Era un caluroso día de verano.
Mi marido y mi hijo se encontraban en la playa lejos de la ciudad en la que me
encontraba por motivos de trabajo. Ese verano mi esposo y yo no pudimos
coincidir en las fechas de vacaciones, por lo que estaría sola en casa durante
al menos quince días. Como mi jornada laboral terminaba a media tarde disponía
de tiempo para disfrutar de la ciudad, pasear, ir de tiendas, o sentarme en
algún velador.
Aquel día llevaba puesto un
vestido blanco muy veraniego que recordaba el estilo de Ibiza. Era de escote en
“v” muy generoso por delante y espalda descubierta por detrás, cuyos tirantes
se anudaban al cuello, y con una faldita a medio muslo que realzaba mis piernas
y mi culito. Como hacía mucho calor decidí no ponerme sujetador pues me daba
calor, y a pesar de que sabía que la tela del vestido se transparentaba un poco
llevaba puesto un tanga oscuro. Mi marido siempre me dice que los tangas me
sientan estupendamente. En verdad, no había hecho muchas coladas y era de la
poca ropa interior limpia que me quedaba aquel día.
He de reconocer que había
descuidado las tareas del hogar por culpa de aquel libro: “El camino hacia la
sombra”. Desde que me lo recomendó una compañera de trabajo no podía dejar de
leer y leer. Aunque normalmente uso lentillas, ese día llevaba puestas las
gafas pues tengo algunas dioptrías. Mi marido dice que me dan un aire de
chiquilla inocente.
Comentar que yo me llamo
Sandra, tengo 31 años y estoy felizmente casada con mi marido desde hace unos
años. Soy morena, algo bajita, y según mi marido bastante atractiva. Siempre me
dice que tengo un culo y unos pechos preciosos que de no ser por la altura
seguro que daba el tipo de modelo. El también es moreno, tiene 33 años y
mide1,80 de altura, con algo de barriguita, vamos un tipo de lo más normal.
Todo comenzó cuando me
encontraba sentada leyendo el libro en el autobús con destino al centro de la
ciudad, dispuesta a realizar algunas compras. Era uno de esos asientos en los
que se enfrentan cuatro personas. Yo era la única ocupante de los cuatro
asientos y me encontraba en sentido a la marcha del autobús leyendo. Como cogí
el bus al principio de línea, había poca gente en todo el autocar y pude elegir
asiento. Al poco tiempo se acomodó en el asiento justo enfrente al mío un joven
que de primer vistazo me pareció bastante atractivo, debía tener “veintipocos”
años, aunque apenas le presté atención debido sobretodo a la diferencia de edad
y a que estaba absorta en la lectura.
He de reconocer que ese libro
lograba excitarme, estimulaba mi imaginación y despertaba en mí sensaciones
desconocidas. Para aquellos que no lo han leído comentar que trata de cómo un
señor maduro conoce a una jovencita a la que poco a poco va iniciando en el
mundo del sado. Relata entre sus capítulos algunos pasajes eróticos y otros de
sexo duro, aunque al final se trata de una historia de amor.
El destino quiso que en el
trayecto del autobús leyese uno de los capítulos más excitantes que he conocido
nunca. Me encontraba ligeramente recostada contra el cristal sobre el asiento.
Abría y cerraba ligeramente mis piernas inconscientemente fruto de la
excitación, e incluso me acariciaba ligeramente con la mano que no sostenía el
libro, bien el crucifijo en mi escote, o bien en mi vientre sobre la tela del
vestido. Creo que incluso llegué a humedecer mi tanguita. Una vez finalizada la
lectura del episodio tomé consciencia de dónde me hallaba. Sorprendí al
muchacho de enfrente mirando mis piernas tratando de adivinar el color de mi
ropa interior. La verdad es que me había descuidado y mi faldita se había
subido hasta el límite de lo decente. Seguro que cuando abría y cerraba las
piernas inconscientemente habría visto la tela de mi ropa interior. El joven no
apartaba la vista tratando de no perderse detalle alguno.
Me fijé detenidamente en el
muchacho por encima de mis gafas. Era realmente atractivo, a lo mejor era su
descaro, o su mirada, pero había algo en él que me atraía. Vestía las típicas
chanclas brasileñas, con pantalón corto y una camiseta. Se trataba de ropa de
marca que le sentaba bien en su cuidado cuerpo algo musculoso.
Con cierto paralelismo al
libro me cuestioné el porqué la sociedad considera a las mujeres casadas como
seres asexuados, como si no pudiésemos disfrutar de nuestro sexo. Me fijé en la
alianza de mi mano. Me reconocí a mí misma que aunque la situación se iniciase
fortuitamente y sin querer, me agradaba el hecho de provocar a aquel yogurín,
de sentirme atractiva y deseada. Me pregunté que podía haber de malo en tratar
de jugar y seducir a aquel joven. Supongo que la lectura disparó mis
pensamientos. Por un momento vencí mis miedos y temores y esta vez abrí mis
piernas intencionadamente lo justo para comprobar si mi acompañante podía ver
sin problema mi escasa ropita interior. Menos mal que podía ocultarme tras las
gafas y el libro para no ser descubierta, quería observar las reacciones del
joven. Me agradó contemplar su mirada lasciva y su deseo clavado en mí.
De nuevo los temores al que
dirán asaltaron mi mente, aquel comportamiento no era propio de una mujer
casada y decente. ¿Y si me viese algún vecino o conocido tonteando de esa
manera?. Era una locura. Cerré mis piernas juntando las rodillas, el gesto me
traicionó, pues fue rápido, instintivo, de manera casi violenta. El muchacho
alzó la vista sorprendido sobre todo por mi reacción y nuestras miradas se
cruzaron por un instante. Traté de disimular alzando el libro y cubriendo mi
mirada de la suya. Por un momento sentí vergüenza de ser descubierta. Me sentía
como una chiquilla a la que pillan haciendo alguna travesura. Quise comprobar
lo que podía pensar mi acompañante y decidí volver a mirarlo. Esta vez me
estaba esperando a que bajase el libro para poder mirarme fijamente a los ojos.
Cuando nuestra mirada se cruzó de nuevo, se sonrió al ver que mis mejillas se
estaban sonrojando sin que pudiera controlarlo y mis gafas comenzaban a
empañarse ligeramente por el calor desprendido. “Tierra trágame” pensé para mí.
¿Y si el muchacho conoce de algo a mi marido?.
¡Dios mío que vergüenza!.
Después de todo hemos subido al autobús en la misma zona. Instintivamente crucé
las piernas, pero fue peor el remedio que la enfermedad, pues dada la altura a
la que se encontraba mi faldita ahora le permitía ver prácticamente toda mi
pierna hasta el culo, al menos hasta la zona en la que mi piel se aplastaba
contra el asiento, así que el joven sabía sin duda alguna que llevaba un tanga
puesto. Quise bajar de nuevo mi pierna y juntar de nuevo mis rodillas, pero
algo en mi mente me retuvo. “¿Por qué?” Me preguntaba en mi interior. ¿Por qué
no podía jugar y seducir a aquel joven?. En el interior de aquel autocar no
había nadie conocido, luego no había nada que temer de lo que pudieran pensar
sobre mí, o de lo que pudieran andar contando. Se trataba de algo entre el
muchacho y yo. Si se había prolongado la situación era porque así lo había
querido, de lo contrario hubiese cerrado mis piernas a la primera y asunto
zanjado. Me armé de valor, quise comprobar hasta donde podía llevar esa
situación. Cerré el libro sobre mi regazo y miré fijamente a los ojos del
muchacho. Tuve que superar todos mis temores para aguantarle la mirada. Parecía
universitario. Mis pezones se pusieron de punta delatando mi excitación. El
alternaba su mirada entre mis piernas, mi escote y mis ojos. Ahora era él quien
se mordía el labio inferior inconscientemente mostrando sus deseos. Comencé a
jugar con el colgante que caía entre mis pechos mientras trataba de aguantar la
mirada al muchacho que se sonreía de forma deshonesta.
.-“ Es realmente bueno”
pronunció el muchacho rompiendo la tensión en las miradas y sorprendiéndome.
.-“Perdón” dije algo aturdida.
.-“El libro que esta leyendo.
Es realmente bueno” me dijo señalando con la vista el libro que permanecía
cerrado sobre mi regazo.
.-“Oh, sí, lo es” dije
tartamudeando todavía sin saber como reaccionar.
.-“¿Lo has leído?” pregunté
instintivamente sin pensar muy bien si realmente quería entablar conversación
con el joven.
.-“Me lo recomendaron en la
facultad. Estoy terminando psicología y reconozco que tuve que leerlo de una
tacada, es un libro que te engancha” dijo ahora más amable el joven. ¡Dios mío!
si de verdad lo había leído, estaba claro que el muchacho estaba comprobando
mis reacciones. ¡Además estudiaba psicología!. Me dije a mi misma que debía ser
valiente y continuar con el juego. Quería saber sobre todas las cosas si ese
muchacho estaba dispuesto a seducirme y cómo lo haría.
.-“¿Por dónde vas?” me
preguntó directamente.
.-“Oh, estoy casi al principio”
respondí esta vez sin parecer estúpida como antes.
Una pareja de ancianos venían
dispuestos a sentarse en los otros dos asientos libres, el joven los vió venir
de frente e incorporándose les cedió el asiento diciendo:
.-“Será mejor que se sienten juntos”
dijo refiriéndose a la pareja de abueletes y sentándose a mi lado. El joven se
sentó a mi izquierda y yo permanecí entre su derecha y los cristales del
autobús. Aproveché la interrupción para ajustarme la falda como es debido.
