Ese fin de semana mi mujer y
yo habíamos decidido visitar la ciudad de Barcelona. El motivo es que no hace
mucho visitamos otra ciudad: Ámsterdam, y desde aquel viaje nos quedamos con
ganas de ver un espectáculo de sexo en vivo. Así que allí estábamos,
deshaciendo las maletas en el hotel y con una reserva para el Bagdad esa misma
noche.
He de decir que conocí a mi
mujer desde muy jóvenes y aunque yo ya me había acostado con otras mujeres he
sido el único hombre en la cama en su vida, nunca ha estado con otro hombre que
no fuera yo. Ni falta que hace, pues la verdad es que nos compenetramos
bastante bien, nunca mejor dicho. Somos totalmente cómplices en cuanto al sexo
se refiere. Aunque pocas veces me permite que le coma el coñito, me complace en
todo lo demás, incluso tiene predilección por el sexo anal. Para que os pongáis
en situación, me llamo Javier, tengo 33 años, soy moreno y mido 1,80. Nada del
otro mundo, vamos un tipo de lo más normal. Mi mujer se llama Sandra, tiene 31
años, es rubia, algo bajita y aunque sin ser una modelo de revista la verdad es
que es bastante atractiva. Ella siempre dice que tiene mucho culo pero la
verdad es que es espectacular. Ambos coincidimos en que sus tetas son
preciosas, ni grandes ni pequeñas, acorde con su cuerpo, las enseña de vez en
cuando en la playa haciendo top less y sabe que los hombres la miran con deseo
cuando las muestra.
A lo que íbamos, aquella
mañana visitamos la ciudad como tantos otros turistas, comimos en un conocido
restaurante, y regresamos al hotel para una larga siesta. Cuando me desperté
ella ya se estaba arreglando, dándose toda clase de cremas por su cuerpo, y
pude observar como se había arreglado su sexo, la línea de pelillos que
describe el camino hacía su sexo era más fina que en otras ocasiones, yo tuve
que darme una ducha fría para relajar toda clase de pensamientos que llegaban a
mi mente imaginando lo que ocurriría después de la visita al Bagdad.
Se puso un discreto vestido
aunque bastante sexy, con encajes y trasparencias muy elegante. El vestido
terminaba a medio muslo y si la posición era forzada se podía ver el encaje de
rejilla de sus medias. Usaba un liguero de pinzas que le sujetaban las medias.
El sujetador y las braguitas eran a juego también con encajes y trasparencias
que la hacían realmente sexy, lejos de llegar a ser ordinario. También llevaba
botas de tacón que estilizaban aún más su figura.
Llegamos al Bagdad
relativamente pronto y tras tomarnos un combinado decidimos pasar a la sala de
actuaciones. Como aún era pronto todavía no había mucha gente por lo que nos
sentamos en primera fila. Con cada actuación mi mujer y yo nos íbamos poniendo
cada vez más cachondos, algunas veces podía observar como entre el telón se
asomaba personal del centro, y me llamó la atención que en una de las ocasiones
un chico de color se asomaba y hablaba con quién parecía ser la dueña del
garito, sin parar de mirar a mi mujer, o más bien como acariciaba las piernas
de mi mujer. Enseguida entendí que lo que realmente llamaba la atención de
aquel negrazo eran las medias de mi esposa, su vestidito se había subido lo
justo para dejar ver el final del encaje y comienzo de los muslos de mi mujer.
Las actuaciones se fueron
sucediendo una tras otra y la sala se fue llenando de gente de todo tipo. Uno
de los puntos más calientes de la noche en la sala fue cuando una pareja
práctico sexo en vivo. Mi mujer y yo nos mirábamos sabiendo que el espectáculo
no nos había defraudado a ninguno de los dos. Al contrario nos había encendido
muchísimo, sabíamos que luego repetiríamos el espectáculo al llegar al hotel
siendo nosotros dos los protagonistas. Estábamos de lo más calientes. En la
siguiente actuación apareció el negrazo vestido de bombero. Era de esas
actuaciones en las que nada más empezar ya intuyes que van a sacar a alguien
del público al escenario, y claro, le tocó a mi mujer.
La sentaron en una silla en
medio del escenario y el boy comenzó a desnudarse, en un momento dado y cuando
el chico solo llevaba un minúsculo tanga, la hizo levantarse y simuló con ella
toda clase de posturas sexuales. Siempre creí que me pondría violento si me
sucediese algo así, pero la profesionalidad de aquel chico por el contrario,
hizo que disfrutase del espectáculo. En un momento dado a mi mujer se le subió
la falda del vestido hasta dejar ver gran parte del interior de sus muslos y
casi casi el inicio de sus braguitas negras. En mi interior me decía a mí mismo
que mucho más enseña en bikini en la playa, pero ya sabéis como somos los tíos para
esto y pude comprobar como el resto de hombres presentes en la sala se
calentaban, e incluso alguno no dejaba de tocarse el bulto de sus pantalones.
