Hacía ya unos días que mi
marido puso rumbo a la playa con los niños. Por suerte él pudo disfrutar de sus
vacaciones antes que yo, aunque posteriormente coincidiríamos quince días
juntos. Este año habíamos alquilado un apartamento en primera línea de playa.
Esta última semana, sin los niños, sola en casa, se me había hecho eterna, y
máxime cuando tuve turno de guardia el sábado hasta tarde. He de decir que soy
enfermera y trabajo en un hospital de mi ciudad. No veía llegar la hora en que
disfrutar bronceándome tumbada en la sombrilla, y de bañarme en el mar junto a
mi familia.
Así que allí estaba yo,
conduciendo el mercedes de mi esposo rumbo a mi destino. Dadas las
circunstancias mi marido se había desplazado con mi monovolumen, pues era más
práctico para cargar con todas las maletas y cachibaches de los niños.
Normalmente era el vehículo que yo conducía en la ciudad para llevar y traer a
los niños del cole, o la compra del supermercado. En cambio mi marido, se
desplazaba todos los días hasta el despacho de abogados en el que trabaja, en
el nuevo mercedes que habíamos comprado. Esta vez prefirió que fuese yo quien
se desplazase hasta la playa en su coche.
.-“Viajarás más segura yendo
tu sola” me dijo cuando planeamos el viaje.
Para los que no me conocen
decir que me llamo Sandra, y tengo treinta y un años. Llevo un tiempo casada
con mi esposo, el cual ha sido el único hombre en mi vida hasta el
momento.
Como decía, era mediodía, y
llevaba un tiempo conduciendo por una nacional en la que apenas circulaban
coches, cuando una luz roja se encendió en el salpicadero del coche. Al parecer
se había encendido un testigo en el cuadro de mandos del automóvil y parecía
algo importante, entre otras cosas porque me indicaba que detuviese inmediatamente
el vehículo. ¡No me lo podía creer!. El coche estaba casi nuevo.
.-“Seguro que no es para
tanto” pensé para mí, y me detuve a un lado en el arcén de la carretera a
llamar a mi esposo, y tratar de averiguar de que podía tratarse. Comprobé que
quedaba poca batería en el móvil cuando intenté realizar la primera llamada. No
lo cogían.
.-“Maldita sea, porque no lo
coge” pensaba cada vez que marcaba su número de teléfono. Lo intenté varias
veces, hasta que un mensaje de que quedaba excasa batería apareció en mi
pantalla. Decidí conservar la poca batería que quedaba a la espera de que mi
esposo viese las llamadas perdidas, pues sabía que cuando aparecía el dichoso
mensaje en la pantalla de mi móvil, realmente quedaba poco para que se apagase
definitivamente.
No me quedaba otra que poner
los dichosos triangulitos de señalización, pese a que hacía un tiempo que no
pasaba nadie por allí. Luego me dispuse a leer el manual de instrucciones del
coche por si podía solucionarlo yo misma.
“Luz de testigo del motor”
ponía en las primeras páginas del librito según un dibujo explicativo, y al
lado te remitía a otra página, la 223. Me dirigí a esa página con la esperanza
de encontrar alguna solución. “¿Cómo actuar en caso de encenderse el testigo?”
pude leer en el manual mientras me felicitaba por mi propia suerte, al parecer
debían de indicar la solución a mi problema. “Detenga inmediatamente el
vehículo y diríjase a su concesionario mercedes lo antes posible”.
Menuda desilusión, desde luego
se notaba que ese tipo de manuales están hechos por tíos y para tíos, solo a un
imbécil se le ocurriría escribir ese tipo de indicaciones.
.-“¿Dónde hay un concesionario
mercedes abierto en domingo?, eh listillo” insulté mentalmente al guionista del
manual maldiciendo mi mala suerte.
En esos instantes sonó el
móvil, pude ver en la pantalla el número de mi esposo, me alegré de que hubiese
visto mis llamadas perdidas y que me llamase, pero para mi desgracia antes de
que pudiera descolgar el teléfono éste se apagó definitivamente, se había
quedado sin batería, totalmente muerto.
.-“Mierda, esto no puede estar
pasándome a mi. ¡Pero que mala suerte!. Esto no puede ser peor”, pensé para mí
mientras trataba de buscar una solución. Mi marido se habría quedado
preocupado. Pero no había forma de encender de nuevo el móvil.
Tras resignarme y comprobar
que desde hacía un rato no pasaba nadie por esa carretera, al final, opté por
cerrar el coche y andar hasta el pueblo más cercano tratando de buscar ayuda.
No me quedaba otra alternativa. Aunque llevase puestas unas sandalias con medio
tacón, no muy cómodas para andar, me decidí a caminar por el arcén de la
carretera.
En un principio no pensaba que
tuviese que caminar, pero las sandalias me quedaban bastante bien y
conjuntaban, con el vestido blanco de tela liviana y fresquita, muy veraniego,
que había elegido para conducir.
Llevaba tan sólo cinco minutos
caminando, cuando pude ver una señal que indicaba un área de descanso de esas
con mesas y árboles.
“Espero que pueda haber
alguien, o al menos una fuente. Tengo sed “ pensé mientras aceleraba el paso
con cierta esperanza.
Por suerte había un vehículo
rojo bajo un árbol, aunque algo viejo, que se dejaba ver desde lo lejos. Creo
que era un ford scort. Me dirigí hacia él con la esperanza de que hubiese
alguien en su interior. Me alegré cuando advertí que había alguien dentro pese
a tener los cristales traseros tintados, pues aprecié movimiento en su
interior.
Los últimos metros me aproximé
corriendo esperanzadora y golpeé con ímpetu el cristal trasero correspondiente
al lado del piloto. Me arrepentí de inmediato...
.-“¡¡Me cagüen to!!” se
escuchó una voz nada más golpear el cristal.
La puerta del coche se abrió
de par en par y apareció un tipo con el torso descubierto, totalmente cubierto
de tatuajes, blandiendo una navaja en una mano, mientras se acomodaba sus
atributos masculinos en el interior de un viejo chándal con la otra mano.
Pude ver como en el interior
del vehículo una chica se cubría los pechos rápidamente con una camiseta.
Indudablemente les había interrumpido en plena faena. Yo al ver la navaja me
asusté.
.-“Se puede saber ¿qué es lo
que coño quieres princesa, como para interrumpirme?” dijo el tipo enfurecido
mientras me repasaba de arriba abajo y me apuntaba con la navaja a cierta distancia
entre ambos.
.-“Yo..., esto..., siento
interrumpir...” dije muerta de miedo y de vergüenza, a la vez que no podía
apartar la mirada de la navaja en su mano.
.-“Vamos, ¡habla!” me dijo
bastante enojado. Esta vez pude fijarme en los tatuajes que decoraban su torso,
apenas quedaba un trozo de su piel sin tintar. Me llamó la atención un
Jesucristo crucificado que cruzaba su torso de brazo a brazo, y armándome de
valor acerté a pronunciar...
.-“Esto verá..., el coche me
ha dejado tirada a unos metros de aquí, tan sólo buscaba a alguien que pudiera
echarme una mano” dije revolviendo mi pelo en evidente estado de nerviosismo.
.-“¿Quién es esta Johnny?”
escuché la voz femenina del otro lado del coche.
.-“Tranquila Chony” tan solo
es una niña a la que la ha dejado tirada el buga, dijo el personajillo ahora
más relajado.
.-“Pues que llame a la grúa y
nos deje en paz” dijo la acompañante femenina a la vez que salía del otro lado
del vehículo y se ajustaba una minifalda de leopardo. Por un momento pensé que
era una puta de esas de carretera, luego supuse que era la pareja del tipo que
todavía blandía la navaja en mano.
.-“Esto veras..., me he
quedado sin batería en el móvil, y no veo forma de cargarlo, si pudierais
dejarme el móvil, yo..., os lo agradecería muchísimo” dije tratando de explicar
la situación.
.-“¿¿Tenemos cara de tener
saldo en el móvil??” dijo el tipo algo mosqueado por mi petición. Estaba claro
que no tenían dinero ni para recargar el móvil. Preferí no hurgar en la llaga.
.- ¿Qué piensas hacer Johnny?”
preguntó la chica mirando expectante a su amante desde el otro lado del coche.
El tipo me repaso de nuevo de arriba abajo con los ojos abiertos como platos,
esta vez me hizo sentir incómoda.
.-“Voy a ver de que se trata”
dijo el tipo como si fuese el jefe de una banda.
.-“Toma las llaves del coche y
vete a casa del Jeque a descargar, sino he aparecido en un tiempo vente a
buscarme” pronunció a la vez que le tiraba a la chica un manojo de llaves
sacado de un bolsillo de su chándal.
.-“¡Vamos!, llévame hasta tu
coche” me dijo mientras guardaba la navaja en un bolsillo y se ponía una
camiseta de esas fosforito.
Yo comencé a caminar. En un
principio traté de situarme a su lado con la intención de entablar una
conversación con él, sobretodo tratar de averiguar si debía temer algo cuando
viese que el coche era un mercedes, temí que en vez de ayudarme quisiese
robarme.
.-“Siento mucho las molestias”
dije una vez emprendida la marcha y tratando de ser amable.
.-“No te preocupes muñeca”
dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.
.-“Ya sabes, me dirigía a la
playa, estaba de paso, y siempre tiene que ocurrir estas cosas cuando menos te
lo esperas...Tú ¿eres de por aquí?” le pregunté tratando de obtener información
y de averiguar sus intenciones. El tipo se echó a reír.
.-“Ja, ja…, sí, llevo un
tiempo viviendo por aquí, la gente me conoce bien” dijo con cierta ironía. Y
luego continuó diciendo...
.-“Tranquila muñeca, antes era
mecánico, me gustan los coches, te echaré una mano” y dicho esto se encendió un
cigarrillo. Sus palabras me tranquilizaron.
.-“¿A qué te dedicas ahora?”
quise preguntarle para romper el hielo al hilo de lo anterior. De nuevo se echó
a reír.
.-“¿De verás quieres saberlo?”
yo asentí con la mirada.
