sábado, 3 de marzo de 2018

Nunca antes



Hace unos días que me llamó mi amigo José bastante preocupado pidiéndome que nos reuniésemos solos y con urgencia para hablar. José es el mejor amigo de mi esposo desde la infancia, y como yo conocí a mi marido mucho antes que él a su actual mujer, durante mucho tiempo me convertí en su confidente y consejera en cuanto a chicas se refiere. Desde que éramos adolescentes que lo ví tontear con muchas, y llorar en mi hombro por otras tantas. Siempre he tenido la suficiente confianza con él como para decirle lo que pensaba de sus novietas. Que si esta no te conviene, que si la otra no te va, que si con esta haces buena pareja,… y cosas por el estilo. Él siempre me decía que ojala fuese su novia, y que si un día lo dejaba con el suertudo de su amigo ahí estaba él para intentarlo. Me decía que yo era una tía con la que se podía hablar de todo sin tapujos, y que no encontraba a ninguna como yo. En cambio el imbécil de mi marido lo admiraba por la cantidad de chicas con las que rondaba.

El caso es que lo noté algo nervioso por teléfono, y por qué no decirlo, me picó la curiosidad por saber de qué quería hablar conmigo. Hacía ya unos años que había conocido a quien hoy era su mujer y desde entonces que sus pequeñas confesiones habían disminuido en el tiempo hasta diluirse del todo. Así que hice cuanto pude para quedar con él lo antes posible.

Quedamos una tarde entre semana en un céntrico café de nuestra ciudad. Tras las preguntas de cortesía de siempre en plan que tal la familia, el trabajo, lo que te apetece y lo que quieres tomar yo le pregunté por su mujer pues hacía tiempo que no la veía.


.-“De eso quería yo hablarte” me dijo encadenando un cigarrillo tras otro.

.-“Pues tú dirás” le dije yo ansiosa por desvelar tanto misterio de una vez por todas.

.-“Mira Sandra…” dijo algo apesadumbrado y sin encontrar las palabras adecuadas.

.-“Tranquilo José, sabes que puedes contar conmigo para lo que haga falta” dije tratando de inspirar la confianza suficiente como para que se arrancase a contar.

.-“Por eso mismo te he llamado Sandra, por qué contigo se puede hablar de todo, y el caso…, el caso es que estoy hecho un lío”. Estaba claro que dudaba si contármelo o no.

Yo hice un silencio a la espera de que me contase de qué iba todo ese lío.

.-“Me gustaría contártelo todo” dijo mirándome ahora a los ojos. Yo permanecí inmutable expectante. “La historia es un poco larga” le costaba confesarse.

.-“Tenemos todo el tiempo del mundo” pronuncié tratando de animarlo a contarme lo que quisiera que quería contarme.

.-“El caso es que el comercial de una conocida marca me ofreció cuatro entradas para la zona VIP del concierto, que cierto grupo musical de renombre tendría en nuestra ciudad” y dando una pequeña calada a su cigarro continúo contándome esta vez sin detenerse….


Me confesó que todo ocurrió hace ya un tiempo. La enseña para la que trabaja era uno de los principales patrocinadores del concierto. El grupo en concreto acababa de grabar un disco y sonaba con fuerza entre las ondas de la radio como grupo revelación. Tras otra calada a su cigarro me siguió contando…

.- “Yo acepté las invitaciones. Se trataba de cuatro invitaciones tipo VIP para el concierto del sábado a la noche, lo que incluía además de poder asistir al concierto en zona reservada, un lunch al acabar el espectáculo con los miembros del grupo y resto de invitados.

Por supuesto le ofrecí las invitaciones a mi mujer para que asistiera al concierto junto con unas amigas suyas. Yo me reservé la cuarta invitación por si lograba llegar a tiempo del concierto. Aquel sábado pude salir antes de lo previsto y decidí acercarme al sarao del concierto. Como era comienzo de verano hacía calor, antes de salir de casa pude comprobar como mi mujer planchaba y arreglaba un vestido veraniego de escote en “v” de esos que se anudan los tirantes que cubren los pechos a la espalda y dejan al descubierto sus hombros de forma muy sexy, además la faldita era más bien corta, dejando ver gran parte de sus firmes muslos. Por supuesto no se puso sujetador, pues se marcarían los tirantes. Pero sobretodo me llamó la atención que se arregló los pelillos que decoran su pubis”.

Me confesó y así me lo creí que al verla acicalarse imaginó que seguro que su mujer regresaba cachonda y luego tendrían una sesión de buen sexo. En verdad que José pensaba desde adolescentes en este tipo de majaderías.



He de decir que la mujer de José es realmente espectacular, tiene un cuerpo de infarto a pesar de ser algo bajita. Tiene unos pechos grandes, firmes y bonitos. Nunca nos hemos llevado del todo bien, aunque siempre hemos aguantado la compostura la una con la otra por respeto a la amistad de nuestros respectivos maridos. En parte ella la responsable también de mi distanciamiento con José, con el paso del tiempo dejó de confesarme sus pequeños secretos hasta hoy…

José dio una nueva calada a su cigarro nervioso y continúo relatándome los hechos:

.-“Cuando llegué tuve que enseñar varias veces mi invitación para poder acceder al recinto. Como salía de trabajar con traje y corbata, comienzo de verano y una calor insoportable, decidí acercarme a la barra del bar a refrescarme lo primero de todo. Luego ya encontraría a mi mujer, y sus amigas. Uno de los camareros que circulaban por la carpa me ofreció una copa de su bandeja, yo acepté gustosamente y cuando me encontraba dando el primer trago, Miguel, el comercial de la marca patrocinadora y que me ofreció las entradas me vió entre la multitud y vino hacia mí:

.-“¡Cuánto me alegro de verte!” Me saludó.

.-“Deja que te presente al director comercial de la enseña en España”, me dijo guiándome hasta un corro de personas entre la muchedumbre.

.- “Caballeros,...” dijo Miguel interrumpiendo la conversación del grupo al que nos dirigimos.