La actuación terminó con el chico de color totalmente desnudo, luciendo una
tranca descomunal que pudo acomplejarme y llevándose a Sandra en brazos, con
sus manos morenas contrastando al contacto de los blanquecinos muslos de mi
mujer, desapareciendo ambos por detrás del escenario.
Fueron unos momentos
desconcertantes para mí ver que se apagaban de nuevo las luces y mi mujer no
aparecía, cuando la señora que parecía ser la dueña del local se acercó muy
discretamente diciéndome lo siguiente:
.-“No te preocupes, puedes
reunirte de nuevo con tu pareja en el salón-bar, ella acudirá allí”. Me susurró
al oído.
Me dirigí inmediatamente hacía
allí y todas mis dudas se disiparon cuando la vi aparecer enseguida y
sonriendo. El tiempo transcurrido había sido demasiado corto como para que
sucediese nada, pensé en mi interior . Cuando Sandra llegó al taburete en el
que me encontraba me dijo:
.-“Mira, el chico del
espectáculo en nombre del local nos han invitado a una botella de champagne
para los dos” dijo risueña nada más llegar.
.-“¿Y eso?”. Le pregunté yo
sorprendido.
.- “Al parecer he sido una
buena colaboradora, les ha gustado y como le he dicho que venía con mi marido
me han dado este vale. ¿Qué te apetece?” me comentó bastante animada.
.- “¡Que me va a parecer!,
pues pide un Moët Chandon a ver si nos lo ponen” exclamé gratamente
impresionado.
El camarero se acercó
preguntándonos que deseábamos, le enseñamos el vale y le dijimos que un Moët
con dos copas. Se retiró al instante e incluso abandonó la barra. No puso
ningún inconveniente, así que no dudamos en que lo traería.
.- “¿Qué ha pasado ahí dentro?”
Le pregunté intrigado a mi esposa.
.- “Más bien que no ha pasado,
la verdad es que el chico está para hacerle un favor o que me lo haga. Voy tan
cachonda que me lo hubiese tirado a él, y bueno a todos los que andan desnudos
por ahí dentro, nunca había visto semejantes cuerpazos y tantos penes
descomunales. No te ofendas cariño, aunque estas bien dotado no tendrías nada
que hacer ahí dentro. La pena es que no ha sucedido nada, pero notar sus manos
en mis piernas, tener su enorme pene tan cerca, esos pectorales y abdominales.
Por cierto, le he pedido que me dejara tocar sus pectorales y abdominales, y me
ha dejado, hasta que iba a pegarle un sobeteo en el culo, momento en el que el
chico me ha dicho que tenía pareja, que venía saliendo desde hacía un tiempo
con su novia y que no me confundiera que hasta ahí llegaba su amabilidad. Me ha
dado dos besos, un poco de conversación y nada más” no paró ni en segundo en
respirar de lo entusiasmada que estaba.
.- “Bueno, bueno hay que ver
lo cachonda que vas” le observé yo.
.-“Vamos al hotel que te voy a
destrozar, vas a tener que suplicarme que pare porque no respondo de mis actos”
me dijo ella bastante animada.
Durante el resto de
conversación no paró de detallarme lo cachonda que estaba. El servicio del Moët
se había retrasado un poco, no nos dimos cuenta porque estábamos ensimismados
en nuestra conversación. Cuando el camarero descorchó la botella, un señor del
taburete de al lado y que al parecer había estado escuchando nuestra
conversación, se dirigió a nosotros diciendo:
.- “Veo que habéis escogido un
buen champagne. ¿Os gusta el champagne?”, estaba claro que quería hablar con
nosotros, mejor dicho con mi esposa.
Yo en esos momentos pensé para
mis adentros: ”porque no se va a tomar por el culo este chulo y nos deja en
paz”, pero lo cierto es que al margen de todo, el señor había formulado la
pregunta educadamente y era totalmente inofensiva.
Mi mujer le respondió que a
ella sí le gustaba, aunque a mí no tanto, poco a poco fuimos entablando
conversación. Se presentó y nos dijo que se llamaba Juan y enseguida
continuamos conversando.
.- “¿Y cuál es el que más te
gusta?” Pregunto de nuevo el señor, que rondaría los 50 años elegantemente
vestido.
.- “Don Perignon”, respondió
sin pensar mi mujer.
.-“Veo que has puesto el
listón muy alto”, dijo el apuesto cincuentón. “Escuchad” nos dijo esta vez
dirigiéndose a ambos, ”Estoy dispuesto a invitaros a una botella de Don
Perignon, sólo porque me habéis caído bien, bueno porque me habéis caído bien y
porque tras ver el espectáculo de tu mujer ahí dentro he de confesarte que ha
sido de lo más sexy que he visto en mucho tiempo”. Dijo mirándome a mí. “Ya
tengo un motivo con el que soñar esta noche”, dijo mirando esta vez a mi mujer,
“y si puedo conocer algo más a ese sueño pues mejor”, concluyó observando
nuestra reacción.
