domingo, 4 de marzo de 2018

Tuning I: mi primera fiesta.



No podía entender como mi marido se había aficionado al tunning a estas alturas. Pero lo cierto es que cada vez se estaba gastando más y más dinero en tunear uno de nuestros dos coches. Por suerte lograba que no invirtiese en esa afición mucho dinero, que buena falta nos hacía para gastos mucho más importantes en la familia. Al parecer uno de sus amigos, Juan, lo había introducido poco a poco en esa locura. Compraba revistas donde aparecían coches decorados de las formas más extrañas posibles, y junto a los vehículos las fotos de las azafatas con modelitos y prendas muy sugerentes.



Con el tiempo comenzó a ser una obsesión para él, hasta el punto que me pedía que me disfrazase como las chicas que aparecían en esas revistas para hacer el amor. Menos mal que eso sólo ocurría en nuestro dormitorio y que de la puerta para afuera continuábamos siendo la pareja respetable que todo el mundo conocía. En nuestra vida de pareja en el día a día logré que colaborara un poco más en las tareas del hogar, y a cambio yo accedía a sus extravagantes peticiones. Me pedía cosas como que me recogiese el pelo con dos coletas a los lados para hacerme el amor, o que me pusiese faldas de colegiala y cosas por el estilo. Comenzó a comprarme tangas, sobretodo de esos de hilo en la parte trasera, siempre me decía que tengo un culo muy bonito y me pedía que los llevase siempre que salíamos a tomar algo.



Un día me comentó que el mecánico del coche de Juan le había ofrecido desplazarse hasta una concentración de tunning en Valencia, y que le hacía especial ilusión ir con ellos. Yo le dije que no me fiaba de que se fuesen solos los tres, a saber que harían sin control y que me llevase con ellos. Decir que nuestro amigo Juan es abogado, bien posicionado al igual que nosotros, está soltero y sin ningún tipo de compromiso. En alguna ocasión se le escapó el comentario de lo fácil que era tener sexo en ese tipo de fiestas según un conocido suyo. Seguramente el supuesto conocido sería su mecánico, que se llamaba Javier, y que al parecer tampoco tenía pareja. Yo no lo conocía. Al final acordamos que podría acompañarlos, pero mi esposo a cambio me pidió que fuese vestida como las chicas de las revistas. Me convenció argumentando que habría muchas más chicas vestidas de esa forma, y que no tendría nada que temer, pues Valencia se encuentra a más de trescientos kilómetros de nuestra ciudad. Además, el evento tendría lugar en un polígono a las afueras y nadie nos reconocería. Accedí a cambio de más colaboración por su parte con la plancha, la lavadora, el lavavajillas, los suelos y un sin fin de tareas del hogar. Pronto llegaría la fecha señalada y veía cada vez más entusiasmado a mi marido.



Decir que me llamo Sandra, para que os hagáis una idea soy morena, mido alrededor de 1, 70 m de altura y uso una talla 95 de pecho. Tengo 31 años y estoy casada con mi marido desde hace unos años. Mi esposo tiene 34 años, es un tipo de lo más normal, moreno, con algo de barriga y siempre muy atento conmigo. Dice que a pesar de mi edad sigo teniendo el mismo cuerpo de adolescente de cuando nos conocimos. Él ha sido el único hombre en mi vida. Lo que más le gusta de mí, dice que es la piel suave y blanquecina del culito, y mis pechos, a los que raramente ha dado el sol.




El día de antes pude saber algo más acerca de los planes de los chicos. Al parecer iríamos a Valencia en dos coches, el de Juan y el de Javier, ambos súper tuneados y que participaban en alguna modalidad de los diferentes concursos. Al hacer la maleta pude ver el tipo de ropa que mi marido había preparado para mí. Se trataba de una minifalda de esas plisadas con motivos a cuadros en blanco y negro y una camisa blanca anudada entre los pechos que dejaría a la vista el pequeño tatuaje en mi ombligo y que pocos conocían. La ropa interior se trataba de un tanga negro de hilo a juego con el sujetador de encaje. La tela del triángulo del tanga era semi transparente, y dejaba adivinar la fina tira de pelillos que decoran habitualmente mi pubis. Pensé que me moriría de vergüenza ponerme aquello y salir siquiera a la calle, pero se lo había prometido a mi esposo y él había cumplido con su parte del trato durante todos estos días.



Quedamos en que Juan y Javier pasarían a recogernos por nuestra casa. Cuando llegaron pude ver dos coches de los que apenas podía distinguir sus marcas y modelos originales debido a las transformaciones sufridas. Me parecían dos coches más propios de veinteañeros alocados, que de personas con responsabilidades en sus respectivos trabajos, y desde luego nada que ver con nuestros coches, un clásico audi y un utilitario con algún retoque.



Ambos coches con los que nos desplazaríamos, aunque tenían de serie cuatro plazas, debido a las transformaciones, disponían tan sólo de dos plazas cómodas para realizar un viaje relativamente largo. Por lo que en el reparto mi marido marchó con su amigo Juan al que conocía desde la infancia con la excusa de hablar de sus cosas, y a mí me toco viajar con Javier, con el pretexto de conocernos mejor durante el viaje pues serían unas tres horas de trayecto. Dentro del coche de Javier, pude comprobar que se trataba de un BMW, con la cantidad de cambios apenas reconocía el modelo desde fuera.

El maletero había sido modificado para albergar el equipo de sonido que ocupaba parte de las dos plazas traseras.



Durante el viaje pude saber algo más del tal Javier. Al parecer era empleado en el taller al que Juan llevaba su coche de toda la vida, y que poco a poco le iba realizando arreglos y transformándolo. Pude saber que tenía veinticuatro años, mucho más joven que todos nosotros, que vivía soltero y que presumía ante mí de su promiscuidad. Es más, en alguna que otra ocasión no perdía oportunidad de piropearme. Aprovechaba cualquier excusa para decirme lo atractiva que le parecía. Los primeros piropos me hicieron gracia, pero con el transcurso del tiempo se hacían más soeces y me resultaba en cierto modo pesado.



Me contó que viajaba con frecuencia hasta Valencia, porque allí se celebraban muchos eventos como este, de los que no paraba de contar aventuras y juergas a Juan, y claro, lo tenía convencido para ir juntos en alguna que otra ocasión. Así fue como Juan logró convencer también a mi marido. No dejaba de presumir de las chicas que se beneficiaba en este tipo de fiestas aunque fuese ante mí, cómo si su promiscuidad me hiciese caer rendida a sus pies. Me alegré de no dejar ir sólo a mi marido con ellos, seguramente alguna guarra me lo engatusaría.



Como era inicio de verano y hacía calor, yo había decidido ponerme para el viaje un short vaquero y una camiseta de tirantes. El plan era coger habitación en el hotel reservado, picar algo de comer, y darnos una ducha para arreglarnos y asistir a la concentración de tunning. Javier no dejada de mirarme las piernas, y comentaba durante el viaje que conocía al organizador del evento presumiendo que le ayudaba en cuanto podía y se ganaba algún dinerito. Se le escapó de pasada que el encuentro al que asistíamos no estaba autorizado. Cosa que me llamó mucho la atención.



.-“¿Quieres decir que es ilegal?” le pregunté sorprendida al enterarme de ese detalle.



.-“No es que sea ilegal, quiero decir que no está autorizado, que es distinto. De todos modos no hay nada de malo en reunirse unos cuantos coches y organizar un concurso entre los asistentes al coche con mayor potencia de altavoces, concurso de neones, aceleración y ese tipo de cosas” dijo tratando de quitar hierro al asunto.



.-“A la gente le da más morbo saber que es ilegal, ¿sabes?” continúo diciendo. Yo puse cara de hacerme muy poca gracia.



.-“Tranquila mujer conmigo estas a salvo” me dijo haciéndose el duro.



.-“A sí, ¿por qué?” le pregunté.



.-“Yo tengo mis contactos, te aseguro que la policía no acudirá a la concentración” me dijo muy seguro de lo que se decía.



Empecé a pensar que Javier no era un tipo de fiar. La conversación cambió a temas de actualidad mientras caían los kilómetros. Poco a poco le fui respondiendo con monosílabos a sus preguntas y comencé a quedarme adormilada debido al calor de la carretera. Me despertaba de vez en cuando debido a los baches y curvas, pero sobre todo al notar las manos de Javier en contacto con mis piernas con la excusa de cambiar de marcha. Al parecer trataba de acariciarme siempre que podía en cada cambio aprovechando que estaba dormida. Me llamó la atención su descaro aunque tratase de disimularlo, pese a que en realidad tampoco hacía nada malo que pudiera recriminarle, pues era yo la que al dormirme reposaba las piernas inconscientemente junto al cambio de marchas.



Por fin llegamos al hotel, tomamos la habitación y pude estar un rato a solas con mi marido. Le pregunté si sabía que la concentración no estaba autorizada y todo el rollo de la conversación con Javier, me respondió que sí sabía de todos esos asuntos, y me informó que seguramente habría mucha gente que consumiría mucho alcohol y drogas de diseño, pero que por eso mismo se organizaban las mejores fiestas. Le dije que no me pareció un tipo de fiar, pero enseguida dejó de escucharme alegando paranoias mías, y que por favor había venido a divertirse y que no le chafase la noche.



Llegó la hora de acudir al evento. Tuve que ponerme el modelito que me había preparado mi esposo. Sabía que mi marido lo estaba deseando, estaba como loco desde hace un tiempo tan sólo de imaginarse que accedería a vestirme como él quería. Por mi parte, estaba dispuesta a calentarlo durante toda la noche para que una vez llegásemos de madrugada a la habitación del hotel me hiciese el amor como nunca. Ya en la ducha me rasuré mi coñito, ya lo había hecho en alguna ocasión, siempre que quería darle una sorpresa, dándole a entender que yo también estaba predispuesta a gozar de aquella locura. Una vez me puse la minifalda de cuadros y me miré en el espejo me percaté que apenas me tapaba nada, en cualquier descuido se me vería el culo, sobretodo porque el tanga negro era de hilo por la parte posterior. Me hice dos coletas a los lados tal y como sé que le excitaba a mi marido. Para rematar el disfraz la camisa blanca anudada entre mis pechos transparentaba el sujetador negro, dejando mi ombligo al aire y mostrando un pequeño tatuaje que llevo en mi cadera. Una vez arreglada me miré en el espejo, me moría de vergüenza de pensar en salir a la calle vestida de esa manera, de primeras pensé que tenía pinta de puta barata, en cambio mi marido nada más verme me dijo:


.-“Guauuu, estas espectacular cariño, no sabes lo cachondo que me vas a tener toda la noche” dijo al tiempo que me daba un repaso con la vista de arriba abajo y me daba un beso apasionado en la boca. Me metió mano en el culo con mucho deseo y algo ansioso mientras nos morreábamos, comprobando que me había puesto el tanga como él quería.