.-“Gracias muy amable, ya no
quedan jóvenes educados como usted” dijo el señor acomodándose ahora enfrente
mío. Menos mal que había dispuesto mi falda correctamente, de lo contrario le
dá un infarto al abuelo.
La pareja de ancianos entabló
una leve conversación con mi acompañante y yo aproveché para continuar leyendo.
El tema parecía haberse enfriado.
El autobús comenzó a llenarse
de gente a medida que nos acercábamos al centro de la ciudad.
Pude comprobar que el muchacho
se arrimaba hacia mi posición tratando de buscar el roce y el contacto de
nuestros cuerpos. Yo continuaba leyendo hasta que en un momento dado cruzó los
brazos sobre su torso, y la zona de su codo y antebrazo derecho rozó con mi
pecho izquierdo. No quise darle mayor importancia. Con el traqueteo del autobús
el joven aprovechaba la más mínima ocasión para rozar mis tetas. Sutilmente,
como quien no quiere la cosa, la maniobra comenzó a hacerse evidente entre los
dos. El chaval al no obtener ningún tipo de rechazo a sus caricias por mi
parte, comenzó a moverse levemente acariciándome el pecho con su codo.
El conductor del autobús dió
un frenazo y el muchacho aprovechó simulando no caerse para posar su mano
derecha sobre mi pierna izquierda, a la altura de mis rodillas. Miré su mano en
mi pierna y al igual que antes decidí no darle la menor importancia. Continué
leyendo. Lo cierto es que estaba ensimismada con el libro.
De nuevo un capítulo de
contenido erótico logró disparar mi imaginación. En el episodio del libro la
protagonista era obligada a desprenderse de las bragas y era manoseada en un
lugar público hasta alcanzar un brutal orgasmo maravillosamente descrito por la
narradora. De nuevo comencé a abrir y cerrar mis piernas. El muchacho se dio
cuenta conocedor del contenido del libro y del pasaje en el que me encontraba,
acariciaba mi pierna de manera cada vez más atrevida. Incluso llegó a arrastrar
hacia arriba levemente la telita de mi falda descubriendo más parte de mi
pierna. Yo continuaba abriendo y cerrando mis piernas inconscientemente. Creo
que incluso llegué a suspirar cuando sus manos se deslizaron por la parte
superior de mis muslos. Fue entonces cuando alcé la mirada y pude comprobar que
el ancianito de enfrente, hasta ahora inadvertida su presencia para mí, no
perdía detalle de las maniobras del chico. Incluso su mujer le tuvo que dar un
codazo para que dejase de mirar. Fue la mirada de la ancianita juzgándome con
desprecio la que me envalentonó y decidí cruzar las piernas de nuevo
ofreciéndole una visión espectacular de mi pierna y mi culo, tal y como hiciera
con el joven anteriormente, a su arrugado marido. El cual al comprobar que
llevaba tanga y la estupenda visión de mis piernas hasta el cachete del culo,
se le salían los ojos. La abuelita se levantó arrastrando del brazo a su pareja
mientras murmuraba entre dientes “descarada”.
Yo miré al muchacho y este se
estaba riendo, le faltó poco para soltar alguna carcajada. Permanecía con su
mano en mi pierna. Yo lo miré desconcertada por su sonrisa.
.-“Caray, ha sido muy valiente
por tu parte” dijo mirándome.
.-“¿El qué?” dije sorprendida
por sus palabras y su actitud.
.-“Pues eso, creo que hay que
tener mucho valor para hacer lo que has hecho” me dijo el muchacho. Yo
continuaba estupefacta por sus palabras que para nada me esperaba.
.-“¿En serio piensas eso de
mí?, ¿qué soy valiente?” le pregunté.
.- “Mira, he visto tu alianza
en el dedo, sé que estas casada, y también he leído el capítulo del libro en el
que te encuentras, y sinceramente creo que al igual que la protagonista sólo
las valientes logran disfrutar”. Esta vez me rodeo con el brazo por detrás de
la espalda abrazándome por la cintura. Su mano entró en contacto con mi espalda
desnuda. Acercó su rostro al mío, y antes de que pudiera decir nada me dijo en
un susurro:
.-“Eres realmente intrépida,
me encantaría invitarte a un café y comentar algunos pasajes del libro,
¿puedes?” dijo acariciando mi cintura.
.-“Yo..., eeeeh...,estoooo “
no supe que responder. Hacía tiempo que sólo los brazos de mi marido me abrazaban.
Sus caricias en mi piel provocaban en mi sensaciones contradictorias que no me
dejaban pensar con claridad. El bajó sutilmente su mano hasta acariciar mi culo
por encima de la tela del vestido contra el cristal del autobús. Nadie que no
fuera mi marido me había acariciado antes de esa forma.
.-“Vamos ya has hecho lo más
difícil, eres muy valiente ¿no me dirás que no te gusta?” dijo mirándome
fijamente a los ojos. Ahora tenía su mano izquierda sobre mi pierna y su mano
derecha rodeando mi espalda acariciando mi culo.
.-“Mira yo solo pretendía
jugar, me gustó ver tu cara de sorpresa, buscaba algo que me hiciese soñar,
imaginarme algo fuera de la rutina. Como en el libro. Me halaga saber que te
gusto, eso es todo. Estoy felizmente casada y no va a suceder nada entre tu y
yo. Se que eres un tipo listo, y si has leído el libro me entenderás
perfectamente” traté de poner un poco de cordura en todo este tiempo.
.-“Lo sé, tranquila...” dijo
el joven “no ha ocurrido nada que tú no hayas deseado, tan sólo te he seguido
el juego. Sé que soñaré contigo esta noche. Tan sólo me gustaría tomar un café
contigo y poder charlar un rato. No hay nada de malo en hablar un rato”. Dijo
mientras continuaba con sus caricias, esta vez su mano que acariciaba mi culo
se perdía bajo la tela del vestido como buscando la juntura de mi prenda
interior. Al llevar tanguita contactó directamente con la piel. Un escalofrío
sacudió mi cuerpo. Menos mal que era en el lado del cristal, por lo que la
maniobra pasaría desapercibida para el resto del autobús. Me puse nerviosa.
.-“Yo...,eeeh, debería bajar
en esta parada” dije sin ser cierto e intentando incorporarme y salir corriendo
de aquella situación embarazosa en la que me había metido, cuando escuché una
especie de “click”. Al levantarme pude comprobar como un lateral del elástico
de mi tanga se había roto, o mejor dicho lo había roto, pues pude comprobar
como se guardaba un objeto metálico en el bolsillo, mi prenda íntima apenas se
sujetaba rodeando tan sólo una de mis piernas a modo de liguero. De disponerme
a andar caería para mi vergüenza en medio del autobús, me senté de nuevo
rápidamente. “¿Cómo narices lo habrá conseguido?” me pregunté mientras me
sentaba.
.- “Escúchame bien, ¿Qué te
has creído?” le dije muy seria y fingiendo estar enfadada pese a que me había
sorprendido.
.- “Te dije que no podías
negarte, ahora necesitas de mi ayuda para no perder tu ropa interior en medio
de la calle. Tan sólo me gustaría tomar un café contigo. ¿Qué tiene de malo?,
¿por qué desconfías tanto de mí?” dijo poniendo carita de pena.
Yo dudé durante unos
instantes, era un manojo de dudas y de preguntas, mi cabeza pensó miles de
cosas en tan sólo unos segundos, estaba desconcertada, aturdida, no era ni
lógica la situación en la que me encontraba. Miré al muchacho fijamente a los
ojos. En verdad no me pareció mal chaval, yo tan sólo quería provocarlo y me
había encontrado con un joven que seguro de sí mismo me había seguido el juego.
Lo que realmente me llamaba la atención era que pese a su juventud no se había
amedrentado por mis insinuaciones. Hasta ese momento mi experiencia con los
hombres era que huyen y sienten miedo cuando una mujer toma la iniciativa, pero
por primera vez en mi vida había topado con un tipo seguro de sí mismo. A decir
verdad fuí yo la que sedujo a mi esposo cuando nos conocimos, él tan sólo fue
un pelele de mis maniobras.
.-“Esta bien” dije...”ayúdame
a bajar del autobús sin perder mi ropa interior y te acompañaré hasta una
cafetería” dije tratando de averiguar cómo lo haría.
.-“Pero te advierto, si pierdo
mi ropa interior y paso la mayor vergüenza que pueda pasar en mi vida, se acabó
el café, despídete, porque iré rumbo de vuelta a mi casa con mi esposo, y reza
para que este no te parta la cara en que se lo cuente ” dije algo seria.
.-“No creo que quieras
contárselo a nadie, pero tranquila te ayudaré” dijo rodeándome de nuevo con su
brazo derecho y cogiendo los lateras del tanga entre su pulgar y su índice a
modo de pinza sobre la tela del vestido, luego me dijo:
.-“Será mejor que nos
levantemos a la vez y salgamos abrazados del autobús como dos enamorados”. Dijo
sujetando con fuerza mi prenda a través del vestido.
Ambos nos incorporamos a la
vez y bajamos del bus abrazándome de la cintura tal y como me había indicado. Pude
oler su fragancia a colonia muy agradable. El agarraba con fuerza los tirantes
de mi prenda para que no cayera. Por suerte, la parada estaba situada justo
enfrente de un hotelito de tres estrellas que disponía de cafetería.
.-“¿Qué te parece en esa cafetería
mismo?” dijo el joven señalando con la mirada el bar del hotel.