La verdad es que mi mujer se
sintió alagada por el piropo, y rompiendo un poco la tensión del comentario le
preguntó:
.- “¿Y vienes mucho por aquí?”
su pregunta se trataba de un mero formulismo.
.-“Por Barcelona bastante a
menudo, soy directivo de una importante empresa y por negocios me desplazo
mucho a esta ciudad, si te refieres al Bagdad no tanto, una o dos veces al año,
aunque son muchos los años que llevo viniendo y nunca había visto a alguien en
el escenario como tú” le respondió el tipo a mi mujer sin perderle la mirada.
El tío sabía hacer que mi
mujer se sintiese alagada y admirada, a mí me estaba sorprendiendo como mi
recatada esposa entablaba conversación tan picante y subida de tono con un
desconocido que por poco nos doblaba la edad. Aunque supongo que era esa
barrera en la edad la que le daba la seguridad de que nada iba a pasar con ese
hombre, salvo darme algunos celos a mí y celebrarlo por todo lo alto solos en
el hotel. Las copas iban haciendo trago a trago su efecto.
.- “Y vosotros, ¿por qué aquí
esta noche?”. Nos preguntó.
Mi mujer le comentó que tras
el viaje a Ámsterdam nos habíamos quedado con las ganas de ver un espectáculo
de sexo en directo y poco a poco fuimos intercambiando impresiones sobre ambas
ciudades.
En un momento dado de la
conversación mi mujer le indicó que nunca había entendido como un señor casado,
padre de familia con sus hijos y todo, podía contratar los servicios de una
puta, cosa que no entendió hasta la visita al barrio rojo de Ámsterdam, confesó
que las chicas que allí se exhiben en los escaparates le parecían atractivas,
que incluso dudó y estuvo a punto de realizar mi fantasía de un trio con una de
ellas, y que por 50 euros la tentación era mucha. Claro que entendía que si
ella, que para nada era lesbiana, ni en lo más lejos de su imaginación, se
sentía atraída por aquellas chiquillas, como no caerían atrapados cualquier tío
emporrado hasta los huevos. En el resto de la conversación el señor nos hizo
saber que estaba casado y que se había acostado con prostitutas en más de una
ocasión. A mi mujer le picó la curiosidad sobre el asunto, y le preguntó que
sentía al volver luego con su esposa.
.- “Nada es solo sexo, a mi
mujer y mi familia los quiero mucho, pero mi matrimonio es pura rutina. Además,
para serte sincero últimamente hasta el contratar el servicio de prostitutas me
resulta aburrido” comentaba con toda la naturalidad del mundo, como si fuese
algo de lo más natural.
La conversación continuaba en
torno al tema de porque unas se prostituían y de porqué otros contrataban dicho
servicio. En un momento de la conversación el señor nos dijo que últimamente
ninguna de esas barbies de pago le atraían, era algo totalmente frío, que
incluso había contratado a chicas de alto standing pues se lo podía permitir,
pero hasta eso se convierte en rutina. Además, ninguna le había proporcionado
el suficiente placer como para correrse desde hacía ya mucho tiempo dos veces
en la misma noche.
.- “¿Cuánto ha sido lo máximo
que has pagado por una puta? “Le preguntó mi mujer más interesada en el asunto,
aunque no me hubiese importado a mí formularle la misma pregunta.
Lo cierto es que ya fuese por
lo calientes que estábamos mi mujer y yo, o por que las copas de champagne nos
habían entonado más de la cuenta, que la situación y la conversación nos
estaban excitando a ambos. Además aquel tipo transmitía una serenidad hablando
de dichos temas que logró envolvernos en situación.
.- “He llegado a pagar hasta
3.000 euros por una noche”, dijo él casi casi despreciando la cantidad.
.- “¡No me lo puedo creer!” se
sorprendió mi esposa. “Te tienen que dejar nuevo” esta vez Sandra se rió a
carcajadas, síntoma de que había bebido más de la cuenta.
.- “No te creas”, dijo él,
“Esas cifras la gran mayoría de las veces las he pagado por chicas de compañía
que se hacen pasar por mi esposa, para acudir a locales de intercambio de
parejas, y poder acostarme con mujeres totalmente normales, o bueno, no
profesionales para que me entiendas” continuaba contándonos sus historias sin
apenas inmutarse.
.- “Pues ahora sí que no lo
entiendo”, dijo mi mujer, “o sea ¿qué estás dispuesto a pagar una pasta por una
chica con la que no quieres acostarte, para que se acueste otro con ella, y tu
llevarte a la cama a alguien que te puedes ligar en una noche completamente
gratis?”, puso cara de asombro, “¿sigo sin entenderlo?”, dijo mi mujer algo
estupefacta.