.-“Estas lista” dijo al tiempo que me abría la puerta galantemente para salir de la habitación del hotel.



Cuando me vieron Juan y Javier no dejaron de silbarme y de piropearme. Incluso pude comprobar que a Juan también se le salían los ojos contemplándome, nunca me había mirado como aquel día a pesar de conocernos desde hace mucho tiempo. Lograron que me sintiera deseada, aunque a la vez también estaba algo incomoda por la vestimenta. Javier estaba que no se lo creía de verme vestida de esa manera.



.-“Porque está tu marido presente, que si no te daba un repaso de campeonato” me dijo Javier al oído cuando se acercó para darme dos besos.



.-“Sigue soñando” le respondí.



Era relativamente pronto cuando llegamos al lugar indicado. Se trataba de un polígono a las afueras de Valencia, cerca de la zona franca. Al parecer se habían alquilado varias naves consecutivas donde mostrar los coches participantes en las distintas modalidades del concurso. En la nave central había una barra de bar, un escenario y música a todo volumen, dónde se concentraría toda la fiesta. Pude comprobar que la mayoría de personas allí presentes eran chiquillos entorno a los veinte años. Me tranquilicé al comprobar que muchas de las chicas que los acompañaban también vestían de similar forma que yo, por lo que pasaría relativamente desapercibida.



Nada más llegar estuvimos buscando los cuatro a un tal Claudio, según Javier el organizador de todo el evento y al que siempre ayudaba en algo de la organización. Pudimos comprobar tras un rato de búsqueda como Javier saludaba a un tipo en medio de la muchedumbre. Se trataba de Claudio.



Claudio era un tipo entorno a los cincuenta años, con pelo largo, canoso, barriga y más bien con aspecto de motero. Llevaba unos pantalones de cuero y un chaleco de piel chapeado.



.-“Que bueno verle Javier, veo que viniste bien acompañado” saludó nada más vernos entre un fuerte apretón de manos y con cierto acento argentino.



.-“Sabes que es un placer ayudarte a montar todo esto” dijo Javier devolviéndole el fuerte apretón de manos. “Mira, te presento a unos amigos, han venido con ganas de ayudarnos” dijo girándose hacia nosotros con la intención de presentarnos. Claudio me dio dos besos y mientras me abrazó, su mano se posó en mi cadera algo más bajo de lo decente en alguien a quien acabas de conocer. Una vez terminaron de hablar de sus cosas Claudio nos dijo a todos:



.-“Bueno chicos, si queréis ayudar os podéis distribuir de la siguiente forma: Juan y tu podéis ayudar en la barra sirviendo copas, dijo señalando a mi marido. Tu Javier serás parte del jurado como siempre. Y la mujer más hermosa que he conocido nunca será la azafata que me ayude a entregar los premios, ¿os parece bien chicos? “ preguntó al quorum presente que aceptó ayudar en lo encomendado. Una vez que Juan y mi marido se fueron a la barra, Claudio me hizo señas para que me quedase un momento con él y comentarme algo.



.-“Mira...” me explicó rodeándome con su brazo y posando su mano en mi culo descaradamente al no estar ya presente mi esposo, mientras nos dirigíamos hacia una especie de cuarto prefabricado que hacía las labores de oficina. “Siempre elijo a la chica más guapa para que entregue los premios, y este año no tengo la menor duda de que eres tú”.



.-“Oh, gracias” dije sintiéndome halagada por el piropo mientras trataba de deshacerme de su mano en mi trasero.



.-“El caso es que uno de los patrocinadores nos piden que demos cada trofeo con su indumentaria, por el tema de las fotos, la publicidad y todo el rollo”. Dijo tratando de explicarme el asunto.



.-“Entra” dijo abriendo la puerta del prefabricado e invitándome a pasar a las oficinas. “Te pido por favor te pongas alguno de estos monos para la entrega de trofeos, espero que alguno sea de tu talla, son bastante ceñidos aunque la tela elástica ayuda mucho. Puedes probártelos si quieres, elige el que más te guste y luego me buscas” dijo despidiéndose.



Me fijé en la ropa que me indicó. Estaban extendidos sobre una mesa al fondo del despacho. Se trataban todos del típico pichi de tela elástica que parece de mecánico pero que se ajusta a la figura sin dejar ni una curva a la imaginación. Todos publicitaban una conocida discoteca de la zona. Las paredes del cuarto estaban todas decoradas con posters y fotos de chicas semidesnudas rodeadas de coches y motos. Había también fotos de la entrega de trofeos de años anteriores. La verdad es que las chicas que hacían de azafatas se veían estupendas. Algunas parecían gogos de discoteca o modelos. Quise que me quedase la ropa igual de bien que en esas fotos. Me puse el primero de los monos y me quedaba algo pequeño. Eran todos tan ajustados que se marcaban hasta las gomas del tanga una vez puestos. Así que decidí quitarme toda mi ropa interior, sujetador y tanga. Entre prueba y prueba quedaba inevitablemente desnuda por completo.



Era el tercer o cuarto mono que me probaba, cuando desnuda como estaba dentro del prefabricado, la puerta se abrió de golpe. Apareció Javier que se quedó de piedra en la puerta al sorprenderme sin ropa alguna. Yo me tapé con lo primero que pillé, uno de los monos que llevaba en una mano para taparme mi pubis y con la otra mano me tapa como podía uno de mis pechos con el brazo y con la palma de la mano el otro, de forma algo ridícula.



.-“Caray Sandra, para tu edad estás más buena de lo que imaginaba” dijo cuando reaccionó de verme casi desnuda.



.-“¡¡¡¡ Cierra la puerta y vete !!!!” dije increpándolo.



.-“Tranquila preciosa, solo he venido a coger unas hojas de inscripción” dijo acercándose hasta la mesa próxima a dónde estaba cambiándome yo. Mientras se acercaba no me quitaba ojo de mi cuerpo. Pasó muy cerca de mí para acceder a los cajones del escritorio, de hecho tuve que retirarme un poco contra la pared cuando pasó a mi lado para no rozarnos. Cuando cogió los impresos y volvió a pasar a mi lado, se quedó justo enfrente de mí observándome de arriba abajo, me dio una nalgada en el culo y me dijo:



-“Así me gusta, prepara el culito para esta noche” se rió el muy capullo mientras se marchaba.



.-“¡¡¡ Imbécil !!!” le grité mientras veía como abandonaba la oficina y cerraba la puerta. Yo estaba enfadada, me había irritado su actitud.



Para nada me había gustado que ese idiota me hubiese sorprendido desnudándome. Conociendo lo babosos que son los tipos como él, pensé que lo mejor que le ocurriría esa noche sería el masturbarse a mi salud, tendría que conformarse con imaginárselo, y aunque en un principio no me agradó la idea, poco a poco se me pasó el cabreo al pensar que mi marido también estaría como una moto después de verme todo el día así, y que terminaría haciendo el amor con él el resto de la madrugada, mientras ese engreído tendría que conformarse con imaginarse mi cuerpo y hacerse una paja.



Al final decidí ponerme uno de los monos que mejor me sentaba, se ajustaba por completo a mi cuerpo. Decidí salir a buscar a Claudio, pues se hacía la hora de entregar los trofeos. Por supuesto no llevaba ropa interior debajo del mono para que no se marcaran las costuras. Cuando salí entre la gente en busca de Claudio pude notar el roce con los cuerpos de los chicos que se amontonaban por la nave. Algunos de los jóvenes que allí se agolpaban no dejaban de mirarme a mi paso y de piropearme.



.-“Menudo culito, o menudas tetas” fueron palabras que tuve que escucharme en más de una vez y cosas por el estilo.



Estaba realmente espectacular. Algunos aprovechaban el barullo de la multitud para tocarme el culo descaradamente. Puesto que me costaba encontrar al organizador decidí acercarme a la barra en busca de mi marido y ver que tal lo estaba pasando



Al principio a mi marido le costó reconocerme vestida de esa forma, se ve que entre copa y copa que servía se tomaba otra, así que empezaba a estar perjudicado. Llevaba una sonrisa de oreja a oreja. Una vez me reconoció apoyada en la barra me invitó a una consumición. Me sentó bien tomar algo, el primer gin tonic de la noche.



.-“Guau, estas preciosa, menudo polvo te voy a pegar esta noche una vez lleguemos al hotel” dijo desde detrás de la barra de tal forma que puso en alerta a un muchacho que estaba apoyado de espaldas a mi lado, el cual con la excusa de la aglomeración y los empujones comenzó a tocarme el culo al otro lado de la barra sin que pudiera verlo mi marido. Yo pasé de montar un numerito y continúe hablando con mi esposo. Total, no sería ni el primero ni el último que me acariciaba el culo esa noche.



.-“¿Has visto a Claudio?” le pregunté a mi marido mientras el muchacho continuaba sobándome el culo disimuladamente.



.-“Está con Javier viendo los coches que participan en la nave de al lado” me gritó al otro lado de la barra. “¿Por qué no me das un beso?” me pidió acto seguido mi esposo.



Yo me incorporé de puntillas apoyándome con los antebrazos en la barra para poder besarnos en la boca. Fue una sensación extraña besar a mi marido mientras un chiquillo me metía mano en el culo. Juan llamó a mi esposo desde la otra punta de la barra para que le ayudase a poner unas copas, así que mi esposo marchó servicial a ayudar a su amigo. Una vez se fue me quedé mirando fijamente al descarado muchacho de mi lado y le dije:



.-“No sé si te has dado cuenta, pero tu mano está en mi culo” le desafíe con la mirada.