.-“Está bien” dije yo misma
dirigiéndome hacía su interior. Una vez dentro del hall del hotel yo me
disponía a ir hacia los aseos cuando mi acompañante dijo:
.-“¿A dónde vas?” me preguntó.
.-“A los aseos a arreglarme
como pueda” respondí yo segura de que no podía ser de otra manera.
.-“De eso nada, ¿Quién me
asegura que luego tomaremos el café?” dijo el muchacho tirando de mi hacia la
cafetería. Yo me dejé arrastrar, temía perder mi ropa interior allí en medio, a
pesar de llevar puesto el vestido me sentía como si fuese desnuda. Tenía esa
sensación de que todo el mundo te mira aunque la gente de tu alrededor continúa
con su rutina. Nos sentamos en unos sillones como de cuero en un rincón de la
cafetería. Mi acompañante pudo notar que me supo frío al sentarme el contacto
del tapiz con mi piel.
.-“¿Qué vas a tomar?” me
preguntó una vez sentados.
.-“Un café ¿y tú?” pregunté yo
tratando de relajar la situación.
.-“También” dijo él llamando
al camarero.
.-“Bueno ya no necesitas mi
ayuda, ¿te sientes mejor?” dijo el muchacho.
.-“Puede que ya no esté tan
nerviosa” le respondí.
.- “Siento haberlas roto, dime
cuánto te costaron y te las pagaré” dijo sacando algunos billetes de su cartera.
Dejó un billete de veinte euros encima de la mesa para pagar al camarero y me
tendió con su mano un billete de cincuenta. Dando a entender que el dinero no
era un problema para él. Yo no sabía si cogerlo o partirle la cara. No sé
porque lo hice, pero tiré del otro extremo del billete que sostenía su mano y
abriendo mi bolso lo guardé dentro.
.-“Por supuesto que quiero que
me las pagues” dije siguiendo el juego.
.-“Supongo que ahora son mías”
dijo el joven sonriendo irónicamente.
.-“¿Que quieres decir?”
pregunté algo inocente.
.-“Pues eso, que si las he
pagado serán mías y quiero que te las quites. Me gustaría tenerlas” dijo
mirándome a los ojos desafiándome a seguirle el juego. Yo lo miraba también
fijamente a los ojos. No sabía que hacer. Abrí el bolso dispuesta a devolverle
su billete.
.-“Vamos no es el dinero lo
que me importa y lo sabes de sobra, además de guapa eres muy inteligente y lo
estas entendiendo” dijo cogiéndome de mi barbilla para que lo mirase
detenidamente a los ojos.
.-“Lo que quiero saber es si
estas dispuesta a seguir adelante. Quiero saber si estas dispuesta a
entregármelas aquí y ahora. Vamos... estoy seguro que lo has visto en un ciento
de películas y te has excitado imaginando que podía pasarte a ti. Y ahora que
tienes la oportunidad de que te suceda... creo en el fondo tienes ganas de
hacerlo, pero tienes miedo de lo que pueda pensar un desconocido como yo.” Bajé
la cabeza apartando la vista muerta de vergüenza.
.-“Ya te dije antes que me
parece muy valiente por tu parte todo cuanto estas haciendo, es muy difícil
superar los temores, lo fácil y lo correcto sería salir corriendo. Otras ya
hubiesen abandonado en tu lugar y hubiesen interpretado su papel de fieles
esposas. Pero creo que no me arrepentiré de haberte conocido, y tú tampoco”
dijo posando de nuevo su mano en mi rodilla.
El camarero interrumpió la
conversación sirviendo las consumiciones. Un silencio se hizo entre los dos. Yo
miraba a todos los rincones de la cafetería. Había poca gente. ¡Dios mío todo
era una locura!. Desde que había conocido a ese estudiante de psicología todo
era un sin sentido. Pero tuve que reconocerme a mí misma que pese a todos mis
miedos, a pesar de mis temores, debía aceptar que me encontraba excitada. Tal
vez porque llevaba un tiempo sin hacer el amor con mi marido, tal vez porque
por primera vez en mi vida desde que me casé estaba siendo seducida y me
gustaba. Tal vez su descaro, y a la vez su sinceridad, era todo inaudito para
mí. Sopesé si se trataba de un maníaco o algo así, pero enseguida desestimé esa
opción. Simplemente estaba seguro de sí mismo, conocía los rincones de mi mente
y eso me desconcertaba Era algo inimaginable para mí, y que seguramente no me
volvería a pasar nada igual de emocionante en mi vida.
.-“Está bien” dije sin dar
crédito a lo que yo misma acababa de decir y dicho esto me recosté levemente
sobre el lado que estaba rota mi prenda para poder despojarme por debajo de la
falda todo lo rápido que pude lo que quedaba de mi tanga, que estrujándolo en
un rebullo en mi puño, se lo entregué nerviosa en la mano a mi acompañante. El
joven pudo percibir el temblor de mis manos.
.-“No me creías capaz eh, pues
ahí tienes la maldita prenda”. Dije desafiante. El chaval no se lo podía creer.
Me gustó sorprenderlo. Realmente lo había dejado fuera de juego, en cierto modo
el muchacho había perdido la iniciativa y eso me agradó.
.-“Bufff, no me lo esperaba,
eres realmente increíble ¿Cómo te sientes?” me preguntó en un tono muy cordial
y sincero.
.-“No sé que decirte, yo, eh, estooo...”
no sabía que decirle.
.-“Dime ¿te ha gustado?”
preguntó acariciando de nuevo mi rodilla.
.-“ Si, no sé, nunca creí que
sería capaz de hacer algo así” dije mirando su mano en mi pierna.
.-“¿Quieres dejarlo aquí?”
preguntó él.
.-“¿El qué?” dije yo
sorprendida pensando que se refería a dejar mi tanga en el sillón de la
cafetería o encima la mesa, porque lo veía muy capaz.
.-“¿Quieres que me vaya
ahora?” preguntó el sorprendiéndome.
.-“¿Por qué quieres irte?” le
pregunté algo incrédula, deseaba que se quedase. No creí que fuese de los que
se asustan dadas las circunstancias.
.-“Mira,... si lo dejamos así
seguramente yo pensaré irremediablemente en ti al llegar a la soledad de mi
casa y tú probablemente terminarás acostándote con tu marido. Será algo
maravilloso que permanecerá en nuestro recuerdo habernos conocido. Pero si
continuamos....” se calló por unos momentos.
.-“Si continuamos tal vez
demos un paso que no tenga marcha atrás, y estropee todo cuanto ha sucedido
hasta ahora”.
.-“¿Por qué dices eso?, que yo
sepa entre tu y yo no ha pasado nada malo. Tan sólo ha sido un comienzo algo,
algo... distinto diría yo ” le pregunté.
.-“Hasta ahora” Y se sonrió
cómo si ya lo tuviese todo planeado.
.-“¿Has visto al señor mayor
con chaqueta al fondo del bar?” dijo él.
.-“Si el calvo” asentí yo sin
saber porqué la conversación estaba cambiando de rumbo.
.-“ Ha visto como cogías el
billete de cincuenta y lo metías en el bolso, también ha visto como me
entregabas tus braguitas, ¿Qué crees que pensará?” dijo acariciando esta vez
mis piernas por encima de la rodilla.
.-“¡Dios mío! Pensará que soy
una prostituta” dije llevándome las manos tapándome la boca.
.-“Pe, pero no puede ser” me
aseguré que nadie miraba cuando lo hice.
.-“¿Estas segura?” insistió
él.
.-“No, no estoy segura, que
quieres que te diga, me muero de vergüenza sólo de pensarlo. ¿Y si me conoce de
algo?” estaba roja como un tomate.
.-“Sólo hay un forma de
saberlo” me dijo.
.-“Y ¿Cómo?” pregunté yo “no
pensarás que vamos a ir a preguntárselo” dije algo nerviosa creyéndolo capaz.
.-“ Es más sencillo que todo
eso. Acompáñame al baño de caballeros, si nos sigue es que lo ha visto todo y
tendrá curiosidad, si permanece sentado es que no ha visto nada y simplemente
creerá que abandonamos el bar, ¿no quieres salir de dudas?”.
.-“Si claro”, la idea no me
pareció descabellada, sabía que se tramaba algo entre manos y la curiosidad
también se apoderó de mí, por lo que incorporándome en pie le dije:
.-“Vamos, salgamos de dudas”.
Se levantó tras de mí y me
dirigí directa a los aseos. El caminaba detrás de mí, y lo que no pude ver es
como le hizo señas al señor para que nos siguiese. En verdad el señor no debía
haber visto nada, pero mi joven acompañante se las había ingeniado bien. Además
una vez dentro del aseo de caballeros, y antes de que nos introdujésemos en uno
de los reservados, mi acompañante dejó caer lo que quedaba de mi tanga en medio
del suelo a la vista de nuestro seguidor.
El joven muchacho y yo nos
metimos en uno de los reservados echando el pestillo. Los servicios del hotel
se veían limpios y por suerte olía a ambientador de fresa relativamente
agradable. Pudimos escuchar los pasos del señor mayor con chaqueta que estaba
leyendo el periódico y que nos siguió sorprendido siguiendo las indicaciones de
mi acompañante. Se detuvo por un instante, seguramente a recoger mi prenda
rota, lo que desbordaría su imaginación.