.- “Agradezco que me veas lo
suficientemente atractivo como para considerar que me puedo ligar a cualquier
mujer y gratis, pero esa no es la cuestión” dijo desviando el tema.
.- ¿Y cuál es la cuestión?
Preguntó mi mujer.
.- “Se trata de cosas como
conseguir aquello que no puedes conseguir, cuando veo a una mujer que me
resulta atractiva, te preguntas cosas como cómo se moverá en la cama, el olor
de su sexo, como gemirá, tiene pinta de viciosa o será recatada, cuál es su
postura favorita, cosas así, por el estilo. En una profesional todo eso se
contrata y carece de autenticidad, ya no logra excitarme, busco algo
auténtico”, dijo él “y en cierto modo creo que es lo que buscabais también
vosotros dos como pareja, venir a este lugar a verlo en vivo y no en pelis o
internet”. El tipo hizo un silencio, nos miró fijamente y de nuevo nos dijo:
.-“…mira, no te negaré que
esta noche soñaré contigo” nos dijo sorprendiéndonos a mi mujer y a mí por el
giro personalizado y directo de la frase.
Hasta ahora la conversación
había transcurrido como si nada de todo eso fuese con nosotros, pero ahora estaba
tomando un rumbo delicado.
.-“Puede que incluso contrate
algún servicio profesional y pensaré en ti”. Hizo una breve pausa para observar
nuestra reacción. “Espero no haberte ofendido con estas palabras” dijo esta vez
mirándome sólo a mí. “Las copas se han acabado, y os propongo continuar esta
conversación en la habitación de mi hotel, ¿qué decís pareja?”, de nuevo se
hizo un silencio inquietante.
.- “¡¡Que no!!” le respondió
inmediatamente mi mujer.
.- “Sabía que me dirías eso,
por eso os digo que necesito ir al servicio, y que antes quiero haceros una
última oferta, os ofrezco mil euros, mil, por continuar conversando esta noche
en mi habitación. No ocurrirá nada que no queráis, como ya hemos hablado para
mí el dinero no es el problema, la noche está amortizada imaginando y pensando
en ti, me es suficiente, habéis logrado que esta noche sea distinta, y estoy
dispuesto a pagaros porque siga siendo distinta y poder recordarla aún más. A
vosotros ese dinero os vendrá bien. Si cuando salga del servicio os encuentro
en la puerta del local entenderé que tomaremos un taxi hasta mi hotel.” Y se
despidió diciendo…. “de todas formas, muchas gracias por haberos conocido”, y
dicho esto se levantó rumbo a los aseos.
Mi mujer y yo no nos lo
podíamos creer, aquella situación era propia de una película de Almodóvar, o
Buñuel, algo surrealista. Habíamos visto la peli de una proposición indecente,
pero mil euros por sólo acompañarlo. Empezamos a dudar, que si podemos estar
los dos, que si es solo conversar pero querrá algo más, que en que ocurra o
quiera ir a más nos vamos, que qué guarro el tío que se iba a hacer una paja a
la salud de mi mujer. ¿Va en serio? Y eso era lo que quisimos saber en
realidad, si iba en serio. Al final cogimos nuestros abrigos y lo esperamos en
la puerta del local tal y como nos había indicado.
.- “Cuanto me alegro de veros
aquí” dijo y acto seguido levantó la mano para detener un taxi.
No dijimos nada en el coche, y
al llegar a la habitación nos quedamos alucinados, entendimos que el dinero
realmente no era un problema para aquel tipo. La habitación era más bien un
piso, tenía varias estancias a cada cual más grande. Seguro que la habitación
era más grande que nuestro propio piso, pero lo que más nos llamó la atención
fue el baño, era impresionante y tenía un jacuzzi enorme al fondo.
Cuando regresamos al recibidor
el tipo dejó dos billetes de quinientos euros encima de una mesita, “para que
veáis que no era broma” nos dijo. Mi mujer se volvió hacia el diciéndole ”¿Por
qué no llamas al servicio de habitaciones y pides otra botella de champagne? Y
por favor te ruego nos dejes un rato solos a mi marido y a mí” El hombre supo
interpretar las palabras de mi mujer y nos dejó solos para que pudiéramos
hablar de nuestras cosas.
Una vez abandonó la habitación
mi mujer me dijo muy seria “ No sé tú, yo voy muy cachonda, y el tipo no está
nada mal, es más tiene algo que me pone, lo lleva haciendo toda la noche, en
alguna ocasión me ha tocado las piernas y pese a lo que creería en un principio
me ha gustado que me acariciase” dijo dándome un pico en la boca.
.- “¡¡¡Cariño!!!” La
interrumpí, “me estás diciendo que quieres acostarte con este tipo, no lo voy a
permitir, nos tomamos una copa, cogemos el dinero y nos vamos a nuestro hotel”
le espeté indignado.