.-“Me caes bien preciosa,
verás..., me dedico a hacer chapuzas, ya sabes una cosa por aquí, otra por
allá. Lo que surja” dijo dando una profunda calada al cigarrillo y haciéndose
el interesante, como tratando de impresionarme.
.-“¿Y tú, muñeca?, ¿a qué te
dedicas?” dijo repasándome una vez más con la mirada. Esta vez pude advertir
que mi vestido blanco se transparentaba al trasluz del sol de mediodía, y que
mi figura se adivinaba a través de la fina tela del vestido.
Yo también presté atención a
su cuerpo. Estaba bastante delgado, con el pelo a media melena algo dejado, y
grasiento. No podía evitar fijarme en sus tatuajes.
.-“Soy enfermera” pronuncié
sabiendo que las profesiones sanitarias son muy respetadas por este tipo de
personajes. Ya casi habíamos llegado, se podía ver el mercedes al final de una
larga recta.
.-“Mira aquel es el coche”
dije señalando el vehículo de mi esposo.
A pesar de su aspecto tenía
cierto matiz en su mirada que me decía que no era tan mal tipo como aparentaba.
Seguramente su aspecto estaba desencadenado por la mala suerte en su vida. Por
un momento me dio pena. Me fijé mejor en su cara, y seguramente bien arreglado
hasta podría resultar atractivo. Tenía un no sé qué en la mirada que lo hacía
tremendamente masculino y varonil. Me dio algo de lástima.
.-“Vaya, vaya, con la
enfermerita. Menudo buga. ¿Es tuyo?” preguntó algo incrédulo.
.-“En realidad es de mi
esposo” dije ya casi a la altura del coche.
.-“¿Y a que se dedica tu
esposo? Si puede saberse”. Preguntó muy cerca del vehículo.
.-“Oh!!, es abogado” dije
tratando de impresionarlo. No sé porqué me salió la vena clasista, como
diciéndole entre líneas “te falta mucho como para optar a una chica de mi
clase”. Aunque yo realmente no suelo comportarme de esa manera, surgió como un
instinto de defensa para mi, el marcar bien las diferencias. Él hizo un gesto
de desaprobación. Pero enseguida, su rostro se transformó como el de un niño,
cuando presioné el mando del coche, y este se abrió con el característico “bip,
bip” y las luces intermitentes. Abrió la puerta, se sentó en la posición del
conductor, y acariciando el volante como si estuviese soñando despierto dijo:
.-“Siéntate aquí y sigue las
instrucciones que te diga” pronunció al tiempo que abría el capó y se dirigía
al motor. Yo hice cuanto me ordenó, me senté en el asiento del conductor y
esperé a que me realizase sus indicaciones. Él desapareció un rato tras el capó
del coche hurgando en el motor.
.-“Pisa el embrague varias
veces” escuché su voz oculta tras el capó del coche. Y así lo hice, hasta que
al poco tiempo apareció junto a mi posición.
.-“Hagamos un trato” dijo
acercándose hasta mi ventanilla.
.-“¿El qué?” dije yo algo
sorprendida.
.-“Si logro que arranques el
coche y funcione, me dejarás dar una vuelta para probarlo” dijo con media
sonrisa en su cara.
.-“Esta bien, me parece justo”
dije con relativo entusiasmo de poder reanudar mi viaje.
.-“OK, dale al contacto” gritó
al tiempo que bajaba el capó sonriente. Yo introduje la llave del vehículo y
pulsé el botón de start del motor. El coche arrancó a la primera y ningún
testigo de emergencia se iluminaba en el cuadro de mandos. Parecía que el
problema se había solucionado. Me alegré de poder reanudar la marcha. El tipo
se acercó hasta mi lado y abriendo la puerta dijo:
.-“Lo prometido es deuda”. Por
mi parte preferí cambiarme de asiento saltando por encima del brazo central,
que abandonar el vehículo encendido. El tipo se sentó en el asiento del piloto
y se puso en marcha picando rueda, tratando de impresionarme.
Al poco rato ya no me fijaba
por dónde circulaba, de hecho me pareció que pasamos por el mismo cruce un par
de veces, tan sólo quería que aquel tipo disfrutase sus minutos de gloria y
luego me dejase continuar mi viaje.
El tipo estaba como un chico
con juguete nuevo. Se le veía feliz. Seguramente sería la única vez en su vida
que podría conducir un coche de esa gama. Había gasolina de sobra y tiempo, a
pesar de que ya llegaría seguramente de noche a mi destino. Por unos momentos,
mientras me hablaba de caballos, potencia y velocidad, me sentí como un hada
madrina que satisface los deseos de aquel pobre diablo.
De repente escuché una sirena
que se aproximaba por la parte trasera del vehículo. Miré por mi retrovisor.
¡Mierda! era un coche de policía que se dirigía hasta nosotros. Miré el cuenta
kilómetros del coche y para mi consuelo el tal Johnny apenas superaba el límite
de velocidad permitido de la carretera. Si era por nuestra causa por la que el
coche de policía se aproximaba, como mucho sería una pequeña multa que podría
justificar ante mi marido.
Mis temores se hicieron
realidad cuando el coche patrulla nos alcanzó e hizo señas a mi acompañante
para que detuviera el coche unos metros más adelante, dónde aguardaban otros
dos coches patrulla.
Nos obligaron a detener el
vehículo, al tiempo que un guardia civil con una barriga prominente, calvo y
aspecto descuidado para ser un agente de la autoridad, se dirigía hasta nuestro
coche. El agente golpeó el cristal del conductor con los nudillos. Johhny bajó
la ventanilla.
.-“Buenas noches sargento
Ruipérez” dijo mi acompañante con cierto temor en sus palabras. Deduje que se
conocían.
.-“Me cago en la leche Johnny,
¿a quién has robado este coche?. ¿Acaso has dado algún golpe importante sin que
yo me entere?, Y ¿quién es la furcia que te acompaña esta vez?” dijo escupiendo
el palillo que tenía entre los dientes al suelo.
.-“¡Oiga agente un respeto. No
le consiento que me hable de ese modo!!” grité desde mi posición. Johnny me
hizo gestos para que me calmase. Me dí cuenta, que por algún extraño motivo que
no acertaba a comprender, estabamos rodeados por agentes de la guardia civil.
Mis palabras enojaron evidentemente al agente de la autoridad. Aunque, en
realidad fueron un pretexto para sus intenciones.
.-“Dime Johnny...., ¿dónde
está escondida?. Con este coche el envío debe ser grande ¿eh?” dijo el agente
que parecía al mando mientras hacía señales para que otro agente, escoltado por
un perro pastor alemán, se acercase hasta donde estaba el auto. Luego con tono
autoritario dijo:
.-“Haced el favor de bajar del
coche” dijo al tiempo que abría la puerta del conductor y le hacía señas a mi
acompañante para que abandonase el vehículo. Otro agente abría mi puerta de par
en par y me ofrecía amablemente bajar del auto. Yo obedecí como una autómata
sin reaccionar, ni entender lo que estaba sucediendo.
Todo ocurrió muy deprisa, nada
más bajar del vehículo pude ver como el perro policía husmeaba por todo el
interior y los asientos hasta detenerse ladrando señalando el salpicadero del coche.
Casi a la vez, y totalmente resignado por los acontecimientos, pude ver al tal
Johnny al otro lado del coche con las manos apoyadas sobre el techo, en
evidente postura de detención y registro.
A lo que quise reaccionar, un
agente me retorcía el brazo por detrás de mi espalda sujetándome por la muñeca,
y apoyando mi cuerpo también contra el coche, a la vez que separaba mis piernas
con sus botas.
Los golpes en los tobillos
para separarme las piernas, aparte de dolor me hicieron reaccionar.
.-“¡¡¡Pero que coño se han
creído!!!. ¡¡Oiga!! no tienen ningún derecho” comencé a gritar sobretodo
mirando hacia el agente gordinflón que parecía estar al mando. Este pareció
enfurecerse ante mis gritos. Pude ver como se aproximaba a la espalda del tal
Jonnhy que continuaba inmóvil contra el vehículo con las piernas separadas,
como si estuviese acostumbrado a este tipo de vejaciones, y le decía...
.-“Menuda putilla te has
echado esta vez, eh Johnny..., pero dile que se calle o la reviento” le susurró
en la nuca a la vez que le daba un pequeño estirón de oreja a mi ocasional
acompañante, sometiéndole en señal de autoridad
.-“Será mejor que te calles”
me dijo el tal Johnny agachando la cabeza resignado.
Ahora, aquel hombre que horas
antes parecía que se iba a comer el mundo, se resignaba a que pisasen sus
derechos como ciudadano totalmente humillado. Yo no estaba dispuesta a soportar
esa situación.
El otro agente alertado por
los ladridos del perro, abrió la guantera de mi coche. Encontró unas
jeringuillas y unos botes de diazepan líquido. Los había cogido del hospital
porque los necesitaba para mi suegra, llevaba muchos, lo suficiente como para
pasar los quince días de vacaciones sin comprar en la farmacia. No venían en
caja ni había prospecto, eran tan sólo los botes de medicina. El agente entregó
un botecito a su superior, quien mostrándoselo al tal Johnny le preguntó:
.-“¿Qué coño es esto Johnny?”.
Johnny se encogió de hombros y dijo su verdad.
.-“No tengo ni idea agente” y
nada más decir estas palabras el guardia civil le propinó un porrazo en los
riñones que le hicieron ver las estrellas a mi desgraciado compañero. Yo no
pude evitar gritar de pánico ante lo que veía.
.-“Dios mío!!” se me escapó
por la boca tras un agudo chillido, a la vez que el agente a mi espalda me
elevaba el brazo hasta mis homoplatos retorciéndome de dolor, y me empujaba
apretándome aún más contra la chapa del coche para que cerrase la boca. El jefe
del grupo me lanzó una mirada con la que me fulminó.
.-“Te he preguntado que es
esto” volvió a preguntarle a Johnny el guardia al mando.
.-“No lo sé, se lo juro”
volvió a repetir Johnny, al tiempo que recibía un nuevo porrazo en el otro
costado que le hacía retorcerse de dolor. Yo volví a gritar inevitablemente.