.-“Lo siento no he podido evitarlo, pero es el culo más rico que he visto nunca” dijo acariciándose su miembro por encima del pantalón. No pude evitar fijarme en el bulto que se había formado en su entrepierna, era realmente espectacular. Me hizo gracia ver su reacción. Decidí seguirle la conversación. Estuvimos un rato charlando, era la primera vez en mi vida que un niñato de veinte años me hacía descaradas proposiciones para acostarse conmigo. Me gustó escuchar sus propuestas tratando de ligar conmigo mientras apuraba la copa que me sirvió mi marido y tonteé con aquel muchacho. Quería invitarme a una copa, daba por sentado que subiría en su coche, tomaríamos alguna pastilla e inevitablemente sucumbiría ante sus encantos y me abriría de piernas para él, así de fácil. Llegados a ese punto le dije que debía encontrarme con alguien y me excusé para marcharme.





Tras un rato de búsqueda pude encontrar a Claudio. Era ya bien entrada la noche. Hora de entregar los trofeos. El típico escenario con algún que otro foco, música de ambiente, en el que debía entregar las copas y placas conmemorativas que hacían de trofeos. Tuve que repartir un montón de besos y fotos a los ganadores. Claudio siempre estaba presente y aprovechaba cualquier oportunidad para situarse al lado mío y tocarme el culo mientras posábamos para las fotos. El coche de Javier ganó uno de los concursos y un momento que nunca olvidaré fue cuando posando para la foto, tanto Claudio como Javier cruzaban sus brazos detrás de mí descansando sus manos cada una en un cachete de mi culo. Tuve que aguantar sus dos manos sobándome el culo frente a los cientos de congregados y sonreír, e incluso en el preciso instante de la foto, Javier me pellizcó en la nalga haciendo que pegase un saltito. Nuestras miradas se cruzaron y así quedo retratado. El caso es he de reconocer que tanto beso, toqueteo y que no llevaba bragas, me pusieron algo caliente.



Estaba deseando que la entrega de trofeos terminase para reunirme con mi marido, me encontraba tan caliente que estaba dispuesta a hacer el amor con mi esposo en cualquier lugar, no quería esperar al hotel. Estaba tan cachonda que estaba dispuesta a dejarme follar en los lavabos, en el coche, o por algún rincón escondido. Para colmo cuando terminó la entrega tenía ganas de ir a orinar y tuve que ir al lavabo. Mientras me metía en uno de los reservados, en el habitáculo de al lado pude escuchar a una pareja hacer el amor. Ella gritaba como si la estuviesen partiendo en dos:



.-“Oooh, siiih, siiiiih, sigueee” se oía gritar.



.-“Te gusta, te gusta por el culito ¿eh zorra?” por un momento me pareció la voz de Javier, aunque no me lo podía creer, no podía ser. Como tan sólo fue un momento y se escuchaba entre jadeos y suspiros, quise pensar que había sido fruto de mi imaginación. De nuevo la voz del chico me pareció la de Javier:



.-“¿Te parecerá bonito dejarte follar por el culo mientras tu novio está ahí fuera?” . Esta vez no tuve dudas, se trataba de la voz de Javier. Quise comprobarlo, no podía creerlo, por lo que poniéndome en píe encima del inodoro traté de observar a la pareja del reservado de al lado por encima de la pared separadora.



No me podía creer lo que veía, en el habitáculo de al lado pude observar a Javier con los pantalones en los tobillos arremetiendo por detrás a una chiquilla que chillaba mientras trataba de apoyarse en la puerta del reservado.



.-“Siih, siiiih, sigue, me gustaaah, me gustaaaah” chillaba la niña con cada embestida de Javier. Por un momento y dada mi posición temí ser descubierta, no pude evitar bajar del wáter y apoyarme contra la pared, me llevé las manos a la boca para evitar que se escuchase mi voz. Me pareció haber visto a un Javier bien dotado que penetraba a la chiquilla por el culo. Yo sólo había visto el miembro de mi esposo y desde luego la polla de Javier me pareció mucho más grande. Por otra parte nunca había practicado sexo anal y me parecía imposible que alguien pudiera disfrutar de la manera en que lo hacía la niña. Quise comprobar que era cierto lo que aprecié en un primer vistazo. De nuevo me subí al inodoro para comprobarlo. Efectivamente Javier estaba introduciendo su enorme polla por el culo de la chica, la cual disfrutaba como loca. Javier por su parte no paraba de ridiculizar al novio de la niña que al parecer lo conocía, y a la cual enloquecía con sus palabras.



.-“Dile a tu novio que no sabe follarte como es debido” le decía Javier. A lo que ella respondía entre gemidos de placer.



.-“Oh siiiih Javier, dame fuerte Javier, Javier, Javier fóllame...siiih” la niña estaba fuera de sí. Al parecer todo lo que contaban de Javier era verdad.



Basta, ya había visto suficiente, estaba del todo claro, quería encontrar a mi marido y que me hiciera el amor dónde fuese, me moría de ganas porque me follase de una vez. Abandoné el baño sigilosamente para no interrumpir a la fortuita pareja. El espectáculo y la sorpresa me habían puesto a cien.



Fui a cambiarme de nuevo a las oficinas para ponerme mi ropa y encontrar a mi marido. Mientras me cambiaba de ropa recordé el momento en el que fui sorprendida por Javier, y acto seguido acudían a mi mente escenas de Javier sometiendo a la chiquilla en los baños. Quise que fuera mi marido quien por esa noche me tratase igual. Me puse de nuevo mi faldita y mi blusa, busqué mi tanga entre la ropa pero no estaba. Alguien lo había cogido. Que yo supiera sólo tenían llave Claudio y Javier, y a tenor del comportamiento de ambos en toda la noche, cualquiera de los dos podía haber sido. No quise entretenerme mucho, quería estar con mi marido lo antes posible y disfrutar también de la fiesta, así que me vestí de igual modo como el que vine, aunque esta vez sin mi tanga debajo de la minifalda.



Estuve un rato dando vueltas tratando de localizar a mi esposo. Cuando por fin pude ver a mi marido el cabreo fue monumental. El muy imbécil estaba borracho e inconsciente tumbado en la acera junto a los coches en que habíamos llegado. Juan también iba bastante perjudicado, por lo que me dijo que se llevaría a mi marido antes de que se encontrase peor y lo parase la policía por el camino. Me preguntó si no tenía inconveniente en que me acercara Javier al hotel. A mí no me hacía ni pizca la gracia. Pero estaba tan malhumorada que lo último que me apetecía era ver a mi marido en ese estado. Marcharon dejándome sola.



Busqué a Javier por todas las naves. Al fin pude encontrarlo tomando unas copas, estaba rodeado de chiquillas de su edad a las que se le caían las bragas por él mientras les contaba carreras por la autopista, y de cómo había logrado despistar a la policía en más de una ocasión. Se sorprendió de verme sin mi marido. Sabía que la barra había terminado al finalizar la entrega de trofeos, y que todo lo que se bebía a partir de ese momento era de botellón que la gente llevaba en los maleteros de los coches.



.-“¿Y tu marido?” me preguntó rodeado de veinteañeras y abrazado a otra chiquilla distinta a la que lo sorprendí en los aseos. Yo le expliqué todo lo sucedido.



.-“¿Puedes llevarme al hotel?” le pregunté al terminar la explicación.



.-“Espera, tómate algo, me lo estoy pasando bien” dijo sin hacer intención de moverse y llevarme al hotel. Yo me crucé de brazos resignada a tener que aguantar como presumía ante aquellas niñitas de sus hazañas. Me recosté sobre la ventanilla de un coche unos metros algo más lejos de dónde estaba el grupito de niñas. Nuestras miradas se cruzaron varias veces y él parecía regocijarse a medida que transcurría el tiempo en mi enfado.



Pasado un rato al grupito se acercó la chiquilla con quien antes había sorprendido a Javier en los baños, agarrada de la cintura de otro chico que no era Javier. Se daban algún pico de vez en cuando. Deduje que aquel muchacho sería su novio. No podía entender como la chiquilla podía permanecer allí junto a su novio, habiéndose dejado follar por Javier, mientras charlaban entre todos. Tampoco entendía que podían ver todas esas chiquillas en Javier para estar todas loquitas por él. Pude observar como Javier le daba disimuladamente una bolsita con unas pastillas a la chiquilla con que se abrazaba, esta le propinó un beso en los labios y se dejaba tocar el culo a cambio. Le metió mano por todos lados a la niña, que se dejaba hacer mientras él me aguantaba la mirada a lo lejos. Le sobó los pechos y el culo a conciencia mientras nuestras miradas se cruzaban en la distancia. Algo le susurró a la chiquilla en el oído pues no dejaba de mirarme también de vez en cuando sonriéndose. Después de no quedar ninguna parte del cuerpo de esa chica por acariciar la apartó a un lado y dirigiéndose hacia mí con la niña arrastras de la mano me dijo:



.-“Te llevo al hotel con una condición” me dijo sonriente de saber que lo había estado observando mientras abusaba y metía mano a la chiquilla bajo mi atenta mirada.



.-“¿Cuál?” le pregunté yo.



.-“Mira yo me lo estoy pasando bien, y tú no tienes ganas de ir a la cama con tu marido, así que... ¿qué te paree si te vienes con Mónica y conmigo y tomamos alguna copa juntos?” me invitó a salir con ellos. Su nueva acompañante que al parecer se llamaba Mónica, no opuso ningún tipo de inconvenientes en que nos fuésemos los tres de la fiesta.



Yo sopesé su propuesta, en verdad tenía razón, no quería irme a la cama a escuchar como roncaba mi marido. Además, si me acercaba hasta Valencia, aunque no me fiaba de él, sería mucho más fácil desde allí coger un taxi e indicarle la dirección del hotel. Además la presencia de la chiquilla me daba algo más de confianza. Acepté subir al coche con ellos y tomar alguna copa por el centro de la ciudad.