Yo permanecía en silencio
detrás de la puerta muerta de vergüenza pues por primera vez en mi vida me
estaban confundiendo con una vulgar prostituta. Además debajo de mi vestido ya
no quedaba ninguna prenda. Estaba paralizada detrás de la puerta cuando mi
acompañante me dio un pellizco en el culo
.-“Hay!!!” grité yo, cogida
por sorpresa del dolor.
.-“Ahora ya sabe que estas
aquí dentro” dijo él susurrándome en la oreja y situándose tras mi espalda
ambos detrás de la puerta.
.-“No vuelvas a pellizcarme,
me has hecho mucho daño” le susurré para que no nos oyeran. Yo estaba con la
oreja detrás de la puerta tratando de escuchar lo que ocurría fuera, cuando de
repente el muchacho levantando levemente la tela del vestido y cogiéndome por
sorpresa, me dió un manotazo con la palma de su mano bien abierta para que
hiciese tan peculiar ruido.
.-“Aah” chillé al sentir el
azote en mi culo.
.-“¿Pero que haces?, estás
loco, te he dicho que me haces daño” le increpé susurrando.
.-“Algo tenemos que hacer ¿no
crees?” me dijo el muchacho.
.-“¿Por qué?, yo lo que quiero
es que se vaya cuanto antes para salir” le dije al joven.
.-“ Pues me temo que no se irá
hasta que crea que hemos acabado el polvete, querrá saber lo que sucede,
seguramente se la estará pelando en el otro reservado.” Me dijo en voz baja
medio riéndose de la situación.
.-“Ah sííííí, ¿Y que quieres
que haga?” le pregunté tratando de averiguar sus intenciones.
.-“Tenemos que hacerle creer
que estamos follando como locos, seguro que así termina antes y se las pira”
dijo tratando de convencerme.
.-“Por que no finges un
orgasmo” me dijo “seguro que lo finges muy bien cuando lo haces con tu
maridito”.
.-“Pe, pero...me muero de
vergüenza” dije bajando la cabeza.
.-“Vamos anímate, es parte del
juego. Si quieres gírate de cara contra la puerta, así no me verás y te dará
menos corte.”
.-“¡Dios mío! Esto es una
locura.” Dije girándome de espaldas a él contra la puerta del reservado
dispuesta a fingir el maldito orgasmo.
.-“Uuuuhmmm” comencé a gemir.
.-“Vamos, vamos un poco más de
realismo de lo contrario no se lo va a creer nuestro amigo” me susurraba el
joven tras de mí.
.-“Uuuuhmmm” repetí de nuevo
el gemido.
.-“Así no hay quien se lo
crea, tienes que ponerle más realismo” me susurraba en la espalda muy cerca de
mí. De nuevo me levantó el vestido levemente y me dio otra cachetada en el culo
que resonó en todo el baño. Yo me volví de nuevo enfadada dispuesta a
recriminarle la acción cuando poniendo un dedo en mi boca haciéndome permanecer
en silencio me dijo:
.-“Sssshh, ya verás, di que te
gusta” me dijo.
.-“Uuuhmm, me gusta” dije
ahora más alto. Otro manotazo cruzó mis nalgas enrojeciéndolas, y de nuevo me
indicó que gritase que me gustaba.
.-“Oooh, siiihh, me gustaah”
gemí yo fingiendo. Otro manotazo en mis nalgas. Yo apoyé mi brazo contra la
puerta de tal forma que mi cabeza descansaba sobre mi antebrazo y cerrando los
ojos y concentrándome, estaba dispuesta a fingir el mejor orgasmo que ese
chaval pudiera imaginar.
.-“Siih, sigue, sigue, me
gustaaahh” gemía yo siguiendo el juego. Estuve unos tres minutos gimiendo y
fingiendo...
Repetimos varias veces los
azotes y mis gemidos, Estaba tan concentrada que por unos momentos me olvidé
que estaba mi acompañante junto a mí. Mi respiración se aceleraba, pues yo
misma me estaba excitando de imaginármelo. Pude comprobar como me humedecía por
la situación y el nivel de concentración. Hasta que mi acompañante tratando de
deshacer el lazo de mi cuello que sujetaba el vestido me dijo:
.-“No creo que se lo esté
tragando, será mejor dejarle alguna pista”
.-“¿Pero que haces?” pregunté
sorprendida.
.-“Seguro que si dejamos tu
vestido colgando en la puerta termina convencido de que estamos desnudos y
follando ¿no crees?” me dijo tratando de convencerme que era una buena idea.
.-“Tu estas loco ¿o qué?” le
dije yo girándome de frente a él.
.-“Mira, haremos una cosa, yo
me doy la vuelta, procuraré no mirar, te quitas el vestido, y lo dejamos
colgando. Eso es todo” dijo preguntándome con la mirada si sería capaz.
.-“Ni lo sueñes, tu lo que
pretendes es verme desnuda” le indiqué.
.-“¿Y que hay de malo?, además
tan sólo podría verte el culo si te giras contra la puerta, y por cierto ya te
lo he visto al darte los cachetes. Es realmente precioso, perdona que te lo
diga dicho sea de paso. Pero no se trata de eso, la cuestión es otra....” dejó
un suspense en el aire.
.-“Ah , sí, y ¿cuál es la
cuestión según tú?” le pregunté yo.
.-“Seguro que alguna vez te
has preguntado si serías capaz de mostrarte desnuda delante de un hombre que no
fuera tu marido y cosas por el estilo, por ejemplo, ¿haces top less cuando vas
a la playa?” terminó preguntándome.
.-“Sí claro, alguna vez” le
indiqué yo.
.-“Por qué no me enseñas las
tetas a mí como haces en la playa a todo el mundo”.
.-“Por que no es lo mismo, yo
no hago top less para enseñar mi pecho a todo el mundo sino para que me dé el
sol y estimule mi melanina en esa zona, vamos para ponerme morena”.
.-“Bueno déjalo, ¿te atreves o
no?” me incitó de nuevo.
Yo permanecía quieta, no sabía
que hacer. Por una parte mi mente me decía que no debía desnudarme, que una
cosa era jugar y otra muy distinta lo que podía pasar, tenía miedo que al verme
desnuda se avalanzase sobre mí y en cierto modo me forzase, pues de una cosa
estaba segura: no quería ponerle los cuernos a mi marido. Quería seguir siendo
su fiel esposa. Supuse que mi marido había tonteado con alguna otra, incluso me
había contado que en alguna que otra fiesta y reuniones de empresa habían
acabado en puticlubs, pero que él nunca había subido a una habitación a pesar
del calentón, las insinuaciones y toqueteos con las chicas. Por otra parte me
encontraba lo suficientemente cachonda como para continuar con la situación.
Tuve que reconocer que tan sólo unos momentos antes me hubiese dejado acariciar
mis intimidades por aquel chaval.
.-“Prométeme que no harás
nada” dije mostrándole mis temores.
.-“Te lo prometo” dijo dándose
la vuelta. Yo deslizé los tirantes de mi vestido dejándolo caer por mis pies.
Estaba completamente desnuda de no ser por las sandalias. Deposité mi vestido
por encima de la puerta dejando medio vestido fuera y otro medio dentro, y me
quedé tras la puerta, de nuevo cara a la salida dando la espalda a mi
acompañante. Instintivamente me tapé mis pechos con una mano y mi monte de
venus con la otra a pesar de estar de cara contra la puerta.
.-“Recuerda seguir gimiendo”
dijo el joven muchacho dándose la vuelta y contemplando mi desnudo cuerpo por
detrás. Yo permanecía callada conocedora de que se había vuelto y me observaba.
Me sentía una mezcla entre estúpida y avergonzada, y por otra parte excitada y
temerosa. Esta vez me acarició con la yema de sus dedos por los laterales de mi
cuerpo, desde el final de mis costillas hasta las caderas. Esa zona siempre me
pareció bastante herogénea, se me puso la piel de gallina y los pelos de punta.
.-“Eres realmente hermosa” me
susurró acercándose a mi. Yo respiraba entrecortadamente fruto de la
excitación. Una de sus manos me acariciaba el culo.
.-“Dime ¿te gusta que te
acaricié?” esta vez pude notar su cuerpo sobre mi espalda. Era la primera vez
que nuestras pieles entraban en contacto de esa manera.
.-“Siiih” dije yo totalmente
abandonada a sus caricias esperando que avanzase en sus intenciones. Agarró mis
manos que todavía cubrían ridículamente mis pechos y mi pubis y las guió
entrecruzándolas hasta mi espalda.
Pude rozar su entrepierna. Un
escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a bajo. Por primera vez en mi vida
estaba acariciando un pene que no era el de mi marido aunque fuera por encima
de su pantalón.
Para mi sorpresa pude
comprobar atónita como el vestido que estaba colgando en la puerta desaparecía
para sorpresa de ambos.
.-“Mi vestido” grité al ver
como desaparecía. Alguien lo había cogido. Ambos nos quedamos de piedra.
.-“Pero haz algo” le dije a mi
acompañante.
.-“Y qué quieres que haga” me
dijo él.
.-“Recuperar mi vestido” le
dije. El muchacho salió corriendo. Yo volví a cerrar el escusado quedándome
sola completamente desnuda. Toda mi preocupación en ese momento se centraba en
cómo salir de allí sin montar un escándalo. El tiempo transcurría sin tener
ninguna noticia de mi joven acompañante. Comenzaba a inquietarme y pensaba una
y otra vez cómo salir de esa situación. Ví el bolso y me empecé a plantear
llamar a alguna amiga para que me ayudase. Temí que se enterase todo el mundo
conocido. Por suerte pude escuchar la voz de mi acompañante.
.- “¿Estas ahí?” preguntó en
voz alta al otro lado de la puerta del baño.