.-“Permítanme presentarles a José, como saben su centro registra el mayor número de ventas de nuestra enseña en esta ciudad. Le debemos mucho los aquí presentes.” De esta forma me presentó Miguel al resto del grupo. Un aplauso generalizado tuvo lugar.

.-“Ohh, vamos no es para tanto, sólo trato de hacer bien mi trabajo, su marca también es importante para nosotros.” Dije al acabar el recibimiento. Recuerdo que quien parecía ser el director comercial de la marca patrocinadora del concierto me agarró por el brazo y apartándome del resto del grupo me dijo:

.-“La verdad es que sus cifras de venta y resultados son envidiables” y mientras decía esto llamó a un camarero para que nos sirviese otra copa. Pude comprobar que vestía un traje impecable y disponía de un camarero para su exclusiva atención. Y tras preguntarme que quería tomar, continúo hablándome de cifras y cifras de su compañía y la mía. Hacía un tiempo que no le escuchaba con detenimiento aunque le seguía la conversación. En realidad buscaba con la vista dónde podía encontrarse mi mujer, la había visto arreglarse y quería participar de sus intenciones.

Una vez concluido el concierto, por la megafonía de la zona VIP anunciaron que los invitados que quisiesen podían pasar a realizarse fotos con los miembros del grupo.

Fue la primera vez que vi a mi mujer entre la gente que esperaba a hacerse las fotos. La gran mayoría eran chicas y mujeres que querían hacerse una foto con los miembros del grupo musical. Me fijé en mi esposa desde mi posición, cuando les tocó el turno de hacerse las fotos, eran casi las últimas. Todos los componentes del grupo intercambiaron dos besos con las invitadas, incluso estuvieron charlando un rato con mi mujer y sus amigas.

.-“Caray, que suerte” interrumpí el relato de José sin darme cuenta que había metido la pata. Por el rostro de José supuse que a él no le hacía ni pizca de gracia la suerte de su mujer. José se animó a continuar narrando su historia tras darle un sorbo a su café. Pude apreciar que le temblaban las manos de los nervios.

.-“El caso es que el batería del grupo, y que al parecer era el más sinvergüenza, no dudó en posar sus manos sobre la espalda desnuda de mi mujer a la hora de hacerse las fotos. Para mi asombro, mientras el fotógrafo oficial del grupo tomaba las instantáneas, el batería posó con total descaró sus manos en el culo de mi mujer. Al finalizar las tomas este pareció indicarle a mi mujer que esperase con sus amigas a finalizar el compromiso con el resto de invitadas puesto que quedaba poca gente en la fila, y que después enseguida estaría con ella.

Por otra parte el supuesto director comercial no paraba de darme la vara con cifras y cifras de venta y beneficios. Pero mi atención permanecía en lo que podía contemplar entre la gente. A pesar de que la zona VIP estaba abarrotada de chicas guapas y elegantes, con vestidos de primeras marcas y diseñadores, el grupo musical compuesto por cuatro miembros, al parecer, había elegido a mi mujer y sus amigas para entablar conversación.

Pronto pude comprobar cómo se formaban dos grupos, uno en el que reían las amigas de mi mujer, el cantante, el guitarrista y el bajo. Y otro en el que conversaban mi mujer y el batería del grupo.

El ruido de la música era relativamente ensordecedor debido al volumen de los altavoces. Lo que era una excusa barata para que el susodicho bateria del grupo se acercase a hablar cada vez más cerca de mi mujer. Una de sus manos se alternaba entre acariciar la espalda desnuda del vestido de mi mujer y su culo. Con la otra mano sostenía una copa de champagne, y cada vez que la apuraba llamaba a un camarero para que cambiase su copa vacía y la de mi esposa.

Ya sabes que a mi mujer le encanta el champagne, aunque se le sube enseguida a la cabeza.” Dijo haciendo una breve pausa en su relato. Yo a esas alturas estaba boquiabierta con lo que escuchaba. Luego continúo contándome…

.-“La verdad es que a mí me sorprendía que mi mujer no le llamase la atención sobre el atrevimiento de sus caricias. No me entrometí pensando que llegado el momento mi fiel esposa sabría dejarle las cosa claras. Lo malo es que también me llamó la atención que en un momento dado varios de los miembros del grupo musical guiñaron un ojo al batería que permanecía hablando con mi media naranja como si de una estrategia premeditada entre ellos se tratase.

En cuanto a mí, no paraban de taladrarme la cabeza con cifras y cifras de ventas. Quería acercarme a mi mujer y resto de acompañantes para decirles que había podido llegar a tiempo, y que debido al cansancio sería mejor que nos retirásemos pronto a casa. Pero desde la lejanía pude contemplar atónito como el batería del grupo se acercaba para hablar cada vez más y más cerca de la nuca y comisura de los labios de mi mujer. Su mano se posaba ya con descaro sobre el culo de mi esposa. Para mi estupefacción ella se dejaba acariciar y le reía las gracias. Yo quise ir a partirle la cara a aquel niñato. Me daba igual montar un numerito, pero aquel listillo se estaba propasando. Mi sorpresa fue mayor cuando ambos se intercambiaron un beso en la boca. Primero fue un pico y luego un beso más prolongado.

.-“¿Y no hiciste nada?” le pregunté totalmente sorprendida por lo que estaba escuchando.

.-“Le hubiese partido la cara delante de todo el mundo. No fue por falta de ganas” dijo conteniendo los nervios. “Pero te juro que no me lo podía creer, mi mujer se estaba besando en la boca con aquel muchacho que apenas tendría los veinticinco años, a la vista de todos los presentes. Mi furia se incrementó cuando pude comprobar que le estaba sobando el culo sin pudor alguno por parte de ambos. Le hubiese partido la cara ahí mismo pero antes debía deshacerme de buenas maneras de mi cansino interlocutor. Así que me excusé como buenamente pude tratando de ser educado”.

No sé por qué pero viniendo de José yo misma me creí que antepusiese su buena educación al hecho de que le estuviesen levantando la mujer.

.- “El caso es que traté de deshacerme del pesado director. Les dije que sentía interrumpir tan amena conversación con ellos, pero que debían excusarme. Les dije al tiempo que trataba de abrirme paso entre los asistentes rumbo directo a mi mujer.