Tuve que sentarme en el asiento de atrás, algo incómodo debido al reducido espacio que quedaba. Nada más subir al coche Javier y Mónica no pararon de besarse. Javier no perdía oportunidad de meter mano a la joven que también llevaba minifalda. Ambos criticaban a la chica que Javier se folló en los baños. Deduje por la conversación que Mónica no estaba al corriente de lo que había sucedido entre esa chica y Javier en los lavabos, y que yo sí pude comprobar. Javier me pareció un auténtico cabrón y un sinvergüenza por su actitud. Además, mientras acariciaba a la chica no dejaba de mirarme por el retrovisor y se notaba que disfrutaba con la situación. Incluso ajustó el retrovisor para poder verme mejor. No me hacía gracia que Javier se distrajese conduciendo. Desde el asiento de atrás me era difícil apreciar por donde conducía. Tras un rato de semáforos y carreteras de circunvalación el sueño se apoderó de mí hasta que cerré los ojos. Me desperté cuando noté que el coche se desviaba de la calzada por un camino de tierra. Yo no tenía ni idea de dónde estábamos. Me hice la dormida, continúe simulando que dormía tratando de averiguar que pasaría. Nada más detener el coche, pude entrever como la niña se quitaba el cinturón de seguridad y se reclinaba sobre el regazo de Javier. Escuché el sonido de una cremallera y pude apreciar cómo acto seguido la chiquilla subía y bajaba la cabeza mientras le hacía una mamada. Javier no dejaba de mirarme por el retrovisor, lo que me puso nerviosa y fue entonces cuando fingí que me despertaba y dije:



.-“¿Pero qué coño estáis haciendo?” dije haciéndome la sorprendida. Fue entones Mónica la que reincorporándose sobre su asiento dijo:



.-“Caray que susto me has dado creí que dormías” y acto seguido la niña me preguntó al tiempo que deslizaba una de sus manos por mí pierna y me miraba fuera de sí “¿Quieres unirte a la fiesta?”. Comprobé que sus pupilas estaban súper dilatadas, posiblemente habría tomado alguna pastilla. Recordé las insinuaciones del chaval de la barra, por lo que podía comprobar debía ser habitual en ese tipo de fiestas incitar a las niñas a consumir algún tipo de pastillas para que se abran de piernas y se dejen hacer de todo en los coches de los chicos.



.-“Pero que dices” fue todo lo que me salió de dentro en ese momento. Estaba totalmente sorprendida por la actitud de Mónica. ¿Acaso me estaba proponiendo un trio?.



.-“Venga anímate nos lo pasaremos bien” dijo mientras continuaba deslizando su mano por mi pierna tratando de alcanzar mis intimidades.



.-“No me toques” le chillé cuando estaba a punto de alcanzar el final de mis piernas.



.-“Tú te lo pierdes” dijo la chiquilla la cual se agachó de nuevo y continúo con la felación. Javier sujetó a la chiquilla por el cuello para que no cesase en su mamada mientras me miraba con lujuria de reojo por el retrovisor.



.-“¿Os podíais cortar un poco no?” dije desde el asiento trasero. De nuevo fue Mónica la que dijo:



.-“Vamos Javier, vámonos fuera que esta tía me corta el rollo. Si no quiere compartir una buena polla, pues ella se lo pierde” dijo mientras ambos abrían la puerta del coche y bajaban.




Las luces del automóvil todavía estaban dadas. La pareja se situó delante del capó. Pude ver como ella se situaba de espaldas a mí justo enfrente del motor y se bajaba las bragas sin perder el tiempo en arrumacos frente a la atenta mirada de Javier. Tiró sus braguitas hacia atrás y fueron a caer sobre la luna delantera del vehículo. Luego se subió encima del motor del coche y se abrió de piernas para que Javier se la follase ahí mismo. Él no se lo pensó dos veces y desabrochándose los pantalones se acercó a la chica meneándose su miembro en mano. Les importaba un pimiento que yo estuviese presente dentro el coche. Pude ver como la niña rodeaba con sus piernas el cuerpo de Javier y se aferraba al cuello del chico susurrándole palabras al oído. Contemplé como comenzaban a moverse señal inequívoca de que se la estaba follando sobre el capó de su coche en medio de aquel descampado. Pese a estar follando con la chiquilla Javier no me quitaba ojo de encima, pues él se encontraba mirando hacia mi posición. Por su forma de mirarme deduje que estaba pensando en mí mientras reventaba a la chiquilla. La niña por su parte no dejaba de gritar como una loca, era lo único que podía escuchar dentro del coche. Yo contemplaba atónita el espectáculo. Estuvieron un rato en esa posición mientras yo los observaba. Realmente estaba incrédula de comprobar la facilidad con la que esa chiquilla se dejaba follar. Desde luego parecía disfrutar del polvo. Sus gritos la delataron, aquella niña había alcanzado un tremendo orgasmo a los pocos minutos de ser penetrada. Yo contemplaba atónita la escena, cuando la chica recuperó un poco el aliento Javier dejó de penetrarla, y en un descuido por parte de la chica la giró y la situó de cara al coche de tal forma que ahora podía ver el rostro de ambos. Javier la obligó a recostarse sobre el capo, tratando de penetrarla por detrás. Pude comprobar las intenciones de Javier al escuchar los gritos de la chica:


.-“Nooo, por ahí nooo” gritaba la chiquilla mientras Javier se recostaba sobre su espalda y trataba de sodomizarla. Ella forcejeaba tratando de separar al chico de su cuerpo y de vez en cuando se tapaba el culo con las manos.



.-“No, por favor Javier, para, por ahí no, por ahí no” suplicaba la chica que se resistía. El propio peso del chico la inmovilizaba. Al final logró acertar y un grito desgarrador salió de la boca de la chiquilla mientras Javier la penetraba por el culo. La estaba partiendo en dos.



.-“Aaaagh” gritó la chica varias veces al tiempo que su cara reflejaba un dolor inmenso. Poco a poco se fue relajando y parecía que soportaba las embestidas de su amante.



Yo no pude evitarlo, el espectáculo era de lo más caliente e irremediablemente comencé a acariciarme dentro del coche. He de reconocer que me habían puesto cachonda. Permanecía sentada en la parte posterior del vehículo tras el asiento del conductor, trataba de ocultarme aunque mi presencia era evidente. Mientras con la mano derecha me agarraba al respaldo para asomarme lo justo, con la mano izquierda me acariciaba el clítoris. Javier adivinó lo que estaba sucediendo dentro del coche y recogiendo el pelo de la chiquilla en una coleta la obligó a incorporarse y a mirar dentro del coche. No pude escuchar lo que le dijo al oído pero lo vi reflejado en el rostro de la chica, la cual no dejaba de mirarme con cara de sorprendida. Javier sodomizaba a Mónica sujetándola del pelo con una mano mientras con la otra le propinaba unos azotes sobre sus nalgas. Podía escuchar cada impacto desde el interior del coche. Mis dedos estaban ya dentro de mí hurgando en busca de placer. Ella volvió a gritar como una loca, esta vez mezcla de dolor y gozo. Yo estaba también próxima al orgasmo.



Tardé poco tiempo en correrme desde que comencé a acariciarme, no pude evitar gritar cuando alcancé el clímax, seguro que me escucharon. Desde fuera del coche pudieron apreciar como cerraba los ojos y me abandonaba a las convulsiones que sacudían mi cuerpo. Cuando abrí de nuevo los ojos recuperada de mis espasmos, pude ver como Javier sin dejar de mirarme, eyaculaba sobre la espalda de la chiquilla manchando su falda y su camiseta. Ella le recriminó este hecho y trataba de limpiarse su ropa mientras el chico se recuperaba.



Fue ella la primera en meterse en el coche malhumorada. Javier tardó un poco más en subirse los pantalones e introducirse en el interior de coche.



.-“Por favor, llévame a casa. No puedo salir así” le dijo la chiquilla enfadada por las manchas en su ropa.



.-“Como quieras” le dijo Javier poniendo el coche en marcha y regresando a la calzada.



Permanecimos en silencio durante el trayecto hasta que estacionamos enfrente del portal de Mónica. Javier quiso acompañarla galantemente hasta el ascensor. Yo lo esperé en el coche.



.-“Espero que te lo pases bien con este imbécil” dijo la chica dirigiéndose a mí, antes de salir del coche. Después, vi alejarse a los dos mientras discutían. Javier no tardó nada en regresar solitario.



.-“Ya sabía yo que está noche acabaría contigo” pronunció Javier al volver mientras me abría la puerta de su coche para que me sentase donde el copiloto. Yo pasé delante junto a él.



Una vez tomo asiento en el coche y arrancó me dijo aún parados:

.-“Todavía me debes las copas que me prometiste”. El interpretó mi silencio como que consentía tomar unas copas con él.



La verdad es que trató de ser agradable el resto de la noche. Durante el trayecto en el coche fuimos hablando de los comentarios y anécdotas sucedidas en la fiesta. Me contó alguna cosa graciosa como que a un participante se le había caído el pórtico del maletero del coche cuando estaban puntuando la prueba de potencia de sonido. Me hizo reír con sus historias, me relajé y comencé a pasármelo bien.



Llegamos a un local céntrico de moda en la ciudad. La verdad es que estaba bastante bien. Yo llamaba la atención con mi vestimenta, a Javier se le notaba que le gustaba presumir de acompañante mientras el resto de chicos del bar no me quitaban ojo de encima. Me invitó a una copa, yo por la sed y el calor me la bebí deprisa, por lo que se me subió enseguida a la cabeza. Apenas tomo alcohol habitualmente. Me invitó a bailar, y una vez en la pista de baile cuando estábamos rodeados de babosos, me sugirió cambiar de sitio. Lo noté como celoso, temía que algún que otro gallito me entrase y tratase de ligar conmigo. Como yo me lo estaba pasando bien no me importó cambiar de sitio. Ahora era yo la que disfrutaba viendo a Javier algo celoso y descubriendo como trataba de seducirme.



Fuimos a otro local. De nuevo me invitó a una copa. Se produjo más o menos la misma situación, así que fuimos a un tercer bar. Estábamos hablando en la barra del bar cuando un conocido suyo nos saludó.



.-“Caray, Javier cada vez las eliges mejor. ¿Esta es tu novia?” preguntó mirándonos a los dos. Antes de que Javier pudiera decir nada nuestro nuevo amigo se presentó.



.-“Hola guapa, yo soy Jaume, encantado de conocerte” dijo intercambiando conmigo dos besos en la mejilla, sin ninguna opción por mi parte a decir palabra.



.-“¿No entiendo como una chica tan guapa como tú, está con este sinvergüenza?” daba por sentado que yo era la novia de Javier. Me pareció que podía resultar gracioso no contradecirlo y seguir un poco el juego. A Javier para nada le importó presumir de novia y me seguía la corriente. Estuvimos riéndonos un poco mientras escuchaba al tal Jaume comentar historias sobre las anteriores novias de Javier. Nuestro nuevo amigo pagó una ronda y luego Javier otra. Eran ya muchos gin tonics para mi cuerpo. Con el transcurso de la conversación Javier fue abrazándome como si de su novia se tratase. Yo le seguía el juego, porque me hacía gracia oír a su amigo criticar y ridiculizar a las anteriores chicas. Sobretodo mostré cierto interés cuando el tal Jaume contó una historia en la que al parecer Javier estuvo con dos chicas a la vez.