.-“Siiih” respondí abriendo el
pestillo.
.-“Toma es un albornoz del
hotel” me dijo tendiendo el albornoz hacía mi.
.-“Pero esto no es...” no me
dejo acabar la frase.
.-“Mira no sé quien coño ha
cogido tu vestido, lo único que se me ha ocurrido es alquilar una habitación.
Vamos, ponte el albornoz y una vez en el cuarto tratamos de comprar un vestido
para que puedas salir de nuevo a la calle”. Me dijo el muchacho.
Después de todo no me pareció
tan mala idea. Casi me muero de vergüenza al recorrer el hall del hotel hasta
los ascensores tan sólo con el albornoz puesto. El muchacho me acompañó hasta
la habitación reservada.
.-“Y ahora ¿que hacemos?” le
pregunté tras cerrar la puerta.
.-“Tenemos que tratar hacernos
con un vestido” dijo él.
.-“Si pero...¿cómo?” pregunté
de nuevo.
.-“Mira, puedo acercarme hasta
alguna de las tiendas cercanas y comprarte algo de ropa, al menos podrás coger
un taxi y llegar a tu casa ”. me explicó él.
.-“Me parece una buena idea”
respondí yo, “puedo esperarte mientras tanto aquí, igual aprovecho y me doy una
ducha y todo”. dije yo.
.-“Perdona, pero tengo que
devolver el albornoz, lo pedí prestado en recepción” dijo el muchacho.
.-“No importa voy por unas
toallas” dije yo con la intención de ir al baño de la habitación. El muchacho
me detuvo a medio camino justo a la entrada del pasillo que daba al baño.
Yo lo miré fijamente a los
ojos. Comprobé que el joven se moría en deseo por verme desnuda. Tuve que
pensarlo, pero siendo sincera conmigo misma me agradaba la idea de exhibirme
desnuda ante aquel muchacho, total en parte ya lo había hecho en los baños del
hotel. Deshice el nudo del albornoz lentamente mirando cara a cara a los ojos
del muchacho que ardía en ganas porque acelerase mis movimientos. Abrí poco a
poco los laterales del albornoz desesperando a mi joven acompañante y
disfrutando de sentirme deseada. Por fin muy despacito, lo dejé caer al suelo
mostrándome completamente desnuda ante él.
.-“Ya está, ya me has visto
desnuda, ¿satisfecho?” le dije al muchacho.
Se notaba que no dejaba de
admirar mis pechos y mi pubis.
.-“Es realmente precioso” dijo
mirando fijamente mi depilado monte de venus.
Se acercó y me quitó las
gafas, yo trataba de taparme ridículamente como podía con mis manos. Ahora
comenzó a dar vueltas alrededor mío contemplando mi cuerpo desnudo. Se detuvo
en mi espalda.
.-“Te ha gustado?” me
preguntó.
.-“¿El qué?” le devolví la
pregunta.
.-“Desnudarte para mí,
exhibirte ante un desconocido como yo. Mostrar tu cuerpo ante mí” dijo él. Yo
dudé por unos momentos antes de responderle.
.-“Si, creo que sí, me gusta
como me miras” dije algo avergonzada de mi confesión. Ahora pude notar su mano
en mi culo.
.-“Aún está un poco rojo de
los azotes” dijo acariciando mi trasero.
.-“Splasssh” soltó un nuevo
manotazo en mis nalgas.
.-“Hay, ¿pero que haces?. Me
has hecho daño” dije con voz de parecer una niña mala.
.-“¿Quieres que salga a
conseguirte un maldito vestido o no?” me preguntó él de manera muy autoritario.
.-“Si claro” dije yo
sorprendida por su pregunta.
.-“Entonces tendrás que hacer
cuanto te pida, esta claro” dijo él forzando la voz simulando ser un tipo duro.
Yo sabía que me estaba proponiendo continuar jugando y simular algún tipo de
roll. La curiosidad y la excitación me llevaron a seguirle el juego.
.-“¿Que quieres que haga?” le
pregunté yo con voz de niña traviesa.
.-“Por lo pronto, sólo
responderás si o no cuando te pregunte, y al finalizar cada frase deberás decir
la palabra amo, ¿esta claro?” preguntó él mirándome fijamente a los ojos y
desafiándome con la mirada.
.-“Si amo” dije bajando la
cabeza.
.-“Muy bien, veo que has
entendido. Como veo que te han gustado, y para que te quede del todo claro
comenzaré dándote unos azotes. Así sabrás quien es tu dueño y señor. Ven ponte
aquí”. Y dicho esto me situó de pie enfrente del espejo de un escritorio,
recostándome ligeramente apoyando mis manos sobre la mesa.
.-“Quiero que cuentes tus
azotes en voz alta, ¿está claro?” dijo situándose detrás mío.
.-“Si amo” pronuncié estas
palabras mientras con la vista lo amenazaba como diciendo “si te pasas te vas a
enterar”. Pero decidí seguirle el juego.
.- “Splassh” un primer
manotazo muy suave sacudió mi culo.
.-“Uno” dije en voz alta.
Recordé los pasajes del libro en el que la protagonista era azotada y lo mucho
que me excité al leer como lo narraba.
.-“Me encanta ver como rebotan
tus tetas” dijo a la vez que daba un segundo manotazo: “splasssh”.
.-“Dos” dije yo en voz alta.
La verdad no me hacía daño y estaba disfrutando con el juego.
.-“Splashhh” otro golpe relativamente
suave.
.-“Tres” continúe contando yo.
.- “Splasshhh, me gusta ver
como se enrojece tu culo, parece el de una guiri que no sabe tomar el sol” dijo
mirándome a través del espejo de encima de la mesa.
.-“Cuatro”, yo le aguantaba la
mirada.
.-“Splassh, veo que te gusta”
este manotazo fue un poco más fuerte que los anteriores. Cerré los ojos
dispuesta a sobrellevarlo.
.-“Cinco” pronuncié entre
dientes debido esta vez al dolor con los ojos cerrados.
.-“Splassh, ¿Te gusta?”
preguntó.
.-“Seis, si amo” susurré.
.-“Splasssh, no te oigo ¿te
gusta?” este manotazo fue todavía más fuerte aún que los anteriores.
.-“Siete, siiiih amo” dije
algo más alto. Bajando definitivamente la cabeza entre mis brazos apoyados en
la mesa asumiendo el roll del juego.
.-“Splaaaaassssh, más fuerte
no te oigo” dijo autoritariamente.
.-“Ocho, siiiiiiiih amo” dije
en voz alta.
.-“Splaaaasssssh, así que te
gusta fuerte eh, ¿te gusta que te dé fuerte? ” me susurró en la espalda.
.-“Siiiiiiiih, amo, nueve”
pronuncié reconociéndome a mí misma que me estaba excitando.
.-“Splassssssssh, hemos
terminado” el último manotazo fue el más fuerte de todos.
.-“Diez” dije yo
incorporándome para mirarlo a los ojos a través del espejo.
Esta vez acariciaba mi culo
con dulzura y dijo:
.-“Bufff, está enrojecido,
será mejor que pongamos algo de hielo” dijo sin dejar de contemplar mi
enrojecido culo. Fué al minibar y extrajo una lata de refresco que apoyó sobre
mi caliente trasero. Sentí alivio por el frío. Yo continuaba de pie frente al espejo
encima ante la mesita de la habitación del hotel.
.-“¿Has disfrutado?” preguntó
el con cierta ternura.
.-“No sé que decirte ha sido
algo extraño” le respondí, no quería reconocer que me había gustado.
.-“Ven, porqué no te sientas
en esta silla y tratas de relajarte, ¿puedes sentarte?” me preguntó con cariño.
.-“Gracias” le dije tratando
de agradecer el gesto de afecto por su parte.
Una vez sentada en la silla se
situó detrás de mí y comenzó a darme un ligero masaje en los hombros.
.-“¿Mejor así?” me preguntó
desde su posición.
.-“Uuuhm, si mucho mejor” gemí
tratando de relajarme y disfrutar del masaje. Por un momento dejé de sentir sus
manos en mis hombros.
.-“¿Qué haces?” le pregunté.
Antes de que pudiera girarme y ver como inmovilizaba mis manos en mi espalda
tras el respaldo de la silla. No le costó inmovilizarme con las dos muñecas a
la espalda. Una vez se aseguró que no podía desatarme se incorporó enfrente
mío. Ahora si estaba atemorizada pues me encontraba a su completa merced. Podía
gritar y gritar hasta que alguien me oyera y acudiera a mi socorro, pero
seguramente tendría que poner denuncia en la policía y explicar cómo había
llegado hasta allí a mi marido. O por el contrario podía tratar de salir de
aquella situación tratando de convencer al chaval. Quise confiar en mi poder de
seducción y en la belleza de mi cuerpo para salir de la situación.
.-“ ¿Por qué me atas?, no me
gusta, sabes que no es necesario.” Le dije tratando de que me desatase.
.-“Siento si te he hecho daño,
sólo quiero que disfrutes” me respondió. Esta vez se agachó enfrente mío. Le
quedaba atar cada una de mis piernas a las
patas de las sillas. Pude
comprobar que mis muñecas estaban inmovilizadas en la espalda por cable de
teléfono. Para atar una de mis piernas a las patas de la silla empleó el cable
del secador del baño, mientras que para atar la otra de mis piernas utilizó el
cordón de las cortinas. Al contemplar como realizaba los nudos tuve la
impresión de que ya lo había hecho antes.