.-“Socorro” se me escapó esta
vez totalmente horrorizada. La mirada del superior se cruzó con la mía por
encima del techo del coche. No olvidaré jamas la forma en que me miró mientras
rodeaba el coche y se aproximaba cargado de furia hasta dónde yo estaba. Pude
fijarme que llevaba barba de varios días y unos dientes amarillentos que
destacaban en su asquerosa sonrisa.
Perdí su mirada cuando se
situó justo detrás de mí. Pude sentir como el agente que antes me retenía,
ahora me liberaba el brazo, su jefe se apresuró a situarse en mi espalda. Lo
tenía tan pegado a mi cuerpo que podía sentir su barriga en mi espalda, y su
aliento en mi nuca. Olía a alcohol.
.-“¿Quién es la puta que te
acompaña Johnny?, ¿para quién trabaja?” preguntó al tiempo que me tocaba el
culo descaradamente.
.-“¡Oiga!, no le consiento de
ninguna manera que me trate de esta forma. ¡Conozco mis derechos!” le espeté en
la cara mientras trataba de girarme y escapar de allí.
Aquel agente al mando,
barrigón y calvo que olía a alcohol, me lo impidió volviéndome a colocar contra
el coche. Me empujó con todo el peso de su cuerpo. Esta vez pude notar como
restregaba claramente su entrepierna por mi culo. Aquello me dió verdadero
asco. Estaba aplastada por su cuerpo contra el coche. De repente pude notar
como oprimía mi rostro con su fuerza, contra la chapa del coche, y con su
asqueroso aliento clavado en la nuca me susurró en mi oreja.
.-“¿Cuanto le cobras a este
desgraciado so puta?” pronunció muy bajito sus palabras mientras me tocaba el
culo, de tal forma que posiblemente solo pudimos oírlo él, yo, y el pobre
Johnny que observaba al otro lado del coche. Yo me quedé paralizada por unos
segundos, estaba totalmente consternada por lo que estaba sucediendo. A la vez
que un sentimiento de profunda tristeza se apoderó de mi cuerpo. Nunca antes me
había sentido así, y menos cuando pude escuchar como el asqueroso agente se
cuadró solemnemente hacia el compañero de su derecha, y en voz alta y nítida
para que lo escuchase todo el mundo dijo:
“Por la presente, Cabo
Ramírez, le informo que de conformidad con el artículo 25.1 de la Ley Orgánica
1/92 sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, y dadas las pruebas
encontradas en el vehículo de la sospechosa, procedemos a su detención y
registro, y conforme a la legislación vigente, a su ingreso en prisión hasta
pasar a disposición judicial, para que así conste en su informe, lo que
comunico a los efectos oportunos” y nada más pronunciar estas palabras pude
escuchar un click en mi espalda, que retenía mis muñecas esposadas.
Estaba apoyada contra el
coche, por primera vez pude percatarme del frió de la chapa del vehículo en mi
pecho, pues estos se erizaron al notar el contacto, y en parte también debido
al miedo que comenzaba a apoderarse de mi cuerpo.
Tenía al maldito agente
Ruipérez detrás de mí dispuesto a cachearme. Lo tenía tan pegado a mi espalda
que podía oler su asqueroso aliento a alcohol. Comenzaron a temblarme las
piernas.
Procedió removiendo mis
cabellos en busca de no sé qué, ante la atenta mirada del resto de agentes que
permanecían inmóviles. Se regocijó despeinándome, sabía que yo ya no me
sentiría tan segura de mi misma con el pelo revuelto. Incluso me dio algún que
otro tirón de pelo, como si supiese que esos pequeños detalles me hacían perder
fuerza y orgullo.
.-“No” pronuncié llena de
angustia. No acababa de asimilar lo que estaba pasando.
Simuló mirar por mis orejas,
pero era otra excusa para propinarme algún que otro tirón de orejas y hacerme
daño. Luego, introdujo un par de dedos en mi boca, los introdujo hasta la campanilla
provocándome arcadas.
.-“Cough, cough” tosí al
sentir mi boca liberada.
El muy cabrón sabía
perfectamente que todos esos detalles minaban mi resistencia, como si ya lo
hubiese comprobado con anterioridad en otras mujeres. Luego simuló rebuscar
bajo mis axilas, pero se trataba tan sólo de un pretexto para introducir su
asquerosa mano entre la tela de mi vestido y mi sujetador, y sobarme las tetas
a conciencia.
.-“No, por favor” comencé a
suplicar en voz baja. Me sentía ultrajada. Esposada con las manos a la espalda
como estaba contra el vehículo, ¿qué otra cosa podía hacer?.
Luego, el muy cerdo procedió a
sobarme las tetas por encima de la tela del vestido. Amasó mis pechos a su
antojo cuanto quiso. Estaba claro que estaba disfrutando humillándome de esa
manera delante de sus compañeros.
.-“No puede, por favor, hagan
algo, por favor” sollozaba a media voz, tratando de despertar la conciencia del
resto de agentes.
En varias ocasiones puso la
palma de su mano bajo mis pechos tratando de adivinar su tamaño. Los sopesó un
par de veces. Aquello terminó por derrumbarme y comencé a llorar.
.-“No por favor, no lo haga”
suplicaba una vez más entre lágrimas contenidas.
.-“Que tetas más blanditas
tiene la muy puta” pronunció mientras miraba a Johnny que no apartaba la mirada
al otro lado del coche.
Llegó a pellizcarme un par de
veces en mis pechos retorciéndome de dolor. No sé cuanto tiempo estuvo
disfrutando de sobar mis tetas, pero me pareció una eternidad. Cuando se cansó
de ellas, continuó deslizando sus manos por mi cintura levantando levemente la
tela del vestido, hasta detenerse en mis caderas. Luego me sobó el culo, me
pellizcó unas cuantas veces. Lo sobó cuanto quiso. Incluso refrotó su paquete
por mis cachetes unas cuantas veces. Y lo que más asco me dio, fue comprobar
que el muy cerdo la tenía completamente dura. Estaba claramente excitado.
Pude sentir como recorrió mis
piernas por encima de la tela del vestido por ambos laterales a la vez,
semiarrodillándose a mi espalda, hasta llegar al final de mi falda. Para luego
meter las manos por debajo de mi falda acariciando de nuevo mis piernas, pero
esta vez sintiendo el contacto de sus ásperas manos en mi piel, y arremolinando
mi falda en mi espalda. Yo a esas alturas no paraba de llorar en silencio. Se
me escapó alguna lágrima ahogada.
Para mi vergüenza, mi culo
quedó totalmente descubierto a la vista del resto de agentes debido al tanga
que llevaba puesto. Yo estaba totalmente paralizada sollozando sin acabar de
creer lo que me estaba sucediendo. Antes de que pudiera decir nada noté una
cachetada que seguramente enrojeció mi culito. Luego pude escuchar las risas
del resto de agentes. A esas alturas el rimel de mis ojos se habría corrido por
mis mejillas confiriéndome un aspecto que debía de ser patético.
.-“Menudo culito más rico
tiene la muy puta, seguro que disfruta cuando se la clavan por el culo” dijo en
alto para regocijo de sus espectadores. Luego escuché mas risas.
.-“Splash!!!” otra cachetada
resonó en mi piel. Aquello me hizo reaccionar, traté de defenderme, me giré y
quise propinarle un rodillazo en sus partes.
Mi intento por lastimarlo
fracasó, y antes de que pudiera hacer nada, el agente a su lado, a modo de
guardaespaldas, me sujetó por un brazo, mientras su jefe le ordenaba enfadado
mi ingreso en prisión ante mi sorpresa. Ocurrió todo muy rápido.
.-“¡¡¡Llevátela!!!” indicó a
su compañero al tiempo que levantaba la mano conteniéndose de darme un bofetón.
Sin acabar de creer lo que
estaba sucediendo me introdujeron en los asientos traseros de un coche
patrulla.
Durante el trayecto, poco a
poco fui asimilando lo sucedido, pasé de sentirme humillada y consternada, a
sentir una rabia e indignación creciente. Estaba llena de ira. Dejé de llorar
para volver a gritar.
.-“¡¡Se están equivocando!!.
¡¡Menudo paquete les van a meter a todos!!” y muchas otras cosas por el estilo
que chillaba una y otra vez detrás de las mamparas, a los agentes que conducían
el vehículo de camino a no sé dónde.
Poco pude ver del
acuartelamiento en el que entramos, pues accedimos por una puerta de garaje, y
todo estaba bastante oscuro. Además, nada más abandonar el vehículo me pusieron
una capucha en la cabeza que me impidió ver nada más allá del garaje.
Sólo sé que recorrí unos
cuantos metros andando y que bajé unas cuantas escaleras, hasta que me quitaron
de nuevo la capucha. Estaba en un cuarto pequeño, bien iluminado, y
rectangular, en el que tan sólo había una mesa alargada en el centro. Me dolió
un poco la luz. Yo me encontraba en un extremo de la estancia, y al otro lado
de la mesa, había una puerta por la que desaparecieron los agentes que me
habían llevado hasta allí, después de liberarme de las esposas. Colgado en esa
misma pared opuesta había un reloj de agujas que marcaba algo más de las siete
de la tarde.
.-“¿Cómo ha pasado el tiempo?”
pensé algo aturdida, cómo si eso fuese lo más importante en ese momento,
mientras trataba de aliviar con mis manos el dolor en mis muñecas producido por
la marca de las esposas .
Al poco rato de permanecer
allí en píe en aquel cuarto, apareció el desagradable agente Ruipérez con un
portafolios y una bandeja de plástico. Depositó ambas cosas encima de la mesa
al otro lado de donde yo me encontraba, y sentándose en una silla dijo:
.-“Esta bien señorita Sandra,
vengo a informarle de los cargos que se han presentado contra usted..." no
pude dejarle acabar su frase, me salió de lo más profundo:
.-“¡¡Pero que coño esta
diciendo!!” grité con toda la rabia de mi cuerpo. Él; muy impasible; como
saboreando su tiempo, me dijo:
.-“Le aconsejo que se calme y
escuche atentamente los cargos” dijo imperturbable ante mis palabras.