.-“Es mi héroe” dijo nuestro nuevo amigo “debe ser fantástico que dos lindas chiquillas te coman el miembro a la vez. La fantasía de todo hombre hecha realidad”. Deduje que a Jaume le gustaba contar las historias de Javier, como si se sintiese él el protagonista.



Recordé las palabras y la mano de Mónica por mi pierna en el coche momentos antes y lograron hacerme creer más o menos todo lo que contaban.



Conforme pasaba el tiempo Javier me abrazaba y acariciaba cada vez de forma más comprometedora. En alguna de las veces él estaba sentado en una banqueta y me abrazaba desde detrás, yo me apoyaba con mi espalda contra su pecho para no cansarme y según como me apoyase podía notar el bulto de su entrepierna en mi culito. Por supuesto él estaba encantado de que yo le siguiese la corriente. Quiso avanzar en sus caricias. Me dio algún pico en la boca, haciéndole creer a nuestro amigo que efectivamente éramos pareja, hasta que en un momento dado su mano se posó en mi culo por encima de la tela de la falda. Llegados a ese punto de la conversación no quise recriminarle su acción, en aquella farsa era su supuesta novia, y sus caricias serían normales de ser una verdadera pareja. Me dejé hacer, además llevaba unas cuantas copas encima.



Jaume continuaba presumiendo de la promiscuidad de su amigo, y Javier debía pensar que conocer su dilatada experiencia me llevaría a que quisiese probar cómo sería acostarme con él. En verdad que en alguna ocasión lo llegué a pensar, pero tenía claro que quería seguir siendo fiel a mi esposo. He de reconocer que me excitaba pensar que Javier me sobaba el culo sin que supiera que no llevaba ropa interior debajo. Me daba un morbo tremendo notar su mano por encima de la tela de la falda sin nada debajo. Estaba contra la barra del bar escuchándolos a ambos, tan concentrada en sus caricias y mis pensamientos, que no me di cuenta de que estaban hablando cuando la mano de Javier se perdió debajo de mi falda. Pudo comprobar que no llevaba nada debajo. A mí me pilló por sorpresa y no tuve más remedio que lanzarle una mirada asesina cuando acarició la suave piel de mi culito. El me devolvió la mirada entre sorprendido y cínico al descubrirlo. Lejos de detenerse, continuó acariciándome durante unos pocos minutos que a mí me parecieron eternos. Notar el contacto de su mano sobre mi piel me puso los pezones de punta. Al ver que no cesaba en sus maniobras, me excusé ante los dos hombres informándoles que tenía ganas de ir al lavabo.



Una vez en el aseo decidí refrescarme la cara un poco. Me miré en el espejo. No entendía como no le había soltado un bofetón a Javier ahí mismo, en medio del bar en el preciso momento en que me acarició por debajo de la falda. Mi esposo no se merecía eso. Aquello había ido demasiado lejos. Me encontraba algo excitada aunque no quise reconocerlo y me autojustificaba a mí misma diciéndome que era culpa de las copas.



Cuando regresé de nuevo a la barra del bar, Jaume ya no estaba presente. La música continuaba a toda pastilla, y me percaté de que ya no quedaba mucha gente en el local. No supe que decir cuando llegué donde estaba Javier, tampoco me atrevía a mirarle a la cara. Me moría de vergüenza. Estábamos el uno frente al otro sin decir nada en un silencio incómodo. Al final fue Javier quien rompiendo el hielo me preguntó:



.-“Jaume ha tenido que irse, ¿quieres tomar algo?” me dijo mientras me observaba tratando de adivinar mis dudas.



.-“No nada, ¿por qué no nos vamos?” dije sin atreverme a levantar aún la mirada avergonzada por haberme dejado manosear por él. Javier me cogió ahora por la cintura y acercándose a mí me dijo:



.-“Estas preciosa” y dicho esto levantó mi cabeza con su mano derecha apoyada en mi barbilla para que lo mirase a los ojos. Nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos brillaban en la oscuridad. Su mano izquierda se posó en mi culo e hizo fuerza para que me apretase a él, cuando nuestros cuerpos entraron en contacto me besó en la boca. Yo al principio no supe cómo reaccionar estaba paralizada. Fue un trance notar su lengua recorriendo cada rincón de mi boca. Su mano volvió a perderse debajo de mi falda acariciando de nuevo la suave piel de mi culito. Fue entonces cuando reaccioné.



.-“¿Que haces imbécil?” grité apartándolo de mi cuerpo. No se esperaba mi rechazo. Trató de cogerme de nuevo por la cintura para acercarme de nuevo a él y besarme. Yo se lo impedí.



.-“¡¿Pero qué haces?!” le volvía a gritar empujándolo para alejarlo.



.-“¡Serás calientapollas!, me jodes el polvo con las niñas de la concentración, te dejas meter mano hasta el culo, me la pones a reventar y ahora me dices que pare...” se quedó mirándome a la cara en un tono muy amenazante.



.-“¿Pero qué coño te has creído niñato” le increpé “que me dejo follar por el primero que pasa en los baños o en un descampado”. Mis palabras lo encendieron aún más, sobretodo porque se dió cuenta de que sabía lo sucedido en los aseos y tuvo algo de miedo a que pudiera contar nada.



.-“Podía haberme tirado a cualquiera y me has hecho perder el tiempo contigo, te aseguro que lo quieras o no esta noche follaremos” me gritó saliendo de su asombro.



.-“Eres un idiota si piensas que me voy a acostar contigo, ¡imbécil!” ambos gritábamos en medio del bar. Cómo la música estaba alta tampoco llamábamos mucho la atención.



.-“No me vengas ahora con el rollo de que eres una esposa decente, bien que te ha gustado refrotar el culo por mi polla y dejarte meter mano” me dijo tratando de enfurecerme.



.-“Eres un cabrón” le insulté.



.-“No decías eso mientras te acariciabas dentro del coche, ¿ en quién pensabas entonces?, ¿en tu marido?. Menuda puta estás hecha” me dijo en tono muy despectivo. Yo le solté un bofetón que lo debió escuchar todo el bar. Él se quedó paralizado. Yo levanté la mano con la intención de soltarle otra bofetada cuando me dijo:



.-“Esta bien calma, tranquilízate” me dijo apoyando sus manos en mis hombros y tratando de poner algo de paz, cambiando radicalmente de actitud.



.-“Llévame al hotel, por favor” le rogué algo más relajada yo también, y con mejor tono de voz.



.-“Esta bien, tan sólo tengo que resolver unos asuntos pendientes en una discoteca que hay aquí al lado y te llevo al hotel, te lo prometo”, dijo ya calmado.



.-“¿Me lo prometes?” le pregunté.



.-“Tienes toda la razón, he sido un idiota al creer que una mujer como tú se acostaría conmigo. Te invito a la última copa en la disco a la que tengo que ir y te dejo en el hotel, te lo prometo. No me gustaría que esto termine así entre nosotros. Vamos, ¿qué te parece?” dijo en un tono apaciguado tras la discusión.



La verdad es que tampoco me gustaba terminar la noche con el mal sabor de boca. En parte yo también era culpable de lo que había pasado, le había dado demasiadas esperanzas. Acepté acompañarlo.



Nada más entrar a la disco me di cuenta que todo el mundo conocía a Javier.

Nos dirigimos a la barra del bar. La camarera le dio dos besos, pidió un par de consumiciones que no pagó. Me presentó, se llamaba Carla. Estuvieron hablando un rato de sus cosas sin que pudiera escucharlos debido al volumen de la música. Me sorprendió que se dieran algunos picos en la boca mientras conversaban. Javier apuró su copa deprisa y luego pude escuchar por su grito cómo le preguntó a la camarera que dónde estaba el jefe.



.-“Espérame aquí” fue lo último que me dijo antes de que desapareciera.



Transcurrió mucho rato y Javier seguía sin aparecer. Yo había terminado mi gin tonic y la camarera con la que se había saludado Javier me puso otra copa sin pedírselo. Este hecho me llamó la atención, pues era como si supiera que Javier tardaría en acudir a buscarme. Como había perdido la cuenta de cuantas copas llevaba encima y me encontraba algo más que mareada, no quise darle mayor importancia.



Me fijé en algunas de las gogos que bailaban sobre los pedestales y las camareras, eran todas muy hermosas. Pude apreciar la mirada lasciva hacia todas ellas de los chicos presentes en la disco. Debo reconocer que tuve cierta envidia de las chicas contemplando la cara de deseo de los muchachos hacia sus cuerpos. A toda mujer nos gusta sentirnos deseadas, y esa era una sensación que tenía olvidada. Debido a la ingesta de alcohol en mi cuerpo, comencé a fantasear que era yo la que bailaba sobre uno de los pedestales con varios tipos debajo a los que se les caía la baba por mí. Entre ellos estaban Juan, Javier, Claudio , Jaume, el chico de la barra en la fiesta y todos cuanto en algún momento de esa noche había sentido sus miradas clavadas en mí. Estaba apurando la copa absorta en mis fantasías, cuando vi aparecer a Javier bastante sonriente.



.-“¿Veo que vienes muy contento?” le comenté sorprendida por su nueva actitud.



.-“Acabo de ganar mucho dinerito” dijo en voz alta de manera que también lo escuchó Carla.



.-“Habrá que celebrarlo” dijo Carla que había escuchado lo anterior.



.-“¿Por qué no te vienes al hotel?” preguntó Javier mirando muy sonriente a la camarera.



.-“Lo siento hoy salgo tarde, veré que puedo hacer” dijo despidiéndose de Javier dándole esta vez un beso en la boca algo más apasionado. Pude ver como la camarera le pasó un papel a Javier tratando de disimularlo como si yo no debiese de enterarme. Salimos de la disco y nos dirigimos hacia el coche con dirección al hotel. Ambos dábamos la noche por finalizada.