Desde la distancia pude observar como el guapito del grupo conversaba algunas palabras en la nuca de mi mujer y está asentía con la cabeza. Antes de que pudiera llegar a saludarlos la tomó por la muñeca y la arrastró fuera del recinto VIP hasta la calle donde detuvo un taxi. Todo ocurrió muy deprisa. Ambos subieron a la vez solos en el mismo taxi riendo. Por suerte pude parar otro prácticamente a la par.

.-“Siga al taxi de delante” le indiqué al conductor. Tras callejear por la ciudad pude comprobar que se detenían en la puerta de un conocido hotel de la ciudad. Los vi bajar sonrientes a ambos mientras pagaba mi taxi con urgencia.

Mi mujer presentaba claros síntomas de embriaguez. Yo no me podía creer que aquel sinvergüenza se fuese a aprovechar de mi mujer. Tampoco podía creer que mi mujer se dejase seducir por aquel niñato. Una vez en el interior del hotel, los observé meterse abrazados el uno al otro en el ascensor del hall principal. El bateria del grupo no dejaba de coger a mi mujer por la cintura y aprovechar de vez en cuando para sobarle el culete. Por suerte el ascensor se detuvo en la tercera planta y acto seguido regresó a mi llamada a la planta calle. Aquellos segundos me parecieron eternos, quise averiguar a qué habitación se habían dirigido. Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el tercer piso conmigo dentro, maldije mi suerte al comprobar que ya no había nadie por los pasillos de esa planta.

.-“¡Maldición!, ¿en qué habitación se habrán metido?” pensé para mí.

No podía resignarme, quería saber que estaba pasando dentro de la habitación en que estaría mi mujer. Debía parar aquella locura.

Tras inspeccionar la planta de habitaciones del hotel pude concluir que tan sólo una de las puertas del fondo podía ser la suite de planta. Supuse que sería esa en la que se encontrarían. Te juro Sandra que estaba hecho un manojo de nervios. Comencé a sudar del ímpetu. Un flash back me hizo recordar que en cierta ocasión un jefe de planta de un hotel, en mis numerosos viajes de empresa, me comentó que tras el mostrador de recepción siempre se guardaba una tarjeta maestra. Información que me transmitió tras perder varias veces mi tarjeta tipo llave de madrugada de regreso a ese hotel. Como la situación era desesperada decidí regresar a la planta baja del hotel y tratar de hacerme con una tarjeta maestra del personal.

La suerte se alió de mi lado, pues al poco de bajar a la planta calle, y comprobar que a esas horas tan sólo había dos chicas tras el mostrador de recepción, pude escuchar como una de ellas se disculpaba ante la otra con permiso para ir al aseo. Para mi suerte la otra tomó nota de una pareja de ancianos recién llegada al hotel, y tras el papeleo correspondiente pude escuchar cómo les decía:

.-“Permítanme que les acompañe a su habitación”.

Estaba claro que era mi oportunidad, como llevaba el traje y corbata ninguno de los presentes en el hall sospecharían de verme husmear tras el mostrador de recepción. Pensarían que era personal del hotel. Una vez se alejó la recepcionista con la pareja de ancianos, me fui directo tras el mostrador. Efectivamente, tras el mostrador de recepción pude comprobar que colgado de una escarpia colgaba un juego de tarjetas llave con un letrero que indicaba:” Llave universal”.

Me pareció demasiado fácil, pero no iba a ser yo quien desperdiciase semejante oportunidad. Al esperar el ascensor pude comprobar como la recepcionista que se había excusado para ir al baño regresaba a su puesto. Por suerte no pareció fijarse en la desaparición del juego de llaves. Seguramente supondría que lo habría cogido su compañera. Me dirigí al tercer piso, camino de la suite. Transpiraba de las prisas y los nervios. Abrí la puerta de golpe, con la intención de partirle la cara a aquel sinvergüenza que se estaba aprovechando de mi mujer, pero una vez dentro de la habitación, y para mi desesperación pude comprobar que no había nadie.

De repente escuché un teléfono en alguna de las habitaciones cercanas y las risas de mi mujer junto a una voz masculina que decían:

.-“Si por favor, suban una botella de Moët Chandon a la habitación 303. Realicen el cargo a nombre de mi manager junto con el resto de la cuenta. Gracias, es usted muy amable” y tras escuchar estas palabras volví a oír risas, entre ellas las de mi esposa.


Durante un tiempo prevaleció el silencio. Tuve que calmarme si quería escuchar lo que decían. Lo único que tenía claro es que por el momento solo estaban charlando. En esos momentos pensé que tal vez debía darle un voto de confianza a mi esposa. Quise pensar que lo más seguro es que él quisiera enseñarle algo, tipo alguna maqueta o canción inédita, y no sé por qué pensé que si entraba en esa habitación hecho una furia y repartiendo hostias a diestro y siniestro hiciese el ridículo de mala manera. Puede que además saliese en el periódico de manera que mi mujer no me lo perdonaría jamás. Así que decidí tranquilizarme y esperar. Así que continué expectante en mi escondite de la suite del pasillo.

Al rato pude percibir los pasos de quien al parecer era el camarero de piso. Llamó con los nudillos en la puerta de la 303, relativamente enfrente de donde me encontraba. Entreabrí la puerta para ver lo que sucedía en el pasillo del hotel. El gilipollas del batería del grupo abrió la puerta y permitió el acceso del camarero, el cual se introdujo en la habitación con el carrito que portaba el champagne y la champanera con el hielo. Al concluir el camarero salió abandonando la habitación.

Al menos ya tenía claro dónde estaban. Salí de la suite y me dirigí a la puerta de la 303. Pegué la oreja a la puerta tratando de averiguar de qué estaban hablando, pero por ahora tan sólo podía escuchar la música recién puesta, habían subido el volumen y no se escuchaban sus voces. Permanecí un rato tratando de escuchar algún ruido más, pero no se oía nada salvo la música. Así que decidí abrir la puerta despacito, sin hacer ruido, sigilosamente. No quería irrumpir poniéndome en ridículo y con la confianza puesta en mi mujer, aunque por otra parte tenía mis más que razonables dudas y quería saber lo que pasaba dentro.