.-“Por la presente le informo
que se han presentado contra usted los cargos de tráfico de estupefacientes y
de prostitución…”, yo no podía creer lo acababa de escuchar.
.-“¿Pero qué esta diciendo?,
todo esto es una tontería” dije sin dar crédito a lo que estaba escuchando...
.-“¡No tienen ninguna prueba!”
terminé gritando airadamente.
.-“Cálmese señorita, así no
conseguirá nada” y continúo diciendo...
.-“Quiero recordarle que se
han hallado estupefacientes en el vehículo en el que se encontraba, además...”
de nuevo no pude más que interrumpirle...
.-“Ya se lo dije a los agentes
en el coche de camino hasta aquí, soy enfermera, y las sustancias encontradas
en la guantera del vehículo son medicamentos para mi suegra” dije tratando de
hacerle entender lo sucedido.
.-“Además...” continúo
diciendo con voz solemne como si no hubiese escuchado mis explicaciones.
.-“Además poseemos la
declaración jurada del señor Raimundo Jiménez Gabarre, alias Johnny, en la que
testifica que las sustancias encontradas son de su propiedad, y que además
usted le ofreció sus servicios, lo que constituye un claro hecho delictivo”
concluyó su frase.
.-“¡Qué cabrón!” me salió del
alma golpeando la mesa con la palma de mi mano, al entender que mi virtual
acompañante había salvado su culo firmando la declaración que seguramente el
asqueroso agente Ruipérez le había dictado.
.-“Es todo mentira, mi marido
es abogado, en cuanto me saque de aquí se le va a caer el pelo” grité una vez
más encolerizada.
.-“Señorita Sandra, le
recuerdo que ha sido vista en compañía de un conocido traficante de drogas y
proxeneta de la zona, que se han hallado estupefacientes en el vehículo en el
que se encontraban circulando, y del que todavía queda esclarecer la propiedad,
y que existe una declaración jurada de su acompañante en la que se la acusa
expresamente de prostitución, por todo ello, le comunico que pasará a nuestras
dependencias hasta disposición judicial” dijo mientras tiraba desde el extremo
de su mesa el informe para que pudiera ojearlo.
Comencé a leer los cargos que
se me imputaban en el maldito expediente, estaba redactado meticulosamente,
para que efectivamente todo pareciese un delito de cara a un juicio de faltas.
En esos momentos pensé en mi marido.
.-“Quiero hacer una llamada”
dije depositando el informe encima de la mesa y mirando desafiante al maldito
agente Ruipérez, orgullosa de que mi marido sabría como sacarme de allí, y de
que lograría que inhabilitaran de por vida a ese estúpido agente.
.-“Todo a su debido tiempo”
dijo como si nada le inmutase, y esta vez arrojó la bandeja de plástico hasta
mi posición.
.-“De conformidad con el
protocolo vigente en caso de detención por los cargos que se le imputan, le
comunico que debe depositar sus objetos personales en esa bandeja. Debo
informarle también que la presente actuación está siendo grabada conforme a
procedimiento, por lo que le ruego pronuncié alto y claro los objetos que vaya
depositando en la bandeja” dijo girándose hacia el reloj de la pared detrás
suyo, dando a entender que había una cámara grabando. Luego permaneció en
silencio deleitándose en el miedo que comenzaba a inundar mi cuerpo al empezar
a entender que todo eso iba muy en serio.
Comencé por quitarme los
pendientes, luego el colgante, más tarde la pulsera y finalmente el reloj,
mientras los describía al dejarlos en la bandeja. Lo hice despacio, tratando de
pensar en una forma de salir de allí, pero solo podía pensar en la llamada a mi
esposo. Aunque quise evitarlo a toda costa, se hizo evidente que me temblaban
las manos mientras me despojaba de mis objetos personales. A esas alturas
estaba echa un manojo de nervios. Era evidente que me iban a detener y que iba
ir al calabozo.
.-“Un reloj de oro rosa marca
Guess” concluí enseñando el reloj a la cámara, dejando así todos mis objetos en
la bandeja. El agente Ruipérez me miró de arriba abajo saboreando el momento y
dijo:
.-“Los zapatos, si son de
tacón también deben dejarse en la bandeja” pronunció impasible. Yo mirándolo a
los ojos me quité los zapatos lentamente hasta dejarlos en la maldita bandeja.
.-“Si el sujetador lleva aros
debe depositarse también en la bandeja” dijo observando mi reacción.
.-“Oiga no creo que ...” y
antes de que pudiera terminar mi frase me interrumpió:
.-“Según el protocolo de
actuación en estos casos debemos evitar que pueda lastimarse con cualquier
objeto con el que ingrese en nuestras dependencias” y luego se hizo un silencio
en la sala.
Estaba claro que el muy cerdo
estaba disfrutando. Yo lo miré desafiante a los ojos. Me sostuvo todo el tiempo
la mirada. Por suerte pude quitarme el sujetador sin quitarme el vestido. Logré
sacar mi prenda por las aberturas de las axilas del vestido, y lo deposité en
la bandeja junto al resto de objetos. Pude apreciar como se fijaba en los
motivos de encaje de la prenda al dejarla en la bandeja.
Se quedó un tiempo
observándome al otro lado de la mesa, regocijándose en la escena, y admirando
mi cuerpo. Luego, con una sonrisa en la boca dijo:
.-“Señorita, Sandra Gonzalez,
de conformidad con el artículo 163 de la Ley de Ejecución Penal, y dado los
cargos que se le imputan, le informo que se procederá al registro “Habeas
corpus” por el personal facultativo correspondiente, en este caso la matrona
oficial al cargo” dijo al tiempo que apoyaba la espalda contra la pared del
fondo en el que se encontraban el reloj y la puerta de acceso. Fingió abrir la
puerta y salir del cuarto, al tiempo que entregaba la bandeja a otro compañero
y se quedaba apoyado contra la pared, bajo el maldito reloj. Estaba claro que
no quería salir en el encuadre de la cámara que grababa cuanto acontecía en la
sala.
Al mismo tiempo entró en la
sala una mujer gorda con el uniforme de la guardia civil y una bata blanca por
encima.
Yo no entendía nada de lo que
estaba pasando. El maldito agente Ruipérez permanecía ahora pegado inmóvil a la
pared, ocultándose definitivamente del encuadre de la cámara de seguridad
oculta en el reloj, mientras la supuesta matrona avanzaba hasta mi posición
ajustándose unos guantes de latex en sus manos.
Pude fijarme mejor en ella
cuando se situó a mi lado, la verdad es que era una tipeja gorda y fea, se
había dejado con los años. Yo no acababa de entender su presencia en la sala,
pero cuando terminó de ajustarse los guantes dijo:
.-“Según le habrá informado mi
compañero, estoy aquí para proceder a un exámen tocoginecológico de su cuerpo
debido a los cargos que se le imputan. Le ruego que se desnude” yo me quedé
helada, sobretodo cuando pude observar que el agente Ruipérez sacaba un móvil
de su bolsillo y procedía a grabar lo que ocurría en la sala.
Estaba claro que sabía que
desde esa posición no podía grabarlo la cámara. El muy cerdo pretendía grabar
como me desnudaba ante él. Yo por mi parte quise tomarme mi tiempo antes de
hacer nada. Sabía que debía mostrarme cauta y tratar de ser más lista que aquel
agente gordinflón y descuidado. Debía recopilar cuantas pruebas fueran
necesarias para incriminar semejante abuso de autoridad.
.-“¿Está disfrutando?”
pregunté en voz alta mirando al asqueroso agente Ruipérez, tratando de que me
respondiese el muy estúpido, y demostrando así que permanecía en la sala
violando la supuesta ley de enjuiciamiento. Él, por su parte, permanecía
inmóvil y en meticuloso silencio. Fue su compañera y cómplice quien salió en su
ayuda.
.-“Señorita, es mi trabajo”
dijo como si no hubiera nadie más en la sala. Y antes de que pudiera decir nada
más, la muy bruja pronunció como con voz maternal:
.-“Quiero recordarle que
negarse al registro es interpretado como obstrucción a la autoridad, lo que
constituye un hecho delictivo añadido, penalizado directamente con la cárcel”
pronunció esta vez tratando de aconsejarme que no ofreciese resistencia y me desnudase.
Yo no podía creer lo que estaba sucediendo, miré desconcertada a la supuesta
matrona, y ella asintió con la cabeza como aconsejándome que me decidiese por
hacer lo correcto.
No me lo podía creer. No sé
porque lo hice. Comencé por quitarme los tirantes del vestido, aguanté la tela
con mis manos sobre mis pechos antes de mostrarlos. Una vez más quise mirar a
la cara del hijo de puta que me grababa sin perder detalle y relamiéndose. Me
armé de rabia y valor y al fin dejé caer mi vestido. Al haber entregado mi
sujetador con anterioridad, quedé tan solo con mi tanga en medio de aquella
sala, con el vestido que yacía a mis píes.
¡¡Dios mio, que vergüenza!!,
en mi vida me había sentido tan mal, sin embargo no quise darle la satisfacción
de llorar ni mostrarme débil. Lo que no pude evitar fue tratar de cubrirme los
pechos con las manos. Pero lo peor aún no había llegado, trataba de cubrirme
como podía cuando escuche a la matrona decir en voz alta y seca:
.-“Le he pedido que se desnude
completamente” dijo en un tono serio y amenazador. Yo la miré desconcertada.
Ella ante mi pasividad gritó esta vez...
.-“¿Acaso tengo que
repetírselo?. He dicho que se desnude” dijo mirándome a los ojos desde mi
lateral. Yo quise fulminarla con la mirada, creo que nunca he mirado con tanta
rabia a otra persona, como la miré a ella en ese momento. Y a pesar de mi rabia
y mi ira, no me quedó más remedio que despojarme de mi prenda más íntima.
Deslicé mi tanguita por mis piernas con ambas manos a la vez hasta deshacerme
de ellas, primero un pie y luego el otro, dejándolo caer en el suelo sobre mi
vestido.