Llegamos al hotel en relativamente poco tiempo, intercambiamos pocas palabras durante el trayecto, en parte debido a mi borrachera y cansancio acumulado y en parte porque Javier conducía con la música tipo house a todo volumen. Por suerte en el hotel se podía acceder directamente desde el ascensor del parking a las habitaciones. Me alegré de no tener que pasar por el hall, seguramente el personal de guardia pensaría cualquier cosa de verme vestida como estaba.



Una vez llegamos a la planta de las habitaciones nos despedimos fríamente.



.-“Hasta mañana” le dije una vez me detuve frente a la puerta de mi habitación.



.-“¿Seguro que no quieres tomar una última copa conmigo en la habitación?” me preguntó cogiendo mis dos manos con las suyas algo molesto y resignado a tener que pasar la noche solo.



.-“No gracias” le respondí mientras nuestras manos se separaban lentamente. No sé por qué pero le di un pico en la boca para despedirme. Supongo que sería porque lo vi en sus ojos que suplicaban un gesto por mi parte. A decir verdad no se había portado mal conmigo, en cierto modo él llevaba su particular fiesta y yo se la había chafado. Tras darle el pico me giré para abrir mi puerta dejando que él caminase hasta su habitación, justo contigua a la nuestra.



Nada más cerrar la puerta de la habitación dónde me esperaba mi marido el espectáculo era dantesco. Yo regresaba con ganas de darme una ducha y calmarme un poco, y lo que pude ver era a mi marido vestido aún, dormido cruzado como un tronco sobre las camas, y con todas las sábanas manchadas de vómito. Olía asquerosamente mal. Dios mío, no me lo podía creer que estuviera sucediéndome eso a mí. Estaba furiosa, para nada me apetecía limpiar aquello, y desde luego tampoco quería avisar al servicio de habitaciones y tener que dar un montón de explicaciones.



Salí corriendo de la habitación, en parte debido al fuerte olor y en parte enfurecida. Cerré la puerta apoyando mi espalda contra la puerta y maldiciendo mi suerte. ¿Qué podía hacer?. Para colmo tenía ganas de ir al servicio. Vi luz debajo de la puerta de la habitación de Javier. No me lo quería creer pero era mi única opción. No me quedaba otra que pedirle ayuda.



“Toc, toc” llamé con los nudillos a su puerta.



.-“¿Quién es?” preguntó Javier a la vez que abría la puerta. Se quedó sorprendido de verme ante él, seguramente se esperaba a alguien del hotel. Abrió la puerta tan sólo con sus boxers puestos y el móvil en la mano. Estaba chateando.



.-“¿Puedo pasar?” le pregunté mientras lo miraba de arriba abajo sorprendida de verle tan sólo con su prenda interior. Me fijé que marcaba abdominales y tenía un cuerpo bien musculado. Nada que ver con mi marido. Desde luego no podía imaginarme semejante cuerpazo debajo de su ropa. Me llamó la atención el tamaño de su pene bajo el boxer, de nuevo me pareció grande. No pude evitar mirarlo. Daba la impresión de que hubiese estado en erección hacía nada. No podía creer que ese chiquillo aguantase tanto en una noche.



.-“Pues claro preciosa, ¿te lo has pensado mejor?” me preguntó mientras me invitaba a pasar a su habitación.



.-“Necesito ir al servicio” dije sin prestar mucha atención a lo que me decía y dirigiéndome directamente al baño.



Mientras cruzaba la habitación pude ver ropa desordenada por todos lados, enseguida me llamó la atención escuchar los jadeos procedentes de la televisión, lo había sorprendido viendo una película porno. Encima de la cama pude apreciar varios condones de todos los colores y sabores. Me sorprendió ver un par de consoladores y lo que parecía ser un dildo con sus correas y todo. También pude observar que sobre la colcha de la cama había unas braguitas negras, que quise creer serían de alguna de sus ligues, seguramente lo sorprendí masturbándose, pensé para mí, de ahí el estado de su miembro al abrirme la puerta. Tampoco me llamó la atención a esas alturas, que sobre la mesita de noche hubiese alguna que otra bolsita con pastillas.



Cerré la puerta del baño nada más entrar, hice mis cositas rápidamente, tiré de la cisterna, y me detuve a mirarme en el espejo y tratar de pensar cómo salir de aquel embrollo. Todavía estaba vestida tan sólo con mi minifalda plisada de cuadros, y la camisa anudada en el pecho, y por supuesto sin bragas debajo. Tenía una pinta horrible, una de mis trenzas se había casi deshecho. Decidí soltarme el pelo y quitarme aquellas ridículas coletas. Estaba en ello frente al espejo cuando se abrió la puerta del baño. Era Javier.



.-“Ophs, lo siento” dijo entreabriendo la puerta “al oír la cisterna y no salir creí que te había podido pasar algo, ¿va todo bien?” me preguntó mirándonos a través del espejo.



.-“Si, tan sólo estaba arreglándome un poco, dame un segundo y salgo” le respondí. Pude ver su mirada clavada en mis piernas y mi trasero.



.-“Esta bien, como quieras” dijo cerrando la puerta tras de sí.



Yo continúe un rato más frente al espejo. Me moría de vergüenza de tener que pedirle pasar la noche con él, pero como explicarle que no era lo que pensaba. Tendría que empezar contándole lo que había sucedido con mi marido y que por eso no quería dormir con mi esposo en una habitación que daba aprensión entrar. Tenía que tener cuidado en cómo lo decía, seguro que dicho de cualquier forma pensaría que me había inventado todo ese cuento para pasar la noche con él e intentaría algo. Debía pensar cómo actuar sin darle ninguna esperanza. Al final pensé que lo mejor sería pedirle que me ayudase con mi esposo, avisase él al servicio de habitaciones y les ayudase a limpiar las camas de mi habitación.



Cuando salí del baño Javier me estaba esperando fumando un canuto sentado sobre la colcha de la cama.



.-“Toma, te sentará bien una calada” dijo tendiendo el cigarro hacía mí. Yo la verdad estaba cansada y no sabía como comenzar a explicarle todo el rollo y mucho menos cómo pedirle que me ayudase con mi esposo que yacía borracho en la habitación de al lado.



.-“Gracias” es todo cuanto se me ocurrió decir, mientras me sentaba frente a él en el borde de la cama.



.-“Me alegro que hayas venido. Por cierto, te sienta mucho mejor el pelo suelto” dijo invitándome a sentarme junto a él.



No supe que responder, quería comenzar a pedirle que me ayudase con mi esposo, cuando me llamó la atención entre todos los objetos variopintos que estaban tirados sobre la colcha, las braguitas que yacían sobre la cama.



¡No me lo podía creer!, ¡era mi tanga que daba por desaparecido!



.-“¿Cómo ha llegado esto hasta aquí?” pregunté mezcla de malhumorada y sorprendida.



.-“¿Acaso son tuyas?” preguntó algo sorprendido. Por un momento pensé que me estaba tomando el pelo. De sobra lo sabía. Yo lo miraba estupefacta. Por mi expresión dedujo que quería una explicación.



.-“Me las dio Claudio, alguien se las debió de dejar olvidadas en su oficina” dijo tratando de convencerme que desconocía mi pertenencia. Estábamos sentados uno frente al otro, yo cruzaba mis piernas una por debajo de la otra.



.-“Ya..., ¿y no se te ocurrió pensar tras verme cambiar en su despacho que podían ser mías?” le pregunté tratando de desenmascarar su coartada mirándolo a los ojos.



.-“Lo cierto es que llegué a pensarlo, sobre todo cuando esta noche comprobé que no llevabas bragas. ¿Todavía sigues sin nada debajo?” preguntó tendiendo su mano sobre mi pierna acariciando mi muslo desde la rodilla hasta justo el inicio de la minifalda.



Yo le aparté su mano con la mía deteniéndolo en el justo momento en que comenzaba a deslizarla por debajo de la tela de la falda, y le dije:



.-“Eso a ti no te importa. No sé qué te habrás imaginado, pero no he venido a lo que tú te piensas” le dije mirándolo a los ojos.



.-“¿Y a que has llamado entonces a mi habitación?” me preguntó asombrado aún por mi rechazo.



.-“Mira..., mi marido está tirado encima de la cama borracho como una cuba, para colmo ha manchado las sábanas de mi cama de vomito...” de pronto él me interrumpió.



.-“Ya , y ¿supongo que quieres que te ayude?” dijo cortando mis explicaciones.



.-“Si bueno, tu sólo vas a dormir en una cama, me podías dejar las sábanas de la otra cama y ayudarme a cambiar las que ha manchado mi marido” le dije poniendo cara de niña buena.



.- ¿Y por qué supones que te ayudaría? Me preguntó mirándome a los ojos. Yo me encogí de hombros, no supe que responder para convencerlo. El continuó preguntándome.



.-“¿Sabes lo que pensaba hacer?” me preguntó de nuevo. Yo negué con la cabeza, para nada me podía imaginar su respuesta.



.-“Estaba llamando por el móvil a Carla la camarera de la disco, que me ha pasado su móvil y estar con alguien con quien terminar la noche como es debido y ¿a cambio me pides que te ayude a limpiar lo que ha manchado tu esposo?. Dime ¿por qué iba a hacerlo?” De nuevo lo miraba callada sin saber que responder.



.-“Esta bien, lo haré, con una condición” me miró fijamente a los ojos.



.-“¿Qué es lo que quieres?” le pregunté.



.-“Que te tomes una última copa conmigo” me respondió rápidamente sin pensárselo. Yo di por sentado que quería intentar seducirme por última vez a la desesperada, me pareció relativamente razonable, total, tan sólo sería un rato más en esa larga noche.



.-“Tu ayúdame con las sábanas y luego ya veremos” dije levantándome dispuesta a salir de la habitación. Él me siguió detrás. No le importó salir al pasillo prácticamente desnudo como estaba tan sólo con sus boxers puestos. Menos mal que a esa hora no había nadie en los pasillos del hotel.



Nada más entrar me ayudo a mover a mi esposo y recostarlo en una sola cama, la que estaba limpia. Pudimos desnudarlo entre los dos, quitándole la ropa que había ensuciado. Juan se fijó en el tamaño del miembro de mi esposo que yacía flácido al quitarle la ropa y me dijo:



.-“Deberías probar algo más grande”. A mí me sentó mal el comentario así que le dije:



“¿No eres tan machito?, pues ahora por listo continúa tú solito, mientras yo me voy a dar una ducha” y lo dejé ahí en medio de la habitación cambiando las sábanas de la otra cama.