No se me ocurrió otra que descalzarme y entrar de puntillas. La habitación constaba de un pequeño pasillo inicial, en el que se encontraba a la derecha la puerta del baño y a su izquierda un armario empotrado de tres piezas comunicadas que llegaba hasta el inicio del resto de habitación, casi enfrente de la cama. La habitación tenía la típica cómoda a continuación del armario empotrado, y una cama de matrimonio enfrente. Al fondo, junto al balcón, había un sillón y una mesita sobre la que reposaba la champanera. Por suerte mi mujer y su acompañante se encontraban sentados en los pies al borde de la cama. Cuando yo abrí la puerta, desde su posición en la estancia, y junto con el ruido de lo que ellos llamaban música, les resultó imposible adivinar mi sigilosa intrusión en el cuarto. Dudé si cobijarme en el baño o en el armario, pero tras comprobar que el armario estaba completamente vacío, decidí introducirme en su interior por la primera puerta, la más cercana a la puerta de entrada de la habitación, y moverme por su interior hasta la zona en que pudiera ver sin obstáculos lo que ocurría a los pies de la cama. Por suerte la música camuflaba mis pocos ruidos. Una vez acomodado en el interior del armario me dispuse a espiar a mi esposa confiando en que todo aquello concluiría con una explicación razonable.

Pero mis esperanzas se disiparon cuando comprobé que se estaban besando en la boca y las manos de aquel niñato no dejaban de acariciar las piernas de mi querida mujercita.

.-“¿No le partiste la boca?” pregunté sorprendida por su relato y sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Vale que su mujer nunca me había caído del todo bien, pero de ahí a que le pusiese los cuernos a mi amigo, había mucha diferencia.

José me miró con los ojos enrojecidos por cuanto me estaba confesando, y sacando ánimo de dónde pudo continúo contándome…

.-“No sé por qué no lo hice. Te juro que no logro entender que es lo que me retuvo dentro del armario como un gilipollas observándolos. Supongo que me pilló todo de improvisto. No me lo podía imaginar. No daba crédito a cuanto veía” se justificó antes de seguir.

.-“Cuando sus bocas se separaron, pude escuchar cómo le ofrecía más champagne. Ahora era mi señora la única que bebía, y mientras con una mano aguantaba la copa de champagne, con la otra se apoyaba ligeramente recostada sobre la cama.

Podía ver perfectamente como aquel niñato continuaba acariciando el muslo de la pierna más cercana de mi mujer. Por unos instantes la mirada de quien era mi media naranja se quedó fija viendo como aquel muchacho acariciaba sus piernas. La conozco bien y sé que en su mente se estaba produciendo una terrible lucha. Tal vez por eso yo todavía albergaba alguna esperanza. Se quedó como dubitativa, lo que me hizo pensar que en cualquier momento se levantaría y se marcharía de allí, momento en el cual yo podría salir a partirle la cara a aquel cabrón sin que mi mujer se enterase de nada.

Pero nada de cuanto yo anhelaba que sucediese acontecía. El muchacho continuaba susurrándole palabras en la nuca, y de vez en cuando la besaba a traición en su desnudo hombro. Ella apuró la copa de champagne que tenía en la mano, y sin dejar de mirar como la mano del muchacho recorría su pierna desde la rodilla hasta el inicio de su faldita, se abrió ligeramente de piernas facilitando las caricias del muchacho mientras se recostaba un poco más sobre la cama. La muy…

El joven interpretó este gesto como que podía avanzar más allá en sus caricias. Las maniobras en la pierna de mi mujer se hacían cada vez más descaradas. Pude ver nítidamente como ella le permitía que llegase a rozarle en varias ocasiones sus intimidades por encima de la braguitas. Incluso me tuve que escuchar como mi cónyuge empezaba a emitir tímidos gemidos de sus labios a la vez que se agitaba su respiración. Conozco a mi mujer y sé que llegados a ese punto ya estaba totalmente entregada.

Sé que tenía que haber salido de mi escondite, tenía que haber hecho algo para detener la situación, lo sé, pero supongo que no hice nada al escuchar las palabras de mi mujer.

.-“Uuuhmmm, veo que sabes tocar muy bien” le dijo mi pareja dejándose hacer.

.-“Me alegro que pienses así, mi discográfica no piensa lo mismo” dijo el bromeando. Para mi consternación ambos se reían con risa floja.

.-“Entonces, te habrán contratado por tu cara bonita” le dijo mi esposa y luego para mi asombro lo besó retomando cierta iniciativa. Yo no podía creer que mi esposa fuese capaz de comportarse de aquella manera, era algo increíble para mí.

Pude comprobar que mientras se besaban el muchacho apartaba a un lado las braguitas de mi mujer y procedía a acariciarle el clítoris sin ningún obstáculo. Me llamó la atención que se había rasurado su coñito. No era la primera vez que lo hacía, pero no era habitual. La cara del muchacho al comprobarlo fue todo un poema.


.-“¿Te gusta?” le preguntó en un susurro mi mujer con una cara de vicio que nunca antes la había visto.

.-“Está para comérselo” le respondió el muchacho mientras sus dedos se habrían paso en su interior.

.- “Uuummmh, sabes una cosa...., nunca me lo han hecho” le dijo mi mujer.

.-“¿El qué?” preguntó ahora el músico algo sorprendido.

.-“Pues eso” dijo con cierta timidez mi esposa ”nunca me lo han comido hasta el punto de correrme en la boca de un hombre”. El joven se sorprendió.

.-“¿Quieres? Es mi especialidad” dijo seguro de sí mismo aquel niñato.

Yo no me podía creer escondido desde el armario lo que estaba viendo, mi mujer se estaba ofreciendo como una cualquiera ante aquel gilipollas. Es más, ahora era ella la que cogiéndolo por los pelos al muchacho quería retener su cara entre las piernas. El chico se arrodilló en los pies de la cama, cogió a mi mujer de los tobillos y tiró de ella hasta acomodarla en el borde de la cama. La faldita del vestido se enrolló en su cintura y su coñito quedó totalmente expuesto a la vista del chaval. He de reconocer que estaba preciosa, ambos se miraron a los ojos fijamente. La expresión de mi chica era casi suplicante, y el mancebo se retrasaba en su faena, se deleitaba en el momento.