.- “No seas tonto” me dijo
ella, “a mí con quien tengo ganas de hacer el amor es contigo, pero al tío este
le podemos sacar más pasta, no lo ves está forrado” me dijo pensando en sacarle
algo más de dinero al tipo.
.- “¿En qué estás pensando
exactamente?” la pregunté. Conozco a mi mujer, y sabía que se traía algo entre
mente.
.- “Mira a mí me apetece
hacerlo en el jacuzzi del cuarto de baño contigo y solo contigo, hay que
dejarle bien clarito que él no hará nada, pero que tiene que soltar más pasta
por ser el voyeur “ me cuchicheó en la oreja tratando de convencerme.
.- “No sé, no me convences” y
nada más decirle esto se acercó a mí, tomo mi mano y la llevó a su entrepierna,
“mira como me tienes” pronunció al tiempo que me daba un mordisquito en el
lóbulo de la oreja. ¡Estaba totalmente empapada!.
.-“Si volvemos a nuestro hotel
ya no estaré tan cachonda” y tocando mi entrepierna con la otra mano pudo
comprobar mi bulto. “¡¡Pero si tú estás empalmado como un burro!!”, y sólo de
pensarlo, dijo....
.- “Maridito mío, si llenamos
el jacuzzi de espuma y aunque nos metamos los tres dentro, él no verá nada que
no queramos, y si se hace una paja bajo la espuma pues que se la haga, pero que
sea la paja más cara de su vida” pronunció al tiempo que me acariciaba la
entrepierna por encima de mi pantalón.
.- “Esta bien” dije sin
creérmelo yo mismo, “pero ¿cuánto le pedimos?” pregunté aceptando su propuesta.
.- “Otros mil” dijo mi mujer.
.- “O.K.” dije yo.
Fuimos a la estancia donde se
encontraba el anciano y le comentamos el trato de la siguiente manera:
.- “Mira, tu querías una noche
diferente y la vas a tener, pero como es obvio vas a tener que pagar” le
explicó mi mujer imponiendo las normas.
.- “Me lo imaginaba” dijo él.
“¿Y en que consiste el business?” quiso saber encantado de que sucediese algo
más en la noche.
Mi mujer le comentó lo mismo
que habíamos hablado, que nosotros iríamos al jacuzzi, que entrase cuando
llegase el servicio de habitaciones con el champagne, esto es, que nos dejara
un tiempo para nosotros y entrase luego, y que tuviese claro que él no
participaría de nada, y que por supuesto otros mil.
El tipo puso en total tres mil
euros encima de la mesita y dijo: “tres mil euros, os vais en que queráis o
sintáis incómodos, pero me dejáis estar con vosotros dentro del jacuzzi”
argumentó.
Mi mujer me guiñó un ojo como
diciendo que le acabamos de sacar otros mil euros, total por lo que teníamos
previsto iba a pasar.
Nos retiramos hacía el cuarto
de baño, y llenamos el jacuzzi con abundante espuma. Mi mujer me indicó que me
metiese primero, mientras ella ambientó el cuarto de baño: bajo la intensidad
de las luces, encendió alguna vela y buscó una emisora de música chill out por
el hilo musical. Para entonces yo ya estaba dentro del enorme jacuzzi
observando a mi mujer. No me lo podía creer pero estaba cachondo perdido y no
veía la hora de cogerme a mi esposa. Ella desde el fondo del cuarto de baño
comenzó a desvestirse, en realidad se trataba de un striptease en toda la regla
mientras se iba acercando al agua. Se metió despacio, provocándome, yo me
abalancé sobre ella y empecé a acariciarla por todos los lados, sin tregua, me
tenía cachondo y quería follármela cuanto antes, estaba sentado en la bancada
dentro del agua y ella se colocó a horcajadas mío, cabalgándome. Me olvidé de
todo, las copas, la calentura, no dejaba de besarla y acariciarla por todo su
cuerpo. Nos comíamos la boca apasionadamente el uno al otro.
Ni me enteré de cuando se
metió el tipo en el jacuzzi, pero noté su mano en el culo de mi esposa en un
momento en que tenía un pecho en mi boca. Ella por la postura me tapaba al
tipo, y por eso no lo había visto entrar. Hice el ademán de querer apartarlo y
mirarlo fijamente a los ojos para decirle cuatro cosas bien dichas, pero mi
mujer se adelantó a mis intenciones, me metió de nuevo su pecho en mi boca, me
apretó fuerte entre sus brazos impidiendo en la medida de lo posible que me
moviera, y me susurró entre gemidos lo siguiente al oído: “déjalo estar, me
gusta que me acaricie, me gusta, me gustaaaah!” dijo jadeando.
Entonces un pensamiento vino a
mi mente y un escalofrío recorrió mi cuerpo:
“Ella lo había planeado,
quería estar con los dos, le gustaba la situación y lo estaba disfrutando”. Se
sentía como la chica del espectáculo que habíamos presenciado esa misma noche,
y seguramente yo, me asemejaría bastante al negrazo en su imaginación.