Por fin pude darme una ducha y relajarme tranquilamente. Lo cierto es que transcurrió un tiempo desde que me metí bajo el agua cuando la puerta del baño se abrió y entró Javier con las sábanas sucias. Pese a que el cristal de la mampara era translúcido y tan sólo se adivinaba la figura tras de sí, yo me giré para que no pudiera verme, aunque irremediablemente le mostraba mi trasero y mi espalda enjabonada.



.-“Pero que haces, sal de aquí” le ordené.



.-“Tranquila, caperucita que no muerdo. Creí que habías terminado, tan sólo he venido a dejar las sábanas sucias en el cubo del baño”. Me dijo sin dejar de mirarme tratando de captar algún detalle de mi cuerpo.



.-“Sal de aquí” le volví a gritar.



.-“No tardes, todavía me debes una copa, princesa” me dijo cerrando la puerta del baño.



Lo cierto es que me estaba arrugando del tiempo que llevaba en el agua. Mientras me aclaraba por última vez no pude evitar fijarme en mi coñito. Me lo había rasurado esa misma mañana pensando en un final feliz con mi esposo y el muy imbécil lo había echado todo a perder.

Una vez salí del plato de la ducha me di cuenta que toda mi ropa de noche limpia estaba fuera en la habitación. Me envolví en una toalla del hotel, que anudé entre mis pechos. Aunque la toalla era grande me venía justa para tapar mis pechos y mis intimidades a la vez, dejaba ver generosamente mis piernas hasta casi el inicio de mi entrepierna.



Cuando salí del baño en busca de mi ropa en la maleta, Javier me estaba esperando con dos copas en la mano. Había cambiado las sábanas y había ventilado el cuarto. La luz procedente de la televisión era tenue e indirecta creando un ambiente muy relajado.



.-“Estas espectacular, toma bebé, un último trago” dijo tendiendo una copa de champán entre mis manos. Debía ser la única bebida alcohólica en el mueble bar. Yo la acepté pensando en terminar cuanto antes.



.-“Por nosotros” dijo chocando su copa con la mía brindando e invitándome a beber.



A mí me llamo la atención el color rosáceo de mi copa en contraste con el color amarillo pajizo de la suya. No le quise dar mayor importancia, pensé que sería fruto de los reflejos de la luz de la habitación, pese a estar casi en penumbra. Pude ver que de nuevo en la tele había un canal erótico. La copa me supo un poco amarga para ser champán.



Javier se dio cuenta de mis dudas tras el primer trago, y rellenando mi copa y la suya hasta acabar la botella que había abierto, dijo de nuevo brindando lo típico de...



.-“Venga de un solo trago, arriba, abajo, al centro y para dentro.” Yo le seguí el brindis y cuando llegó el momento de beber apuré mi copa de un trago hasta el final. Javier no dejaba de mirarme a los ojos mientras él también bebía como tratando de sopesar la cantidad que yo ingería.



Pronto comencé a marearme. Fue entonces cuando tuve la sospecha de que me había drogado. Me empezaba a marear, y mi vista se nublaba. Todas mis sensaciones se concentraban en los estímulos que provenían de mi bajo vientre. De pronto tuve un calor interno que hacía que ardiese por dentro. Era como si pudiera notar el aumento incesante de temperatura entre mis zonas sensibles y el resto del cuerpo. Debido al contraste de temperatura mis pezones se pusieron de punta. También los notaba mucho más hinchados y sensibles, incluso el roce con la misma toalla que me cubría me estimulaba.



.-“¿Qué me he tomado?” le pregunté a Javier en un arranque de control en mis pensamientos.



.-“Tranquila es una sustancia bastante común que se conoce como roofie” dijo Javier “concretamente clonacepam” terminó por decir mientras me miraba tratando de comprobar mi reacción.



.-“¿Qué hacen?” pregunté temerosa de lo que había disuelto en mi copa.



.- “Se trata de un anestésico quirúrgico que al mezclarse con el alcohol ocasiona un efecto que incrementa la apetencia sexual” dijo Javier tomando otra pastilla de color azul delante de mí “no temas, primero te ayudará a desinhibirte y luego no podrás controlar tus instintos.” Dijo sonriendo maliciosamente.



Mis rodillas temblaban y comenzaba a costarme mantenerme en píe. Me apoyé de espaldas a la pared. Javier se acercó a mí y sujetándome por la cintura contra la pared impidió que me cayese redonda.



.-“Me gustaría darte un beso” dijo agarrándome por la cintura con su cuerpo pegado junto al mío y su vista clavada en mis ojos. Todo en cuanto yo podía pensar en ese momento era en el extraño calor acompañado de un leve picor en mi vagina. Además nunca antes había sentido mis pechos tan duros y sensibles a la vez.



Javier observando expectante mis reacciones, y mirándome fijamente a los ojos trató de besarme en la boca. Yo giré la cabeza para impedirlo. Era incapaz de oponer mayor resistencia, mi voluntad estaba siendo anulada por los efectos de las pastillas. Fue entonces cuando pude ver a mi marido por encima del hombro de Javier tumbado inconsciente sobre la cama.



Javier por su parte comenzó a besarme por el cuello. Una explosión de sensaciones tuvo lugar en mi cuerpo cuando su boca lamió mi lóbulo de la oreja. Aquella caricia siempre me volvía loca y ahora mis estímulos se veían multiplicados por mil debido al efecto de los estupefacientes consumidos.



.-“No” susurré cuando comprobé que me estaba poniendo cachonda sin poder controlar mis instintos. Javier hizo caso omiso y continuó dándome besitos por el cuello y la cara buscando mis labios. Yo giraba mi cara justo en el momento en el que trataba de besarme en la boca, pero le permitía que siguiese besándome por el cuello mientras me sujetaba abrazada. Estaba con los ojos cerrados abandonada a miles de estímulos a cada cual más excitante. Era incapaz de pensar con claridad. En un momento dado su boca se encontró con la mía. Yo abrí levemente mis labios y su lengua exploró cada rincón de mi boca. Era la primera vez que otro hombre que no era mi esposo me besaba en la boca, y para colmo lo estaba haciendo en presencia de mi marido. De no estar rodeada en sus brazos me hubiese caído ahí misma en la habitación.



Las manos de Javier comenzaron a acariciarme el culo por encima de la toalla primero y luego por debajo. Yo no dejaba de mirar a mi marido totalmente inconsciente. Pude notar el contacto de sus manos con la suave piel de mi culito mientras no dejaba de besarme en la boca. Yo me dejaba hacer, no podía hacer otra cosa que dejarme manosear.



.-“No” volví a susurrar, pero a esas alturas estaba totalmente abandona a las caricias de Javier contra la pared de la habitación. De nuevo pude ver a mi marido tumbado en la cama.



Mi amante me obligó a mantenerme en píe apoyada sobre una pierna y a rodear su cintura con la otra. De esta forma podía acariciarme la pierna a su antojo y tener libre acceso a mis intimidades. Cuando su cuerpo me aplastó contra la pared pude notar su polla a través de sus boxers pegada contra mi chichi. Aquella sensación terminó por ponerme cachonda hasta el punto de perder el control. El calor incesante no dejaba de producir extrañas sensaciones de picor en el interior de mi vagina. Necesitaba aliviarlo como fuese, mi cuerpo me pedía a gritos que me follasen.



Cuando Javier comprobó que era yo misma quien quería notar su presencia y el roce de su cuerpo junto al mío, pasó a acariciarme de forma mucho más descarada. Yo estaba haciendo fuerza con la pierna que lo rodeaba para que no se separase ni un milímetro su miembro de mi pubis, una de sus manos acariciaba mis hinchados pechos mientras la otra acarició por primera vez mis labios vaginales.



.-“Estas empapada” dijo cuando introdujo un dedo en mi interior. “lo estabas deseando eh” continuó hablando.



Ahora fui yo quien lo besó para que no me hablase, era como si sus palabras me despertasen del sueño en el que me encontraba. Una vez se separaron nuestras bocas Javier deshizo el nudo de la toalla entre mis pechos. De separarnos la toalla caería mostrándome desnuda por primera vez en mi vida ante un hombre que no era mi esposo. Por un momento tuve miedo de que mi cuerpo no le gustase a Javier. Para nada tenía ya la figura de una adolescente como las que se había follado Javier esa misma noche.



Sus manos dejaron de acariciarme cuando su cuerpo se separó del mío con la clara intención de que la toalla cayese al suelo y contemplarme desnuda. Yo me tapé mi pubis con las manos en un atisbo de pudor y vergüenza. El separó mis manos y sin dejar de admirar mi cuerpo me dijo:



.-“Eres preciosa” y dicho esto se arrodilló ante mí guiando una de mis piernas por encima de su hombro. Estaba claro lo que iba a suceder. Mi marido nunca me había practicado sexo oral, y sin embargo en esos momentos deseaba más que otra cosa en el mundo que la boca de Javier calmase el calor que manaba de mi vagina.



Notar su boca en mis labios vaginales fue un alivio extraordinario. Nunca había sentido algo así, agarraba a Javier por el pelo para que no parase. Sus manos recorrían todo mi cuerpo. Pronto comencé a realizar pequeños movimientos circulares con mi pelvis en busca de mi orgasmo. Contemplar la cara de Javier inmersa entre mis piernas mientras me comía el coño me provocaba un morbo indescriptible. De vez en cuando miraba a mi marido inconsciente en la cama. No quería que se despertase por nada del mundo.



En cierto modo pensaba que se lo tenía bien merecido, había preferido emborracharse a estar conmigo. Yo en esos momentos necesitaba a alguien que aliviase el estado de excitación en el que me encontraba, y desde luego él no estaba en condiciones. Al mismo tiempo el hecho de que estuviera presente aumentaba el morbo de la situación en mi desvariada mente.



Me sentía deseada como nunca me había hecho sentir mi marido, y además Javier me estaba proporcionando un placer indescriptible y descubriendo nuevas sensaciones en mi cuerpo. De repente se detuvo, me miró desde su posición con unos ojos que no olvidaré jamás.



.-“¿Qué haces?. Continua” le dije suplicante.