.-“Cómemelo” suplico mi mujer “me lo he arreglado especialmente para ti”. Y dicho esto el joven comenzó a besar a mi señora por las piernas. Primero empezó con besitos cortos en la zona del muslo cercana a las rodillas, y poco a poco fue besando por el interior de sus muslos hasta alcanzar su objetivo.

.-“Aaahh” gimió mi mujer cuando el primer lengüetazo del chico separó de arriba abajo sus labios vaginales y saboreaba su interior. Las piernas de ella descansaban sobre los hombros del músico, y este la tenía sujeta por los cachetes del culo. Una de las manos del chico comenzó a acariciar el muslo por la parte exterior, desde la rodilla hasta las caderas mientras las manos de mi mujer jugaban con el pelo del muchacho.

.-“¿Sabes lo peor?” me preguntó interrumpiendo la conversación.

.-“No” musité yo sin salir de mi asombro.

.- “Lo peor de todo es que yo estaba empalmado como un burro de contemplar la escena, y comencé a acariciarme por encima del pantalón. Siempre pensé que si viese a mi mujer con otro les partiría la cara a ambos, pero lejos de enfadarme me estaba excitando. Nunca me hubiera imaginado que mi esposa fuese capaz de comportarse de esa manera.


Los primeros gemidos de mi mujer no tardaron en llegar. El joven continuaba con su cara inmersa entre las piernas de mi mujer.

.-“Oooh, siii. Me encanta cuando me mordisqueas el clítoris” le hacía saber mi mujer.

.- “Siiiiih!!, sigue, no pares, no pares” comenzó a chillar. Su respiración se aceleraba. Su orgasmo estaba a punto de llegar, pese a que el artista llevaba relativamente poco tiempo comiéndoselo. Eso me hizo pensar que se encontraba cachonda perdida.

.- “Oooh, siii, me corro, me coroooooh” chilló mi mujer a la vez que se convulsionaba sobre la cama.

El muchacho la agarraba ahora fuerte por sus caderas para que los espasmos no lograran separar su boca del clítoris y pliegues de semejante hembra. Estaba claro que mi querida mujercita se había corrido.

Una vez se restableció la respiración de mi mujer el chaval cesó en sus caricias. Ella jugueteaba con el pelo del chaval mientras se mantenían la mirada conocedores de lo que acababa de suceder. Fue mi amada pareja la que dijo:

.-“Ha sido fantástico. Espero estar a la altura” y dicho esto se incorporó de la cama indicando al muchacho que intercambiasen la posición. Ahora era el batería del grupo quien permanecía tumbado en el borde de la cama boca arriba. Mi mujer se puso en pié a sus pies y llevándose las manos a la nuca comenzó a desabrocharse el nudo que sujetaba su vestido en la espalda. Los tirantes cayeron uno a cada lado y los pechos quedaron por primera vez a la vista del muchacho.

.-“¿Te gustan?” preguntó ella con voz sugerente a la vez que se los acariciaba todavía en pie frente a la cama.

.-“Son preciosos” dijo él mientras mi mujer se deshacía del vestido por los pies.

.-“Vamos a ver que tal toco esta flauta” y dicho esto se arrodilló desnuda al final de la cama. Comenzó por acariciarle el interior de las piernas del muchacho con ambas manos por encima de los jeans hasta llegar a su bragueta. Desde mi posición pude comprobar como le desabrochaba el cinturón y bajaba su cremallera. Yo hice lo mismo en el interior del armario y mis pantalones cayeron al suelo. Ella tiró de los vaqueros del chaval y él le facilitó la labor alzándose para desprenderse de los pantalones. Me sorprendió rozando sus tetas por las peludas piernas del muchacho comportándose como nunca había hecho conmigo. El joven acomodó algún almohadón bajo su cabeza y entrecruzó sus manos debajo de la nuca dispuesto a disfrutar y contemplar las caricias de mi esposa.

Ella le daba pequeños besitos en el interior de sus piernas, y no desaprovechaba ninguna ocasión para refrotarle las tetas por las extremidades del chaval. Los besitos se fueron sucediendo hasta besar el miembro del muchacho por encima del slip. Aquel niñato en la cama y yo desde el armario, la observábamos expectantes de comprobar sus maniobras. Yo sentía plena envidia del muchacho pues mi mujer se estaba comportando como una autentica zorrona. Nunca se había esmerado tanto cuando me la chupaba a mí. Es más, parecía disgustarle practicar sexo oral conmigo. Y sin embargo ahí estaba, disfrutando de exhibirse frente a aquel tipo.

Los besitos que le daba ahora se centraban alrededor del ombligo del chaval, de esta forma se apoyaba con sus tetas sobre el pene del muchacho. Cuando pudo notar que el chico tenía la polla a punto de estallar le bajó los slip, y el miembro del joven rebotó apuntando al techo de la habitación. El tamaño del pene del chico no la defraudó, y aunque sin ser excepcional trató de aumentar el ego del muchacho:

.-“Guuau, menuda polla te gastas. No sé si podré metérmela entera” dijo poniendo cara de asombro.

.-“Tocarás muy bien la batería con este palito” y nada más decir esto le lamió la polla desde la base en los testículos hasta la punta del pito.

Ahora era el chaval el que bufaba de gusto:

.-“Uuufff, que bien tocas la flauta” y cerró los ojos abandonado a las caricias de mi mujer. Ella se metía todo cuanto podía la polla del muchacho en su garganta y luego se dedicaba a jugar con sus labios y los pliegues del prepucio. Además alternaba el mamársela con restregarse la polla del muchacho por sus tetas, su propia saliva hacía brillar sus pechos. Se recreaba en rozar su pezón con la punta de la polla del chico.

.-“Que tetas más suaves tienes” dijo el chaval. Y tenía toda la razón del mundo, si hay algo que me gusta de mi mujer es la suavidad de la piel en sus pechos. Estaba claro que aquel contacto estimulaba al chico y a mi mujer le agradaba provocarlo con dicha maniobra.