La siguiente vez que las manos
de aquel tipo y las mías coincidieron manoseando el culo de mi mujer, ella lo
notó, me cogió del pelo y mirándome fijamente a los ojos con respiración entrecortada
y un hilo de voz jadeante me susurró en la oreja: “por favor, déjale hacer,
déjame disfrutarlo”. No sé qué cara debí poner, lo cierto es que mi polla
estaba más dura que nunca mientras ella me seguía cabalgando, pero adivinando
mis pensamientos me dijo: “estate tranquilo amor, no me penetrará, si es lo que
estas temiendo, te lo prometo” y dicho esto me comió la boca con pasión.
.-“Lo tienes todo planeado,
¿eh?” le pregunté a ella, que me respondió al unísono: “disfrútalo tú también
mi vida”.
Al bajar la vista pude ver
como el tipo le sobaba el mismo pecho que instantes anteriores yo había tenido
en mi boca, aquella arrugada mano y el pecho de mi esposa estaban a escasos dos
centímetros de mi cara. De repente ella lanzó un gemido, como de dolor, y yo
noté a través de su vagina con mi pene, algo distinto y duro que se movía en su
interior. Llevé mi mano de nuevo a su culo y cuál fue mi sorpresa al comprobar
que el tío le había metido el dedo anular de su mano derecha en el ano de mi
mujer, mientras con la mano izquierda le sobaba una teta y la besaba en la
espalda. Me tuve que comprobar al sobar a mi mujer que el tío se estaba dando
gusto rozando con su polla el culo de mi señora y que incluso en alguna ocasión
intentó penetrarla por atrás, aunque ella se lo impidió. El primer orgasmo de
mi mujer llegó enseguida llenando el baño con su respiración agitada y de
gemidos. Mi polla en su sexo y el dedo de aquel tipo en el interior de su ano
hicieron efecto enseguida.
Tras recuperarse brevemente, mi
mujer decidió cambiar de posición. Esta vez se sentó dándome la espalda.
Recostándose sobre mi cuerpo y de frente al tipo. Ahora yo no podía ver nada,
pero intuía que el tipo se arrodilló frente a ella, cara a cara y mientras yo
me la follaba de nuevo sin parar, el tío le comía las tetas y se masturbaba
delante de ella sin cesar.
No tardó mucho tiempo en
llegar al segundo orgasmo, era de lo más salvaje que recordaba en mucho tiempo,
gritó hasta despacharse a gusto, la debió de oír todo el hotel por muy bueno
que éste fuese. Casi al instante me corrí yo jadeando levemente, y enseguida
cesó el movimiento. Tras nuestro silencio pude oír unos bufidos por parte del
invitado a la fiesta. Ella se recostó más sobre mí, su espalda en mi pecho, su
cara junto a la mía, yo seguía sin ver nada tan solo sentía los movimientos
circulares que describía el cuerpo de mi esposa recuperándose de su segundo
orgasmo. Una vez recuperó el aliento mi mujer le preguntó: “¿Te has corrido?” y
el tipo dijo “ Si, por supuesto”.
Mi mujer le volvió a
preguntar: “¿Es cierto lo que me dijiste esta noche que ninguna puta había
logrado que te corrieses dos veces?”.
.- “Sabes que es totalmente
cierto todo cuanto te dije esta noche”, le respondió él.
Ella se levantó del agua, poniéndose
de pie completamente desnuda en medio de los dos hombres, y cogiendo al
invitado de la mano le dijo: “ven conmigo”.
Yo asombrado por los
acontecimientos le pregunté: “¿cariño, adónde vas?”, a lo que ella me
respondió: “A sentirme la más puta de todas”.
.- “Recuerda lo que me habías
prometido”. Le grité mientras observaba como recogía sus medias, liguero,
sostén, braguitas y sus botas de tacón.
.- “Tranquilo me dijo, eso no
sucederá, pero quédate ahí un ratito, disfrutando del baño”. Y desapareció con
el tipo en la habitación.
En un principio me quedé allí
confiando en mi mujer, tranquilo y confiado, pero una vez me hube secado y
arreglado me asaltaron dudas y decidí comprobar lo que pasaba. Quise ver lo que
sucedía en esa habitación, así que decidí asomarme por otra de las puertas que
tenía. El tipo estaba de pie, completamente desnudo de frente a mi posición y
mi mujer arrodillada dándome la espalda a sus pies, haciéndole una mamada de
campeonato, mientras se tocaba el clítoris a la vez. El tipo este al verme
espiándoles se sonrió y sujetó a mi mujer por el pelo de la cabeza. Estaba
claro lo que estaba sucediendo, y aunque en un principio me sentí mal conmigo
mismo, encontré cierto desasosiego dejando disfrutar a mi mujer de su fantasía.