Ahora estaba muerta de
vergüenza tratando de tapar como podía mi rasurado pubis y mis pechos. Me lo
había afeitado para sorpresa de mi marido. Ya me lo había afeitado en otras
ocasiones, aunque no muchas, siempre que quería sorprender a mi esposo con
motivo de algo especial, y para mi desgracia, ahora debía mostrar mi desnudez
en tan humillante situación.
No me atreví a levantar la
mirada del suelo, ni a apartar mis manos de mi pubis. No era capaz de mirar a
la cara del asqueroso tipo que ocultaba su presencia en aquella estancia.
La matrona, tras alguna
reticencia por mi parte, me hizo extender los brazos, primero hacia delante y
luego en cruz. Mi pubis quedó expuesto y ahora sí, pude comprobar como el
maldito agente realizaba un zoom con su cámara a esa parte de mi cuerpo. En
esos momentos pensé que podría llegar a matarlo con mis propias manos de la
rabia contenida. Pero debía esperar. Era mi única salida, esperar a que todo
pasase y proceder posteriormente a mi venganza. La inhabilitación sería poco
para ese capullo.
Mientras, la sanitaria realizó
un raspado en la uñas, y luego procedió a mirarme en la boca con una pequeña
linterna. Todo bajo la atenta mirada del agente Ruipérez, que al otro lado de
la sala, no paraba de grabarlo todo con su móvil.
El momento más temido llegó
cuando observé como la matrona extraía una crema lubricante del bolsillo de su
bata y procedía a untársela sobre el latex de sus dedos. Yo permanecí inmóvil,
pero mi mirada reflejó terror, sobretodo cuando la escuché pronunciar:
.-“Le aconsejo que apoye los
brazos sobre la mesa y separe las piernas” dijo al tiempo que se situaba detrás
mío.
Yo hice lo que me aconsejó,
apoye mis antebrazos sobre la mesa de la sala, puse mi culo en pompa, y separé
mis piernas. Mis pechos colgaban ante la atenta mirada del agente Ruipérez, al
que pude ver tocándose en sus partes por encima del pantalón del uniforme.
Agaché la cabeza entre mis brazos y cerré los ojos con fuerza rezando para que
todo aquello terminase cuanto antes. Además, seguramente que así, mi pelo
taparía en parte mi cuerpo ante las cámaras.
Estaba totalmente concentrada
y muerta de miedo. Pude sentir el latex de una de las manos de la matrona
posarse en mi culo, y acto seguido unos dedos que trataban de abrirse camino
entre mis labios vaginales para penetrarme en lo más íntimo de mi cuerpo.
A pesar del gel lubricante,
aquello me dolió. Ahogué mi grito como pude, aunque seguramente quedaría
grabado para deleite de los presentes. Pude sentir como la matrona movía los
dedos en mi interior rozando por todas y cada una de las paredes de mi vagina.
Yo trataba de morderme los labios tratando de no emitir ningún sonido.
Al fin pude notar como sus
dedos abandonaban mi interior. Resoplé aliviada. Traté de incorporarme, pero la
voz de la mujer, gorda y fea, que había explorado mi interior me dijo:
.-“Le ruego que no se
incorpore, aún no hemos concluido” dijo al tiempo que se quitaba el guante
impregnado de mis fluidos y se ajustaba otro guante en esa misma mano.
.-“¿Cómo que aún no hemos
terminado?” pregunté aturdida alzando la cabeza en la misma posición, sin
imaginarme lo que iba a suceder a continuación.
.-“Debo proceder a la
exploración anal” dijo la muy cerda como si nada, y procediendo de nuevo al
ritual de lubricar sus dedos con el gel de su bata, se situó de nuevo detrás de
mí. No me dió tiempo a replicar más.
.-“aaaAAAH!!” chillé en que
pude notar como uno de sus dedos me abría el esfínter. Me dolió realmente, lo
hizo sin ningún tipo de consideración. A propósito. Yo me retorcía de dolor
cuando pude notar que un segundo dedo se abría paso. Inevitablemente unas
lágrimas brotaron de mis ojos.
.-“Noooh, noooh, eso noooh,”
gritaba mientras procedía con la exploración. Pero la matrona me sujetaba con
una mano mientras procedía con la otra.
Por suerte no duró mucho,
aunque a mí me había parecido una eternidad. No tuve valor para mirar al agente
Ruipérez, pues había evidenciado que era virgen por el ano. Permanecí un rato
como encogida sobre la mesa, tratando de ocultar como podía mis pechos y mi
pubis, hasta que la muy cerda dijo:
.-“Hemos terminado, puede
vestirse. Mis compañeros acudirán para llevarla hasta las dependencias de
detenidos” y dicho esto se quitó los guantes de latex que tiró a una papelera y
procedió a abandonar la sala. El agente Ruipérez salió con ella.
Al quedarme sola rompí a
llorar como una niña. Toda mi rabia explotó en un llanto seco y desesperado.
Procedí a vestirme con torpeza, casi no atinaba a ponerme mi tanga ni el
ridículo vestido. Sólo pensaba en salir de allí como fuese, pensé en salir
corriendo y un montón de tonterías, hasta que una pareja de agentes entró en la
sala y cogiéndome cada uno por un brazo me llevaron hasta una pequeña celda.
Poco recuerdo del trayecto
desde la sala hasta la celda, estaba como conmocionada por los acontecimientos.
Tan sólo que bajé unas escaleras hasta un sótano y que me dejaron en el
interior de una pequeña estancia rodeada por tres paredes y una reja, con un
pequeño camastro a un lado.
No pude dejar de llorar
acurrucada sobre un extremo del camastro y me quede dormida. Caí totalmente
agotada y exhausta por los acontecimientos.
Cuando desperté no tenía
noción de cuanto tiempo había transcurrido. Poco a poco, comencé a asimilar lo
que me había sucedido, y en que estado me encontraba. Pensé en mi marido, tenía
derecho a una llamada y quería hacerla. Quería que me sacase de allí cuanto
antes. Quería terminar con aquella pesadilla. Conforme el cuerpo se fue
despertando y mi cabeza daba vueltas, me entraron ganas de orinar. No veía
dónde hacerlo en aquella celda, así que comencé a gritar...
.-“Agente, agente, tengo ganas
de orinar, por favor, tengo ganas de orinar” grité una vez tras otra durante
bastante tiempo. A poco me lo hago encima. Hasta que al fin, pude escuchar como
se abría la puerta del pasillo que accedía a las celdas. Para mi desgracia
apareció el malnacido del agente Ruipérez.
.-“Vaya, vaya, así que la
putilla tiene ganas de mear. Ven te acompañaré” dijo al tiempo que abría mi
celda, y me giraba sobre mi cuerpo empujándome contra una de las paredes para
proceder a esposarme las manos a la espalda. Una vez me tuvo esposada contra la
reja, me dió un pequeño pellizco en el culo y me dijo:
.-“Me muero de ganas por ver
de nuevo ese coñito tan rico que tienes” me susurró en la oreja apestando a
alcohol. Luego, me condujo por un pasillo en el que pude ver un reloj de pared
marcando las 23:00 horas.
.-“Mi marido estará
preocupado” pensé, y mientras caminaba por el pasillo sujeta del brazo delante
del agente Ruipérez, le pregunté:
.-“¿Puedo hacer una llamada?”
le pregunté sin girarme si quiera. Pero no escuché ninguna respuesta por su
parte.
Al fin llegamos hasta los
servicios, había varios retretes separados por finos paneles de madera, pero
sin puertas. El agente Ruipérez me llevó hasta el último de ellos y me
preguntó:
.-“¿Así que quieres hacer la
maldita llamada?” preguntó al tiempo que me daba media vuelta para desposarme y
que pudiera hacer mis necesidades en su presencia. Yo volví a girarme para
mirarlo a los ojos suplicante. Una vez estuve frente a frente me dijo:
.-“Veis demasiadas películas,
dime, ¿por qué iba a dejarte hacer una llamada?” me preguntó al tiempo que se
relamía.
.-“Es mi derecho” dije bajando
la cabeza. El se rió de manera muy fingida.
.-“Mira preciosa, se te ha
asignado un abogado de oficio, él te informará y defenderá, pero hoy es
domingo, así que tendrás que esperar hasta mañana, seguramente tendrás un
juicio rápido en el que abogado y fiscal te recomendarán firmar un acuerdo de
culpabilidad. ¿Dime por que iba a dejarte hacer la llamada?” repitió la
pregunta. Esta vez permanecí en silencio.
.-“¿Acaso tienes algo que
ofrecerme?” dijo acariciando un mechón de mi pelo. Yo continuaba en silencio
aterrorizada.
.-“Para ser una puta de
carretera estas realmente buena” dijo al tiempo que deslizaba su mano de mi
pelo hasta mi pecho. Mi silencio lo envalentonó a continuar con sus caricias.
Yo me retiré un poco hacia atrás impidiendo que continuase. Me miró fijamente y
me dijo...
.-“Hagamos un trato, dame tu
tanga y te prometo que podrás hacer la maldita llamada” dijo expectante a mi
reacción
-“¿Me dejará llamar?” le
pregunté totalmente nerviosa.
.-“Pues claro mujer, sólo
tienes que ser un poco amable conmigo” dijo al tiempo que me arrinconaba frente
a frente contra la pared del habitáculo, y deslizaba su mano por el interior de
mis piernas hasta acariciar mi pubis subiéndome las faldas del vestido.
Yo sujetaba su mano con mis
manos, sin llegar a impedirle que lograse acariciar mi depilado pubis, pero
poniéndole toda la resistencia que podía. El, por su parte, se abalanzó sobre
mi con todo su peso, y empezó a besarme por el cuello mientras me acariciaba.
.-“¡Vamos!, dame tus
braguitas” me decía mientras me acariciaba el interior de mis muslos a la
altura de mi tanga y me besaba por todo el escote.
.-“¡Esta bien!” dije tratando
de apartarlo. Y antes de que pudiera hacer nada por impedirlo se arrodilló
enfrente mío, y deslizando sus manos por mis piernas bajo la tela del vestido,
alcanzó los laterales de mi prenda más intima, tirando de ella hacia abajo y
arrastrando mi tanga desde mi cintura hasta mis pies. Luego se incorporó con mi
tanga estrujado en su mano, lo esnifó comprobando mi aroma de mujer, y con
mucho mimo lo guardó en un bolsillo de su uniforme. Luego dijo...