El muchacho no aguantaba más, estaba a punto de correrse. Ella lo sabía y quiso que se acordase para toda la vida que esa sería la mejor mamada que le harían nunca. Así que decidió lamer con la punta de su lengua el ojete del chaval y luego se entretuvo en la zona del peritoneo. Mientras, su mano continuaba subiendo y bajando por la ensalivada polla del muchacho. Aquella sensación fue indescriptible para el chico que se corrió en ese mismo instante. Las primeras gotas de esperma fueron a parar sobre el pelo y la cara de mi mujer, la cual al darse cuenta engulló la polla del chico en su boca tragándose todo cuanto eyaculaba. Se entretuvo un rato relamiéndole el pene y chupándoselo. Cuando consideró que estaba bien limpio lo miro a los ojos y le dijo:

.-“¿Casi me atraganto?” le decía mientras recogía las gotas de semen que chorreaban por su cara y las relamía chupándose el dedo con la boca. Desde luego conmigo nunca se había comportado de aquella manera, por lo que yo estaba alucinando.

.-“Espero que este aparato tenga la potencia suficiente para otro concierto” dijo en tono picarón mi mujer mientras se limpiaba como podía.

.-“Prepárate para los vises” dijo el muy cabrón sonriendo.

Estaba claro que llegado ese punto mi mujer quería cepillárselo. Ahora ella le daba pequeños besitos desde su pubis hasta el ombligo y la tripa. No cesaba en refrotarle las tetas por el pene ansiosa de que este recuperase su esplendor. Le fue desabrochando los botones de la camisa poco a poco y a medida que ascendía le daba pequeños besitos hasta alcanzar sus tetillas. Siempre que podía buscaba el roce de sus pechos y sus intimidades contra el cuerpo del muchacho. Terminó dándole besitos por la nuca y mordisquitos en el lóbulo de la oreja. Ella se encontraba encima de él mientras sus cuerpos buscaban el máximo contacto. La polla del chico descansaba flácida aprisionada entre ambos cuerpos. Mi mujer quiso sentirla en su pubis y comenzó a restregar sus labios vaginales sobre la polla del chaval. Decidió excitarlo diciéndole:

.-“Dime campeón, ¿a cuantas fans te has follado?, ¿cuál es tu set list?” le susurró en la oreja mi señora aunque de tal forma que yo también podía escucharla.

.-“Quieres saberlo?” le respondió él mientras le sobaba el culo.

.-“Quiero saber si tienes fuerzas para follarme a mí” Le dijo ella tratando de masajear el miembro del muchacho.

.-“Terminarás suplicando que pare” le dijo él totalmente engreído.

.-“Eso suena bien, pero ¿por qué no empiezas ya?” le dijo ella notando que el miembro del joven cogía fuerza.

.-“Prefiero que seas tú la que lleves el ritmo” le dijo el chaval a la vez que le acariciaba el culo con ambas manos. El miembro del chico permanecía aprisionado entre los dos cuerpos y ella movía las caderas de tal forma que lo masturbaba sutilmente.

.-“Sabes...” dijo él recuperando la iniciativa. “Tengo la convicción de que cada mujer tiene un ritmo propio, un son íntimo, una compás propio y único, como las huellas dactilares, mientras hacen el amor. Quiero saber cuál es el tuyo. Trataré de recordarlo y compondré una canción que recuerde este momento”. Las yemas de los dedos del chaval jugaban ahora con el esfínter de mi mujer.

.-“A siiih, y ¿cómo titularías la canción? Le susurraba mi mujer que no cesaba de moverse sobre su polla.

.-“Nunca antes” dijo él.

.-“Me gusta, aunque no sé por qué”. Le respondió ella.

.-“Pues porque nunca antes me la habían mamado así” dijo él.

.-“¡Qué tonto eres!” dijo ella al tiempo que se reían los dos y se daban acaramelados picos en la boca.

.-“Sabes...” dijo ahora ella mientras rodeaba la cabeza del muchacho con sus brazos y le ponía un pecho en la boca. “Quiero que sepas la cantidad de veces he tenido que masturbarme encima de la cama mirando tus fotos de dentro del CD. También me preguntaba cómo te moverías, te imaginaba encima mío hasta correrme”. El chico le chupaba los pezones y empezaba a tenerla dura otra vez. Ella proseguía:

.-“Incluso algunas veces cuando hago el amor con mi marido, me he imaginado que eras tú el que me follaba”. Me tuve que ver cómo ella le cogía la polla al chaval y la guiaba hasta la entrada de su coñito.

.-“Sabes,...te voy a follar como nunca antes te han follado” y mientras mi señora esposa le decía esto, se restregaba ella misma el pene del muchacho por su clítoris. Y continuó:

.-“Ninguna de esas adolescentes con que te acuestas tras cada concierto te darán el ritmo y la caña que te voy a dar yo”, y nada más decir esto se introdujo el pene del muchacho.

.-“Uuuhmmm, ¡qué grande la tienes!, sabes... esto me dilata como nunca antes me había sentido”. Estaba claro que trataba de aumentar el ego del chico y de repetir cuantas más veces lo de “nunca antes”. El chaval por su parte continuaba acariciando con sus manos el culo de mi mujer. Se dedicaba a lubricarle el ano con sus propios fluidos vaginales.

En un momento dado el muchacho introdujo la punta de uno de sus dedos en el ano de mi esposa.

.- “Heeeyy, ¿qué haces?” dijo sorprendida mi mujer.

.- “Quiero hacértelo por el culito como nunca antes te lo han hecho” dijo el muchacho mientras introducía definitivamente el dedo corazón en el ano de mi mujer.

.-“Aaaggh, ahora sí vas a saber lo que es ritmo” gritó mi mujer y una vez dicho esto se puso a horcajadas encima del muchacho y comenzó a cabalgarlo. El joven le acariciaba con una mano sus pechos mientras con la otra continuaba empeñado en dilatar el culito de mi esposa. Ella en perfecto ángulo recto con el cuerpo del muchacho imprimía un ritmo bestial a sus movimientos de cadera.