.-“Esto no es nuevo para ti ¿verdad?”
le pregunté.
Se puso en pie con el
semblante muy serio y me preguntó:
.-“¿De verdad quieres
saberlo?” inquirió mirándome fijamente a los ojos.
.-“Si” respondí.
.-“Efectivamente, no es nuevo
para mí. Me gusta el sado, el bondage o el fetish o cualquier cosa que pueda
parecerse. Me gusta llegar al límite, explorar nuevas sensaciones, jugar con la
mente y los pensamientos más allá de lo convencional o de lo contrario no me
resulta placentero, ¿es eso lo que querías saber?.” Respondió.
.-“¿Qué pretendes hacer
conmigo?, ¿hasta dónde quieres llegar?, ¿me dolerá?” pregunté atemorizada.
.-“No, si tú no quieres, pero
ya verás como me suplicas porque continúe” me respondió “Mira, pese a todo lo
contrario a lo que la gente piensa, en este tipo de relaciones no ocurre nada
que uno de los dos no quiere que ocurra, de lo contrario pasa de ser una
relación íntima a convertirse en delito. La cuestión es... ¿hasta dónde estás
dispuesta a disfrutar tú?” me devolvió la pregunta.
.-“Suéltame, por favor te lo
ruego, déjame marchar” le dije con voz temblorosa.
.-“¿Estas segura?”, me susurró
en la nuca
.-“No por favor, suéltame”
pero mis palabras apagadas y tenues tan sólo reflejaban temor sin convicción en
lo que decía.
.-“Mira conozco tu lucha
interna, sé que te debates entre tus instintos y el deber.” Esta vez se puso en
cuclillas enfrente de mí mientras acariciaba mis piernas. Sus manos en mis
muslos me pusieron la piel de gallina. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de
arriba abajo mientras lo escuchaba
.-“Se que hay una parte de ti
que dice que esto no es propio de una mujer casada y decente. ¿Qué pensarían
tus amistades si supiesen esto de ti?. Ya te dije en el bus que me pareciste
muy valiente y lo sigo pensando, porque en el fondo hay otra voz en tu interior
que despierta tu curiosidad, que quiere saber hasta dónde puedes llegar, que
reconoce que la situación le excita, que nunca antes se había sentido tan viva.
Dejáme que te ayude a vencer tus miedos y a disfrutar. Dejáme que te guié en
este camino. ¿puedo?”. Mi respiración se aceleraba. Yo estaba envuelta en una
lucha interna sin precedentes. El muchacho tenía razón, la situación me
resultaba de lo más excitante, y sin embargo tenía miedo. Estaba arrodillado
tratando de oler mi sexo, esta claro que mi rasurado coñito le había llamado la
atención en cuanto lo vió. En alguna que otra ocasión me había tenido que
masturbar imaginando algo así con mi marido. Me excitaba ser sometida, la única
diferencia es que en mis fantasías deseaba que fuese con mi esposo, aunque era
evidente que eso nunca ocurriría con él.
Permanecía callada sin decir
nada. El debió interpretar mi silencio como consentimiento. Pude notar sus
labios en mi boca, por primera vez me había besado. Fué un beso con ternura.
¡Dios mio! era la primera vez que me besaba otro hombre que no fuera mi marido.
No me lo podía creer. Aquel muchacho y yo posiblemente nos llevaríamos diez
años de diferencia. Besaba muy bien, me agradó. Continué en silencio.
.-“¿Te ha gustado? Me
preguntó.
.-“Si” le respondí yo. El
joven volvió a besarme, esta vez su lengua recorrió cada rincón de mi boca.
.-“Ves como no pasa nada.
¿Estás ya más relajada?” preguntó de nuevo.
.-“Si, creo que sí” dije
buscando la tranquilidad en mi interior.
Fue entonces cuando dándome
una ligera bofetada me dijo:
.-“Responderás si amo, ni una
palabra más ni una palabra menos ¿entendido?” preguntó al tiempo que soltaba
otra leve bofetada que resonó aún más en mi interior. Yo dudé por unos
momentos. El silencio era tenso esperando mi respuesta. Al final pronuncié:
.-“Si, amo”.
Ya está. Ya lo había dicho,
había consentido continuar con aquella locura y ambos lo sabíamos. Podía haber
gritado pero no fue así. Sólo esperaba que realmente valiese la pena, por que
tan sólo quería disfrutar cuanto estaba sucediendo. Un pellizco en mi pezón me
hizo ver las estrellas.
.-“Haaay” chillé sorprendida
por el dolor de la caricia.
.-“¿Te ha dolido?” me
preguntó.
.-“Si, amo” respondí
consintiendo cuanto ocurría e incitando al muchacho a continuar.
Se dirigió hacia la puerta del
frigorífico del mueble bar. Mis sentidos estaban alerta pese a estar de
espaldas a la nevera. Escuché como destapaba una botella de cerveza, pensé que
tendría sed y la bebería, pero lejos de ocurrir eso sentí como un líquido frío
era vertido en mi cuerpo desprendido desde lo alto a mis pechos y mojando todo
mi cuerpo. La habitación se puso echa un asco, pues el líquido caía al suelo.
Permanecía callada y expectante. Pude percibir como el muchacho buscaba algo
entre sus ropas. Sacó un preservativo, se dirigió de nuevo al mueble bar y sacó
un plato con algunas frutas. Había pepino, limón, lima y algunas bolitas de
enebro. Pensé que guardaban eso en la nevera del hotel para la preparación de
los gin tonics. Pude ver como envolvía el pepino en el preservativo. El tamaño
de la hortaliza era algo mayor al de un pene. Yo lo miraba atemorizada y
comencé a gritar:
.-“No, ni se te ocurra, ¿qué
vas a hacer?” temía que tratase de introducir el pepino en mi interior.
.-“No, detente, no sigas,
déjame marchar” le gritaba.
.-“Sssschh, será mejor que
calles” dijo al tiempo que cogía un limón y me lo hacía morder tapándome mi
boca. Luego con el cordón del albornoz me impedía poder escupirlo. Con el limón
en mi boca sólo podía emitir sonidos guturales.
Se acercó con el pepino entre
sus manos y arrodillándose frente a mí me dijo.
.-“Dime, ¿Te has masturbado
alguna vez con un consolador?” me preguntó.
Yo negaba con la cabeza
horrorizada.
.-“Vamos no me mires así, tu
necesitas un orgasmo y a la vez no quieres que te penetre pues quieres ser fiel
a tu marido ¿no es así?, ¿qué otra opción tengo entonces?” me dijo acercando la
punta del pepino a mis labios vaginales.
Yo continuaba negando con la
cabeza sin poder articular un sonido audible debido a mi mordaza. El joven
movía el pepino de arriba abajo recorriendo mis labios vaginales, tratando de
que cediesen, se abriesen y el objeto se introdujese dentro. De vez en cuando
jugueteaba con mi clítoris.
.-“Relájate..., disfruta...,
ya verás como te gusta” me decía. El joven tuvo la suficiente paciencia para
insistir e insistir hasta que mis labios vaginales comenzaron a humedecerse. Mi
respiración se entrecortaba y mi pelvis se movía tratando de facilitar la
maniobra a pesar del poco margen de movimiento que tenía.
Al poco tiempo introducía los
primeros milímetros del pepino en mi interior.
.-“Aaaaaggh” gritaba
amordazada cuando sentí que se abría paso en mi interior. Poco a poco el objeto
fue introduciéndose dentro hasta casi la mitad dilatándome. Había quedado
introducido en mi interior. El muchacho dejó de manipular el otro extremo. Serían
unos cinco centímetros, lo justo para alcanzar a estimular mi punto “g”.
Aquello me desesperaba. Mi pubis continuaba moviéndose adelante y atrás
buscando mi propia auto masturbación con el pepino inserto. Nunca antes había
usado un consolador o me había masturbado con ningún objeto y aquella
situación, mi sumisión, ofrecida, expuesta y ahora humillándome buscando
alcanzar un orgasmo con un triste objeto inserto en mi cuerpo para satisfacción
de un muchacho al que apenas conocía, me resultaba a la vez de lo más
excitante.
Yo estaba concentrada en mis
maniobras cuando el joven me vendó los ojos con lo que parecía la funda de un
almohadón.
Pude escuchar como el joven se
desprendía de los pantalones. El sonido era inequívoco a pesar de no poder
observarlo, pero se estaba haciendo una paja observándome. Pude notar como con
una de sus manos me acariciaba los pechos mientras con la otra se masturbaba a
mi lado. De vez en cuando su mano libre revolvía mi pelo. Pude oler su sexo por
primera vez, pues debía estar cerca de mi cara. También pude escuchar como su
mano se movía cada vez más deprisa hasta que al final pude notar un líquido
denso y viscoso resbalar por mi hombro hasta uno de mis pechos. Supuse que se
había corrido, sobre mi cuerpo. No podía verlo, pero podía oler su semen en mi
cuerpo. Siempre pensé que me daría asco algo así, sobretodo por ser semen que
no era de mi marido. Pero contraria a lo que había pensado toda mi vida, tenía
cierta satisfacción en mi interior. Pude escuchar la voz del joven susurrarme
en mi nuca...
.-“Mira cómo has puesto todo
esto. Habrá que avisar al servicio de habitaciones” dijo en mi espalda. Yo
traté de impedirlo, quería hablar pero no podía. No podía articular mas que
sonidos guturales debido a la mordaza de mi boca.
.-“No, no, no hagas eso”
trataba de decir mientras me agitaba en mi silla. Permanecí en silencio cuando
escuché que marcaba el número de recepción.