.-“Está bien, dime el maldito
número de teléfono, veré lo que puedo hacer” dijo al tiempo que sacaba un boli
y una libreta de uno de sus bolsillos.
Yo le dije el número al que
quería llamar, que era el móvil de mi esposo, mientras él lo anotaba en una
hoja. Cuando lo apuntó me dijo:
.-“Haz lo que tengas que
hacer, voy marcando el número que me has dicho, y cuando vuelva por ti podrás
hablar. ¿Esta bien así?” preguntó esperando mi aprobación. Yo afirmé con la
cabeza. Desapareció cerrando la puerta de los servicios con llave.
Sentí alivio al poder orinar y
quedarme sola por unos momentos aunque fuera en esos servicios. Pude comprobar
que estaban limpios. Cuando terminé tuve que esperar a que me abriesen la
puerta, de hecho golpeé la puerta varias veces comprobando que estaba cerrada.
Tras escuchar el sonido de la
cerradura, señal de que abrían la puerta, apareció de nuevo el agente Ruipérez
quien procedió a esposarme de nuevo a la espalda.
.-“Tu marido está al otro lado
del teléfono” dijo mientras me conducía por un interminable pasillo, y al final
del cual se podía ver un antiquísimo aparato de teléfono de esos de pared,
estaba descolgado. Me alegré de poder hablar al fin con mi marido.
Sin ninguna prisa el agente
Ruipérez me desposó, yo lo miré a los ojos como indicándole que la conversación
era privada, pero para mi sorpresa, cuando fui a coger el aparato y hablar con
mi esposo, el maldito agente pulsó el botón que colgaba la llamada y ponía fin
a la comunicación.
.-“¿Pero que hace?” pregunté
sorprendida.
.-“¿Teníamos un trato?” volví
a preguntar inocentemente.
.-“Mira, preciosa, tu llamada
ya se ha realizado. Siento decirte que tu marido ha sido muy amable con la
encuesta de satisfacción de su compañía de móvil, que el cree que acabamos de
realizarle. Lo que importa es que a efectos legales consta una llamada desde
esta comisaría a un teléfono de un familiar tuyo directo. Ante el juez ya has
ejercido tus derechos, nosotros hemos cumplido con la ley. Ahora vuelve a la
celda y espera a que llegue tu abogado de oficio” y dicho esto volvió a
esposarme con las manos a la espalda dirigiéndome de nuevo a la celda.
.-“Maldito hijo de puta,
teníamos un trato” grité ante semejante tomadura de pelo. Pero lo único que
conseguí a cambio, fue un bofetón con el que me cruzo la cara. El tortazo hizo
que enmudeciese hasta encerrarme de nuevo en la celda.
El tiempo transcurrió sin que
nada pudiese escuchar o advertir en la celda. Al final caí adormilada sobre el
oxidado camastro, pensando una y otra forma de salir de allí.
El sonido de la cerradura me
despertó. De nuevo entró el agente Ruipérez en la celda quien hizo el ritual de
esposarme de nuevo, con la clara intención de trasladarme a otro lugar.
Otra vez por el pasillo con el
reloj de pared, pude apreciar como marcaba las dos de la madrugada.
.-¡Dios mío cuanto tiempo
llevo encerrada en este maldito lugar!” pensé al ser consciente de la hora, y
me dí cuenta del cansancio acumulado en mi cuerpo. Sólo deseaba que esa
pesadilla terminase cuanto antes.
El agente Ruipérez me
introdujo ahora en una sala algo más mugrienta y oscura que la primera, pude
advertir que las paredes estaban como acolchadas, y que en la sala tan sólo
había dos sillas algo viejas y anticuadas, y una mesa alargada muy similar a la
que había en la otra sala de interrogatorios. Me hizo indicaciones para que me
sentase en una de las sillas, con las manos todavía esposadas a la espalda. El
permaneció en pie detrás de mi.
.-“¿Sabe como llamamos a esta
sala?” me preguntó. Obviamente yo no conocía la absurda respuesta, me encogí de
hombros.
.-“Es la sala de los locos”
dijo ante mi pasividad.
.-“La llamamos así porque
cuando detenemos a un tarado, no dejan de chillar y de darse golpes contra la
pared, prefieren que los tengamos que custodiar en un hospital a tener que
estar encerrados en una celda. Tenemos que evitar a toda costa que se lastimen,
y por eso las paredes están acolchadas” dijo sentándose ahora en la otra silla
enfrente mío.
.-“Por supuesto las paredes
están también insonorizadas” me dijo, yo no entendía porque me contaba todas
esas cosas.
.-“¿Sabes porque te he traído
aquí?” me preguntó.
.-“No” respondí queriendo
saber el motivo.
.-“Necesitaba un poco de
intimidad, un sitio en el que poder hablar sin que nadie nos escuche” dijo
mirándome fijamente a los ojos. Yo permanecía totalmente callada dejándole
hablar.
.-“Sabes,... he estado
investigando un poco por mi cuenta, ya sabes..., tu abogado defensor siempre
hace algunas preguntas de oficio, pura rutina. El caso es que ambos tenemos un
problema....” lo notaba algo nervioso. Pero continuó explicándose...
.-“El caso..., el caso es que
he estado investigando tu DNI, la matrícula del coche, y algunos datos más, y
efectivamente me consta que eres enfermera, que el vehículo figura a nombre de
tu marido, y que me temo se ha producido una grave equivocación....” yo al
escuchar estas palabras respiré aliviada, al fín terminaría todo aquello y
podría regresar a casa. Esperaba que me quitase las esposas y me dejase marchar
cuanto antes al darse cuenta del agravio cometido. Pero para mi sorpresa se
hizo un silencio incómodo que no lograba entender.
.-“¿A qué está esperando para
liberarme entonces?” pregunté poniéndome en pie esperando que me quitase las
esposas y me dejase marchar.
.-“Ese es el problema” dijo
haciéndome gestos para que me volviese a sentar, aunque yo preferí permanecer
en pie.
.-“No puedo dejarte marchar
así” dijo incorporándose y poniéndose también en pie. Luego continuó
diciendo...
.-“Mira, si te dejo marchar
ahora, en que le cuentes lo ocurrido a tu marido tengo mis días contados”, su
rostro se oscureció, y luego continuó diciendo…
.-“A mi favor tengo que te sorprendimos
con abundante diazepan en la guantera del coche, una sustancia que el fiscal se
encargará de explicarle al juez, que mezclada con alcohol produce efectos
psicóticos. Se vende con frecuencia en las discotecas, además la cantidad
intervenida es bastante considerable, y para tu desgracia no llevabas receta,
lo que demuestra que las sustrajiste del hospital en el que trabajas, y que no
te deja muy bien parada que digamos. Supongo que te costará una discusión
explicarle a tu marido que hacías con el tal Johnny dando vueltas en su coche,
un conocido proxeneta y traficante de la zona. Es cierto que su declaración me
facilitará la labor de tratar de involucrarte en una red de traficantes, además
he cambiado tu reloj de marca por otro falso y un montón de tonterías más por
el estilo, pero aún con todo....” hizo una pausa para mirarme a los ojos.
Adivinó que mis ojos
encerraban una alegría contenida, conocedora de que mi marido sabría darle otra
vuelta de tuerca a todos esos argumentos y poner las cosas en su sitio. Por eso
quiso hacer la pausa.
.-“Pero aún con todo..., no me
parece suficiente como para salvar mi culo de todo este embrollo” dijo algo
nervioso y agitado.
.-“No, nada de eso va a
ocurrir, si me deja marchar prometo olvidarlo todo y no decir nada” dije
tratando de engañarlo. El me miró fijamente a los ojos.
Luego me propinó un bofetón en
la cara del que a poco me caigo. Me quedé completamente aturdida por su
reacción.
.-“¡¿Te crees que soy
idiota?!” gritó bastante enojado. Y dicho esto sacó su móvil del bolsillo.
.-“¿Qué crees que pasará
cuando toda la adjudicatura vea estas imágenes?” dijo reproduciendo el vídeo
grabado en el que se procedía a mi registro corporal. Yo puse cara de pánico al
recordar lo sucedido, no había contemplado esa posibilidad.
.-“¿Sabes lo que creo que
sucederá en que este vídeo circule por internet?” dijo mirando mi aterrorizada
cara.
.-“Tu marido será el hazme
reír de la abogacía, y me gustaría ver la cara que ponen algunos de tus
compañeros de trabajo cuando lo vean, ya sabes que siempre hay un imbécil en
estos casos...” dijo observando mi reacción.
Yo la verdad no había pensado
en todo eso, y lo cierto es que la idea me aterrorizaba más que cualquier otra
cosa.
.-“Y qué es lo que propones?”
dije tratando de buscar una salida consensuada.
.-“Mira..., no pienso
jugármela legalmente contra tu marido, es bastante bueno por cierto, así que
necesito otro tipo de pruebas para salvar mi culo” dijo sin esclarecer nada aún
por su parte.
.-“¿Y?” dije tratando de
terminar con eso cuanto antes.
.-“Debo tener algún arma lo
suficientemente poderosa como para que no se te ocurra abrir la boca” dijo
observándome de arriba abajo mientras se acercaba a mi invadiendo mi espacio
personal.
.-“No, no entiendo” tartamudeé
muerta de miedo. El recogió mi pelo en una coleta con una sola mano y tirando
de mi hacia el suelo, obligándome a arrodillarme a sus pies debido al dolor,
dijo…
.-“Mira preciosa, desde el
primer momento en el que te ví me entraron ganas de metértela por esa boquita de
zorra que tienes. Siempre me he tirado a las novias del Johnny y de verdad que
me alegré mucho cuando te ví con él. Menuda putilla tan rica pensé. Tú sólo haz
bien tu trabajo y te dejaré marchar”, dijo al tiempo que se bajaba la
cremallera de su pantalón, mientras me retenía sujeta por el cabello
arrodillada a sus pies.