Ella se había puesto de nuevo
el sujetador, las braguitas, el liguero, y las medias. Estaba espectacular
haciéndole la felación. Al tipo este se ve que no se le ponía lo
suficientemente dura y mi mujer decidió tumbarlo en la cama boca arriba. Ella se
tumbó a lo largo encima de él, frente a frente, buscando el mayor contacto
posible entre los dos cuerpos, y pasó a emplear otras armas. Esta vez sin dejar
de masturbarlo y acariciando su pene de arriba a abajo comenzó a susurrarle al
oído:
.- “Uhmmm!!! Como me gusta
sentir tu miembro entre mis manos” le susurró en la oreja.
.- “Qué pedazo de polla
tienes, cabrón” pude escuchar que le decía al oído. Yo no me podía creer que
Sandra estuviera comportándose de esa manera. En cierto modo yo también estaba
disfrutando del espectáculo de ver a mi mujer tan emputecida.
.- “Ahh, ¿Cuánto estarías
dispuesto a pagar?”. Aquella pregunta encendió al tío, que seguía sin decir nada,
dejándose hacer, pero ahora sí, su polla dio un respingo que incluso yo mismo
pude apreciar en la distancia, era evidente que las palabras de mi mujer se la
habían puesto totalmente dura. Las mejores expectativas del ancianete se
estaban cumpliendo. Pude apreciar que estaba algo nervioso cuando logró
desabrocharle el sujetador a mi mujer y quitárselo. Ahora podía notar el
contacto de sus tetas directamente contra su pecho. A ella pareció no
importarle el gesto. Aunque sólo había estado conmigo en la cama, parecía que
el pudor de mi señora se había disipado por instinto. El tipo con las manos no
paraba de sobarle el culo. Mi mujer le seguía susurrando en el oído, esta vez
con la respiración más agitada:
.- “¿Está mirando mi marido?”
le preguntó ella suave en el oído, pero de tal forma que aún pude apreciar sus
palabras. Él se incorporó un poco y asintió con la cabeza sin dejar de bufar de
gusto por las caricias de mi esposa.
.- “Seguro que te encantaría
follarme delante de él, ¿a que sí?”. Esta vez no pude escuchar en la distancia
lo que le dijo, pero si pude apreciar la cara que puso el tipo de sorpresa.
.- “¿O por el culo?, ¿Ahhh,
seguro que tú eres de los que dan fuerte por el culo a las mujeres, ehhh.?”.
Pese a saber que los observaba desde la otra estancia contigua el tío comenzó a
jugar con su dedo alrededor del ano de mi mujer, a la vez que esta vez
escuchaba lo siguiente:
.- “¿Te gusta mi culo, ehh?,
ya veo que no paras de acariciármelo” le susurraba a media voz mi mujer
mientras le acariciaba el miembro y le comía la oreja exactamente igual a como
hacía conmigo.
.- “¿Te gustaría romperme el
culito, verdad?” le susurró de nuevo en voz baja para que no pudiera
escucharles.
El tío le metió esta vez al
acabar la preguntita el comienzo de un dedo en el ano de mi mujer, mientras
continuaban en la misma posición en la que estaban. Yo alucinaba con lo que
estaba viendo, mi mujer nunca me había dejado acariciarla en esa zona de su
cuerpo, ni mucho menos me dejó meterle un dedito nunca.
.- “Aaaahhh” gimió ella al
sentirse dilatada, inundando con su grito todas las estancias.
Acto seguido le mordió
suavemente en la oreja.
.-“Eres un chico malo”. Pero
viendo que sus palabras le ponían cada vez más cachondo le dijo: “Si me pones
muy cachonda dejaré que me penetres, pero tienes que ponerme muy cachonda
¿oyes?”. Y continuó diciéndole con la voz más sensual que podía encontrar en su
garganta…
.-“ Estoy segura que quieres
follarme como a todas esas putas con que te acuestas, ¿ehh? , dime, ¿quieres
metérmela, ahhh, hasta el fondo?”. Le preguntó mi mujer, esta vez con todo el
dedo de aquel tipo inserto completamente en su ano, y la sensación de estar
ambos más calientes que nunca.
.- “¿Te gusta como huele mi
sexo?, ¿Seguro que quieres comérmelo,ehh?.” Ella continuaba hablando como podía
encima de él, para mayor excitación de ambos.
.- “¿Te gusta mi piel? ¿Te
gusta como saben mis pechos?” Y casi al unísono le metía una teta en la boca.
El tipo la chupaba como si le fuese la vida en ello. Yo no podía creer lo que
veía, el espectáculo que me estaba dando mi esposa desde luego era increíble.
.- “Ohh, siiii!!. Ahora si me
estas poniendo cachonda y voy a dejar que me penetres”. Dijo buenamente como su
respiración y su voz le permitieron. El tipo al oír estas palabras estaba ya
completamente empalmado, y sin lugar a dudas le faltaba poco para correrse, mi
mujer se sabía ganadora llegado ese momento.