.-“Si, servicio de
habitaciones, perdonen se ha derramado una cerveza por el suelo de la
habitación y está muy pringoso, por si podían enviar a alguien a fregarlo por
favor. Si, si, ahora mismo si es posible. Gracias muy amable” y colgó el
teléfono.
Yo me agitaba y convulsionaba
encima de la silla expresando mi desaprobación como podía. Él al verme así de
desesperada me dijo.
.-“Estas muy graciosa,
tratando de no asumir lo irremediable. Me encanta ver como rebotan tus tetas al
agitarte. Es más, creo que esto lo voy a grabar en vídeo para que lo veas
luego.
Pude comprobar como el joven
amo cogía mi bolso y mirándome me preguntó.
.-“¿Tu móvil puede grabar
videos?” preguntó mirándome.
Yo me convulsionaba y negaba
con la cabeza a pesar de que sí podía hacer videos con el móvil. El muchacho
rebuscó entre mi bolso y encontró el móvil.
.-“Me has mentido, no te
preocupes esto tendrá su castigo. Ya verás como lo disfrutas coma la perra que
eres ” y dicho esto buscó una toma en la que se me viera a mí y a la puerta de
la habitación. Yo continuaba negando con la cabeza.
.-“No te preocupes, ya tendrás
oportunidad de masturbarte cuando veas el video”.
Unos nudillos golpearon la
puerta desde el exterior de la habitación. Pude escuchar una voz masculina que
decía:
.-“Servicio de habitaciones”
El joven corrió a cubrirme de
nuevo los ojos con la funda, y luego se dirigió a la puerta gritando.
.-“Ya voy, un momento por
favor” escuché un “click” sonido que delataba que mi móvil había comenzado a
grabar en vídeo. Escuché el sonido de la puerta abrirse.
.-“Oh gracias muy amable por
venir a limpiarlo”. La puerta se cerró de golpe. Escuché unos pasos acercarse,
no sabría decir cuántas personas se acercaron hasta dónde estaba yo y por tanto
el líquido derramado. Si que pude escuchar el sonido de un cubo de fregona
contra el suelo y a mi joven amo que decía:
.-“¿Qué te gusta el pedazo de
puta que hay en la silla?”
.-“Tranquilo puedes tocarla si
quieres”. Entonces unas manos recorrieron mi cuerpo acariciándolo sutilmente.
.-“¿Quieres ver como se corre?
Seguro que si mueves el pepino que tiene inserto entre las piernas no tarda ni
cinco minutos en correrse” Lo cierto es que tan sólo escuchaba la voz de mi amo
en la habitación. Pero el sólo hecho de pensar que podía haber alguien del
hotel observándome y acariciando mis piernas me hizo poner la carne de gallina.
Poco a poco noté como unas manos comenzaban a mover la hortaliza inserta en mi
pubis. Traté de imaginarme como sería el personal del hotel. Había escuchado
una voz masculina detrás de la puerta identificarse como servicio de
habitaciones, parecía corresponder a alguien relativamente joven.
Lo cierto es que comenzó a
mover el pepino entre mis piernas. Los pliegues estimulaban sobremanera mis
sensaciones. No tuve más remedio que abandonarme a las caricias, llevaba toda
la tarde excitada y debido a las estimulaciones en mi interior costó poco
volver a ponerme cachonda.
A pesar de la mordaza en mi
boca comenzaron a escucharse mis gemidos.
.-“Uuuuhhmmm” comencé a gemir.
Arqueé el cuerpo hacia atrás y
me abandoné a las caricias.
Alguien manipulaba mi interior
con gran maestría. Estaba a punto de correrme.
Metía y sacaba el pepino a un
ritmo que me desesperaba. Mi respiración se agitaba, los gemidos eran
irremediables, además comencé a mover cuanto pude mi pelvis adelante y atrás
tratando de aumentar el ritmo.
Al final alcancé un orgasmo
maravilloso.
Escuché los aplausos de mi
joven amo, y su voz que decía:
.-“Has estado magnífica.
Gracias joven, puedes abandonar la estancia” y dicho esto, tras sacar la
hortaliza de mi interior, escuché unos pasos hacia el vestíbulo y seguidamente
abrir y cerrar la puerta.
El muchacho me quitó la venda
de los ojos y después se dirigió hasta donde estaba mi móvil grabando, paró la
grabación, cogió el móvil en las manos y acercándose a mi me dijo:
.-“¿Quieres verlo?” preguntó
mirándome a los ojos.
.-“Yo abrí los ojos
horrorizada y traté de articular alguna frase”. Ahora se acercó a mí, se agachó
detrás de mí en la silla y me desató el nudo que oprimía mis muñecas. Liberó mi
boca de su mordaza.
Luego me dio el móvil. Le
solté un manotazo en toda la cara.
.-“Eres un pedazo de imbécil”
le grité.
.-“Tranquila siéntate, vamos a
ver el vídeo, ¿o es que piensas salir así a la calle?” me dijo totalmente
tranquilo. Yo en cambio estaba alterada.
.-“Cállate imbécil” le volví a
gritar.
.-“Vamos, vamos porque no te
calmas” me dijo el impasible.
Yo me senté sobre la colcha de
la cama dispuesta a ver el móvil. El muchacho se sentó a mi lado. Le dí al
play.
Pude ver como se acercaba a
abrir la puerta, tomaba el cubo de fregona que le habían subido pero no dejó
entrar a nadie más, cerraba la puerta tras de sí sin nadie más en la habitación
más que él y yo. Mi cabreo se fue disipando. Luego pude comprobar como era él
mismo quien se arrodillaba a mis pies y comenzaba a masturbarme con el pepino
hasta correrme.
.-“Dime, ¿en serio pensabas
que había alguien más en la habitación?” me preguntó.
.-“Si claro” dije bajando la
cabeza avergonzada.
.-“Ya te dije que nunca haré
nada que no me pidas. Y aún así.... ¿te corriste?” preguntó él.
.-“Ya lo has visto ¿no?” le
respondí.
.-“¿Te gustó?” insistió.
.-¿Tu que crees?” yo evadía
responderle que sí, que había disfrutado como nunca.
.-“Tranquila lo sé, no quieres
decirlo, porque es una forma de reconocerlo”
Y dicho esto comenzó a
acariciarme la pierna más cercana. Ambos estábamos sentados en la cama. Luego
giro mi cara con su mano en mi barbilla y me besó. Lo hizo con mucha dulzura.
Me gustó. Su lengua se movía en el interior de mi boca. Estuvimos besándonos un
buen rato. El me acariciaba las piernas.
En un momento dado cogió mi
mano con la suya y me obligó a acariciarle el miembro por encima del pantalón.
Al principio yo no quería y era reticente, pero luego fue inevitable dado el
tamaño que había adquirido su polla dentro del pantalón. No podía dejar de
acariciarle y preguntarme cómo sería semejante miembro.
.-“¿Quieres verla?” me
preguntó el joven. Yo asentí con la cabeza.
.-“¡Arrodillate!” me ordenó
esta vez. Me levanté de la cama y me postré de rodillas a sus pies.
Se incorporó justo enfrente de
mí. Se quitó la camiseta. Esta vez pude ver con claridad su torso desnudo que
marcaba abdominales. Realmente era un cuerpo trabajado en el gimnasio. Luego
poco a poco se bajó los pantalones, mostrando un bulto increíble bajo sus
boxers. Al fin liberó su enorme polla ante mis ojos. No podía creer lo que
veía, desde luego me pareció grande en comparación con la de mi marido. Por lo
menos mediría 25 centímetros y de grosor otra barbaridad.
Respiré profundo en parte
temerosa.
.-“Vamos, ya sabes lo que
tienes que hacer. Lo estas deseando” y dicho esto recogió mi pelo en una coleta
agarrándome con una sola mano y empujando mi cabeza para que se la mamara.
Yo comencé sacando mi lengua y
recorriendo su polla a lo largo. Su olor no me resultó del todo agradable. A
decir verdad practicaba poco sexo oral con mi marido porque apenas me gustaba.
.-“Estoy seguro que sabes
hacerlo mejor” me dijo mientras oprimía mi cabeza con la mano por la que me
tenía sujeta del pelo contra su entrepierna. No tuve más remedio que
introducírmela en la boca. A poco me ahogo. Hizo fuerza para introducírmela
hasta el fondo y me dieron arcadas. Su glande golpeó mi campanilla.
.-“Serás... ¿no irás a
vomitarme encima?” dijo sorprendido por mis nauseas.
.-“Vamos zorra, ponte en píe”
dijo tirando de mi pelo hacía arriba.
Me guió cogida del cabello
hasta las cortinas que tapaban la ventana de la habitación. Me hizo colocarme
de frente a las cortinas. Ató uno de mis brazos en alto a la barra de las
cortinas. Luego hizo lo mismo con la otra de mis muñecas. Estaba inmovilizada
con los brazos arriba y las muñecas atadas a la barra contra las cortinas.
Ahora sus manos recorrían todo
mi cuerpo, explorando cada rincón. Pude notar su polla rozándose con la piel de
mis caderas. Acariciando todos y cada uno de los poros de mi piel. Se entretuvo
un buen rato en estrujar mis pechos. Sabía que tarde o temprano me penetraría y
trataba de asumirlo. Pensaba en mi marido, ”pobrecito, si el me hubiera hecho
esto antes” pensaba par a mí. El sabía que me dejaría hacer cualquier cosa
llegados a ese punto. Luego acarició mi pubis depilado, hasta que desde detrás
de mí como estaba me introdujo un dedo en mi vagina, luego fueron dos y al
final tres. Los movía adelante y atrás a un ritmo frenético, me hacía más daño
que placer.
