primera vez en mucho tiempo y apurando de un
sorbo su fría taza de café.
.-“¿Por qué me cuentas todo
esto?” le pregunté sorprendida y saber muy bien qué es lo que esperaba de mí.
Toda esa historia sin duda sobrepasaba mi entendimiento.
.-“Necesito ayuda” me dijo
recuperando el brillo en sus ojos.
.-“No veo como” le dije sin
salir de mi asombro por todo cuanto me había contado.
.-“Estoy enfermo, me estoy
volviendo loco. No dejo de pensar en lo que sucedió aquella noche” esta vez su
mirada me resultó preocupante.
.-“Bueno, para serte sincera
yo tampoco podría dejar de pensar en ello, pero para nada bueno, te lo aseguro”
se escapó de mi boca.
.-“Por eso, por eso mismo. Esa
sería la reacción lógica de cualquier persona en su sano juicio”. Yo no
entendía nada de nada. Lo miraba cariacontecida sin llegar a comprender lo que
sucedía.
.-“Lo que ocurre es que me
muero de ganas por ver de nuevo a mi mujer con otro, de contemplarla
disfrutando con otro hombre que no sea yo, ¿lo entiendes?” concluyó.
.-“Chico, lo tuyo es para
mirárselo” es lo primero que me salió sin pensar.
.-“Eso es precisamente lo que
quiero que hagas, que me ayudes a elegir psiquiatra” terminó.
.-“Eso está hecho” le dije.
Para colmo por el hilo musical
del bar sonó la canción de “nunca antes” y ambos reímos cómplices al escuchar
el ritmo de la música.
Cambiamos de tema y
continuamos hablando por un rato más, hasta que cada uno marchó a su casa.
Debo confesaros que he
coincidido con José y su esposa en algunas ocasiones desde esa tarde, y aún
hoy, no sé cómo sentirme cada vez que veo a esa extraña pareja.
Besos,
Sandra.
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