.-“Es tu turno” dijo incorporándose y desprendiéndose de sus calzoncillos. Estábamos desnudos el uno frente al otro. Me abrazó de nuevo por la cintura y me propició otro beso en la boca. Esta vez pude apreciar el sabor de mi propio sexo en su boca. En otras circunstancias me hubiera repugnado, pero esta vez me supo a gloria.



Javier se sentó en el borde de la cama, justo enfrente de un espejo que había en el armario de la habitación. Yo me arrodillé a sus pies. Mi culo descansaba sobre mis talones y lo miré directamente a los ojos antes de comenzar a besar su miembro. Al principio le daba pequeños besos en el prepucio hasta que poco a poco comencé a introducirme su glande en la boca. Se notaba que a él le excitaba de sobremanera mi inexperiencia. En verdad estaba siendo un poco torpe. El olor de su sexo me embriagaba por completo. Quise excitarlo aún más y comencé a refrotar mis tetas por sus piernas. Me estaba comportando como una putilla y eso nos excitaba a los dos. Comprobé que le gustaba sentir la suave y blandita piel de mis pechos por los pelos de sus piernas. Él me recogió el pelo para contemplarme mejor. Era evidente que le encantaba verme sometida a sus pies, no dejaba de mirarme a la cara y también mi cuerpo través del espejo.



No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, a mí me pareció una eternidad, hasta que pude notar los primeros espasmos sacudir su polla entre mis labios. Por un momento temí que se corriese en mi boca, amén de que no me gustaba, creí que no tendría aguante para nada más, y por primera vez en mi cabeza me di cuenta yo misma que deseaba ser penetrada por esa polla. Lo necesitaba más que a nada en el mundo apaciguar el calor de mi cuerpo y correrme como nunca.



Por eso mismo me sorprendí a mí misma cuando incorporándome rápidamente sin darle tiempo a reaccionar me senté a horcajadas encima suyo y guiando con mis propias manos su polla hasta mi coño comencé a refrotármela por todas mis partes.



.-“¿Es esto lo que querías no? .Follarme de una vez.” Yo me abrazaba con una mano a su cuello mientras con la otra agarraba su polla deslizándola entre mis labios vaginales.



.-“¿Estarás orgulloso de follarte a la mujer de tu amigo, eh?” yo misma me excitaba susurrándole barbaridades al oído.



.-“No te dá vergüenza, en su cama, junto a su marido” ahora hundí su cabeza entre mis pechos. El comenzó a lamerme los pezones.



.-“Eso es, así , vamos cómeme las tetas” yo nunca le había hablado así a mi marido y descubrí que me excitaba.



.-“Uuuhmm, me encanta, que bien lo haces. ¿Seguro que le has comido las tetas a todas esas putillas, eh?” he de reconocer que me excitó imaginarme a Javier acostándose con todas esas niñas y sentirme utilizada como una más en su historial.



.-“Te gustan mis tetas, ¿o prefieres los pechitos de las niñas?” no pude aguantar más estaba totalmente desenfrenada. Necesitaba sentir su polla en mi interior.



.-“Quiero que me folles” le susurré en el oído al tiempo que guiaba su polla hasta la entrada de mi coñito. Javier continuaba lamiendo mis pezones sin decir nada, disfrutando de mi comportamiento.



.-“Aaaaaaah” tuve que ahogar mi grito mordiendo su hombro para no despertar a mi marido cuando su polla se abrió paso en mi interior. Me fui sentando poco a poco sobre su polla, saboreando cada centímetro que me penetraba. Era algo indescriptible para mí. El gozo era tremendo. Una vez se hubo acomodado su miembro en mi interior comencé a cabalgarlo.



Al principio con mucho ímpetu, con ganas, desesperada, pero al hacer ruido los muelles de la cama no me quedaba otra y bajé el ritmo. Ahora nos mirábamos a cierta distancia. El me cogía por el culo para acompasar mis movimientos. Yo no pude evitar acariciarme el clítoris con una mano mientras nos mirábamos fijamente a los ojos.



Estaba próxima al orgasmo y él lo sabía. Quería admirar como me corría, por eso no tuvo prisa, tan sólo se deleitaba mirando mi desesperación por alcanzar el orgasmo. Pronto pudo observar las primeras sacudidas, tuve que besarlo en la boca para ahogar mis gemidos. Segundos más tarde me convulsionaba abrazada a su cuerpo. Me había corrido en el mejor orgasmo sin duda de toda mi vida. Los espasmos de mi cuerpo delataban que me había corrido para satisfacción de mi amante, que ahora se sonreía y deleitaba con el espectáculo de mi cuerpo.



.-“¿Y tú?” le pregunté una vez me hube recuperado un poco. Quería saber que era capaz de correrse pensando en mi cuerpo. Por un momento temí que mi cuerpo de mujer no fuera lo suficientemente excitante para él. Necesitaba sentirme deseada y utilizada.



.-“Ven date la vuelta” me indicó tumbándome sobre la cama y poniéndome a cuatro patas.



Me la metió de nuevo de golpe y sin miramientos, me agarró fuerte por las caderas y comenzó a moverse de forma casi violenta. Yo estaba de frente perpendicular a mi marido. Aquello no me estaba gustando, de repente dejó de ser cariñoso conmigo y comenzó a empujarme con mucha fuerza. Podía notar sus huevos golpear contra los cachetes de mi culo. Aunque tal vez lo que más me incomodaba era estar de frente a escasos centímetros de mi marido mientras me follaban con rabia a cuatro patas por detrás.



Quise terminar cuanto antes con aquella situación que comenzaba a resultarme desagradable, por lo que fui yo quien comenzó a moverse intentando llevar el ritmo y excitar a Javier para que se corriese cuanto antes.



.-“Joder, menuda zorra estas hecha. Dejarte follar delante de tu marido. Las he conocido bastante putas, pero como tú ninguna” dijo al tiempo que me dio una nalgada en el culo que resonó en toda la habitación.



Yo temí que mi marido se despertase. Además comenzaba a secarse mi vagina y me hacía algo de daño. A Javier le costaba correrse y para colmo no dejaba de decir tonterías.



.-“¿Te gusta por detrás, eh zorra?” no dejaba de golpearme con furia. Yo deseaba que terminase cuanto antes, permanecía impasible estrujando las sábanas con la cara contra el colchón, en cierto modo concentrada en soportar el ligero dolor debido a la sequedad. Pude notar como escupió tratando de lubricar su polla, pero su saliva resbaló sobre mi culo. Era la primera vez que me escupían y me resultó asqueroso. Nunca me había hecho falta eso. Me hizo sentir sucia.



“Aaaagh” chillé mordiendo las sábanas cuando noté que un dedo suyo me penetró en el ano. Aquella caricia era totalmente nueva para mí y me cogió por sorpresa.



.-“¿Pero qué haces?” me giré para preguntarle algo aturdida.



.-“¿Tu qué crees preciosa?” me respondió al tiempo que comenzaba a mover su dedo dentro y fuera de mi esfínter. Lo cierto es que ese dedo en mi ano estimulaba zonas de mi cuerpo que nunca antes habían sido provocadas. Me sorprendió que no me doliese. Siempre creí que aquello me dolería, pero al contrario debía reconocer que no era doloroso.



Estaba absorta en mis sensaciones cuando un segundo dedo de Javier dilató mi esfínter. Esta vez sí me dolió un poco, pero enseguida se disipó.



Miré de nuevo a mi marido, de no remediarlo iba a ser enculada por primera vez en mi vida y en su presencia. Sentía cierta curiosidad por experimentar como sería aquello, por el momento no me dolía.



Javier hizo fuerza con su cuerpo y ambos caímos encima de la cama. Mi cara golpeó la rodilla de mi esposo sin poderlo remediar pues el peso de Javier sobre mi espalda me impedía moverme. Pude notar como sacaba su polla de mi interior y guiaba la punta de su pene hasta mi ano. Comenzó a hacer fuerza sin que yo pudiera evitarlo.



.-“Aaaagh” su polla se abrió paso a través de mi esfínter. Tuve que morder el pantalón de mi esposo para ahogar mis gritos mientras estrujaba con fuerza las sábanas entre mis manos. Javier se recostó encima de mi espalda y comenzó a moverse despacito, saboreando el momento.



.-“Tu amigo Juan me había contado las muchas pajas que se había hecho cada vez que te veía el culito en bikini, me decía que tienes el culo más rico que ha visto nunca, y sabes...., no le falta razón” me susurró en la oreja. Por un momento recordé las miradas lascivas de mi amigo esa misma tarde y me imaginé a Juan masturbándose a mi costa. Continuaba tratando de ahogar mis gemidos y aferrándome a las sábanas las cuales apretujaba en un nudo con mis manos.



.-“Ya noto que tu marido nunca te lo ha hecho por el culo, no sabe lo que se pierde” continuaba susurrándome en el oído.



.-“Sabes, tenía ganas de reventarte el culo desde el primer momento en que te vi, y lo mejor es que tu sabías que pasaría” me decía Javier en el oído.



.-“Uuuuhm, siiiih, sigue Javier, no pares” deseaba que se corriese dentro de mi culo y en presencia de mi marido. Por su parte al verme tan sumisa no tardo mucho tiempo en correrse. Pude notar los espasmos de su polla dentro de mí.

Antes de que pudiera girarme y decir nada introdujo una pastilla en mi boca. No me quedó más remedio que tragar.



Un fuerte sueño se apoderó de mí. Era incapaz de mantenerme despierta. Caí rendida y dormida.




A la mañana siguiente fue mi marido quien me despertó. Me dio un cariñoso beso y me dijo:



.-“Es hora de levantar, debemos dejar la habitación. ¿Qué tal has dormido?” me dijo al tiempo que corría las cortinas y una fuerte luz del sol irrumpía en la habitación, “Me doy una ducha mientras te vas levantando, ya te contaré he tenido unos sueños muy extraños y eróticos a la vez. Soñé que hacíamos un trío, Javier, tu y yo, imagínate, una locura” me dijo mientras se quitaba el pijama y se metía en la ducha. Una vez escuché el sonido del agua en la ducha traté de levantarme. Me dolía mucho la cabeza, pero me dolía mucho más el culo.



Coincidimos con Juan en la cafetería del hotel, el cual nos indicó que Javier había tenido que salir temprano por la mañana. Regresaríamos los tres de vuelta a nuestra ciudad. Me costó un par de días poder sentarme sin tener que acordarme de Javier, al que por cierto no he vuelto a ver.





Besos,





Sandra.

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