.-“Aaaah” medio gemía y
gritaba.
.-“¿Te gusta?” me preguntó. Yo
continuaba callada sin responder mientras él continuaba moviendo sus dedos en
mi interior. Cesó en su maniobra.
.-“Tienes un culito precioso”
dijo al tiempo que se arrodillaba separando las nalgas de mi culo y comenzó a
lamer mi ano. Aquella maniobra era nueva para mí.
.-“Pero ¿que haces?” le
pregunté sorprendida.
.-“Si te lo preguntas quiere
decir que nunca te lo han hecho” dijo él.
.-“No por el culo no, ni se te
ocurra” grité yo.
.-“Será mejor que te relajes”
dijo al tiempo que introducía un dedo en mi ano.
.-“aaAAAh” grité yo
sorprendida por la intrusión. El muchacho movía suavemente su dedo en mi ano.
.-“¿De verdad que nunca te lo
han hecho por el culo?” me preguntó el joven.
.-“Noooh” gemí yo pues tras la
sorpresa inicial se convertía en placer.
.-“Tranquila te gustará” dijo
introduciendo un segundo dedo.
.-“No ,aaah, no, no
uhhmm,repetía una y otra vez” entre gemidos.
.-“Sé que en el fondo te gusta
sentirte sucia y humillada.” Dijo en mi espalda.
.-“Noooooh” suspiraba yo entre
gemidos.
.-“Sabes... ya nunca será
igual, cuando tu marido te haga el amor a lo misionero, ya no sentirás lo
mismo. Desearás que sea yo quien te someta” dijo mordisqueando mi espalda e
introduciendo un tercer dedo en mi ano.
.-“NoooOO” gritaba yo cerrando
los ojos abandonada a sus palabras que retumbaban en mi mente.
.-“Me gusta tu sudor” dijo al
tiempo que lamía mi cuello detrás de la oreja.
.-“Aaayhh” aunque trataba de
reprimirlo yo me retorcía de placer.
Mi ano estaba ya lo
suficientemente dilatado. Escuché como se bajaba los pantalones me giré para
ver el instante. Pude ver como guiaba la punta de su polla a la entrada de mi
ano.
.-“Dime que no lo deseas y
todo terminará” pero yo permanecía en silencio contemplando su glande entre mis
nalgas.
.-“No te oigo” me preguntó de
nuevo.
.-“Siiiiih,” dije esta vez muy
bajito.
.-“No te oigo” me susurraba en
la nuca.
.-“Siii, hazlo” dije yo más
alto.
.-“¿Que quieres que te haga el
qué?” dijo el una vez más.
.-“Metémela de una vez por el
culo” dije algo temerosa.
.-“Una vez más” me pidió él.
.-“Rómpeme el culo de una vez,
vamos lo estoy deseando, quiero saber que se siente...” pronunciaba al tiempo
que me agitaba. El sujetándome fuerte por las caderas me susurró:
.-“Es justo lo que quería oir”
dijo escupiendo en la entrada de mi esfínter.
Yo deseaba el momento, mis
piernas temblaban y el corazón se aceleraba.
.-“Esto debería verlo todo el
mundo” dijo corriendo las cortinas y exponiéndonos a la vista de todo el mundo.
.-“No, no cierra, estas loco,
pueden vernos” gritaba mientras veía a la gente pasear en la calle por debajo
de la ventana. Yo me giraba para que no me reconocieran la cara desde la calle,
e inevitablemente contemplando el momento en el que su polla se abría paso a
través de mi esfínter sodomizándome por primera vez en mi vida.
.-“Aaaghh” chillé mientras
contemplaba como me reventaba el culo.
.-“”¿Te gusta?” me dijo desde
mi esplada.
.-“Oh Dios, me duele” es lo
único en que podía pensar, en el dolor que me producía. Su cuerpo hizo fuerza
contra el mío de tal forma que mis pechos quedaban aplastados contra el cristal
de la ventana. Yo permanecía con los brazos arriba atados a la cortina de la
barra. Miré a la calle, a pesar de estar en un tercer piso la gente paseaba por
la acera ajena a mi sacrificio.
Deseaba que todo acabase
cuanto antes. Cerré los ojos intentando relajarme. Tan sólo podía escuchar el
ruido del crucifijo de mi colgante golpear contra el cristal al ritmo de sus
envites. El dolor fue desapareciendo transformándose poco a poco en placer. Un
placer indescriptible para mí. Nunca antes había sentido nada igual.
.-“Sii, siiih, sigue, muévete”
gritaba yo ahora.
.-“¿Te gusta eh?, ¿Te gusta
que te revienten el culo como a una vulgar puta?”
.-“Siih” gemía yo próxima al
orgasmo.
.-“¿Qué pensaría tu maridito
si te viese gozando con una polla en el culo?” decía al tiempo que arremetía
detrás mío con furia.
.-“Que soy una puta cualquiera”
dije cerrando de nuevo los ojos tratando de concentrarme en alcanzar el
orgasmo.
.-“Puta” dijo al tiempo que
escupía de nuevo en mi culo. Pero a mí todas aquellas palabras me excitaban aún
más. Me sentía sucia y vejada como en tantas y tantas veces había imaginado en
mis fantasías.
.-“Puta” volvió a repetir.
.-“Siii, soy tu puta” dije yo.
Cuando abrí los ojos un
anciano estaba viéndonos desde la calle. No dejaba de mirar hacía arriba por lo
que varios transeúntes comenzaron a imitarle y señalar nuestra posición.
Distinguí entre el grupo de media docena de mirones a Javier, un antiguo
compañero mío de la facultad, de cuando estudiaba. Mi excitación se esfumó de
golpe. Un montón de temores asaltaron mi mente.
.-“No por favor, cierra las
cortinas me han reconocido” dije tras verificar al compañero de estudios.
.-“¿Qué dices?” dijo el
golpeando con más fuerza aún haciendo resonar el crucifijo contra el cristal.
.-“Si, mira por favor, el de
la camiseta naranja, se deja ver, estudió conmigo” dije como pude.
.-“Guuauuuh, esto si que me
pone” dijo al tiempo que se movía más y más deprisa.
.-“No por favor, cierra, me
reconocerá, me conoce” suplicaba yo. Pero el hacía caso omiso, es más, le
excitaba verme suplicando.
.-“Por favor te lo ruego,
cierra, haré todo cuanto quieras, pero por favor cierra las cortinas”
suplicaba.
.-“Repítelo” dijo próximo a
correrse.
.-“Por favor, cierra, haré
todo cuanto desees” supliqué una vez más.
.-“Quiero oírlo una vez más”
exigió mi sodomizador.
.-“Haré cuanto desees” y una
vez dije esto se corrió en mi interior. Pude notar varios espasmos en su cuerpo
y como su polla perdía tamaño poco a poco en el interior de mi culo.
Al fin cerró las cortinas.
Salió de mi interior. Pude notar su semen resbalar por mis piernas. El también
se dió cuenta y separó mis nalgas para verlo.
.-“¿Cumplirás tu promesa?” me
preguntó una vez se hubo recuperado.
Yo no contesté permanecía muda
sin decir nada.
.-“¿Cumplirás tu promesa?”
volvió a repetir.
Pero yo continúe sin articular
palabra. Bajé la cabeza preguntándome como había llegado a tal extremo. Me
repetía una y otra vez que eso no podía haberme sucedido a mí. Me recriminaba a
mí misma cómo había sido capaz de gozar con esa humillación, y sin embargo no
me había corrido por lo que mi cuerpo pedía aún más pese a que mi cabeza
repetía una y otra vez: “no,no,no”.
El se vistió con urgencia. Yo
continuaba atada a la barra de las cortinas. Pude ver como cogía mi móvil con
el que grabó las imágenes de la silla y me decía:
.-“Llamarás” fue lo último que
dijo antes de abandonar la habitación con un portazo que resonó aún más en mi
mente.
Pasado un tiempo pude
desatarme. Mis muñecas estaban marcadas, me miré en el espejo y mi culo estaba
enrojecido aún. Decidí darme una ducha y tratar de recuperar la cordura de todo
cuanto había sucedido. Una vez en la ducha no pide evitar masturbarme, incluso
introduje un dedo en mi ano a la vez que con la otra mano me acariciaba el
clítoris. Esta vez el orgasmo fue maravilloso, se notaba que mi cuerpo
necesitaba explotar de una vez. No pude evitar pensar en lo sucedido. Una vez
envuelta en las toallas del hotel, fui pensando en como salir de aquel lío.
No me quedó más remedio que
llamar a mi mejor amiga y pedirle que acudiera, prestándome algún vestido suyo.
Tuve que recolocar e instalar el cable de teléfono para realizar la llamada
desde la habitación, y fue cuando descubrí que mi eventual amo había marchado
sin pagar los costes de la habitación. Conforme pasaba el tiempo esperando a mi
amiga, me dí cuenta que ni tan siquiera sabía el nombre de aquel muchacho.
Nada más entrar mi amiga en la
habitación me preguntó:
.-“¿Pero que te ha pasado?”
dijo al verme arropada en las toallas tumbada sobre la cama del hotel.
.-“Si tu supieras, me acaban de
pegar el mejor polvo de mi vida” le respondí y poco a poco le conté un cuento a
modo de la novela más romántica de esas que a ella le gustaban. Nunca preguntó
que había pasado con mi vestido.
Besos,
Sandra.
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