Mi mujer le decía cosas como “caray como la noto, menudo pedazo de polla que tienes, es enorme” estaba claro que lo incitaba y provocaba como podía mientras se apoyaba con las manos en el pecho del muchacho para controlar el ritmo.

El chico se relamía viendo a ese pedazo de hembra cabalgándolo. Los gemidos comenzaron a sucederse. Mi mujer decidió reclinarse un poco más de tal forma que sus codos descansaban a cada lado de la cabeza del chico permitiendo que a cada cabalgada sus pechos chocasen contra la cara del muchacho. Este sacó su lengua y podía rozar en cada embite con su lengua el pezón de mi esposa. Contemplar la lengua del joven en contacto con los pechos de mi esposa me encendió de sobremanera. Los gemidos cada vez eran más fuertes y la respiración se aceleraba por momentos. Advertí como unos espasmos incontrolables recorrían la espalda de mi mujer que se convulsionaba de placer mientras chillaba como una posesa. Ella había alcanzado el orgasmo, mientras que al muchacho le estaba costando. La polla del chaval continuaba dentro de ella. Mi mujer se recuperó del orgasmo, se recogió el pelo, y mientras lo besaba en la boca le dijo al batería del grupo:

.-“Sabes..., quiero que sepas que nunca antes me lo han hecho por el culito. ¿Te gustaría ser el primero?” le dijo mi mujer al tiempo que una de sus manos se posaba sobre la mano del chaval que jugueteaba con su ano. Desde luego sabía cómo encender al joven, pues ya habíamos practicado algunas veces el sexo anal y le mentía intencionadamente. Yo a esas alturas no pude evitar masturbarme dentro del armario. Me excitaba observar lo puta que podía estar siendo mi mujer con ese chaval.

Ambos se acomodaron para proceder en la nueva postura. Ahora ella estaba tumbada boca abajo en la cama mirando hacía el armario en el que me encontraba y el chico se situaba encima de ella apoyado con una mano en la cama mientras con la otra acercaba su polla al culo de la mujer.

La música cesó por unos instantes, el tiempo justo para que la pareja pudiera escuchar algún ruido que provenía del armario. El chico no le prestó la más mínima importancia a esos sonidos, pero pude comprobar como mi mujer miraba con curiosidad hacía el armario. Yo permanecí inmóvil dentro. Por unos momentos pensé que había descubierto. Contuve la respiración para evitar ser sorprendido. La música comenzó a sonar de nuevo mientras el chico trataba de enchufársela por el culo con cierta torpeza.

.- “Despacito, que soy virgen por ahí ” le dijo ella mirando inquieta hacia mi posición.

.-“Te dolerá un poquito al principio pero aguanta”. Le dijo él algo impaciente tratando de hacerse el experto. Poco a poco la verga del chico fue abriéndose paso por el estrecho agujerito de mi esposa. Yo podía verlo perfectamente desde mi posición.

.-“Aaagh, me duele” gritó mi mujer. Pero el chico hacía caso omiso y continuó clavando su polla hasta el fondo en el culo de ella.

.- “Uuuhhmm, ¡Que estrechito!, se nota que tu marido no te lo hace por este culito” le decía él en la oreja mientras su cuerpo descansaba por completo encima de mi mujer.

.- “Me gusta” dijo mi mujer “vamos, venga, muévete, follame el culo” yo podía ver como los huevos del muchacho golpeaban sobre los cachetes de mi esposa.

.-“¿Tu maridito no te folla como es debido por el culo, verdad?” le decía él tumbado por completo sobre su espalda.

.-“Mi marido es un cornudo, ojala me estuviese viendo ahora” gritaba mi mujer mirando hacia el armario sospechándose algo.

.-“Así vería lo puta que eres” le decía el muchacho besando el hombro de mi mujer mientras le daba fuerte por el culo y le estrujaba las tetas con sus manos.

.-“Seguro que se haría una paja y disfrutaba viendo como me la metes por el culo”. Ella empezaba a jadear con fuerza y su respiración era un gemido continuo.

.- “Así aprendería lo que es follar por el culo”. Le dijo el chaval como pudo mientras comenzaba a resoplar sobre el cuello de mi mujer.

.-“Siiih, me gusta. Uummhh, me gustaah, me gustaah” el intercambio de gemidos era inminente.

.-“Pero que puta estas echa” le gritaba el muchacho mientras mordía su hombro apoyado en su espalda.

.-“Siih, vamos córrete dentro de mi” le incitaba ella.

.-“¿Te gusta que te follen el culo?” continuaba él.

.-“Siiih” grito ella mientras se corría, su cuerpo se convulsionaba y se retorcía en espasmos.

.-“Uuuhmm, uuhmm, me corro, me corrooooh” bufaba el chico mientras su cabeza descansaba sobre el cuello de mi mujer y arqueaba su cuerpo para deleitarse con la visión de contemplar su polla entrando y saliendo del culo de la mujer que se había beneficiado. Las últimas gotas de esperma cayeron sobre la espalda de mi mujer.

.-“¿Ya?” le preguntó mi mujer totalmente recuperada.

.-“Si” pronunció el chaval entrecortadamente, mientras recuperaba el aliento. Yo me corría también en ese mismo instante y gotas de mi esperma salpicaron la puerta corrediza del armario.

Al terminar ambos descansaban tumbados boca arriba en la cama. El silencio se rompió cuando el muchacho le preguntó:

.-“¿Te ha gustado?” dijo al tiempo que se giraba para acariciar sus pechos lentamente.

.-“Si” dijo ella “me has follado como nunca antes me habían follado”. Ambos se rieron al recordar el título de la prometida canción. Ahora ella lo miró a los ojos y le preguntó: “¿En serio compondrás esa canción pensando en mí, o es sólo un cuento?”.

.-“Dame tiempo y con el ritmo que me has dado, la canción es greatest hits seguro”. Le dijo mientras continuaba acariciando sus pechos. Ahora fue él quien mirándola a los ojos le preguntó: “¿Qué piensas hacer?, ¿se lo dirás a tu marido?”.

Ella mirando hacia el armario le dijo al muchacho:” Estoy deseando llegar a casa para hacerle el amor”.