Yo lo miré horrorizada. No me
podía creer lo que estaba viendo. Estaba como paralizada, en shock, no
reaccionaba ante lo que estaba sucediendo.
.-“Hay dos formas de hacer
esto…” me dijo al tiempo que rebuscaba entre su bragueta. Yo continuaba
aturdida y arrodillada, sin reaccionar ni ofrecer mucha resistencia.
.-“Por las buenas o por las
malas, tú eliges” dijo al tiempo que se sacaba su miembro del pantalón, y
restregaba a la fuerza mi cara por su entrepierna.
Un olor asquerosamente fuerte
y nauseabundo despertó mis sentidos. Su polla se mostraba flácida ante mis
ojos. Él restregó su miembro por mi cara al tiempo que me dijo…
.-“Vamos putilla comienza.
Conmigo no tienes porque hacerte la estrecha. Sabes que no tienes otra
alternativa, disfrutala” decía al tiempo que con una mano me retenía por el
pelo y hacía fuerza para refrotarme su polla por toda mi cara, y con la otra
mano me daba pequeñas bofetadas a uno y otro lado de mi cara.
Yo por mi parte no podía
oponer resistencia significativa. Sin duda aquel tipo era mucho más fuerte que
yo. Permanecía arrodillada con las manos esposadas a la espalda, sin poder
resistirme de otra manera que tratando de mantener mis labios cerrados, mientras
el movía mi cabeza tirando del pelo a su antojo. Las bofetadas en la cara
comenzaron a ser más fuertes, me hacían daño.
.-“Vamos puta abre esa boquita
de zorra que tienes” dijo mirándome a los ojos mientras sujetaba mi cara
presionando en ambas mejillas con su mano para que separase mis labios. Pero yo
no abría la boca por nada del mundo.
Entonces, procedió a taparme
la boca y la nariz con su enorme mano, dificultando que pudiese respirar, a
poco me ahoga, fue en el momento justo en el que comenzaba a faltarme el aire
cuando me liberó. Yo abrí la boca instintivamente para poder respirar, y él
aprovechó el preciso instante para introducirme su miembro en la boca.
Lo hizo sin compasión alguna,
y una vez logró su objetivo, retuvo mi cabeza con las dos manos y comenzó a
follarme la boca. Yo apenas podía respirar y cuando lo hacía, el nauseabundo
olor de sus partes me provocaba unas inevitables arcadas que a poco me hacen
vomitar.
Para colmo tampoco podía
tragar saliva y babeaba incontrolablemente. Creí morirme de asco, máxime cuando
pude comprobar que su miembro crecía y se endurecía en el interior de mi boca.
Pero nada podía hacer en las manos de ese bestia.
Yo era como un saco de patatas
en sus manos. Quise morirme cuando comprobé que sacaba su móvil del bolsillo y
comenzaba a grabarme mientras me forzaba por la boca.
Debido a que ahora me retenía
tan sólo con una mano, pude levantarme en un momento en el que concentrado como
estaba en su faena se descuidó. Logré propinarle un rodillazo en sus partes, y
correr hasta la puerta.
.-“¡Socorro, socorro!” grité
en que alcancé la puerta. Pero nada ocurría del otro lado.
Por su parte el agente
Ruipérez se recuperaba del dolor que le propiné en sus huevos, y acercándose
lentamente hacia mí me dijo:
.-“Ya te he dicho que esta
sala está insonorizada, y que nadie acudirá en tu ayuda. Sólo tienes que ser un
poco amable conmigo y te dejaré machar. Depende de ti.” dijo al tiempo que se
meneaba su polla mientras se acercaba.
.-“No por favor, no me hagas
daño” comencé a llorar.
.-“Tranquila putita, tan sólo
quiero que me la chupes un rato, seguro que sabes hacerlo muy bien, y te dejaré
marchar” dijo al tiempo que se aproximaba. Yo temía que me lastimase cuando de
nuevo me agarró por el pelo.
.-“Esta bien, esta bien, pero
no me hagas daño” dije totalmente temerosa de sus intenciones.
No sé por que lo hice, supongo
que el pánico a lo que pudiera hacerme ese bruto era mayor que mi raciocinio,
pero yo misma me arrodillé y me introduje su miembro en la boca con la clara
intención de acabar con todo ello cuanto antes. Pensé que saldría de allí si
lograba que se corriese cuanto antes.
Así que aprisioné su asqueroso
miembro entre los labios de mi boca y comencé a chupársela lo mejor que supe.
Creo que se notó que no era una práctica que realizase a menudo en mi
intimidad, lo que terminó por excitar aún más a esa bestia.
Primero me lo introduje en la
boca, movía mi cabeza arriba y abajo a lo largo de su miembro. Después me la
sacaba de la boca para recorrerla en toda su longitud con mi lengua. He de
reconocer que por un momento me pareció de mayor tamaño que la de mi marido.
Luego aprisionaba los pliegues de su prepucio entre mis labios arrancándole
gemidos de placer.
.-“Uuuhmmm, pero que bien lo
haces” comenzó a decir el muy hijo de puta disfrutando como un cerdo.
.-“Quiero ver como sacas la
lengua y me le chupas” dijo al tiempo que levanté la mirada por un instante y
pude comprobar que lo estaba grabando todo con su móvil. Yo tan solo quería que
se corriese de una maldita vez para escapar de allí.
El muy cerdo comenzó a
acariciarme el pelo con un mano, mientras yo permanecía arrodillada a sus pies
con las manos esposadas a la espalda en plena faena.
No se conformó con acariciarme
el pelo, y bajo su mano acariciándome el cuello hasta deslizar el tirante de mi
vestido a un lado de mi hombro, desnudando un pecho para deleite de su vista,
que se apresuró a acariciar.
.-“Qué tetas más blanditas
tienes” dijo al tiempo que deslizaba el otro tirante de mi vestido por el
hombro y desnudaba mis pechos por completo ante su vista grabándolo todo.
Se quedó un rato observando
mis pechos desnudos, hasta que me obligó a detener mi felación. Depositó el
móvil encima de la mesa de tal forma que continuaba grabando lo que sucedía, y
estrujando mis pechos entre sus dos manos, procedió a introducirme su polla por
el canalillo entre mis tetas.
Yo contemplaba atónita como la
punta de su polla asomaba entre mis pechos golpeando casi mi barbilla.
.-“Oh Dios, que ricas. Tienes
unas tetas muy suaves, princesa” decía mientras movía su culo delante de mis
ojos.
.-“Vamos cabrón, correte” dije
llena de ira al verme utilizada a su antojo. El continuaba estrujando mis
pechos con sus manos y moviendo su cadera con su miembro aprisionado entre mis
tetas.
.-“Eso es cabrón, correte,
correte venga” le gritaba al verlo próximo a su eyaculación.
Se detuvo por un momento,
sorprendido por mis palabras.
.-“Joder, a ver si lo estas
disfrutando y todo” dijo al tiempo que me incorporaba y me colocaba de espaldas
al borde de la mesa. Yo no entendía porque se había parado y me sentaba ahora
sobre la mesa. No era ese tipo de reacción lo que quise provocar con mis
palabras.
Separó mis piernas y se
abalanzó sobre mi cuerpo directo a lamer mis pechos. Primero succionó mis
pezones con fuerza llenándome de saliva mis aureolas. Luego jugueteó con su
lengua mientras los estrujaba a su antojo. He de reconocer que yo tengo los
pechos muy sensibles, y que su brusquedad me arrancó un ahogado grito que él
interpretó como un gemido.
.-“Te gusta ¿eh?, ya sabía yo
que eras una zorra” dijo al tiempo que ahora sus manos acariciaban mis piernas
por la parte exterior mientras su cabeza permanecía hundida entre mis pechos.
Yo abrí los ojos para poder contemplar su ridícula calva moverse bajo mis ojos.
De repente una de sus manos
comenzó a recorrer el interior de mis muslos en busca de mis intimidades.
.-“No” dije tratando de
detener el avance de su mano, presionando con mis piernas alrededor de su
cadera y reteniéndola como podía con mis propias manos.
.-“Seguro que no quieres que
compruebe lo mojada que estas, ¿verdad puta?” dijo al tiempo que me miraba a
los ojos y su mano avanzaba hasta alcanzar mis intimidades. Yo me temí lo peor.
Traté de revolverme con fuerza, y durante el forcejeo caí tumbada boca arriba
en la mesa, aprisionando mis manos entre mi espalda y el conglomerado. Su
cuerpo separaba mis piernas, y sus manos arremolinaban mi vestido en la cintura
desnudando mi pubis ante su vista. Se le caía la baba al contemplar mi cuerpo.
.-“Que buena estas pedazo de
zorra” pronunció sin quitarme la vista de encima.
Muy a mi pesar hundió su cara
entre mis piernas y comenzó a darme pequeños besitos en mi pubis, justo en la
zona en la que debían hallarse mis recién afeitados pelillos. Yo reaccioné y
comencé a revolverme como una yegua por domar. El me retenía con sus manos
rodeando mi cintura, hasta que pude sentir su lengua recorriendo mis labios
vaginales de arriba abajo.
Al sentir por primera vez en
mi vida semejante caricia me quedé inmóvil, expectante. Un segundo lengüetazo
terminó por separar definitivamente mis labios vaginales y se entretuvo en los
pliegues superiores buscando mi clítoris. Yo cerré los ojos abandonada y pude
notar su lengua describiendo círculos en la zona superior donde concluyen mis
labios mayores. Al fin pudo lamer mi clítoris. Esta vez no pude evitar emitir
un tímido gemido de satisfacción.
.-“Uuuhmmm” se escapó de mis
labios ante aquella maniobra desconocida para mi.
.-“Ya sabía yo que te
gustaría. Seguro que el imbécil de tu marido no te lo ha comido como es debido”
dijo al tiempo que volvía a hundir su cabeza entre mis piernas. No quise
reconocerlo pero aquel cabronazo tenía razón. Estaba logrando que me excitase
aunque me horrorizaba el hecho de pensarlo. Además el también lo estaba
notando.