Ella se incorporó a horcajadas
de él, y esta vez en vez de acariciarlo con las manos introdujo su pene entre
su sexo y la fina tela de las braguitas, moviéndose como si lo estuviera
cabalgando. Al darme la espalda contemplé la escena con cierta dificultad, pero
pude apreciar cómo le estaba restregando su coño a lo largo de toda su polla. A
pesar de todo él seguía sin correrse. Tal y como estaban ella se arqueó para
poder susurrarle de nuevo en el oído:
.- “Ohh siii,uhmmm. Como tiene
que ser esta polla dentro de mí” estaba claro que ella quería hacerle creer que
acabaría penetrándola. El tío se dejaba hacer, estaba como loco porque eso
sucediese. Yo en cambio vivía un momento tenso sin intervenir, confiando en la
promesa de mi esposa.
.- “Aaaah como la voy a
disfrutar dentro de mí. Quiero que me destroces, que te muevas con violencia.
Quiero sentirme muy puta. ¿lo harás?” mi mujer comenzó a moverse cómo si
realmente estuvieran haciendo el amor, aunque seguía con su miembro aprisionado
entre la tela de sus braguitas y sus labios más íntimos.
.- “Hazme un favor”, le dijo
de tal forma que yo también pude escucharla: “¡¡¡ ARRÁNCAME LAS BRAGAS!!!”
El tipo no lo dudó ni un
instante en que oyó la orden, cogió las costuras laterales de las bragas de mi
mujer y tiró de ellas rompiendo la tela. Yo empezaba a temerme lo peor, y lo
peor es que no sabría qué coño hacer si llegaba el momento.
Ella pudo notar ahora el
miembro del tipo directamente sobre su tripa. Hasta ese momento creí que mi
mujer controlaba la situación, y que le estaba haciendo creer que lograría
penetrarla para excitarlo aún más.
Sin embargo me sorprendió y
dudé por completo cuando el tipo tiró empujando a mi mujer tumbándola boca
arriba en la cama y él se puso de rodillas frente a ella. Empezó por pasar una
pierna por uno de sus costados, y luego la otra por el otro lado de sus caderas
mientras mi mujer lo pajeaba ahora frenéticamente. El viejo lo hizo despacio,
regocijándose de ver a mi mujer abierta de piernas postrada ante él, convencido
de que sucedería lo inevitable. Mi mujer quedó completamente expuesta a su merced,
rodeando con sus piernas la cintura de aquel hombre. Yo comencé a temerme lo
peor, pues tampoco apreciaba resistencia por parte de mi mujer a las
pretensiones del viejo.
Sucedió lo que más podía
alegrarme en aquel momento para mí, ella seguía meneándole la polla con las dos
manos buscando desesperadamente que aquel tipo se corriera, mientras el hombre
se preparaba agarrándola por el culo con la intención de penetrarla. Pero por
suerte para todos, justo en el instante en que mi mujer en tono suplicante le
gimoteo:
.-“Uhhhmm, por favor, métemela
hasta el fondo” al tiempo que la polla de aquel monstruo se rozaba dura y
erguida contra los labios de mi mujer. Justo en ese instante el hombre se
corrió sobre el vientre de mi mujer, bufando y dando espasmos como loco,
derramando su leche sobre la tripa y los muslos de mi esposa.
Yo en ese momento respiré
tranquilo. Él trataba de sobreponerse a lo acontecido pues era consciente de la
oportunidad que se le escapaba. Y mi mujer sonrió levemente totalmente satisfecha
con lo ocurrido.
Quería sentirse lo
suficientemente atractiva como para haber logrado que aquel tipo se corriese
dos veces en la misma noche. El hombre algo recuperado le extendió su leche por
el cuerpo y las medias, y mientras lo hacía comenzó a besarla poco a poco por
sus piernas hasta llegar a su sexo. Cuando procedió a dar el primer lametazo,
mi mujer se incorporó, lo miro a los ojos y le dijo:
.-“Deja que esta noche sea
inolvidable para todos, al fin te has corrido dos veces en la misma noche ”
dijo evidenciando el verdadero propósito de mi mujer.
El hombre la pregunto a ella:
“¿De verdad hubieras dejado que te penetrase?. Era exactamente la misma
pregunta que me estaba formulando yo.
Sandra le respondió: ”Tú
quieres saber muchas cosas, que tu dinero no puede comprar en esta ocasión”.
Luego se incorporó de la cama y le dijo mientras recuperaba su sujetador de por
el suelo: “Ahora aguarda en la habitación y deja que me vaya con mi marido. Por
cierto, gracias por la propina, nunca lo olvidaré “.
Besos,
Sandra.
muy bueno el relato. Me he puesto todo verraco.
ResponderEliminar¿te gustan los maduritos?