.-“Menuda puta estas hecha” dijo ahora él.

.-“Si, será mejor que nos vayamos” dijo ella poniéndose en pie dispuesta a vestirse. Un silencio incómodo reinó en la habitación mientras ambos se vestían y arreglaban. Lo último que vi es que salieron abrazados de la habitación.

Yo me arreglé como pude y cogí un taxi en dirección a casa. Llegué antes que mi mujer, supongo que se entretuvo despidiéndose del bateria del grupo, me tumbé en el sillón con el pijama puesto tratando de disimular y haciendo creer a mi mujer que llevaba toda la noche viendo la tele tumbado en el sofá.

Cuando entró por la puerta de casa se asombró de verme así en el sofá viendo la tele.

.-“Hola cariño, ¿llevas ahí mucho tiempo?” me preguntó asombrada.

.-“Si, ¿qué tal el concierto?” le pregunté.

.-“Ha estado genial, pero estoy algo cansada. ¿Por qué no te vienes a la cama?” me dijo como si nada.

.-“Recojo un poco el salón y la cocina y enseguida estoy contigo” le respondí yo de la forma más natural del mundo.

Tardé cierto tiempo en acudir al dormitorio, cuando lo hice mi esposa me estaba esperando en ropa interior encima de la cama. Había encendido alguna vela que proporcionaba un ambiente sugerente. También puso música de fondo, lo que sonaba era el grupo musical del concierto.

.-“¿Y esto?” pregunté yo mientras me empalmaba irremediablemente sabiendo lo que pretendía.

.-“Esta noche durante la fiesta he pensado mucho en ti” me dijo en tono sugerente.

Yo me abalancé sobre ella en la cama. Pude notar su olor a sexo por todo el cuerpo.

.-“Estas algo sudada” le dije a la espera de su respuesta mientras la besaba en la boca y me embriagaba del olor.

.-“Hacía mucho calor en el concierto ¿te importa?” respondió ella, y sujetándome la cabeza por el pelo me dijo mientras me miraba a los ojos: “Hoy me apetece que me lo comas “.

Yo me hice el sorprendido pues normalmente me ponía resistencia a ese tipo de sexo. A esas alturas le estaba comiendo las tetas. Podía saborear el olor a semen del niñato en el escote de mi mujer. Me acordé de la mamada que le hizo al borde de la cama del hotel, cuando la salpicó con su leche. De lo espectacular y zorra que estaba ella. Recordé como le chupaba los pezones y la impregnaba de saliva por el escote.

.-“Vaya, vaya, veo que vienes calentita. Tendré que dejarte ir más veces sin mí a los conciertos”. Ni yo mismo me podía creer que el sentirme así de cornudo me excitase tanto y que aquel fuese a ser uno de los mejores polvos en mi vida con mi mujer. Cuando llegué a su coñito pude comprobar como este chorreaba de fluidos entremezclados aún con el esperma del muchacho. No me importó saborearlo. Es más, nunca antes la había tenido tan dura. Recorrí con mi lengua sus labios de arriba abajo, momento en el que ella me volvió a preguntar:

.-“¿Seguro que has estado aquí toda la tarde?” me preguntó al tiempo que su respiración se agitaba.

.- “Si, ¿por qué?” le respondí yo con mi cara entre sus piernas.

.- “No por nada, anda sigue, sigue que me gusta” y se abandonó a mis caricias.

Aquella noche y muchas de las siguientes me hizo el amor con los ojos cerrados. Además siempre que podía sonaba de fondo la música del grupo musical.

Nunca más volvimos a hablar de lo sucedido esa noche, aunque en varias ocasiones cuando dialogábamos con sus amigas se contradecían de forma evidente cuando yo preguntaba y me narraban lo sucedido en la fiesta. Mi mujer nunca quiso indagar en porqué yo no me mosqueaba con las evidentes contradicciones y mentiras de sus amigas”. Poco a poco José iba concluyendo su relato, el ritmo de sus palabras iba aminorando recuperando la serenidad.



.- “Recordarás que hace ya unos meses ese grupo musical sacó una canción que se titulaba “Nunca antes” llegó a ser número uno en las listas de radio. A mi mujer le cambiaba la expresión de su rostro cada vez que escucha la canción” concluyó José en su relato mirándome a los ojos por primera vez en mucho tiempo y apurando de un sorbo su fría taza de café.

.-“¿Por qué me cuentas todo esto?” le pregunté sorprendida y saber muy bien qué es lo que esperaba de mí. Toda esa historia sin duda sobrepasaba mi entendimiento.

.-“Necesito ayuda” me dijo recuperando el brillo en sus ojos.

.-“No veo como” le dije sin salir de mi asombro por todo cuanto me había contado.

.-“Estoy enfermo, me estoy volviendo loco. No dejo de pensar en lo que sucedió aquella noche” esta vez su mirada me resultó preocupante.

.-“Bueno, para serte sincera yo tampoco podría dejar de pensar en ello, pero para nada bueno, te lo aseguro” se escapó de mi boca.

.-“Por eso, por eso mismo. Esa sería la reacción lógica de cualquier persona en su sano juicio”. Yo no entendía nada de nada. Lo miraba cariacontecida sin llegar a comprender lo que sucedía.

.-“Lo que ocurre es que me muero de ganas por ver de nuevo a mi mujer con otro, de contemplarla disfrutando con otro hombre que no sea yo, ¿lo entiendes?” concluyó.

.-“Chico, lo tuyo es para mirárselo” es lo primero que me salió sin pensar.

.-“Eso es precisamente lo que quiero que hagas, que me ayudes a elegir psiquiatra” terminó.

.-“Eso está hecho” le dije.


Para colmo por el hilo musical del bar sonó la canción de “nunca antes” y ambos reímos cómplices al escuchar el ritmo de la música.


Cambiamos de tema y continuamos hablando por un rato más, hasta que cada uno marchó a su casa.


Debo confesaros que he coincidido con José y su esposa en algunas ocasiones desde esa tarde, y aún hoy, no sé cómo sentirme cada vez que veo a esa extraña pareja.



Besos,



Sandra.

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