.-“¡Pero si te estas mojando
como una guarrilla!” escuché mientras aprisionaba su calva entre mis piernas.
Desperté de mis pensamientos
cuando pude notar como uno de sus dedos se abría camino entre mis labios vaginales
penetrándome. Su dedo me pareció enorme, pues pude notar como separaba las
paredes vaginales en mi interior. Algo me dolió.
.-“Aaayhh” grité esta vez.
Un segundo dedo se abrió
camino en mi interior mientras el se incorporaba y contemplaba con excitación
mi mueca de dolor. Comenzó a mover sus dedos dentro y fuera a un ritmo
frenético.
.-“No para, por favor” grité
mientras trataba de aguantarme el dolor y de incorporarme. Pero el me impedía
que pudiese levantarme, a la vez que continuaba moviendo sus dedos con más
ímpetu.
.-“No, para por favor, me
haces daño, para” gritaba yo mientras trataba de impedir el frenético
movimiento de sus dedos en mi interior. Pero para mi desgracia mientras con una
mano me penetraba, con la otra comenzó a pellizcarme los pezones. Creí morir de
dolor.
.-“NooooOOOh, NOOHHH” gritaba
yo ahora desesperada.
.-“Parare si me pides que te
la meta” dijo observando mi reacción.
.-“¡¡¿¿Qué???!!!” grité yo sin
imaginarme lo que pretendía.
.-“Quiero oir como suplicas
que te la meta” dijo al tiempo que agarraba uno de mis pezones y tiraba de él
hacia arriba. Yo creí que alcanzaba las estrellas de dolor.
.-“Noooh” grité muerta de
miedo al pensar por vez primera que quisiese violarme. Comenzó a golpearme los
pechos. Eran como bofetadas en la base de mis tetas, a una y otra
alternativamente.
.-“Quiero que me pidas que te
folle” dijo volviendo a los pellizcos.
.-“Noooh” volvía gritar una
vez más. Y de nuevo se dedicó a torturar mis pechos, los cuales creí que me
iban a estallar de dolor.
.-“Esta bien” dije muerta de
dolor.
.-“Esta bien ¿Qué?” dijo él al
tiempo que me pellizcaba esta vez en mis labios vaginales retorciéndome de
dolor.
.-“Esta bien quiero que me
folles” dije tratando de que parase en mi tortura, no podía creer lo que acababa
de decir.
El por su parte me ayudo para
que mis pies se apoyasen encima de la mesa, me acomodó con los talones de los
pies sobre la mesa próximos a los cachetes de mi culo, con las piernas bien
abiertas y mis intimidades expuestas ante su vista. Luego cogió el móvil y
enfocando a mi cara volvió a decirme…
.-“Pídemelo otra vez” dijo al
tiempo que enfocaba mi cara con su móvil en una mano y con la otra me
pellizcaba algo más suave que antes en mis labios vaginales. Yo muerta de
pánico por el dolor que me había provocado antes dije presa de terror:
.-“Métemela” susurré ante la
cámara.
.-“Dilo otra vez” dijo al
tiempo que me pellizcaba de nuevo en mis labios vaginales retorciéndome de
dolor y enfocaba sólo la parte de mi cara.
.-“Por favor, fóllame” dije
suplicante porque ceSandra el dolor.
.-“Así me gusta, pero quiero
que te la metas tu misma, como la puta que eres” dijo al tiempo que enfocaba
con su móvil a mis intimidades. Esta vez me pellizcó de nuevo en los pezones,
siempre fuera de cámara, para que no tuviese la menor duda de que sería capaz
de provocarme más dolor.
Si hay algo que no soporto es
el dolor, por eso cogí su polla entre mis manos y la guié hasta la entrada de
mis labios vaginales. Por un momento se me ocurrió la extraña idea de que si
refrotaba su miembro entre mis labios vaginales y lograba excitarlo, a lo mejor
se corría sin llegar a penetrarme. Para su sorpresa así lo hice. El no paraba
de grabarlo con la cámara totalmente excitado, hasta que se cansó del juego, y
dejando el móvil a un lado, dijo:
.-“Creo que ya estas
preparada” y dicho esto apartó mis manos, guió su polla hasta la entrada de mis
labios vaginales, y de un solo golpe de riñón empujó hasta el fondo sin
compasión.
.-“aaaAAAHHH” grité al sentir
como me penetraba.
Creí rasgarme por dentro. Me
dolió, me dolió mucho. No pude evitar comenzar a llorar de nuevo. Fui
consciente de que me estaba follando. Su cuerpo cayó sobre el mío,
abalanzándose de nuevo sobre mis pechos. Yo trataba de arañarlo en su espalda,
pero aquello no lograba más que excitar aún más a esa bestia.
El muy cerdo se movía deprisa
y con fuerza, con cada embestida parecía que pretendía llegar a lo más profundo
de mi ser. Creo que caí conmocionada del dolor y de pensar que estaba siendo
forzada sin mi consentimiento. Así que apenas ofrecía resistencia. Mi violador
se dio cuenta, y era como si mi pasividad no le excitase. Por eso, antes de que
pudiera darme cuenta se salió de mi, y volteándome sobre la mesa, me acomodó
boca abajo a su antojo, tiró de mis piernas hasta situar mi culito en el
extremo de la mesa, y permanecer así totalmente expuesta a su merced.
Pude notar como escupía sobre
mi culito, y extendía su saliva sobre mi esfínter. Estaba claro lo que iba a
suceder, pero yo estaba tan conmocionada que no hice nada por impedirlo. Luego
aproximó su capullo hasta mi ano y comenzó a presionar para que este se abriese
camino.
.-“aaaAAAGGGGHHHH” un chillido
desgarrador salió de mi boca al notar que su punta había dilatado mi esfínter y
comenzaba a abrirse camino.
Pude notar como sacaba su
prepucio de mi ano para repetir de nuevo la operación.
.-“aaaaaAAAAAAAAGGGGGHHHH” de
nuevo un chillido aún más fuerte surgió de mi boca, al notar que esta vez su
polla se abría camino en mis entrañas y lograba avanzar.
De un nuevo golpe de riñón me
la clavó hasta el fondo. Pude notar como sus huevos golpeaban en mis nalgas.
.-“Uuhmmm, que culito más
estrecho tienes putita” dijo mientras se recostaba sobre mi espalda y
disfrutaba el momento. Yo por mi parte trataba de morderme los labios y de no
chillar para su satisfacción.
.-“Quiero que sepas que es el
culito más rico que me he follado nunca” me susurró en el cuello. Yo cerré los
ojos tratando de que todo acabase de una vez.
.-“Seguro que más de un juez,
o algún abogado compañero de tu marido se hace una paja si ven este video” dijo
al tiempo que se incorporaba lo suficiente para coger de nuevo su móvil y
grabar como estaba siendo sodomizada.
.-“Yo desde luego pienso
hacérmelas cada vez que lo vea” decía martilleando mi conciencia. Y acto
seguido me propinó un manotazo sobre una de mis nalgas que seguro se enrojeció.
Yo no podía soportar más dolor.
.-“Aaayh” grité sorprendida
por su manotazo. Y acto seguido me dio otra cachetada en mis nalgas.
.-“aaagggH” chillé de nuevo. Y
ahora se sucedieron varias nalgadas seguidas cuyo dolor traté de sobrellevar lo
mejor que pude.
Por suerte unos bufidos de mi
violador indicaban que estaba a punto de correrse y de que terminaría aquel
tormento.
.-“Oh siiH, me corroooOOh. Me
corro putaaaaaaAAAH” pude escuchar que gritaba al tiempo que notaba como sacaba
su polla de mi interior y se corría sobre mi espalda.
El asqueroso agente Ruipérez
permaneció un tiempo recostado sobre mi espalda descansando. Un sepulcral
silencio contrastaba con los chillidos de hace unos momentos. Luego con total
normalidad sacó un pañuelo de su bolsillo y me limpió los restos de su semen en
mi espalda.
Yo ni podía ni quería
incorporarme, preferí permanecer tumbada boca abajo sobre la mesa a la espera
de lo que hacía mi violador. Pude escuchar como se subía los pantalones, se
abrochaba la cremallera, sacaba unas llaves y procedía a liberarme las manos a
la espalda.
Antes de abandonar la sala
dijo:
.-“Puedes irte, dejaré abierta
la puerta de emergencia de aquí al lado para que nadie te vea salir. Tu bolso y
algunos de los objetos personales están en el contenedor de basura que tienes
justo enfrente al salir a la calle. Por mi parte romperé tu expediente, no
quedará ninguna prueba de que has estado en esta comisaría. Ah, tu colgante y
tu reloj han servido para comprar el silencio del Johnny. Olvídate, de pensar
que puede testificar a tu favor. Si se te ocurre contar algo de esto a tu
marido, o te atreves a denunciarme, créeme cuando te digo que difundiré el video
por toda la adjudicatura del país, de tal forma que tu marido sea incapaz de
ejercer de nuevo. Lo mejor será que lo olvides todo, de lo contrario tu
pesadilla no habrá hecho más que empezar” Y dicho esto abandonó la sala dando
un pequeño portazo.
Rompí a llorar en que abandonó
la sala pensando en cuanto me había dicho. A duras penas pude cubrirme con el
vestido cuando salí corriendo de aquella sala. La puerta que conducía al
interior del resto de la comisaría estaba cerrada, por el contrario la puerta que
daba a la calle vía salida de emergencia estaba abierta.
Rebusqué entre la basura del
contenedor que había en la calle y encontré mi bolso y mis zapatos. Me dí
cuenta que en esa misma explanada, en una zona oscura y poco iluminada estaba
el mercedes de mi esposo. Me subí en el y abandoné aquella casa de los horrores
cuanto antes. Pude cambiarme de ropa y arreglarme un poco antes de llegar hasta
el pueblo en el que estaba mi familia. Nunca le conté nada de lo sucedido a mi
esposo. Acude todas las mañanas a ejercer su profesión con el orgullo
característico.
Desde entonces, siempre navego
por Internet con temor a encontrar un video en el que yo sea la protagonista
Dedicado a todos aquellos que
piensan que esto nunca puede pasarles.
Besos,
Sandra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario